VALLEJO DESDE AQUÍ VIAJÓ A LA ETERNIDAD
Por Danilo Sánchez Lihón
1. Regresando siempre
Hoy 17 de junio es Día de Vallejo en Puerto Callao, porque un día como hoy del año 1923 él estuvo aquí, en este sitio, de pie en espera de abordar el barco Oroya que lo conduciría a Marsella, puerto francés sobre el mar Mediterráneo y a la eternidad donde mora y habita ahora.
Nunca como hoy día él estuvo consciente de que su iniciativa de viajar a Europa no era tal, sino su viaje sin retorno era viajar al infinito.
Por eso hoy estamos aquí porque en este punto que el Callao tiene el privilegio de tenerlo tanto en su suelo físico como en su geografía anímica y espiritual, se juntan en este lugar el pasado, el presente y el futuro.
Aquí se convoca y se sintetiza la historia del Perú y por ser el Perú un epicentro y un eje geopolítico se conjugan coordenadas del planeta y tratándose de que aquí Vallejo en este punto se dividió su vida, como se cohesionan también coordenadas del mundo imperecedero.
Aquí Vallejo se estremeció y dijo su último adiós a la tierra que amaba y nunca olvidó. A la cual estuvo regresando siempre en las alas de la evocación, el recuerdo y la añoranza.
2. El adiós y el regreso
Aquí muchos han sentido que dejaban una vida e iniciaban otra. Aunque lejos y distantes del lugar donde nacieron y con el cual se identifican.
Por eso este es un gozne, un umbral, el vano de una puerta que en el caso de César Vallejo siempre nos planteará el dilema del que se va y del que se queda, de quienes se demoran en llegar y de quienes esperan, de la tierra firme y del océano que aquí empieza.
Desde aquí muchos peruanos salieron al destierro por querer corregir los males que aún nos hacen daño. Y aquí al volver reencontraban al país que amaban.
Desde aquí, el Muelle Dársena de la Plaza Grau del Puerto del Callao, al partir ya se empieza a recordar a la patria bienamada, pero también se empieza a soñar en mundos nuevos. Y al regresar se le vuelve a adorar con nuestra presencia sobre su suelo.
Y es que en una despedida todo se separa como a la vez todo se junta. Y se convoca al presente insospechado, al futuro insólito y al pasado estupefacto. Esa es la proeza del adiós y el regreso que es el tema que César Vallejo nos propone enfocar esta mañana del 17 de junio de cada año.
3. Nos hemos ido y también hemos vuelto
El adiós y el regreso porque ninguno que partió dejó de regresar, siquiera como fantasma merodeante de su casa y su terruño. O sino, envuelto en las gasas y tules de la añoranza y la melancolía.
En una despedida todo se junta desde el futuro. Y en el regreso todo se convoca desde el pasado.
Desde esta rada, en este sitio, en este límite de la patria en donde termina la tierra y empieza el agua, donde acaba la piedra y comienza el océano, se dice un adiós pero aletea al mismo tiempo el anhelado retorno.
A este punto muchos retornaron físicamente, pero cuántas veces más lo hicieron en su alma atribulada. Y los pies, cuando volvieron y tocaron esta tierra cerraron las huellas abiertas que dejaran esos mismos pies cuando partieron.
Por eso, este es un hecho significativo no solo en la historia del Callao que Capulí, Vallejo y su Tierra al celebrar esta efeméride, quiere ponerlo de relieve siempre, sino en la historia del alma nuestra, de nuestros padres y de nosotros mismos. Y lo será en la de nuestros hijos, puesto que sentimos que por aquí nosotros nos hemos ido y también hemos vuelto y habrá en el futuro siquiera la sombra nuestra que nos espere.
4. Asumiendo la causa de la humanidad
A José Gálvez y a Miguel Grau con quienes el Callao se identifica tanto, se suma ahora César Vallejo. ¿En que medida se comparan, asemejan y se hacen uno? En muchos aspectos.
