LA MELODÍA DEL VIENTO
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Por Armando Alvarado Balarezo (Nalo) 
"Sones que en una noche callada tocan y abrazan
 recuerdos lejanos que duermen en la puna fría”. 
Aralba, AGO 2002
Aralba, AGO 2002
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Fue
   la noche más cruda de aquel diciembre frío. La puna estaba cubierta de 
escarcha. Los rayos de la luna iluminaban los manojos de ichu que    centelleaban como
 si el cielo se reflejara en la pampa. 
Faltaban 24 horas para la Navidad. En su corta    existencia Joaquín 
pasaría la tercera Noche Buena sin su madre. Ella se marchó una madrugada tras sus sueños dorados para nunca más  volver...
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A
 la medianoche dos abigeos incursionaron la manada. Primero dieron   
 muerte al perro pastor, luego al padre de Joaquín, y se marcharon    
llevándose el ganado lanar. El pequeño se ocultó bajo unos pellejos de  
 carnero, y permaneció allí hasta el amanecer, añorando los días   que 
pasó con su mamá, recuerdos maternales perdidos en los  misterios
  del gastado Rosario que le dejó en la almohada.
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Al   rayar la aurora Joaquín fue a la choza de una viejecita ciega.
 La buena samaritana lo ayudó a sepultar a su padre, también le brindó alimento y abrigo.
La noche del 24 Joaquín retornó a su casa, y permaneció en la puerta con la mirada perdida en la pampa.
La noche del 24 Joaquín retornó a su casa, y permaneció en la puerta con la mirada perdida en la pampa.
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Segundos antes de la medianoche, el viento empezó a silbar una melodía
 arrobadora. Joaquín se encaminó hacia la pampa, llena bolitas de rocío  brillando en la paja brava. 
Conforme
  avanzaba iba escuchando 
con mayor claridad los sones del viento. De  pronto la luna nueva alumbró el 
confín, apareciendo la imagen de su padre,  cubierto  con un manto
 
blanco. Caminó hacia él y tomó su  mano. El viento  sopló
 fuerte haciendo un remolino, el manto ondeó como alas, y 
los dos se elevaron al cielo.
Desde lo alto la luna iluminaba la puna...
Fuente:
Relatos de la Puna de Nalo Alvarado Balarezo


