Carnaval chiquiano - 1960
La Vergne, 01 de febrero de 2014
HOLA SHAY:
"Quien no recuerda su tierra con reverencia, pierde su memoria, y consecuentemente su identidad". NAB Chiquián, DIC 88.
HOLA SHAY:
"Quien no recuerda su tierra con reverencia, pierde su memoria, y consecuentemente su identidad". NAB Chiquián, DIC 88.
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Carnaval chiquiano - 1953
Como
antesala a la fiesta de carnavales te invito a surcar con el
pensamiento nuestro querido Chiquián, cual mágico sueño de los sesentas,
donde el sentimiento telúrico nos dio gozo indescifrable, luz
brillando en las pupilas al llamado de la aurora, tan ajena a las
sombras que dialogan con las hojas secas que la escoba del tiempo
arrastra como marionetas al olvido. Hace unos años hicimos similar
corrido con unos amigos cibernautas; hoy, como reza el dicho popular !en
la repetición está el gusto!, lo recorro contigo Shay, al son del: "Hualuyculay, hualuyculay ali ricaparcur hualuyculay...".
Es una mañanita tan bella, pero tan bella, que hasta la nostalgia por el amigo ausente, hinca menos. No volamos tan alto como los cóndores de Carhuaspunta, ni tan bajo como las chacuitas de Mishay, pero sí lo suficiente para admirar la maravilla que se extiende bajo nuestras alas de sacuara y papel cometa.
Los árboles se van poniendo más pequeños a medida que nos elevamos; a la par, los sinuosos caminos que garabatean Ninán y Cucuna, trazados por los llanques peregrinos y los cascos equinos, discurren entre arbustos y piedras que enmudecen las laderas mojadas por la lluvia de la medianoche.
De rato en rato los alisos bailan con el céfiro matinal el "Achihualito" y se oye el chasquear de las ramas pidiendo al leñador un sorbo de chinguirito, para hacer menos doloroso el golpe del machete que hace sangrar sus entrañas.
Cuesta abajo, camino a Quisipata, el trigo se tiñe de oro viejo, el maíz reverdece y las habas se tornan azuladas, y mientras observamos los reflejos del Yerupajá bañando Quihuillán, detenemos el aliento, volteamos la mirada y vemos un corcel huastino trepando Maraurán al ritmo cardíaco de su jinete, que muestra a las chamizas que orlan el camino, las espuelas enrojecidas de tanto acicatear al jamelgo. A su paso ruedan guijarros dando botes por la pendiente, arrastrando piedras sueltas en su caída. A una legua se escucha el rumor del Aynín que baja como culebrita de hojalata al son del viento, incansable viajero que nos trae el aroma a pencas, quenuales, molles y maticos.
Ya el rey Sol asoma, y con el alba el pueblo va cobrando vida, los chiuchis despiertan de su sueño con un barquito de maguey entre sus manos. Las pallitas abren sus abanicos capulí después de una noche soñando con el gato ron ron. Los maltoncitos sueñan cantando en coro con los Hermanos Arriagada “Poema es noche oscura de amargura, un trovador en serenata queriendo la luna enamorar”, y los más rucus continúan durmiendo mecidos por los brazos de alguna discípula de doña Honocha, la dulce "Dolorita" de las pallas de Cochapata.
Persona de fécula de maíz y salvado de trigo, nuestro “mil oficios” Lolito Rivera, está en su casa de alto Perú alistando su soplete lanza llamas y vicuñas para soldar un bacín con hueco, un primus de patas tembleques y dos porongos lecheros de acero inoxidable. Al fondo de su taller, reposa la imagen de Santa Rosita que está por culminar.
Bonifacio Peña Claudio, el “Aladino chiquiano” está sacándole brillo a las lámparas Pretomax que en Navidad obsequió don Glorioso Aranda al Concejo Provincial. Luego los abastecerá de kerosene y cambiará sus camisetas de ceniza; ya cuando las sombras cubran Chiquián colgará los faroles en los cables de acero de cada esquina del Jr. Comercio. Entrada la madrugada bajará las lámparas con su hijo Shatanco y volverá a Quihuillán donde su tibio lecho espera para soñar con los ninacurus como preludio a la pichanguita mañanera.
