CAPULÍ, VALLEJO Y SU TIERRA
A PUERTAS DEL 2011
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COMPROMISO CON LOS HOMBRES DEL MAÑANA
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1. Aprieto un botón
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Muevo un botón y una luz se enciende.
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Muevo un botón y una luz se enciende.
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Es la energía que muchos han puesto su empeño para producirla y llegue desde muy lejos hasta el rincón de esta posada donde pergeño estas líneas.
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¿Cuántas vidas humanas ha costado el esfuerzo heroico de conducirla hasta donde yo me beneficio y me sirvo de ella?
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Los cables de alta tensión para llegar hasta aquí suben y bajan cumbres y hondonadas.
Pero antes, aquellos que la decantaron probando cada elemento para hacer posible que encienda.
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Pero antes, aquellos que la decantaron probando cada elemento para hacer posible que encienda.
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Y, después, construir la hidroeléctrica de donde viene y que se enclava en roquedales abruptos y temibles. ¿Y el esfuerzo sobrehumano para hacer los soportes de las torres?
Los hombres que la construyeron, acaso, ¿no arriesgaron la vida?
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Los hombres que la construyeron, acaso, ¿no arriesgaron la vida?
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Sin embargo, yo sin ensuciarme las manos aprieto un botón y la luz fluye sin parpadear límpida, tersa y brillante.
2. ¿Puedo yo desperdiciarla?
Giro una llave y el agua salta clara y a borbotones en el caño de mi habitación.
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Giro una llave y el agua salta clara y a borbotones en el caño de mi habitación.
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Brota transparente, ufana de servir y ser útil; pura y núbil como una doncella.
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Para conducirla hasta el lugar donde me refresca ha debido prodigarse talento, altruismo; renuncias y sudor de muchos seres humanos entusiastas.
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La represa que capta el líquido y la conduce por acequias y tuberías.
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Muchos en su transcurso vigilan los cauces. Y el reservorio de agua día y noche es custodiado por rondas sucesivas. Y es tratada la masa de agua a fin de garantizar que sea salubre.
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¿Puedo yo desperdiciarla evitando así que llegue a tantas personas que la necesitan en pueblos que se extienden al borde de los arenales o suben por las cumbres de los cerros?
3. ¿Merecedor de ella?
Timbra el teléfono y luego escucho tu voz que me dice:
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Timbra el teléfono y luego escucho tu voz que me dice:
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– ¿Cómo amaneciste, amor mío? ¿Qué estás haciendo? ¿Cuándo vendrás? Te extrañamos mucho.
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Esta maravilla de comunicación me basta para gozarla con solo alzar el brazo, hacer que avance la mano hacia el velador y levantar el auricular.
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¿Qué he hecho yo hasta ahora para merecerla? Ni un grumo de esfuerzo para detentar este bien. Y, sin embargo, sin él ¿cómo hallarte a estas horas? ¿Cómo pedirte perdón y decirte que te quiero y que recién contigo mi vida tiene sentido?
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Hay hombres que han consagrado días y noches de desvelo hasta el desprendimiento de su propia felicidad a fin de esclarecer su funcionamiento y ponerlo a disposición del prójimo.
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¿Por qué creer que lo merezco?
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4. Cuántos impuestos de gente sencilla
Los hombres que abrieron el camino y los puentes por donde he venido. Y aquel que diseñó la carretera, tuvo que caminar, extenuarse, sufrir hambre y sed.
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4. Cuántos impuestos de gente sencilla
Los hombres que abrieron el camino y los puentes por donde he venido. Y aquel que diseñó la carretera, tuvo que caminar, extenuarse, sufrir hambre y sed.
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Tuvo que creer mucho en su idea, no dormir por páramos y abismos en los cuales arriesgó siempre la vida.
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Y para después hacerse una autopista: ¿Cuántos sacos de arena, cemento y de asfalto han sido cargados a las espaldas y hombros de humildes trabajadores por punas ariscas.
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Cada canal de agua en la cuneta, las chorreras ya encauzadas que bajan desde las montañas, el drenaje bajo la losa asfáltica, la señalización de la vía.
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¿Dónde durmieron? ¿No es más puna y páramo la región por donde he venido? Para construir cada estación muchos han ofrendado su vida.
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¿Y cuántos impuestos de gente sencilla ha irrogado construirla? Pan que se sacaron de la boca de niños famélicos.
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5. ¿No he leído que renunció a todo?
Y el libro que leo, aquel que lo escribió, ¿cómo lo hizo? ¿El desvelo por las madrugadas, la tensión y el agobio porque esto salga bien?
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5. ¿No he leído que renunció a todo?
Y el libro que leo, aquel que lo escribió, ¿cómo lo hizo? ¿El desvelo por las madrugadas, la tensión y el agobio porque esto salga bien?
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¿No he leído que renunció a todo? ¿Qué sufrió hambre y sed e incluso cárcel por deudas, por cualquier cosa, pero en suma por ser coherente con sus ideales? ¿Qué la vida de este escritor fue un sacrificio enorme?
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Y quienes lo editaron, ¿la puntillosidad puesta para hacer el margen, el espaciado de las letras en la tipografía, la colocación del capitular y la viñeta?
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Y en la biblioteca donde me prestan, ¿las personas no hacen sobre tiempos? ¿No trabajan sino por un sueldo mísero?
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¿De qué manera correspondo con ese esfuerzo que me legaron las generaciones anteriores? ¿De qué manera cumplo y correspondo con los demás?
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6. A los hombres que vendrán mañana
¿Qué hacer para recompensar tantos dones que se me ofrecen y llegan hasta mí a manos llenas?
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6. A los hombres que vendrán mañana
¿Qué hacer para recompensar tantos dones que se me ofrecen y llegan hasta mí a manos llenas?
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Todo ello a mí no me ha costado nada.
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Yo que me sirvo de estos privilegios y tantos otros más: ¿como compensar lo mucho que se me ha facilitado?
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Yo que me sirvo de estos privilegios y tantos otros más: ¿como compensar lo mucho que se me ha facilitado?
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Debo buscar recompensar este inmenso y enorme servicio puesto para bien de nuestras vidas.
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Para hacerme digno beneficiario de estas obras debo yo legar otras que igual hagan el bien.
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Por eso tan lejos de ti, hoy día de Año Nuevo, amor mío. ¡Esto que hoy día me aleja de ti es mi pequeño o gran compromiso!
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Gracias por reconocer el sencillo beneficio de lo que hacemos a los hombres que vendrán mañana.
Texto que puede reproducirse citando autor y fuente
Texto que puede reproducirse citando autor y fuente
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Teléfonos:
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420-3343 y 420-3860.
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