Ellos amaron al Perú entrañablemente. Los tres dieron su vida por la causa que defendían. El primero luchando en la torre de la Merced para consolidar nuestra libertad frente a España, el 2 de mayo de 1866.
Miguel Grau, quien durante seis meses mantuvo a la escuadra chilena acobardada en su codicia, hasta caer en Angamos el 8 de octubre del año 1879 y que nos da el ejemplo de su heroísmo sin par, sin perder para nada sino al contrario, ganando esencias humanas de altruismo y de nobleza.
Y César Vallejo defendiéndonos de todo porque frente al mundo de la globalización tenemos su emblema y su insignia generosa en contra de todo lucro y alienación, con él sabemos quienes somos puesto que ha hecho visible y palpable nuestra identidad. ¡Y ella es hermosa!
Con él alcanzamos universalidad sin renunciar a lo propio. Luchando en París por la causa del hombre, pero sin enajenarse, asumiendo la causa de la humanidad pero siendo auténtico.
5. El mismo vaso de sangre
Y uno de los primeros mensajes que quisiera recoger del viaje de Vallejo a Europa es que hay un signo familiar en su partida, que no es muy común ni frecuente entre intelectuales que descartan o alejan totalmente a la familia de sus vidas.
Era domingo. El Oroya partió a las cinco de la tarde y estuvo en este lugar para despedirlo su hermano Néstor Pablo quien vino especialmente desde Huamachuco solo con este propósito. De Trujillo a la capital se venía por mar y el viaje duraba de cuatro a cinco días.
Pero tenía que estar él, el hermano con quien César Vallejo estudió en la Universidad, compartieron la pensión y fue con quien más intimidad tuvo, a quien prodigó entrañable e inmenso respeto y cariño.
El hijo mayor de ese hermano, don César Vallejo Infantes está aquí ahora presente con nosotros, luego de 87 años en que su padre estuviera en este mismo lugar dándole el último adiós al poeta.
¿No es extraordinario, significativo y produce estremecimiento que el mismo vaso de sangre enhiesta y cariñosa que lo abrazara fuerte y trémulamente aquel día esté aquí después de 86 años de vida?
6. Un pasaje evangélico
Pero hay otro signo en este viaje, cual es el de la amistad, al estar aquí presente para darle el adiós aquella tarde un amigo suyo: el buen, Crisólogo Quesada, a quien apodaban “El gordo”.
Aquel era una especie de protector, tutor y ángel guardián de César Vallejo, quien lo había tomado bajo su tutela a ese niño indefenso y desvalido. Quien lo rescató del forzado matrimonio al cual ya lo habían sometido los familiares de Otilia Villanueva, quien había salido embarazada de la relación con el poeta.
Allí estaba Crisólogo, a quien no se le escapaba la evidencia de que nunca más volvería a ver a ese hombre puro, candoroso y dolido de los males del mundo. En cierta manera, y para él, un profeta.
El signo de la familia y la amistad es el escudo y emblema de este acto que se grafica de modo intenso e indeleble en el hecho de que el viaje lo hacía Vallejo con un amigo, el entrañable Julio Gálvez, quien había cambiado su pasaje de primera clase por dos de tercera para hacer, sin proponérselo de esta experiencia, un pasaje evangélico.
7. De pie, firmes y militantes
Pero hay otro signo en la conmemoración de esta mañana. ¿Quiénes están hoy aquí? Son sus paisanos, sus coterráneos, sus poblanos, como somos nosotros quienes nos reunimos bajo el estandarte de “Capulí, Vallejo y su Tierra”.
Porque Vallejo todo cuanto sentía y pensaba lo hacía siempre como paisano, como morador y vecino de Santiago de Chuco, mucho más en aquel momento en que se alejaba del Perú.
Justo en ese instante en que daba el salto o el paso dejando la tierra y abordaba el barco, le asaltó el puñal hiriente y quemante del amor a su pueblo natal y a su gente.