A nuestro paso por Figueredo, camino a Tranca, respiramos un penetrante olor a garancho (carancho para los cultos). Pronto nos convidarán un saltado de shongón con papitas roqueñas para no sufrir de pacha nanay, un sabroso chicharrón con mote, cebolla y dos hojitas de menta para evitar la flatulencia; relleno blanco de maíz, y negro de sangrecita cuajada en aderezo, y si hay suerte: media docena de tamales redondos y salchicha "huachana" con achiote al gusto.
En la tarde visitaremos Jircán y nos ubicaremos en la tribuna de piedras, champa y tierra junto a la banda de músicos para ver jugar al Tarapacá de mi viejo y sus compadres de la albiverde, al oropuquino Cahuide del Chino Benito Calderón y sus “guayruros”, la blanquiazul del Olaya de Carrera, más conocidos como los diablitos del cercado chiquiano, los amarillos del Alianza de don Pablo Vásquez y sus amigos de hura barrio; al Sport Jaimes de Ricardo Feliciano de Lirioguencha y el “BI” de don Manuel Vicuña y sus “canilleros de Quihuillán”.
Durante nuestra travesía por el Jirón Comercio nos cruzaremos con Automaría, la buena viejecita de Quihuillán, que de lunes a viernes visita al Fiscal Garro por unos periódicos del ayer, para su fogón. Qué encantador es verla con su sombrero shilico, su blusa color miel, lliclla y faldellín negro, sus pies nunca se ven, salvo a través de las palincas en una tarde de toros en Jircán.
A nuestro retorno de Quihuillán encontraremos al “Indio peruano” Doroteo Rodríguez Minaya, durmiendo su siesta junto a la cantina de Guillermo Orihuela “Penco”, en compañía de un perro chusco de "Casha" Barrenechea Núñez, dos patos y cinco cuyes inquilinos de la cocina del notario Aurelio Schereiber. Cuando despierte el "Indio peruano" tomará tanta agua para enfriar el caldero que "chinapila" se secará.
Son las seis de la tarde, hora de recortarse el cabello modelo boxeador. Con diez centavos en el bolsillo pienso hacerme un corte especial y me es difícil decidir, si ir al SPA de Leonardo Allauca, "Papa pelo” Pedro Loarte, “Lucla” Fidel Balarezo o Zenón Garro, pues cualquiera de ellos nos hacen llorar con sus jaladas de patillas y cortes de oreja al refilón.
Después del refrigerio saldremos a la calle y nos toparemos con "Shapra" Mañuco Ñato Allauca, quien nos dará clases de turismo con su acento de cicerone veneciano. Él recibe a los pasajeros dándoles la bienvenida con aroma a chinguirito y aires de picaflor, luego camina con sus llanques “bfgoodrich” llevando sobre sus hombros maletas con nudo, cajas y maletines, a los hoteles: “Inca”, “Santa Rosa”, “Bayer”, “Comercio” y “San miguel”. Termina su faena mareado y conversando solo, hasta caer dormido en Cruz del Olvido, cerca a la casa de “Opa luclish”.
Cerca al SPA de Allauca está parado Juliancito Zavaleta el "Mudito de Huasta” con su apachico a la espalda, esperando el desfile de las chicas de la Normal y del Santa Rosa. Él les habla con el lenguaje de sus ojos vivaces, su barba a lo "D´Artagnan", su sonrisa angelical, su sombrerito a lo capuleto, saquito azul y pantaloncito negro. Sus pies ahorcados con tiento piden en silencio una sesión de pedicure al paso.
