miércoles, 13 de marzo de 2013

ANTECEDENTES DE LA ACTIVIDAD PERIODÍSTICA EN LLAMELLÍN - POR WALTER VIDAL TARAZONA (AEPA - ANTONIO RAIMONDI)



ANTECEDENTES DE LA ACTIVIDAD PERIODÍSTICA EN LLAMELLÍN

Walter A. Vidal Tarazona 

Llamellín está situada en ese conjunto de ciudades y pueblitos establecidas en el lado oriental de la cordillera andina del departamento de Ancash, comúnmente llamado Conchucos, que se empina desde los valles del Mosna-Puchca, del Marañón y el Yanamayo hasta las crestas de la cordillera blanca. Es un pueblo muy antiguo, pero comparativamente casi desconocido. Con este pequeño artículo queremos sensibilizar a la inteligencia ancashina con el propósito de promover estudios de investigación, desde las raíces de su tradición, del desarrollo cultural de estos pueblos de esta subregión, enfocando su literatura periodística. 

Vamos a tomar como documentos de trabajo, Llamellín en prosa y en verso, primer testimonio que rastrea la historia de la provincia de Antonio Raimondi de manera documentada, y el mensuario “El Ande”, uno de los primeros periódicos de esta parte del Perú o tal vez el primero aquí en esta subregión ancashina que tuvo una influencia cultural que se extendió hasta Huaraz y Lima. 

Antes de “El Ande”, sólo tendríamos que hurgar en las cartas y otro tipo de misivas que se cursaban en una comunicación casi interpersonal. También podemos citar las cartas y notas de viaje de Toribio de Mogrovejo y de Antonio Raimondi, que después fueron plasmadas en artículos científicos que surcaron varios países extranjeros. Santo Toribio de Mogrovejo en su larga peregrinación por “Conchucos” llega a Llamellín, encuentra en esta tierra colorada algo así como un oasis de paz espiritual, que aprovechó para liberar su sentimiento cautivo en su corazón, mediante una carta muy expresiva dirigida al rey de España, con fecha 16 de abril de 1596, donde se queja - en realidad se alegra y regocija- de las “adversidades y calumnias y pesadumbres, y los recibo como de su mano, y los tomo por regalo, deseando seguir a los Apóstoles y santos mártires, y al buen capitán Cristo Nuestro Redentor con su ayuda y gracia; atendiendo de esta parte que en cuanto uno más sirve a Dios es que más perseguido del mundo y de la gritería; y es lo que nuestro Señor dijo a sus discípulos, que si fuesen de este mundo, el mundo los querría y amaría, más porque no lo eran, por eso los perseguía […Cristo, sin embargo] los enviaría como corderos [a sus discípulos] entre lobos; y que si a él le habían perseguido, también ellos serían perseguidos… Y teniendo asimismo por delante que el discípulo no es más que su maestro ni el siervo [es más] que el señor, y que a Cristo le dijeron que tenía demonio y era engañador”1 

Raimondi (noviembre, 1860), anota las experiencias de su viaje a Llamellín en su libretita de apuntes (la 24, de las 61), que después las volcaría en artículos y en su Libro El Perú, haciendo gala de una pluma objetiva en la descripción y el manejo de una capacidad de síntesis como un excelente periodista de nuestros tiempos. Informa, “hay un cerro bastante elevado llamado de Rajush, donde se encuentran unas minas de plata, y lo que es más extraordinario, un nevado subterráneo, observándose boquerones profundos cortados por la nieve, sin duda producida por el agua de filtración que penetra en los depósitos subterráneos, donde se congela por la baja temperatura del lugar y no se derrite por no estar afuera de la acción solar” – añade- “El pueblo de Llamellín es bastante grande, sus casas no son blanqueadas, exceptuando unas pocas; sus techos son la mayor parte de paja [...] Hay una escuela, pero como en todos los pueblos de la República, el preceptor es muy mal pagado, por cuya razón no puede entregarse enteramente a la enseñanza, pues con el miserable sueldo que percibe no basta para su subsistencia; el local está situado en la plaza y se halla en un estado deplorable [...]Los habitantes se dedican a la agricultura y principalmente al sembrío del trigo, producto que exportan hasta Cerro de Pasco [...] Tiene bastante terreno cultivado, pero éste no puede producir todo loque debería dar, debido a la falta de agua.” Una verdadera fotografía socio-económica de lo que era y todavía es, en parte, el distrito de Llamellín, hoy hecho provincia denominada con justicia “Antonio Raimondi”. 