Y estoy seguro que su casa, las calles de Santiago de Chuco, los cerros circundantes, sus sembríos, las pircas y curahuas con las flores de malva, margaritas, toronjiles y pachas rosas, estuvieron presentes con su aroma como lo están ahora, cuando él aquella tarde se despedía de su patria.
Por eso, al estar aquí después de 87 años en que él partiera, nosotros le decimos a voz en cuello: ¡César Vallejo, tu pueblo te ama, te admira, te respeta y te recuerda y te está agradecido!, ¡César Vallejo vives entre nosotros! ¡César Vallejo estamos juntos, tú al lado nuestro!
César Vallejo tus paisanos de Santiago de Chuco recordando el día que te fuiste, estamos aquí, de pie, firmes y militantes.
8. Sembrar y construir esperanza
Pero están presentes también aquí los maestros representados por colegas de numerosos centros educativos del Callao.
Y entonces él se siente entre familia, entre amigos, con paisanos, con colegas, complacido y
“emocionado. ¡Qué más da! Emocionado… Emocionado…”, como diría.
Porque él fue maestro de escuela siempre: en Huánuco, en Trujillo, en Lima. Es maestro en su poesía, en su legado a los niños del mundo, en su actitud de proteger siempre, de dejar un mensaje de aliento, en su actitud de sembrar y construir esperanza.
Por eso los maestros decimos a voz en cuello: ¡César Vallejo, presente! ¡César Vallejo, presente!
Están aquí los intelectuales poetas, narradores, ensayistas e historiadores del Callao y otras localidades. A todos quienes aman una cultura viva, humana, que no se desentiende del problema ni del destino del hombre, como tú nos lo enseñaste.
Están los poetas de verbo inflamado y enardecido.
9. Para no irse ya nunca más
Y así como nos reunimos ahora para conmemorar tu partida, nos reunimos también hoy día para conmemorar tu regreso, porque tú volviste para ocupar un lugar entrañable en nuestros corazones.
Saliste para hacerte mar, junto a la rocalla, a la piedra o a la cordillera que eres. No como una línea trazada en esta agua que es una ruta para llegar a París sino para ser la inmensidad que ahora eres. Y que es el mar.
Saliste para hacerte más universal. En vez de optar por hacerte de bienes materiales optaste por hacerte más niño y más solidario.
Saliste para hacerte infinito, porque así ahora lo eres. Eres un infinito. En realidad todos lo somos, pero tú eres infinito incluso para los demás, para quienes se acercan a tu vida y a tu obra y ya no encuentran en ella ni principio ni final.
Regresaste muchas veces a tu tierra y a tu gente que quisiste y lo evocaste constantemente para no irte ya nunca más de entre nosotros.
Ojalá que en este lugar podamos levantar una estatua que te represente no yéndote sino regresando, con la mirada llena de mundo, de humanidad, de esperanza y utopía.
10. Poesía libre, suelta, natural
Tú te fuiste a hacerte el ser universal que ahora eres. ¿Por qué? ¿No pudiste serlo aquí? Sí, pero además de esencias y contenidos hay que posicionarse. Y esa actitud la tuviste Vallejo al viajar a París.
En lo demás Vallejo todo lo pudo cumplir desde aquí. Porque él aquí escribió Trilce, adelantándose incluso al surrealismo europeo. Él no aprendió nada de Europa.
Se fue por amplitud, por horizonte y vastedad. Y a tomar posición, como debemos hacerlo nosotros siempre.
Porque, ¿de quién aprende en Europa para escribir los Poemas humanos? ¿Se ha citado a algún autor como un referente de ese libro? No. Nunca. A nadie.
España, aparta de mí este cáliz ¿tendrá algún antecedente en Europa? Ninguno. Nada. Nadie. Es una poesía original, valiente, absoluta. Sin tiempo, y sin época; en un espacio que es España en trance de agonía pero con el significado profundo de que es una utopía humana universal.
La suya es poesía libre, suelta, natural, como las presencias sublimes que bogan por el firmamento.
