lunes, 3 de abril de 2017

LECCIONES QUE DEJA EN PARARIN, “EL FENOMENO DEL NIÑO COSTERO” A SU PASO POR LA COMUNIDAD, MARZO 2017 - POR RÉGULO VILLARREAL DOLORES

 
 
LECCIONES QUE DEJA EN PARARIN, “EL FENOMENO DEL NIÑO COSTERO” 
 
A SU PASO  POR LA COMUNIDAD, MARZO 2017
 
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El fenómeno de la Corriente del “Niño Costero”, a su paso por Ancash (marzo 2017), con su  grandilocuencia  de pavor y destrucción, deja varias lecciones y muchas asignaturas pendientes en la Comunidad de San Juan de Pararín.
 
Obviamente. sólo la naturaleza con el vigoroso brindis de su fuerza mágica y todo poderosa, puede decirle  a los hombres que la madre tierra no necesita de nadie, pero los hombres, no podemos vivir sin la madre tierra, tan abusada, hasta los límites de la perversión, en busca de riquezas materialistas, sin respetar a nada ni a nadie, incluso, utilizando la religión y comercializando la Biblia, para  justificar el saqueo y la avaricia materialista, en desmedro de los más débiles y atentando contra la misma naturaleza.
 
El paso de la Corriente del Niño Costero, por Pararín, ha sido como una cachetada magnética,  obligando a los comuneros a  aceptar que son comuneros; hombres espiritualistas, más que religiosos. Lo espiritual abarca toda la existencia. Es la aceptación de la vida del ser humano en función de la vida de todos los seres vivientes sobre la tierra. Así, como es sagrado el agua, (porque sin agua no hay vida) son sagradas también las sementeras, los animales, las plantas y el ser humano, que también  es un ente sagrado, pues es el  grano supremo de una gran gavilla celestial, por su semejanza a Dios. 
 
La religiosidad es solo creencia, y se inventó para la tranquilidad de la conciencia de quienes roban el pan a los hambrientos, o, para la aceptación resignada de la pobreza como “voluntad de dios” que les priva de la posibilidad de autorrealización  como seres humanos.
 
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Y resulta en la Comunidad de San Juan de Pararín, en los valles reivindicados en el año 1963 (río Fortaleza), luego de consolidada  la posesión de la Comunidad de sus tierras reivindicadas, bajo el amparo de su Título Ancestral de 1664, últimamente, el virus del individualismo, el egoísmos y la mezquindad de los “nuevos comuneros” (yernos o hijos de pararinos/as con forasteros, que creen que tienen todos los “derechos” sin aportar en nada) contra  los comuneros reivindicadores o los descendientes directos de estos, había calado tan hondo,  que casi  se estaba  socavando el alma de la Comunidad, cuyos pilares organizativos descansan sobre el respeto a los mayores, la participación y la solidaridad, antes que en el individualismo  el oportunismo.
 
Últimamente, cada “comunero” especialmente yernos o gentes, cuyos padres no participaron en la Reivindicación 1963, se sentían “hacendados”, “feudatarios” gamonalillos insensibles, mirando con cólera a los comuneros/as que pasaban por los bordes de sus “chacras”, olvidándose  que estaban sobre las tierras de la Comunidad, recibida a título gratuito, solo por ser  hijo/a de comuneros/as pararinos/as o yernos, sin aportes a la Comunidad en proporción a los beneficios que reciben. Los oportunistas no pueden entender que los comuneros/as ,  solo son  dueños de los productos de sus trabajos, pero no “propietarios” de las tierras de la Comunidad. La única DUEÑA Y PROPIETARIA de las tierras de la Comunidad, es la Sagrada Comunidad de San Juan de Pararin.
 
Y se había desarrollado la soberbia en su manifestación más vulgar y candente. En el caso de la zona de Huaquish (mi zona, por haber sido niño Reivindicador en el año 1963,  e hijo de una Reivindicadora), puedo asegurar que  los daños ocasionados por la crecida del río seco de Aq’aus, al mismo poblado, era fácilmente evitable.
 
En tres oportunidades, en distintos años anteriores, mi hermana Fina y yo, propusimos a los paisanos de Huaquish, construir un muro de contención, utilizando la abundancia de piedras del rio seco. La idea era que nosotros (mi hermana y yo) dotaríamos de hierros y bolsas de cementos para levantar un muro diagonal y los pobladores huaquishinos, participarían con la mano de obra. Pero los ensoberbecidos  “dirigentes” o  supuestos “dueños” del lugar, considerándose  “amigos privilegiados de Antamina” rechazaron nuestros ofrecimientos, argumentando que ellos ya tenía solucionada el problema, que esa obra lo haría Antamina, porque les había “prometido”.
 
