CAPULÍ, VALLEJO Y SU TIERRA
Construcción y forja de la utopía andina
2013 AÑO
EVANGELIO VALLEJO DE LA SOLIDARIDAD
Y UNIVERSALIDAD DEL MUNDO ANDINO
NOVIEMBRE, MES DE LA GESTA
DE TÚPAC AMARU; LOS DERECHOS
DEL NIÑO; VIDA Y EJEMPLO DE
J.M. ARGUEDAS Y MANUEL SCORZA
CAPULÍ ES
PODER CHUCO
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17 DE NOVIEMBRE
CALENDARIO
DE EFEMÉRIDES
DÍA MUNDIAL
DEL
ESTUDIANTE
FOLIOS
DE LA
UTOPÍA
OLLITA
DE
BARRO
Danilo Sánchez Lihón
1. En la palma
de la mano
Ahora que fui y la visité comprobé ¡cómo uno agranda tanto los espacios, las situaciones, los seres y los hechos de la infancia en el recuerdo!
Porque mi escuela es tan pequeñita, la escuela donde estudié, que parece una ollita, o un ¡cuenco de barro! Como esas piezas de alfarería que hacen mis coterráneos del pueblo de Mollepata, los “mollejones”, como les decimos cariñosamente.
En esa escuela cursé mis seis años de Educación Primaria. Y mucho tiempo más porque a ella iba acompañando a mi padre incluso en época de vacaciones, pues fue maestro durante 46 años en ese centro educativo.
Y, tal cual refiero, es un cuenco de barro también por lo desteñida y terrosa. Tan pequeña que parece que cupiera en la palma de la mano. Y tanto es así que un amigo periodista que fue conmigo, escribió un artículo que tituló: “La escuela más pequeñita que ha dado a los hombres más grandes”.
Lo dijo en alusión a que allí estudió César Vallejo como Luis de la Puente, y muchos otros personajes ilustres de prestigio a nivel nacional e internacional.
2. Ese
tesoro
En los registros de la dirección del plantel cuando yo era niño figuraban las notas excelentes, como alumno en todos los grados y años de estudio del genio universal de la poesía, César Vallejo.
Y recuerdo que, al igual que a todos mis compañeros, un día los maestros pusieron en nuestras manos la pipa de fumar del Coronel Leoncio Prado a fin de sentirla en nuestras palmas extendidas.
Fue en el tiempo en que ese tesoro fue traído hasta nuestro plantel por el Inspector de Educación de aquel entonces, profesor Eulogio Paredes Vega, procedente y natural de Huamachuco.
Ese vestigio quiso aquel maestro que permaneciese en aquel tiempo en nuestra escuela, en honor a que de ese plantel salió el contingente del Batallón Libres de Santiago de Chuco que peleó con bravura junto al taita Andrés Avelino Cáceres en la batalla que tuviera lugar en aquella provincia.
2. De subida
o de bajada
Queda la Escuela 271, o Centro Viejo, que así se llamaba el plantel al cual me vengo refiriendo, a dos cuadras más abajo de la Plaza de Armas, por una calle de bajada que cuando yo era niño parecía que un ser todopoderoso hubiera derramado un río de piedras, como quien vacía un costal de papas, montículos donde nos tropezábamos cada vez que salíamos marchando de subida o de bajada en los días de los desfiles de Fiestas Patrias o para cualquier efeméride del calendario cívico.
Esa escuela, que aún queda en la recta del Cabildo, como se llamaba antes a esa calle que se inicia en el Palacio Municipal y baja abruptamente para luego extenderse en dirección del barrio Santa Rosa y que ha cobijado en sus aulas a héroes, poetas, pintores, místicos.
Ojalá que la calle se siga llamando así: Calle del Cabildo, porque hay últimamente la tendencia descomedida con nuestros recuerdos, de cambiarles de nombres a las calles, plazas y barrios. ¿No se dan cuenta que así juegan cruelmente con las andanzas de nuestra pobre alma añorante, que pierde la orientación de sus pasos en las calles y esquinas del recuerdo, lo cual es muy grave y penoso?
4. Del vaivén
de su badajo
¿No será la razón –digo– para que hayan surgido tantos hombres comprometidos y valientes el hecho de que allí se entonaran mañana y tarde canciones? Porque allí cantábamos a pulmón henchido y con el alma en un pináculo.
Una vieja campana rajada aún pende amarrada con sogas carcomidas que yo no sé cómo todavía la sostienen a una viga amarillenta que pareciera temblequeante pero que se mantiene firme quizá por las voces de los niños que se arremolinan abajo.
En esta viga cavan sus huecos esos moscardones negros que llevan en sus patas un minúsculo grano de oro que es la miel que elaboran a base de las flores translúcidas de los huertos cercanos. ¡Cuidado! ¡Tampoco vayan a desmontar ni a remplazar esa campana!, que desde cuando yo era niño, ya estaba rajada.