11. Vallejo es el infinito
Desde esta orilla en que se va o se llega, desde esta ensenada en que se siente y se piensa entrañablemente, desde esta atalaya que es la rada del Muelle Dársena en el Puerto del Callao renovamos nuestro juramento y promesa a nosotros mismos de no fallar ni claudicar jamás en nuestros sueños.
Ahora que se sale tanto, que se evade tanto, que se va en busca de riquezas, qué importante el ejemplo imperecedero de César Vallejo. Salió no para olvidarse de su país sino para recordarlo y reencontrarse siempre con él.
Salió no para enriquecerse sino llevando el mensaje de un Perú solidario y fraterno en el alma. Y murió como un voluntario de la República Española.
Por eso, es la boya para sostenernos quien desde aquí viajó a la eternidad, a ser el poeta universal que es.
Y Callao es el punto de partida y de llegada. Es el símbolo de ese viaje. Y desde ahora lo reconocemos como el puente para poder conectarnos.
Callao es la frontera entre el mundo real y el mundo eterno. Y Vallejo es el infinito.
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RECUENTO HISTÓRICO
“DÍA VALLEJO EN PUERTO CALLAO”
.
Por Danilo Sánchez Lihón
.“DÍA VALLEJO EN PUERTO CALLAO”
.
Por Danilo Sánchez Lihón
1.
Capulí, Vallejo y su Tierra, con la colaboración continua del poeta Santiago Risso, y ahora de la Directora de la Institución Educativa, 2 de Mayo, Profesora Rosa Lévano, ha instituido el 17 de junio como efeméride central en el calendario cívico de la Provincia Constitucional del Callao, el “Día Vallejo en Puerto Callao” en memoria de la partida de César Vallejo a Europa.
Lo hace porque considera que a partir de ello se desprenden temas importantes de reflexión como la pertenencia y el desarraigo, la identidad y la globalización, lo íntimo y lo universalidad.
Lo hacemos también considerando que es importante enfocar, motivados por la partida de César Vallejo, en un tema muy sensible en la actualidad frente al fenómeno de la inmigración, cual es el adiós y el retorno.
2.
Este tema es especialmente punzante en muchos conciudadanos que han salido del país en las últimas décadas, regreso que no necesariamente tiene que ser físico.
Esta conmemoración la llevamos a cabo desde hace ya una década, realizando este día actividades que tienen variadas características, espacios y actores.
Participa por ejemplo el gremio de chalaneros quienes pasean a la comitiva para arrojar una ofrenda floral al mar. Participa la milicia, el clero como los organismos oficiales y privados.
El año 2007 se celebró una misa solemne en la Catedral del Callao y un desfile por las calles céntricas de la ciudad. Se han llevado a cabo presentaciones de teatro a cargo de alumnos de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos en el auditorio del Colegio 2 de Mayo.
3.
En otra oportunidad se hicieron concentraciones en diferentes plazas y peregrinación a diversos puntos del Callao tradicional.
Producto de este activismo ha sido la colocación en el Muelle Dársena de una placa recordatoria que hiciera e inaugurara el Dr. Alex Kouri, Alcalde del Municipio Provincial del Callao.
Es permanente en estos actos culturales la participación activa y entusiasta de la tradicional institución educativa del puerto: el glorioso Colegio Dos de Mayo, donde se realiza el acto central con diferentes expresiones artísticas a cargo de personalidades invitadas como de la comunidad de alumnos y profesores de ese renombrado plantel.
El 17 de junio ha quedado instituido así como el Día Vallejo en Puerto Callao.
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EL VIAJE DE CÉSAR VALLEJO A EUROPA
"Sin el sacrificio previo de uno mismo no hay salud posible".
César Vallejo
César Vallejo
Por Danilo Sánchez Lihón
1. Mañana me embarco rumbo a París
El 17 de junio de 1923, César Vallejo dijo definitivamente adiós al Perú al viajar rumbo a París, para no regresar corporalmente nunca más.
