ESCRITOR HÉCTOR MEZA PARRA
PRESENTE EN LA 2ª FERIA DEL LIBRO ZONA HUANCAYO
DEL 19 DE AGOSTO AL 1 DE SETIEMBRE DEL 2010
Fuente: http://www.feriadellibro.com.pe/
IMÁGENES DE LA PRESENTACIÓN DE LA COLECCIÓN
"OJOS DE BÚHO"
DEL ESCRITOR HÉCTOR MEZA PARRA
EN LA 15º FERIA INTERNACIONAL DEL LIBRO DE LIMA
4 AGO 2010 - 4.30 PM
Libros:
Diana volverá para Navidad
Retorno al barrio de Callancha
Polo en Nueva Jersey
La noche más larga del mundo
El primer libro que leí
Bienvenida:
A cargo de la 15ª Feria Internacional del Libro de Lima
Presentación de la colección "OJOS DE BÚHO":
Aníbal Paredes Galván
Editorial "San Marcos"
Comentario:
Maynor Freyre Bustamante
Carlos García Curay
LOS CINCO PARA TODOS
Sandro Bossio Suárez
Recibí los cinco libros de la biblioteca Héctor Meza Parra y abandoné “Los hombres que odiaban a las mujeres”, de Stieg Larsson, que estaba devorando para empezar a leerlos. Cautivado con sus múltiples historias (he aquí el primer mérito del autor: su enorme capacidad para fraguar infinidad de historias de buen talante) seguí leyéndolos tumbado en mi cama hasta que me informaron que debía viajar a Colombia. En el camino a Lima, en el avión rumbo a Panamá, en la antesala del Aeropuerto de Tocumen, en la avioneta que me llevaba a Medellín, en la cama “king size” del hotel Estelar seguí leyendo hasta que los terminé todos.
Sé que se trata de una colección predestinada a los alumnos del nivel secundario, orientado al Plan Lector, pero mi balance va mucho más allá: se trata de libros dedicados a los escolares, pero con enorme trascendencia para la vida misma, para la naturaleza compleja de la humanidad.
Estoy de acuerdo con Eliana Vera Zevallos cuando dice que la narración de Meza Parra es “fluida y envuelve al lector en un mundo paralelo, logrando que se identifique con alguno de sus personajes. Para las almas sensibles, Héctor juega con pensamientos que se encuentran en lo más recóndito de su ser, aflorando la ironía de su subconsciente”.
Diana volverá para la Navidad
Quince cuentos componen este retablo narrativo en el que destacan tres elementos consustanciales: el uso de onomatopeyas y hablares regionalistas (como en el caso de “Queremos tanto a Virginia”); la ternura como componente narrativo, ingrediente que recorre todo el libro, en algunos cuentos con más fuerza y nitidez, y en otros como una unidad soterrada pero siempre latente; y la inocencia que derraman sus personajes. Casi todos los relatos están contados desde el punto de vista de los niños y eso agranda la nostalgia que galopa en los textos. Otro elemento que debemos tomar en cuenta es la sociedad andina vigente en los cuentos: las vivencias personales, las experiencias comunitarias, las improntas de las injusticias y abusos están presentes en el libro, pero siempre morigerados por la poesía y prosa trabajada.
El cuento que destaca, a mi gusto, es “La chompa azaul”, que además de estar bien escrita, con la anécdota en su lugar y la estructura correcta, demuestra uno de los talentos más notables de Meza Parra: su capacidad de transformación, de reelaboración, de procesamiento de hechos reales para convertirlos en fictivos. Recuerdo haber escuchado esa historia de su propia boca, con la riqueza de esa oralidad que lo caracteriza, pero con un “pañolón” en lugar de la chompa. Cuán maravilloso –y aleccionador– resulta volver a ser testigo de esta historia con final insospechado, pero ahora contada por un narrador en primera persona que es, a todas luces, tan rico como el del cuento oral.
