HOLA SHAY :
Los queridos familiares de nuestro paisano y amigo CÉSAR BARRENECHEA ESPEJO, expresan su agradecimiento por las muestras de solidaridad durante los funerales y nos invitan a participar de la Misa de Honras conmemorando el Primer Año de su sensible fallecimiento.
FECHA Y HORA:
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Martes 21 de abril a las 7:45 p.m
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LUGAR:
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Iglesia del "SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS" - Av. República, esquina con Jr. Santorín - SURCO (Puerta 4 del Hipódromo de Monterrico, frente al colegio Markham - Primaria).
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Fraternalmente,
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Nalo
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RECUERDOS.
El 30 de agosto de 2007, tome la fotografía que antecede en el Club Chiquián, durante la fiesta de Santa Rosa. En dicha oportunidad, como presagiando el supremo llamado del Señor, me pidió con la mirada, que lo recordemos como el ser humano que desde chiuchi entregó sus latidos a nuestra tierra y a su gente generosa. Hoy, con mucha fe por el descanso eterno de su alma, después de un año renuevo su encargo. Guardaré por siempre la sonrisa que me obsequió cuando le comenté, que una parte de su adolescencia, estaba perennizada en la novela "DEL MISMO TRIGO":
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Chiquián: río Aynín
Dos veces al mes iba de pesca a Quisipata con Ancha, Patuco y mi hermano Felipe. Salíamos de Jircán a las 3 de la mañana para estar en el río a las 4. Las noches grises descendíamos caminando a tientas; en cambio las noches de luna llena bajábamos al galope; perdón, al paso ligero, a excepción de las trochas de difícil relieve. Cuando encontrábamos a Javier Bolarte regando su chacra 'La Quichua', él se sumaba al grupo con sus botas de agua que le cubrían los muslos.
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Truchas del Aynín
Ya a orillas del río preparábamos los instrumentos de pesca: carrizo, cuerdas, plomo, corcho, anzuelo y gusano (carnada). Después arrojábamos el bocado al agua, y entre picada y picada sacábamos truchas de 15 a 25 centímetros de longitud. Cuando resultaban muy pequeñas las devolvíamos a la corriente hasta que alcancen el tamaño ideal para el consumo. Al mediodía nos dábamos un ligero baño con unas brazadas de obsequio junto al huaro, luego consumíamos nuestro refrigerio e iniciábamos el regreso con una docena de truchas por persona, si la faena era regular. Si era buena nos alcanzaba para compartir con los vecinos, pero si resultaba pésima nos contentábamos con una porción de pescado frito que saboreábamos en el mercado de abastos del pueblo. Usualmente si la pesca era mala, Anchita ingresaba al fundo de su papá y salía con una alforja de olorosas limas. Ya con el ánimo en alto y la barriga contenta, efectuábamos el empinado ascenso hasta Jircán.
Chiuchi en plena pesca
Cuando la pesca no resultaba favorable en Quisipata, avanzábamos río abajo hasta el paraje de Conay, donde nos poníamos a truchar, pero si en el lugar hallábamos al pirata Lucho Castillo de Ninán o al gato César Barrenechea de Pancal, teníamos que retornar con las manos en los bolsillos, previa señal de la cruz, como reverencia a ambos “titanes de agua dulce”, amos de este dominio; sobre todo el último ciatado, que fácilmente sacaba cinco docenas de truchas por jornada, con lo que a falta de sardinas, solucionaba su felina dieta con trucha, leyendo Simbad el Marino...
Chiquián: Plaza de Armas