Fue domingo el día en que zarpó del Callao, después de escribirle a su hermano Manuel Natividad lo siguiente:
Te pongo estas líneas para anunciarte que mañana me embarco rumbo a París. Voy por pocos meses, seguramente hasta enero o febrero y nada más. Voy por asuntos literarios y ojalá me vaya bien.
Iba donde la vida era crítica y hasta cruel. No era el incentivo de su viaje pasar buena vida, gozar de lo cómodo, complaciente y hedonista. Menos era su intención hacerse rico.
Iba a un continente en donde era difícil incluso sobrevivir. Había tomado el rumbo hacia una Europa conflictiva y le atraía porque en ella todo era convulso y donde ya se escuchaba el fragor de los cañones y los clarines de combate.
2. Definía a cada instante su destino
Para referirnos a un aspecto: en el campo del arte allí cada año aparecía una nueva corriente literaria, que experimentaba fórmulas, temáticas novedosas, relaciones con otras artes, manifiestos y proclamas decisivas, ocurriendo lo mismo en otros ámbitos como la política, la economía y el acontecer social.
Era una Europa de entreguerras agitada, vibrante y sin tregua, adonde él se arrojaba absolutamente inerme e indefenso.
En realidad, Vallejo siempre dirigió sus pasos hacia donde las papas quemaban, hacia donde la historia estaba en criba, tropel y fragua plena.
Así fue a la estremecida Rusia en tres oportunidades y tuvo la intención de trabajar allí en una etapa crucial, cuando todo en ella eran privaciones y definía a cada instante su destino.
3. Buscaba el riego supremo
Y estuvo allí con su propio peculio, sin permitir que sus viajes fueran pagados sino sacrificando él su dinero personal para interesarse en un acontecimiento de valor social, ni siquiera aceptó que tuvieran la forma de becas subvencionadas, no quiso que en su interés por Rusia estuviera involucrado dinero del Estado Soviético, y esto a fin de mantener su independencia de criterio.
Es que César Vallejo era un ser exacto, puro, escrupuloso en todo, no en la dimensión de la apariencia sino del espíritu. A España fue porque era otro lugar en el mundo convulso y heroico. Llegó en una oportunidad a Madrid cuando esta ciudad era bombardeada.
En cambio, no viajó ni se le ocurrió ir a Estados Unidos. Si en algún lugar cabe imaginar que estaría en estos momentos es en Irak.
Y es que Vallejo era en todo un ser comprometido con la vida y la condición del hombre. Y buscaba estar en donde dicha condición estaba en riego supremo. Ese mismo sentido tiene su viaje a Europa el 17 de junio del año 1923.
4. Cómo se gestó y realizó este adiós sin retorno
Acerca de cómo se gestó y se concretó este viaje hay diversos testimonios, todos ellos coincidentes en señalar la actuación de su amigo Julio Gálvez, integrante del “Grupo Norte”, sobrino de Antenor Orrego y un hombre generoso y servicial.
Él, cuando César Vallejo se encontraba refugiado y perseguido por la policía en Trujillo, actuó como su enlace con el mundo de afuera, trayéndole y llevándole recados, proporcionándole comida y cumpliendo las labores de un asistente servicial y acomedido para con el amigo en ese trance difícil.
Julio Gálvez, en marzo de 1923, conoció la noticia de que le correspondía recibir una herencia por la muerte de un familiar.
Valiéndose de esta situación solicitó la herencia lo más pronto que pudo para comprarse un boleto de primera clase para emprender viaje a Europa, el cual luego cambió por dos boletos de tercera, a fin de viajar con César Vallejo, ya que conocía el riesgo que su amigo corría al quedarse en el Perú.
5. En París comeremos piedrecitas
Lo refiere Luis Alberto Sánchez, cuando apunta:
Él dividió el pasaje de primera a Europa que le obsequiaron sus parientes al declararse la herencia paterna, con Vallejo, de lo que resultaron dos pasajes de tercera y un hambre de primera.
