EL ESCRITOR
Por: Armando Alvarado Balarezo (Nalo)
Los rayos grana del ocaso se van hundiendo poco a poco tras la montaña lejana. En la periferia del pueblo las sombras de los chacareros que retornan de sus labores se alargan más y más hasta perderse en la nada.
De rato en rato pasan corriendo los niños por la vereda de Juan Paria, haciéndole perder la ilación del último capítulo de su novela "LA CENA FINAL". Deja sobre el escritorio el manuscrito y frota sus párpados intentado calmar su cansancio. A su costado, Manuela, su esposa está recostada sobre un viejo sillón. Ella ha tipiado durante un año la novela que un notable, bajo su autoría, viene publicando por capítulos en un diario del pueblo. Este espera con ansias el último capítulo para concursar en un faenón literario que ganará en la Capital, según le ha asegurado por teléfono un aceitador.
Hace dos días que Manuela no prueba alimento y está pálida. Por momentos tose y otros tantos se queda inmóvil con los ojos fijos en la cruz que pende de un clavo... De pronto un gemido hace voltear al escritor.
- ¿Qué tienes Manuelita?.
- Tengo mucho frío mi amor, léeme las líneas finales de tu novela -le pide con voz apagada.
- Escucha cariño: 'cuando el arriero comía el último mendrugo, el viento de la tarde jugaba con el ala de su sombrero.'
- ¿Qué pasa mi amor?, ¿no me estás escuchando? -Manuelita no respondió.
- De hoy en adelante publicaré por mi cuenta cada capítulo de mi nueva novela, ya verás como nos alcanza para sobrevivir -se inclinó para besarla y ella no respiraba.
- Manuela, Manuela... mi Manuelita...
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Juan Paria dejó caer la hoja de papel que trembloroso sostenía y empuñó una de acero...
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