En el Jr. Comercio encontraremos a “Bolívar” Vásquez, pintando con pellejo la tienda de Ashuquita Aldave bajo los acordes de la banda del amauta Florentino Aldave, quien con sus amigos: Cornelio Morán, “Racrish” Anzualdo, “Tuna” Ramírez y “Sopita” Morán, ensayan para la procesión de Semana Santa. Más tarde Bolívar pintará de blanco la tienda de tía Dieguita donde la chicha de maní es grato frenesí, sólo comparable a los caramelos de leche de tía Dolorita, las chalacas de Carrera, los helados de Danielito Garro, los combinados del “Negro recuaino”, Camilo y Shacui Montoro, los adoquines y chupetes de “Cholito Nava", el cafecito de doña Aquelina Romero, la rosca bañada de Alberto "Conejo", los alfajores y caramelos monterricos de Garrito, los bizcochos de mi abuelita Victoria, los panetones de don Pascual Palacios, la papa rellena de la esposa de Leonardo Aldave, los picarones de la señora de Chamorro, los sandwich de pan con atún de “Juanita causa” y los anticuchos de Carlos Espinoza, nuestro brigadier general.
Si nos dan permiso iremos al cine a ver una película mexicana, que durará 4 horas por los cortes que con acetona unirán Achena, Pichincu y Carlos "cañita", al compás de la "Calandria", "Allá en el rancho grande" y "Cielito Lindo". En estos incontables intermedios algunos dormilones emponchados caerán de la cazuela a la platea. Si alguno resulta con una fractura, don Muchqui Valerio lo curará con emplasto de pollito tierno y ron alcanforado.
Mañana iremos de excursión a Jaracoto llevando portolas y panes. También cancha, choclo y queso. Quizá alguien nos regale un trocito de carne, mientras uno que no quiere compartir su conserva se zafará con disimulo con el cuento del abridor.
El domingo en la tarde asistiremos al santo de Tocho Robles y le regalaremos un jabón "Camay”, un par de medias o una lata de atún “carabela”... para el bailongo Wily Barba llevará su tocadiscos Phillips previa indemnización por el uso y un cerro de pilas... ya cuando las pilas tengan el pulmón por los suelos daremos vueltas al acetato con el dedo cordial, aunque la música suene a responso. En estas fiestas mozas una galleta de soda, un vaso de limonada y una aceituna por cabeza, es la ley del tono, pues la cuota no alcanza para caviar de esturión. Los panes con atún brillan por su ausencia y nuestro mejor aliado es una pincelada de colonia "Coquito" para matar al alacrán y un chicle globo para el turrón; si no hay chicle, masticar trigo, un clavito de olor o una hojita de menta, es la mejor solución. Por la noche visitaremos el billar de don Cali Durand, para escuchar de sus labios de coral, las ocurrencias de don Maurelio Reyes y aprenderemos a ganar un juicio en tiempo record con un papel sellado y una chata de ron, dejando fuera de combate a Rogacondor del veneciano Jupash.
Son las seis de la mañana de un nuevo día, la espina dorsal del Huayhuash muestra sus capillas blancas con su nave mayor, el majestuoso Yerupajá; y mientras el Sol besa el albo lomo del Huayhuash, muchos hilos de agua cristalina gatean por las fisuras de cuarzo, deseosos de dar su tributo a la laguna de Jahuacocha que el viento enfría lentamente. Esa es la ley de la naturaleza, siempre dar con cariño para recibir con amor. Contrariarla es congelar los corazones amigos, verter ponzonña que mata ilusiones, es la filuda chaveta que hiere la espalda de tu hermano, es el bisturí que no da vida; es decir, es dolor que hace de cada día un penoso Viernes Santo.
Ya los tejedores, comerciantes, hojalateros, relojeros, fotógrafos, talabarteros, panaderos, camioneros, pastores, tasadores, lavanderas, empanadores, gañanes, herreros, funcionarios, médicos y enfermeras, albañiles, chacareros, picapedreros, bordadores, cantantes, jornaleros, compositores, sastres y costureras, músicos, ganaderos, uniformados, comuneros, mineros, carpinteros y todos los artesanos en general, están alistando sus instrumentos para producir riqueza. También van llegando a los hospicios los fatigados arrieros que esperan encontrar en nuestra tierra, además de la mano amiga, el trueque equitativo para sus productos que tanto les costó sembrar, cuidar, cosechar y cargar.