Respecto a este mismo asunto, Juan Larrea cita el testimonio de Armando Bazán, explicando que ello concuerda plenamente con sus recuerdos :En marzo de 1923 le anunciaron de Trujillo que su abuela materna, al morir, acababa de dejarle una pequeña fortuna. A esa ciudad fue inmediatamente. Y mientras se seguía los trámites pertinentes, tuvo noticia de las maniobras judiciales que se estaban haciendo allí para perder a su amigo César Vallejo. A cualquier precio obtuvo, por eso, un adelanto de su herencia y regresó inmediatamente a Lima. Empezaba el mes de junio. En dos semanas pusieron, él y Vallejo, sus asuntos en orden. La noche del 22 del mismo mes, cenaron alegremente, junto a algunos amigos, en un chifa de Capón, y el 23 al atardecer, tomaron el “Oroya”.
“Acostúmbrate a comer poco, que en París comeremos piedrecitas”, le reprochó Vallejo tiernamente en esa cita de la calle Capón al ver que su amigo engullía los alimentos con gusto y delectación, César llega a París el 13 de julio de 1923.
6. Habría querido bajar
Al abordar el barco “Oroya”, en el que viajó a Europa, a César Vallejo se le veía muy acongojado.
Lo acompañaron hasta el abordaje su hermano Néstor de Paula con quien estudiaron juntos en la Universidad de Trujillo y quien vino desde Trujillo a despedirlo, y también su amigo Crisólogo Quezada, “el gordo”.
¿Qué se agolpaba en el alma de Vallejo cuando estuvo silencioso en la borda, en el momento en que el “Oroya” se alejaba del puerto, y luego de la costa del Perú, tras la neblina?
En carta que le dirige a su abogado Carlos C. Godoy, quien veía su juicio en Trujillo, le dice:
Habría querido bajar, a mi paso, en Salaverry, mas lamentablemente, no toca el “Oroya” en ese puerto y me quedo con la mano en el aire, sin alcanzar a estrechar las de los poquísimos amigos que como usted, ocupan mi corazón. Qué vamos a hacer. Ya lo haré a mi retorno.
7. Con la mano en el aire
“La mano en el aire” es el gesto que encierra el significado de lo inacabable, de la despedida; también de lo inasequible, de lo que no se alcanza a tocar; también del misterio del adiós en este mundo y en esta vida. Es igualmente, el movimiento que se hace para apuntar a las montañas en las que hemos nacido.
Es seguro que en el momento de su partida Vallejo pensaba en el Perú, al cual no dejaba, sino que llevaba incrustado en el alma, porque él partió no para olvidarse de su país, sino para tenerlo más presente y reencontrarlo siempre. Recogía en esos momentos sus cariños más hondos a fin de nunca olvidarse de ellos.
Fue al estar de pie en la baranda del nivel de tercera clase de la nave que se alejaba, donde le asaltó aquel puñal ardiente y quemante del amor a la tierra, que laceró su alma siempre y del cual dan testimonio sus amigos de París. Cabe suponer que en las imágenes que se esbozaban en su mente estaban imborrables su casa, las calles de Santiago de Chuco, el perfil de los cerros, las lomas sembradas de los campos y las voces de sus seres queridos, algunos ya muertos pero allí presentes cuando él partía.
8. Algunos motivos de su alejamiento del Perú
Cinco razones fundamentales determinaron este doloroso alejamiento:
Primero, la atracción que ejercía Europa, y en especial París, a todo artista, más aún en aquella época. Era enorme entonces la fascinación por participar de cerca en el debate cultural más vigente y mejor posicionado del momento y el anhelo muy legítimo de universalización.
Segundo motivo fue la conclusión definitiva a la cual llegó, de que su poesía y su arte no serían comprendidos en el Perú, al constatar que su libro Trilce, publicado el año 1922, cayó en el vacío.