Razón por la cual quienes corremos a tocarla tenemos que dar los golpes suavemente como quien acaricia y despierta a un hada. ¡Muchas almas de niños, adultos y ancianos estuvieron y están todavía pendientes, en la nostalgia, del vaivén de su badajo! ¡Y de sus sones que repican al fondo de nuestra alma atribulada!
4. Conmovidos
e ilusos
A los salones pasamos los niños en fila, cantando; subiendo a los corredores por unas gradas empinadas las cuales conocemos mucho más que nuestras propias manos, o rostro, u ojos. Pues sabemos de cada una de sus grietas y rendijas, y de las salientes y rugosidades de las piedras en esas escalinatas empedradas.
Sabemos de sus ángulos y de sus pozuelos, de lo contrario ¡nos hubiéramos matado en una caída de la cual no pararíamos de rodar sino hasta el inicio de la primera grada de abajo, cayendo a la tierra parda del patio, porque es de tierra y no de cemento como lo han puesto ahora! Pero los más chiquitos, así como ponen los pies, ponen las manos para subirlas casi gateando. Y lo hacemos prolongando el canto iniciado en el patio, melodía que la seguimos cantando a todo pulmón, por los corredores y entrando así, con bocanadas de viento musical, a los salones. Ya de pie, frente a nuestras carpetas, no paramos de cantar.
Mientras los profesores nos escuchan y contemplan desde afuera para oír por qué ventanal salen las mejores cadencias y los más nítidos acordes. Desde el patio escuchan, ¡qué sección o Año de Estudios canta mejor! ¡Quién es el coro de voces más esperanzadas! ¡Y por qué puerta sale mejor nuestro regocijo y los sones más altos y conmovidos! Y esos niños lo hacen así porque tienen posiblemente el alma más ilusa y encoruscada!,
5. Expuestos
al infinito
Los salones tienen aroma de tierra húmeda como aquella en que se siembra, y olor de adobes rancios y nobles. Y en las carpetas de recio eucalipto aún se siente el perfume del viento y de los bosques cercanos. En ellas escarbamos las figuras y anagramas fijados desde antaño. Los trazos remarcados con tinta indeleble que aunque ya han sido raspados y lijados permanecen aún legibles. Y ello, porque ha entrado la tinta muy adentro, con la intención de quedarse para siempre el espíritu de quienes las tatuaron, ¿aferrándose a qué? Quizá solo al día, a la hora y a la emoción con que fueron grabadas.
Y también, sin duda, son señales quedadas ahí por la complicidad de la fibra de la madera que se dejó suavemente horadar. ¡Porque es cómplice y vibra ante la intensidad del sentimiento de eternizar el temblor de la mano del niño que lo hiciera! Marcas que la madera no quiere olvidar y que llora por todo lo que guarda.
Y que entiende porque antes ha sido árbol, entonces sabe lo que es sufrir la vida ¡que se conmueve por todo lo que es y ha sido! Y entienden ¡nada menos que nogales o eucaliptos por haber estado expuestos al infinito! ¡Árboles son quienes ahora se acercan para recordar, y árboles son quienes se extienden fingiendo ser únicamente carpetas!
7. El trazo
indeleble
Más que inmutables son encubridoras en su registro misterioso del paso de los años. ¡Se apiadan de los niños que allí fueron, que aquí se sentaron y quisieron morar para siempre, con sus señas e iniciales inscritas en estas tablas enternecidas y entre estos muros ahora silentes!
Aquí están las manchas y muescas que sin duda dejó César Vallejo, entrelazadas con algún nombre de muchacha llamada Rita en las iniciales ilegibles, mejor aún pero indescifrables. También, de los estremecidos poetas de mi pueblo como son Santiago y Julio Pereda Hidalgo. Más allá, de los hermanos Abraham y Felipe Arias Larreta. Heraldo, el primero de ellos, del sentimiento cholo. Y compositor de yaravíes y serranitas, el segundo.
Están los primeros trazos del vigía y centinela de la alborada que vendrá, el guerrillero Luis de la Puente Uceda, líder popular y héroe del socialismo en el Perú, América y el mundo. Está el trazo indeleble de tantos otros niños y jóvenes que en el lugar donde estuvieron o estén, saben muy bien que lucharon y luchan denodada y desinteresadamente porque prevalezca el bien sobre la faz de la tierra, y en el universo entero.
En esta escuela, en su patio rodeado de geranios, rosas y claveles, festoneado por el borde de los tejados que recortan el azul del cielo, donde bogan las nubes blancas, estaremos pronto, en el mes de mayo del 2014, en el XV Encuentro Internacional Capulí, Vallejo y su Tierra. Es mi escuela, y te esperamos.
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CONVOCATORIA
XV ENCUENTRO INTERNACIONAL
CAPULÍ, VALLEJO Y SU TIERRA
TELÚRICA DE MAYO, 2014
LIMA:
MARTES 20
Y MIÉRCOLES 21
TRUJILLO
JUEVES 22
SANTIAGO DE CHUCO
VIERNES 23
SÁBADO 24
Y DOMINGO 25
DEL MES DE MAYO
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