jueves, 6 de noviembre de 2014

SEMANA DE LA VIDA ANIMAL - PLAN LECTOR: MUJAN, BALEN PÍEN Y ALETEEN - POR DANILO SÁNCHEZ LIHÓN

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CAPULÍ, VALLEJO Y SU TIERRA

Construcción y forja de la utopía andina


CALENDARIO DE EFEMÉRIDES:

2ª SEMANA DE NOVIEMBRE






SEMANA DE LA VIDA ANIMAL



PLAN LECTOR, PLIEGOS DE LECTURA





¡MUJAN, BALEN PÍEN Y ALETEEN!



Por Danilo Sánchez Lihón


1. Los animales
gimen de hambre

– No llores mamita. –Le ruega Iris a su oveja detrás del muro del corral de la usurera.

En su casa ya no tenían qué comer. Y ella misma ha llevado a su mascota a empeñarla para no dejar morir a su familia.

Hace tres días la vio entrar en la cerca de la vieja que se niega a darle de comer a los animales.

La mujer presta dinero y cobra intereses para que las personas recuperen sus prendas puestas en empeño.

Como la gente ya no tiene qué dejar ni cómo pagar empieza a llevar ovejas, chivillos, gallinas, pavos.

Y hasta hay en su corral una vaca con su becerro.

Los animales gimen de hambre implorando al cielo, quien al menos descarga una tempestad que llena los pozos desde donde sorben un poco de agua.


2. Mujan, balen, píen, aleteen

Los hombres se arrodillan suplicándole a la señora:

– Dele un puñadito de cebada a mis chivillos, ¡por amor de Dios!

Pero ella les regaña:

– ¿Qué se han creído todavía? ¿Encima que les presto dinero debo de darles de comer a sus animales? ¡Qué sin vergüenzas habían sido!

Y entra a su corral gritando:

– ¡Mujan, balen, píen, aleteen!, para que sus dueños les rescaten, pagándome lo que me deben.

– ¡Señorita, por piedad!

– ¿Yo darles de comer? ¡Nunca! ¡Si sus crías les dan lástima, vayan a traer la plata y paguen la deuda!

– Y, ¿si conseguimos comidita?

– ¡No! ¡Yo no voy a estar dándoles de comer, de sirvienta de sus animales!


3. Resiste, corazón

Desde lejos los campesinos vienen hasta la pared. Y hablan para adentro, dándoles palabras de aliento a sus criaturitas:

– ¡Ya mi linda! No llores más, mamita, preciosa. ¡Todo va a mejorar! Yo haré lo que sea.

– ¡Meeee!

– Yo mismo me venderé, con tal de sacarte. Para mañana ya estarás libre, mi flor. ¡Pero no te mueras, corazón! ¡Resiste, perla mía! Yo te prometo llevarte mañana conmigo a casa. Pero no llores así, mamita.

– ¡Meeee!

De ese modo se apaciguan un poco los animales al otro lado del muro, sollozando en silencio.

Ellos sí entienden. A ratos se calman completamente, para no hacer sufrir más a sus amos. Allí ya no sufren los animales solo por su hambre, sino por las penas de los seres humanos.

Y a ratos gimen juntos: oveja y hombre, vaquita y hombre, chivillo y hombre; frente con frente rogándose, pero separados por los adobes dolientes.


4. Llegan corriendo

Después deambulan, hombres y mujeres, por la ciudad rogando que les den trabajo.

Es en esa demora que los animales mueren.

En tal caso, al dolor inmenso se mezcla el consuelo infinito porque el animal ya no sufre.

Si muere no hay lugar a reclamo, porque el papel firmado dice incluso que se tiene que pagar más por el gasto de arrastrar el cuerpo hasta una zanja donde lo coman los gallinazos y los cuervos.

Pero antes de que eso ocurra la gente se humilla en los pueblos y en los caminos haciendo cualquier labor y diligencia con tal de rescatarlos.

Entonces llegan corriendo y acezantes con el dinero. Y gritando:

– ¡Ya logré rescatarte, mamita, papacito! ¡Aquí estoy viniendo!