Retorno al barrio de Callancha
En este “álbum”, a decir del propio autor, nos encontramos con temas mucho más dinámicos y diligentes, con substancias literarias bastante más emocionales y evocativas, como la adolescencia, las aventuras urbanas de los jóvenes que están aprendiendo a vivir (muestra de ellas son “Balas en mi fiesta de promoción” y “La venganza”), el testimonio y hasta el alegato. Entre los cuentos de este último grupo se encuentran “Narrar contra la corriente” y “Confesiones de un apátrida”. Pero también hallamos temas que se codean con la historia y la tradición (como es el caso de “El elegante”) y la ficción ensayística (cuyos ejemplos son “El derecho a mentir” y “Perra vida”).
Como en el volumen anterior, aquí reconozco también la divertida anécdota del inexistente hermano enterrado en Tarma de Carlos Eduardo Zavaleta, que escuché de Meza Parra mientras bajábamos del Santuario de Muruhuay, pero ahora con distintos matices. El cuento tiene nombre policiaco: “El hombre que mató a CEZ”.
Polo en Nueva Jersey
Mediocridad, diatriba social, enredos, usanza y costumbrismo, son algunos de los componentes de los cuentos recogidos en este volumen. Manteniendo el vigor y la pluritemática de los anteriores, aquí encontramos por primera vez pequeñas viñetas narrativas (nos referimos, por ejemplo, a “Andrea, la Rebelde” y “Fin de mes”), que destilan por el libro como delicadas gotas de rocío que ruedan por las nervaduras de una hoja. Me parece que aquí encontramos la verdadera esencia del escritor, su vuelo poético, su capacidad de síntesis, su maravilloso soniquete bucólico, al mejor estilo del también tarmeño José Gálvez.
Otra vez me encuentro, como un caminante perdido en la niebla, con nostálgicas y bellas historias de hombres que recuerdan su niñez. Un primoroso modelo de ellos es “El pañuelo de fino monograma”.
El mejor cuento, y no sólo del libro, sino de la colección es, definitivamente, “La espera”. Se trata de un cuento histórico y costumbrista, ambientado en un tiempo localista donde convergen terratenientes, curas, militares, jinetes y gente con aspiraciones políticas. Una auténtica mirada en retrospectiva del aristocrático pasado de Tarma.
La noche más larga del mundo
A mi gusto, se trata del más literario de los cinco tomos, puesto que, a todo lo anterior, que lo tiene, se suman ahora tonos epistolares, como en “Papá siempre fue malo”, un cuento de increíble fuerza interior y familiar; y, por primera vez, un hermoso cuento de amores contrariados.
También nos topamos con relatos de extracción exótica y erudita, como “El hombre que sabía corregir”; y uno de excelente factura llamado “Nueve pasos para estornudar con éxito”, donde el autor coge lo mejor de Julio Cortázar y arma un manual literario que ilustra al lector en actividades cotidianas pero, al mismo tiempo, extrañas. Me remiten, por supuesto, a “Historia de cronopios y famas”.
El primer libro que leí
Este es el epítome más juvenil, fresco y didáctico de la biblioteca Héctor Meza Parra. Se trata de una compilación de relatos de diverso pelaje y naturaleza, donde, sin embargo, prima el hálito de la escolaridad.
En definitiva, el relato descuella en este libro es “El primer libro que leí”, una auténtica demostración de la verdadera literatura escolar, ahíta de sentimientos infantiles, añoranza y melancolía de las tiernas edades estudiantiles. También merece destacarse “El tren de mi infancia”, otro relato de belleza portentosa.
“Un extraño caso” es la única ficción de toda la compilación que linda con el género fantástico y que, a la postre, acaba de inspirarme un cuento de ese corte que tratará sobre un burócrata que lee en el periódico por anticipado la noticia de su propia muerte.
“La vendedora de flores” florece como un cuento intestino, breve pero no por ello fútil, puesto que de su brevedad, de su precisión extraemos el temperamento más doliente y humano que podamos imaginar.
En ese sentido, y sin riesgo de equivocarnos, los cinco libros de Meza Parra, como la hora incierta de la tarde que se pliega a la noche, pertenecen a la extraña dimensión donde coinciden la belleza, la emotividad, el dinamismo, la crítica social, la didáctica, pero, sobre todo, la literatura.
Héctor Meza Parra
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