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ORNELLA Y SUS SUEÑOS (Cuento)
De una forma curiosa los sueños de una joven madre toman un camino extraño, muy extraño, que en la narración de Addhemar H.M. Sierralta nos lleva a recorrer, con Ornella, circunstancias sorprendentes. y fascinantes.
Este era un rey que tenia tres hijas, las metió en tres botijas y… ay mamá ese cuento ya lo sabemos dijeron a coro las mellizas Tina y Gina, mientras se escondían bajo las cobijas de la cama grande de su progenitora, Ornella. Bueno chicas veremos otro, entonces, qué les parece el de los tres chanchitos … buuuuuuuuu ese tampoco, dijeron. Mejor mami cuéntanos el de La Camisa del Hombre Feliz. Y la bella y joven madre, con paciencia infinita, les contó el cuento solicitado por sus hijas.
Todas las noches Ornella les contaba cuentos y hasta los inventaba. Su amor por sus pequeñas era inmenso. Vivían las tres en un departamento chiquito, pero arreglado con primor y buen gusto, en un barrio de típica clase media. Hacía pocos días celebraron con mucha alegría los cinco años de las mellizas. Algunos compañeritos del colegio donde estudiaban las nenas y los abuelos fueron los que cantaron el Feliz Cumpleaños. El papá de las pequeñas fue el gran ausente, como había ocurrido siempre.
Tina y Gina, simplemente no conocieron a su padre. Ornella, una de las tantas madres solteras en el mundo, tuvo que luchar para sacar adelante a sus hijitas. Sus sueños de ser economista se truncaron cuando quedó embarazada a los 18 años apenas ingresada a la universidad. Se enamoró de la persona menos indicada deslumbrada por un muchacho adinerado y bien parecido. Al saber del encargo se hizo humo. Ella muy dolida y avergonzada no siguió con los estudios pero en su cabecita pensaba, por estos días, retomarlos.
Con sus hijas más grandes y con mayores recursos, pues por su excepcional belleza había conseguido trabajar como modelo y hacer algunos comerciales, alcanzando un merecido prestigio que le deparaba cierta seguridad económica para afrontar el paso que quería dar. Sus estudios y este trabajo en paralelo podrían hacerse, calculaba.
El destino a veces es sorprendente. Mientras Ornella pergeñaba en su mente estos proyectos algo extraño estaba por suceder.
Aquel domingo nuestra guapa mamá y sus mellizas fueron de paseo a Mamacona, lugar al sur de Lima por Lurín , y de pronto divisaron un globo aerostático multicolor que llamó la atención de las pequeñas. El pedido no se hizo esperar, Tina y Gina deseaban subirse al globo. Complacidas de inmediato, puesto que a Ornella le daba curiosidad montarse en el artefacto de marras, en menos que canta un gallo estaban de pasajeras listas para emprender un viaje por la zona. Junto a ellas subieron Jaime y su hijo Pedro, un gracioso pequeñín de unos ocho años. Y entre risas y gritos de alegría y emoción el globo se elevó por los aires y en pocos instantes se pudo observar una maravillosa vista de la zona campestre, las ruinas de Pachacamac –con el Templo del sol y la luna- que lucían realmente hermosas en ese mediodía de verano en el que el astro rey daba un brillo alegre al mar. Era un día para disfrutar.
El globo se deslizaba suavemente hacia el sur movido por el viento. El ruido de los quemadores de gas helio hizo mutis y las nubes estaban al alcance de la mano. El piloto explicaba los lugares que se observaban durante el recorrido. De pronto el brillante firmamento se tornó negro y todos se sintieron como absorbidos hacia arriba. Nadie, a ciencia cierta, supo qué sucedió ni qué tiempo transcurrió. Las voces de miedo se hicieron murmullos y en pocos momentos reinaba el silencio absoluto.
El último recuerdo de Ornella era el sueño que tuvo la noche anterior. Ese sábado se vio de la mano de un hombre desconocido y junto a ella estaban sus hijas convertidas en unas señoritas. Cuando se presentó la oscuridad en el viaje en globo, por un instante, retornaron las imágenes de aquel sueño.
Tina y Gina apresuraron el paso para llegar antes que fuera tarde y se pasara el horario de visita en el hospital. Por coincidencia era el día del cumpleaños de su madre. En el pasillo se encontraron con Jaime y Pedro y los cuatro se dirigieron a la habitación donde en una cama, con todo el equipo de cuidados intensivos, estaba Ornella.
Como a los cinco minutos de estar alrededor de la cama donde yacía Ornella vieron que ella empezó a moverse y a llamar a las mellizas. Fue un momento de júbilo inenarrable. Lágrimas, rezos y abrazos entre todos.
- Qué pasó … estoy soñando –dijo Ornella.
- No mami, estás bien - replicó Gina.
- Y tú quién eres –preguntó la madre a su hija.
- Soy Gina, tu hija…
- Y yo Tina –agregó la melliza.
- No puede ser porque mis hijas son unas niñitas y ustedes …
- Somos unas señoritas ya –contestaron a coro como lo hacían a menudo desde pequeñas.
Y ellos quienes son … el doctor Jaime y su hijo Pedro … mucho gusto … estamos felices de verte recuperada … no entiendo nada explíquenme por favor.
Al día siguiente las noticias daban cuenta del milagroso despertar de Ornella, quien había permanecido 14 años en coma luego de un accidente cerebral, había sufrido la rotura de un aneurisma en pleno globo aquel domingo. Jaime, quien era médico la auxilió y pudieron trasladarla a un hospital y salvarle la vida tras una intervención quirúrgica pero no pudo recuperar la conciencia –quedando en coma- hasta ese día de su cumpleaños.
Durante todos estos años, en coma, la dedicación de Jaime fue algo más allá de lo normal. Hizo todo por atenderla lo mejor posible y poco a poco le fue tomando un cariño especial que llegó a convertirse en amor.
Hasta donde conozco la historia se que Ornella salió del hospital, y luego de un proceso de rehabilitación, accedió a los requerimientos de su doctor y un año después de aquella extraordinaria recuperación se casaron. Por su parte Gina hacía un buen tiempo que era novia de Pedro, el hijo del médico.
El sueño de Ornella se había plasmado y además sus mellizas, como ella hubiera deseado, estaban en la universidad estudiando economía.
Durante el prolongado letargo de Ornella, sus mellizas y ella misma, quedaron a cargo de sus padres quienes eran los más felices por su vuelta a la vida.
El destino volvió realidad un curioso sueño premonitorio y un encuentro casual fue determinante en el futuro de esta madre orgullosa y a quien Dios le devolvió la felicidad luego de su paseo en globo por los cielos del Perú.
Fuente:
TTIEMPO NUEVO
Año 2 Nº 75
Addhemar H.M. Sierralta
Miami, 17 de mayo de 2010
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