Y así, día y día, los infatigables TRABAJADORES CHIQUIANOS, invalorable masa productiva, tantas veces postergada, sigue bordando los sueños de un pueblo pujante que algún día verá la luz al final de túnel; esa bella luz que nuestros MAESTROS, cual colmenas de cultura y crisol que forja el libre pensamiento y nuestra identidad, son el mejor antídoto para la ignorancia, y cuya tesonera labor en las aulas sagradas del saber no debe ser reconocida una vez al año, sino todos los segundos de nuestra existencia.
Es una mañanita tan bella, pero tan bella, que hasta la nostalgia por el amigo ausente, hinca menos. No volamos tan alto como los cóndores de Carhuaspunta, ni tan bajo como las chacuitas de Mishay, pero sí lo suficiente para admirar la maravilla que se extiende bajo nuestras alas de sacuara y papel cometa.
Los árboles se van poniendo más pequeños a medida que nos elevamos; a la par, los sinuosos caminos que garabatean Ninán y Cucuna, trazados por los llanques peregrinos y los cascos equinos, discurren entre arbustos y piedras que enmudecen las laderas mojadas por la lluvia de la medianoche.
De rato en rato los alisos bailan con el céfiro matinal el "Achihualito" y se oye el chasquear de las ramas pidiendo al leñador un sorbo de chinguirito, para hacer menos doloroso el golpe del machete que hace sangrar sus entrañas.
Cuesta abajo, camino a Quisipata, el trigo se tiñe de oro viejo, el maíz reverdece y las habas se tornan azuladas, y mientras observamos los reflejos del Yerupajá bañando Quihuillán, detenemos el aliento, volteamos la mirada y vemos un corcel huastino trepando Maraurán al ritmo cardíaco de su jinete, que muestra a las chamizas que orlan el camino, las espuelas enrojecidas de tanto acicatear al jamelgo. A su paso ruedan guijarros dando botes por la pendiente, arrastrando piedras sueltas en su caída. A una legua se escucha el rumor del Aynín que baja como culebrita de hojalata al son del viento, incansable viajero que nos trae el aroma a pencas, quenuales, molles y maticos.
Ya el rey Sol asoma, y con el alba el pueblo va cobrando vida, los chiuchis despiertan de su sueño con un barquito de maguey entre sus manos. Las pallitas abren sus abanicos capulí después de una noche soñando con el gato ron ron. Los maltoncitos sueñan cantando en coro con los Hermanos Arriagada “Poema es noche oscura de amargura, un trovador en serenata queriendo la luna enamorar”, y los más rucus continúan durmiendo mecidos por los brazos de alguna discípula de doña Honocha, la dulce "Dolorita" de las pallas de Cochapata.
Persona de fécula de maíz y salvado de trigo, nuestro “mil oficios” Lolito Rivera, está en su casa de alto Perú alistando su soplete lanza llamas y vicuñas para soldar un bacín con hueco, un primus de patas tembleques y dos porongos lecheros de acero inoxidable. Al fondo de su taller, reposa la imagen de Santa Rosita que está por culminar.
Bonifacio Peña Claudio, el “Aladino chiquiano” está sacándole brillo a las lámparas Pretomax que en Navidad obsequió don Glorioso Aranda al Concejo Provincial. Luego los abastecerá de kerosene y cambiará sus camisetas de ceniza; ya cuando las sombras cubran Chiquián colgará los faroles en los cables de acero de cada esquina del Jr. Comercio. Entrada la madrugada bajará las lámparas con su hijo Shatanco y volverá a Quihuillán donde su tibio lecho espera para soñar con los ninacurus como preludio a la pichanguita mañanera.
