Plaza de Armas de
Huaraz, luego del sismo
A 43 AÑOS DEL TERREMOTO DEL 31 DE MAYO DE 1970
Por Olimpio Cotillo Caballero
Un aniversario más del infausto terremoto que enlutó a todo
Ancash y territorios colindantes. Fecha en que perecieron, por la intensidad
del sismo, más de 70 mil víctimas, a quienes los sobrevivientes los lloran
amargamente.
Aquella
vez, desapareció la ciudad de Yungay llamada “hermosura”, pues en la parte alta
esta el bicéfalo Huascarán, nevado del que se desprendió miles de toneladas de
hielo y roca que lo sepultó y repitió por segunda vez sobre Ranrahirca.
Desapareció Huaraz y Casma y de las otras ciudades apenas si quedaron huellas.
Durante
este tiempo de ocurrido el hecho, mucho se ha escrito sobre la tragedia. En
algunos personajes, ya se cicatrizaron las heridas, en otros está vívido y no
hay forma de convencimiento de que la tragedia fue por un fenómeno de la
naturaleza.
Sin
embargo, el luto y la recordación de los primeros años, está disminuyendo.
Ya
no hay esas masivas romerías oficiales a los cementerios, ni las doloridas
misas, ni el llanto desconsolado de los familiares…
Sin
embargo, algunos sobrevivientes, al ver como se está transformando los usos y
costumbres de nuestras ciudades cada vez decadentes en comparación a la vida
bucólica de antes del sismo, donde se conocía lo que era respeto, vergüenza,
bien ajeno, hermandad vecinal, rubor. Etc. Es decir, los valores humanos
estaban al tope de la convivencia humana.
Entonces viene la pregunta: ¿Para experimentar
estos desmanes que asemejan a Sodoma y Gomorra he sobrevivido? ¿Para ver tanta
corrupción en que todos tienen precio tengo abierto los ojos?
Señor
de la Soledad:
ten piedad de tu pueblo y dale inteligencia a sus gobernantes para que
enmienden rumbos.