Por Armando Alvarado Balarezo (Nalo)
- Joven, es mi revista -le dije.
- ¿Cómo sé que es suya? de repente es del pasajero que acaba de bajar -contestó.
- Hay un artículo sobre seguridad ciudadana, revíselo por favor -le dije.
- Todas las revistas traen artículos sobre ese tema; además lo he hallado en un asiento desocupado -retrucó, mientras miraba de reojo la laptop. El micro ingresó por una avenida poco transitada y continué hablándole:
- Hay vehículos estacionados en las arterias, sin custodia alguna, también infinidad de bienes de la comunidad: bancas, tapas de buzones, plantas ornamentales, etc., y no debemos apropiarnos de ellos.
- Lo que dice no basta para comprobar que la revista es suya.
Evalué la situación del momento: tenía una laptop sobre las rodillas, el celular, el vehículo estaba casi vacío, etc. y le dije:
- Joven, no es mi deseo discutir. Le doy estos dos soles por la revista, pues tiene un artículo importante para mí.
Tomó la moneda, se paró, dejó la revista en el asiento y bajó raudo del vehículo. Ya en el paradero, cuando lo miraba con desazón desde la ventana, me dijo:
- ¡la plata viene sola¡
Qué hondo ha calado esta frase tan dañina en un joven indefenso espiritualmente; no sé quién será más culpable, el que la expresó durante una reunión privada o quien la difundió a través de un medio masivo, a sabiendas del enorme daño que podría causar, pensé.
Lima, 26 de marzo de 2011.
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