A nuestro paso por Figueredo, camino a Tranca, respiramos un penetrante olor a garancho (carancho para los cultos). Pronto nos convidarán un saltado de shongón con papitas roqueñas para no sufrir de pacha nanay, un sabroso chicharrón con mote, cebolla y dos hojitas de menta para evitar la flatulencia; relleno blanco de maíz, y negro de sangrecita cuajada en aderezo, y si hay suerte: media docena de tamales redondos y salchicha "huachana" con achiote al gusto.
En la tarde visitaremos Jircán y nos ubicaremos en la tribuna de piedras, champa y tierra junto a la banda de músicos para ver jugar al Tarapacá de mi viejo y sus compadres de la albiverde, al oropuquino Cahuide del Chino Benito Calderón y sus “guayruros”, la blanquiazul del Olaya de Carrera, más conocidos como los diablitos del cercado chiquiano, los amarillos del Alianza de don Pablo Vásquez y sus amigos de hura barrio; al Sport Jaimes de Ricardo Feliciano de Lirioguencha y el “BI” de don Manuel Vicuña y sus “canilleros de Quihuillán”.
Durante nuestra travesía por el Jirón Comercio nos cruzaremos con Automaría, la buena viejecita de Quihuillán, que de lunes a viernes visita al Fiscal Garro por unos periódicos del ayer, para su fogón. Qué encantador es verla con su sombrero shilico, su blusa color miel, lliclla y faldellín negro, sus pies nunca se ven, salvo a través de las palincas en una tarde de toros en Jircán.
A nuestro retorno de Quihuillán encontraremos al “Indio peruano” Doroteo Rodríguez Minaya, durmiendo su siesta junto a la cantina de Guillermo Orihuela “Penco”, en compañía de un perro chusco de "Casha" Barrenechea Núñez, dos patos y cinco cuyes inquilinos de la cocina del notario Aurelio Schereiber. Cuando despierte el "Indio peruano" tomará tanta agua para enfriar el caldero que "chinapila" se secará.
Son las seis de la tarde, hora de recortarse el cabello modelo boxeador. Con diez centavos en el bolsillo pienso hacerme un corte especial y me es difícil decidir, si ir al SPA de Leonardo Allauca, "Papa pelo” Pedro Loarte, “Lucla” Fidel Balarezo o Zenón Garro, pues cualquiera de ellos nos hacen llorar con sus jaladas de patillas y cortes de oreja al refilón.
Después del refrigerio saldremos a la calle y nos toparemos con "Shapra" Mañuco Ñato Allauca, quien nos dará clases de turismo con su acento de cicerone veneciano. Él recibe a los pasajeros dándoles la bienvenida con aroma a chinguirito y aires de picaflor, luego camina con sus llanques “bfgoodrich” llevando sobre sus hombros maletas con nudo, cajas y maletines, a los hoteles: “Inca”, “Santa Rosa”, “Bayer”, “Comercio” y “San miguel”. Termina su faena mareado y conversando solo, hasta caer dormido en Cruz del Olvido, cerca a la casa de “Opa luclish”.
Cerca al SPA de Allauca está parado Juliancito Zavaleta el "Mudito de Huasta” con su apachico a la espalda, esperando el desfile de las chicas de la Normal y del Santa Rosa. Él les habla con el lenguaje de sus ojos vivaces, su barba a lo "D´Artagnan", su sonrisa angelical, su sombrerito a lo capuleto, saquito azul y pantaloncito negro. Sus pies ahorcados con tiento piden en silencio una sesión de pedicure al paso.