Trilce no alcanzó a ser apreciado en un medio local estrecho y limitado como era el de Lima, tanto que uno de los pocos comentarios que aparecieron –el de Luis Alberto Sánchez– lo calificaba de estrambótico. Este mismo estudioso lo recordaba años después diciendo que:
Trilce fue isla incógnita y repudiada. Orrego y yo nos hicimos el hara-kiri crítico al amparar eso que los ‘viejos’ llamaban, irritados, ‘disparate’ y los jóvenes ‘pose’.
9. Anhelo de universalidad
El tercer factor es que meses antes, con el argumento de una reducción de plazas, fue despedido del Colegio Guadalupe, donde trabajaba como maestro de educación primaria, pese a que Vallejo disponía de grado académico otorgado por la Universidad de Trujillo.
El cuarto asunto, y quizá el más determinante para su viaje, fue la inminencia de ser nuevamente encarcelado pues se había reabierto la causa que motivó su prisión de 112 días en el penal de Trujillo, hecho que se corroboró meses después al dictaminarse nuevamente una orden de captura en contra suya, la misma que después de remitió a París donde él ya se encontraba y que le causara enorme estrago en su salud, orden de captura que hasta ahora no ha sido levantada ni él ha quedado absuelto. Él murió perseguido por la justicia peruana.
El quinto hecho que motivó su alejamiento fue su anhelo de universalidad, ámbito al cual su genio le impelía abarcando la totalidad del mundo y estando presente en aquellos lugares en donde la experiencia humana cribaba lo más significativo y trascendente.
10. Iba donde se fragua la historia
Tanto es así que realizó todo el esfuerzo y el sacrificio personal, gastando su propio peculio para viajar y ver lo que pasaba en Rusia y Alemania.
Hizo lo mismo para conocer de cerca lo que ocurría en España en plena guerra civil española.
En vínculo directo con este tema, quiero tratar de reproducir aquí una apreciación oral que escuché decir a Max Silva Tuesta, opinión relacionada a la permanencia en Europa de César Vallejo.
La dijo en una conversación, la misma que reproduzco más o menos del siguiente modo, sin que éstas sean sus palabras textuales, sino más bien una reproducción libre.
Trato así de darle forma a una idea que juzgo del mayor interés, siempre y cuando pudiera alcanzar a decir el núcleo y el concepto de lo que Max Silva Tuesta quería dar a significar.
11. Un mártir y un héroe
Dijo así:
He estado tres veces en Europa y en las tres oportunidades por un lapso de dos, tres o a lo más cuatro semanas. Y la verdad, ya no resistía. ¡Me ahogaba! ¡No sabia qué hacer! Sentía una opresión inmensa. Y eso que yo estaba acompañado de mi esposa, e iba con objetivos muy claros, definidos y a cumplir con asuntos muy concretos, que le daban sentido a mi estadía, cuales eran participar en algún Congreso, dictar conferencias y estar ocupado en este y el otro asunto. Tenía mucho qué hacer; pero era atroz: la sensación de lo ajeno, de ser el extraño, del ambiente neutro, funcional, mecánico y frío de Europa. Esto, era invivible, sin tomar en cuenta el costo que tenía cada cosa, el gasto de cada desplazamiento, que demandaba dinero. Ahora bien, conociendo cómo era César Vallejo, teniendo constancia y evidencia de cómo era él íntegramente, en su físico y en su alma, tan añorante de su pueblo, ¡tan inclinado a gustar de su lengua y a nutrirse de su raíz telúrica!, y viviendo en las condiciones económicas en que él vivía, sin un centavo para comer, tiene que ser un héroe completo para haber resistido 15 años en Europa antes de su muerte y en esas condiciones. ¡Esta es una dimensión de heroísmo invisible, que se nos escapa ya sea porque no hemos estado en Europa o porque hemos estado pero no en la situación en que estuvo Vallejo! ¡De allí que yo crea que él es un mártir y un héroe tremendo!
12. El regreso de César Vallejo
Es conocida la situación de hambre, penuria y miseria que sufrió César Vallejo en París y se ha discutido bastante si él intentó y quiso regresar al Perú.