La vieja sale y cuenta la plata a la orilla del río porque hay ahí una piedra en donde hace sonar las monedas para ver si son falsas.

Si hay alguna falsificada, la arroja a las aguas. Y sus dueños por más que se arrodillen no consiguen conmoverla.

Encima de los billetes pone una piedra para que no lo rasgue el viento.


5. Todo lo arrasan

Iris ha empezado a mendigar con tal de pagar por su ovejita.

Pero, por más que ha hecho y se ha esforzado no ha podido completar la suma.

De todos modos, ha venido hasta donde su ella que está encerrada.

La llama y ya casi no responde. Apenas bala. Y agoniza.

La noche es fría. Oveja y niña, por la congoja, la extenuación y el viento helado no han resistido más el sufrimiento. Y ambas han muerto.

Pero las han encontrado a una y a otra cabeza con cabeza, solo divididas por el muro.

Es entonces que el río ha montado en cólera y decide hacerse turbio, violento y súbito.

En su cima nevada se han formado nubes funestas.

Ya sus aguas se revuelven aciagas. Atruenan con furia y se precipitan turbulentas, peña abajo.

Todo lo arrasan.


6. Con fauces ávidas

Primero sus espumas y luego su lava y su correntada invaden la casa de la vieja.

De los pies la arrastran. Se la ve revolviéndose con sus faldellines, sus calcetas y los billetes que sujeta con sus manos.

– ¡Misericordia! ¡Ayúdenme! –Clama.

Y desaparece debajo de la cascada, envuelta por las aguas, dando tumbos.

El oleaje ingresa por el umbral de su casa. Y luego invade los rincones de las habitaciones, devorando todo con fauces ávidas.

Los billetes que el río encuentra los trastoca en peces.

De los fajos de diez soles se desprenden las gamitanas.

De los atados de veinte soles saltan temerosos los pejerreyes dorados.

De las rumas de cincuenta soles se mueven las palometas.

De los cien soles corren sigilosos a esconderse los peces de ojos de uva.


7. Todos comemos

Las monedas metálicas son convertidas en almejas, en mariscos y en crustáceos que ahora pueblan estas riberas.

Así se hizo la comida abundante que nos prodiga ahora el río. Él convirtió la codicia en dádiva, lo sórdido y mezquino en generoso y espléndido.

Así: de los reales y pecetas nacieron las conchas de abanico y se estiraron a caminar las machas y los muymuyes.

Del medio sol, o cincuenta céntimos, avanzaron moviendo sus colas los camarones.

Y de las monedas de a sol se ve cómo surgen y corren a esconderse presurosos, para vivir bajo las piedras, los langostinos colorados.

El río de esa manera quiso que nunca padeciésemos hambre. Desde entonces es que abunda la pesca en estas aguas, que son pródigas.

Aquí ahora nadie se queda de hambre. Todos comemos.

– La vieja avara se ha ido lejos.


8. ¿Qué hacer?

Pero se ha vengado de nosotros de otra manera, cobrándonos una deuda más grande y ominosa: la deuda externa que diezma, saquea y siembra de muerte silenciosa e invisible nuestros campos.

– La vieja avara se fue, pero ahora ha regresado con otro atuendo, vestida de Empresa Minera.

– Y ya comenzó a envenenar las aguas del río, donde todo empieza a morir.

– El río nos dio la comida todos estos años. La minera ha empezado a arrojar en él sus relaves y lo inunda de desechos tóxicos.

– Ya empezaron a desaparecer los peces.

Antes la usurera mataba de hambre a nuestros animales. Ahora convertida en Empresa Minera mata la vida del río, con lo que demuestra que es la misma.

El río es nuestro padre, nuestra madre, nuestra heredad y hasta nuestra progenie.

No podemos dejar que en él todo se torne muerte.

¿Qué nos corresponde hacer, entonces, ahora?


VIDA ANIMAL 100 PZAS


Texto que puede ser reproducido
citando autor y fuente


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