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COLEGIO CORONEL BOLOGNESI DE CHIQUIAN:
HOMENAJE A LA JUVENTUD Y ESPERANZA
Por Agustín Zúñiga Gamarra (Acucho)
Desde la esquina de mi casa y desde la puerta de la tienda de don Pancho Aranda (calles Comercio y Sáenz Peña), junto a mis amigos de barrio, veíamos con pasmosa concentración, cómo las luces cual estrellas en la oscuridad avanzaban por la elevada pendiente del cerro Capillapunta, en la carrera de quién llega primero a la cima, era una de las actividades que más me impresionaron, cuando se venía la semana de aniversario del Colegio Coronel Bolognesi. Quise cuando joven hacer lo mismo, me preguntaba de cómo harían para desplazarse a través de la oscuridad por esos senderos delgados y difíciles de acceso. El mes de Junio para Chiquián es un mes de recuerdos y de esperanza, pues nos devuelve a las épocas de nuestra infancia y juventud, pero también, nos entrega la esperanza de tener una patria mejor y pueblo mejor, si utilizamos la decisión y valentía para alcanzar los objetivos.
Recordar al Colegio Coronel Bolognesi de Chiquián, es recordar lo más valioso de la sociedad: la juventud, y también, destacar a la actividad humana más sublime: la educación. Y, volver a decir que la EDUCACIÓN es la actividad fundamental de la sociedad, no es redundar, nunca lo será. Pues lo que necesitamos son personas, ciudadanos distintos a los que hoy son carteles de periódicos, de ex presidentes condenados, o en procesos de investigación.
Necesitamos jóvenes que sepan conocer, o aprender a aprender, que mantengan la llama permanente de descubrir aquello que parece oculto o inexplicable, a no aceptar sin cuestionamiento y crítica. Que sepan vivir juntos, comprendiendo que somos diversos, que podemos tener apreciaciones diferentes, pero que en la exposición podremos encontrar mejores ideas. Que, sepan hacer, y no solo quedarse en el saber, convertir las ideas en hechos, prepararse para el trabajo, adquirir conocimiento que ayude a transformar la naturaleza en bienes y servicios útiles para la sociedad. Y, necesitamos jóvenes que sepan ser, no ocultarse, no desfigurarse, ni ponerse caretas, sino quererse y respetarse como son, con sus fortalezas y debilidades, comprender su cultura, y ser responsables de sus actos.
Por eso este mes de junio mis recuerdos y alegrías volarán para los años 60 y aplaudir con sinceridad a los docentes de entonces, a los alumnos que brillaban en el estudio, el deporte, el teatro y los desfiles, y también a dos personas que me querían y engreían, cuando niño y trabajaron ahí, mis tíos don Fanor Alva y don Juan Gamarra.
¡Honor y gloria al gran Colegio Coronel Bolognesi!