En el Jr. Comercio encontraremos a “Bolívar” Vásquez, pintando con pellejo la tienda de Ashuquita Aldave bajo los acordes de la banda del amauta Florentino Aldave, quien con sus amigos: Cornelio Morán, “Racrish” Anzualdo, “Tuna” Ramírez y “Sopita” Morán, ensayan para la procesión de Semana Santa. Más tarde Bolívar pintará de blanco la tienda de tía Dieguita donde la chicha de maní es grato frenesí, sólo comparable a los caramelos de leche de tía Dolorita, las chalacas de Carrera, los helados de Danielito Garro, los combinados del “Negro recuaino”, Camilo y Shacui Montoro, los adoquines y chupetes de “Cholito Nava", el cafecito de doña Aquelina Romero, la rosca bañada de Alberto "Conejo", los alfajores y caramelos monterricos de Garrito, los bizcochos de mi abuelita Victoria, los panetones de don Pascual Palacios, la papa rellena de la esposa de Leonardo Aldave, los picarones de la señora de Chamorro, los sandwich de pan con atún de “Juanita causa” y los anticuchos de Carlos Espinoza, nuestro brigadier general.
Si nos dan permiso iremos al cine a ver una película mexicana, que durará 4 horas por los cortes que con acetona unirán Achena, Pichincu y Carlos "cañita", al compás de la "Calandria", "Allá en el rancho grande" y "Cielito Lindo". En estos incontables intermedios algunos dormilones emponchados caerán de la cazuela a la platea. Si alguno resulta con una fractura, don Muchqui Valerio lo curará con emplasto de pollito tierno y ron alcanforado.
Mañana iremos de excursión a Jaracoto llevando portolas y panes. También cancha, choclo y queso. Quizá alguien nos regale un trocito de carne, mientras uno que no quiere compartir su conserva se zafará con disimulo con el cuento del abridor.
El domingo en la tarde asistiremos al santo de Tocho Robles y le regalaremos un jabón "Camay”, un par de medias o una lata de atún “carabela”... para el bailongo Wily Barba llevará su tocadiscos Phillips previa indemnización por el uso y un cerro de pilas... ya cuando las pilas tengan el pulmón por los suelos daremos vueltas al acetato con el dedo cordial, aunque la música suene a responso. En estas fiestas mozas una galleta de soda, un vaso de limonada y una aceituna por cabeza, es la ley del tono, pues la cuota no alcanza para caviar de esturión. Los panes con atún brillan por su ausencia y nuestro mejor aliado es una pincelada de colonia "Coquito" para matar al alacrán y un chicle globo para el turrón; si no hay chicle, masticar trigo, un clavito de olor o una hojita de menta, es la mejor solución. Por la noche visitaremos el billar de don Cali Durand, para escuchar de sus labios de coral, las ocurrencias de don Maurelio Reyes y aprenderemos a ganar un juicio en tiempo record con un papel sellado y una chata de ron, dejando fuera de combate a Rogacondor del veneciano Jupash.
Son las seis de la mañana de un nuevo día, la espina dorsal del Huayhuash muestra sus capillas blancas con su nave mayor, el majestuoso Yerupajá; y mientras el Sol besa el albo lomo del Huayhuash, muchos hilos de agua cristalina gatean por las fisuras de cuarzo, deseosos de dar su tributo a la laguna de Jahuacocha que el viento enfría lentamente. Esa es la ley de la naturaleza, siempre dar con cariño para recibir con amor. Contrariarla es congelar los corazones amigos, verter ponzonña que mata ilusiones, es la filuda chaveta que hiere la espalda de tu hermano, es el bisturí que no da vida; es decir, es dolor que hace de cada día un penoso Viernes Santo.
Ya los tejedores, comerciantes, hojalateros, relojeros, fotógrafos, talabarteros, panaderos, camioneros, pastores, tasadores, lavanderas, empanadores, gañanes, herreros, funcionarios, médicos y enfermeras, albañiles, chacareros, picapedreros, bordadores, cantantes, jornaleros, compositores, sastres y costureras, músicos, ganaderos, uniformados, comuneros, mineros, carpinteros y todos los artesanos en general, están alistando sus instrumentos para producir riqueza. También van llegando a los hospicios los fatigados arrieros que esperan encontrar en nuestra tierra, además de la mano amiga, el trueque equitativo para sus productos que tanto les costó sembrar, cuidar, cosechar y cargar.