Alfonso Arias Schreiber, escribió el jueves 30 de abril de 1998 en el diario El Comercio de Lima, “Testimonio sobre César Vallejo”, donde refiere que siendo representante del Perú en París, encontró en los archivos de la Misión un cablegrama del Ministro Francisco García Calderón con motivo de la muerte de Vallejo, ocurrida en abril de 1938, cuyo texto decía así:
Refiérome cablegrama de Ud. Nº 25. Vallejo murió hoy nueve mañana. Gastos autorizados clínica, asistencia y entierro representan aproximadamente veinticinco mil francos, que ruégole entregar cablegráficamente. Último deseo de Vallejo fue ser enterrado en el Perú.
13. Me moriré en París y no me corro
Luis E. Valcárcel estaba dispuesto a atestiguar lo mismo. Sin embargo, sería vano y superfluo en estos momentos debatir si deben o no volver los restos de Vallejo al Perú. Lo importante es recoger su mensaje de redención humana; su utopía de instaurar el reino de justicia, libertad y esperanza en nuestro país, y que avizoró diáfano en su poema “Telúrica y magnética”.
Cuando ello hagamos, será muy natural que acojamos con honra y honor, cualquier día, los huesos de este héroe civil, de este gladiador por un nuevo y auténtico humanismo, por la belleza y la bondad en el mundo, que son ejes esenciales de su vida y de la propuesta de cómo redimir la condición del hombre sobre la faz de la tierra.
César Vallejo fue un colectivista instintivo y como tal un ser heroico. Despreció aquí un puesto administrativo y consecuentemente la bonanza económica para viajar a Europa a sufrir absolutamente de todo, –para morir, él ya lo sabía, por la visión premonitoria que había tenido en Mansiche. “Me moriré en París y no me corro”, diría después– sin pretender jamás hacerse allí de una posición cómoda.
14. una vida de autenticidad y coherencia
Al contrario, se hizo a propósito mendigo para hacer más auténtica su adhesión a los humildes y tener autoridad moral en todo lo que su verbo expresa, sea en su grandiosa poesía, sea en sus proposiciones fulgurantes acerca de su concepción estética expuesta en “El arte y la revolución”, sea en su prosa de tesis, sea en sus crónicas y artículos periodísticos.
En Vallejo se encarnan en un solo signo y ocupando el centro en su destino personal, el devenir histórico de los pueblos, del Perú y el mundo, que han luchado, siguen luchando y lucharán por siempre para instaurar formas sociales de justicia, fraternidad y solidaridad.
De allí que el mensaje más valedero que podemos extraer de la vida de este paradigma de hombre cabal, a fin de inspirarnos e inspirar a la juventud con su ejemplo, es seguir una vida de autenticidad y coherencia en función del hombre, el país y el mundo.
15. La reserva moral más prístina
Nos orienta en primer lugar a comprometernos con los problemas pendientes de solucionar en todo medio social, nos exalta a una adhesión total al hombre como una criatura gloriosa por su naturaleza real, casera y cotidiana; porque sufre y goza; porque es hijo, esposo, hermano o padre; porque es minero, agricultor o ferroviario; fe en la condición humana que lo embarga hasta llegar al heroísmo total.
Nos enseña el compromiso con quien vale la pena comprometerse: los pobres, los humildes, los desheredados; siendo la suya palabra de militante, de guerrero y soldado por la redención humana; no mirada o gesto de contemplación ni mucho menos de arrobamiento, sino de acción que invoca a adherirse urgentemente a la causa del hombre.
El ejemplo de vida y el verbo hecho poesía que nos ha dejado César Vallejo constituyen para nosotros la reserva moral más prístina e indestructible con la cual contamos como convicción, fortaleza y esperanza, ejemplo que permanecerá por siempre entre nosotros ocupando un lugar de preeminencia entre los fastos más gloriosos alcanzados hasta ahora por el espíritu humano.
Texto que puede ser reproducido citando autor y fuente
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