Antes del desastre de este mes de marzo (2017) Antamina, anticipándose a las precipitaciones pluviales y la crecida del rio, removiendo piedras con maquinarias pesadas, protegió sus instalaciones en Huaquish. Cuando una comunera se acercó a ellos, pidiendo que, aprovechando sus maquinaria en el lugar, hicieran también un muro de contención para proteger el pueblo;  la respuesta de Antamina, a través de sus maquinistas e ingenieros, había sido: “si las autoridades de la zona no piden, nosotros no tenemos por qué hacer nada para Huaquish”. Y las “autoridades” no buscan proteger al pueblo, sino, sacar alguna propina  personal y privada de Antamina, a nombre de la “comunidad”, haciéndoles creer que  solo ellos son “comuneros pararinos”
 
3
 
Así pues, por la abundancia de oportunistas en la Comunidad, se había perdido la visión de Comunidad como Unidad de la diversidad y  Diversidad en la unidad.
 
Antes del paso de la Corriente del Niño Costero por Pararín, con su mensaje de dolor y destrucción, todos hablaban  de sus “zonas”, de sus centros poblados, en competencias monetaristas para las grandes fiestas, sin aportes concretos para el desarrollo de la Comunidad, menos, para protegerse de las crecidas del río en épocas lluviosas de los Andes.
 
Y asumían a regañadientes que sus “zonas” y sus centros poblados, existen, gracias a la generosidad de nuestros mayores, que tuvieron la visión y la ambición de abarcar una Comunidad tan vasta, desde los Andes hasta el océano pacífico y nos legaron de un Titulo Ancestral de la Comunidad (1664) para defenderla.
 
El paso del Niño Costero (marzo 2017) , ha obligado a los pararinos ver Pararín en su conjunto, en su totalidad, en su globalidad comunitaria, tal como habrían visto nuestros mayores, con esa visión generosa, para asegurarles una vida decorosa, a las infinitas generaciones de pararinos/as del presente y del futuro.
 
4
 
La extraordinaria manifestación de solidaridad de los hijos/as de Pararín, por primera vez, después de más de 50 años, se ha materializado en una especie de oración humana,  asumiendo el problema pararino como un todo, nombrando, preguntando y buscando a los hermanos/as, donde quiera que estén, pero en desgracia.  Los hermanos residentes en Huarmey, en desgracia, han sido socorridos por sus hermanos/as pararinos/as residentes en Barranca, Huacho, Lima, es el caso de la Familia Depaz Salomé, que ha abarcado con su grandiosa solidaridad, rutas que otros hermanos no lo han hecho, por hacerlo con los valles del río Fortaleza.
 
La reconstrucción de nuestros pueblos va requerir  la superación de esa visión estrecha, mezquina de las zonificaciones, de los localismos; y se va necesitar de una visión de Unidad de la Comunidad, para abarcar con la solidaridad a todos los componentes de la Comunidad: Distrito Central, Ayllus, anexos, caseríos, etc, etc.
 
Y una vez más, se tiene que agradecer a los mayores, por habernos legado con sus luchas y sacrificios, de una Comunidad tan vasta, amparada por un Titulo Ancestral; y gracias a ese Título Ancestral (1664), se tienden los centros poblados de Pócor, Huaquish, Malvado, Mandawas, Huancar, Rinconada, se tiene  también, Nuevo Pararín. 
 
En el pensamiento andino, no existe el bien  y el mal como hechos  inamovibles, permanentes  y eternos, en donde el bueno es bueno, aunque puede ser malo, y lo malo, es malo, aunque puede ser bueno. En el pensamiento andino, el mal es solo complemento del bien.  Haciendo supuestamente “el bien” permanentemente, se puede hacer también un gran mal. Es el caso de los hijos. Los padres que dan todo a los hijos, todo el tiempo, sin enseñarles ninguna retribución por lo que reciben, o no corrigen los defectos para ser siempre “buenos” padres, hacen un enorme mal al ciudadano, porque la corrupción y la indolencia que azota el país y del que todos nos quejamos, tiene su raíz en la formación del niño: niños/as engreídos/as y mimados/as, hombres y mujeres insensibles, que consideran la corrupción como trampolín “natural” al “progreso”.
 
De acuerdo al pensamiento andino: el mal, complemento del bien;  podemos decir que lo malo del paso de la corriente del Niño, con su secuela de dolor y tristezas, puede transformarse en el verdadero factor de cambio para el bien. Como nunca antes, en el lenguaje de los pararinos/as reverbera ahora PARARIN como un todo, como un problema general, distinto al localismo filoso de “mi zona” de antes de las tragedias de marzo 2017. 
 
Manteniendo el fuego de la solidaridad con una visión general de la Comunidad, pondremos pronto de pie, a Pararín. Necesitamos mantener esa visión general de la Comunidad, para  transformar la caridad, en solidaridad organizada y productiva. Un Pararín nuevo, diferente y mejor, depende de la participación de todos nosotros.
 
Con la lección que nos deja el paso del fenómeno de la Corriente del Niño Costero, mantengamos la unidad pararina, recuperando el estro de la Comunidad que descansa sobre los pilares del Respeto a los mayores, la participación y los aportes a la Comunidad en proporción a los beneficios que se reciben.
 
Por un Pararín unidos con proyectos de largo alcance.
Todo con la Comunidad, Nada sin la Comunidad, jamás, contra la Comunidad.
 
Régulo Villarreal Dolores
C.01.4.17
Frente de Defensa de los Intereses de Pararín – FREDEINPA-
 

 



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