Y así, día y día, los infatigables TRABAJADORES CHIQUIANOS, invalorable masa productiva, tantas veces postergada, sigue bordando los sueños de un pueblo pujante que algún día verá la luz al final de túnel; esa bella luz que nuestros MAESTROS, cual colmenas de cultura y crisol que forja el libre pensamiento y nuestra identidad, son el mejor antídoto para la ignorancia, y cuya tesonera labor en las aulas sagradas del saber no debe ser reconocida una vez al año, sino todos los segundos de nuestra existencia.
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Bueno, acaba de despertarnos la orquesta que toca el Achichualito y nuevamente somos seres humanos de carne, hueso y pellejo con más de medio siglo a cuestas. Nos miramos al espejo que nos hace muecas y tenemos más canas, las arrugas se incrementan, pero nuestro espíritu aventurero está más joven que ayer. Hemos viajado más allá de la razón y los días de carnavales tendrán exquisita sazón; en tanto, recordemos que Chiquián es un bosque de brazos de amistad con manos fraternas que nos dicen: ¡ESTOY CONTIGO!, y de piernas de caminante incansable cuyos pies susurran: ¡A TU LADO CAMINO!.
Un fuerte abrazo a todos los que cumplen años en este mes de carnavales, de la amistad y del amor. Y mis plegarias por los ausentes, a nombre de la familia chiquiana Alvarado Balarezo.
Nalo
1
Javier Zubieta Aldave, Lorgio Escobedo Alzamora
2
Catalina Aldave Calderón
3
Blanca Carrera de Aranda, Félix Antonio Zúñiga Flores
4
Zoila Ramos Aldave, María Rivera Roque, Filiberta Rivera Roque, Elinora Gilberta Huerta Yabar, María Aldave Rayo
5
Albina Romero de Alvarado, Carmen Arévalo Aldave, Águedo Anzualdo Calderón, Gelacio Tafur Anzualdo, Erich Vílchez Romero
6
Orfelinda Chamorro Portilla, Luis Alarcón Cámara
7
Agustín Zúñiga Gamarra, Miriam Isabel Figueroa Balarezo, Iván Rivera Sam
8
Carmen Petrushka Escalante Cano
9
Alejandrina López Padilla
10
Guillermina Calderón Samanez, Ausberta Ramírez Vicuña, Guillermo Orihuela Barreto, Ronald Zubieta Calderón
11
Nivardo Vicuña Valverde, Antonio Lemus Aldave
12
Hilda Alvarado Montoro, Juvilio Alvarado Aldave, Antonio Alvarado Jara, Walter Vásquez Calderón
13
Rosana Carrillo Alvarez, Vidal Alvarado Cruz
14
Enrique Alva Aldave, Alfredo Romero Valenzuela, Abel Alvarado Montoro
15
Wayra Qantuta Calderón Palacios
16
Martha Crosby Crosby, Margarita Robles Rayo, Bertha Vicuña Reyes, Alfredo Elías Morán Aldave, Javier Vásquez Veramendi
17
Oscar Abundio Santos Maldonado
18
Claudio Aranda Ibarra
19
Gavina Balarezo de Rueda, Marcelo Cerrate Angeles, Pedro Huarac Márquez, Donato Huarac Márquez
20
Teresa Villar Alvarado
22
Marco Calderón Ríos, Pedro Zubieta Calderón
23
Lorena Cuadros Calderón, Artidoro Oquendo Márquez
24
Kristie Renteral Alvarado, Modesta Valverde Balarezo, Cesareo Minaya Valderrama, Alberto Celis Salazar
25
Alejandro Alvarado Aldave, Fernando Vásquez Veramendi, Javier Ortiz Aranda
26
Eliana Alvarado Gonzáles, Policarpo Yabar Leyva, Victoria Anzualdo Garcia, Guillermo Carmen Castillo
27
Julia Samamé Cerrate, Carmen Rosario Figueroa Balarezo, Leandro Allauca Calderón
28
Albina Aldave Alva, Luisa Marleni Alvarado Vicuña, Ela García Ramírez, Cayo Miguel Ramírez Vicuña.
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Chiquián