En las postrimerías de la segunda década del siglo pasado ya hay indicios de la actividad periodística, no en el sentido moderno de periodismo, con los periodiquitos (cariñosamente llamamos así por el tamaño) como “Tierra colorada”, “Aurora”, “El Ruiseñor”, “Lucerito de Uco”, que, manuscritos, circulaban de mano en mano, uniendo a los amantes del arte y la información -Llamellín, Huacaybamba, Huacrachuco, Monzón, Uco, Rahuapampa, Huari, San Marcos, Yauya, San Luis- en papel oficio, cuyo grosor permitía el doblaje en cuadrantes, en una época en la que en estos lugares muchos alumnos de la escuela usaban hojas de penca para escribir el abecedario y memorizarlo. Era obvia que su circulación fuese restringida, a pocas personas en cada lugar; quienes leían con fruición el contenido, y replicaban, a su vez, manifestando sus inquietudes literarias y comunicacionales. 

Era pues una época en que los pueblos de esta parte del Perú estaban aún muy lejos del vínculo con las ciudades capitales o centros. Las comunicaciones tardaban en llegar varias decenas de días entre ambas puntos –centro periferia- y muy contaditas las oportunidades en las cuales la gente lectora podía recibir un periódico editadas en estas ciudades. El único medio de comunicación que usaban era el sistema de postillones. El postillón era una persona que cargaba las cartas en la espalda, a veces a lomo de una bestia de carga; en el caso, desde Huaraz, pasando por Huari hasta Llamellín. Entre los lugares aledaños, apartados también de las ciudades, la comunicación era relativamente más fluida, por las menores distancias, obviamente. 

En Lima y ciudades relativamente “grandes”, empezaba el resurgimiento de grupos culturales, que fueron extendiéndose a sectores sociales medios y lugares alejadas de estos centros de cultura, marcando un cambio apreciable de efervescencia cultural y sensibilización social. Y esto fue el contexto nacional cuando aparece “El Ande” en Llamellín, el año de 1927.
“El Ande”.
Cristóbal Bustos Chávez (Visión Literaria de Ancash, 1989:22-26), al hacer un recuento del periodismo ancashino en los últimos 171 años, sólo encontró en su búsqueda a “El Ande”, periódico mensual editado en Llamellín. En efecto, en 1927, como “Órgano de las provincias Huari y Marañón”, un “grupo de jóvenes de Llamellín y distritos vecinos, pletóricos de entusiasmo, inquietudes literarias, impetuoso dinamismo e intenso amor a la tierra”, enarbolando el lema “Irrigación, escuelas, caminos carreteros, luz, para los pueblos”, abre las páginas del primer número a los maestros, escritores ya cuajados, como Clemencia Vidal Flores (Huacaybamba), Julio César Pozo (Uco), Herminio Ramírez (Llamellín), Ricardo Vidal (Llamellín), Luis Beltrán Pozo, Manuel Lora Camones, Martín Flores García, Federico A. Palacios y muchos otros. 

Walabonso L. Vidal, D. Felipe E. Dominguez, Julio C. Pozo y Arsenio Vidal, entre otros, construyen un equipo que “sin pretensiones ni alardes de periodista, ni memos de literatos, sólo como amantes de la renovación cultural y del progreso en todo orden de cosas que en los momentos actuales se efectúan en el mundo, venciendo la modorra y la apatía del medio social de estas apartadas tierras, funda hoy este vocero que encarna los ideales verdaderamente salvadores de un mejoramiento futuro para el idolatrado terruño que meciera nuestras cunas. “El Ande”, nombre con que hemos querido bautizar – continúa el editorial del primer número- nuestro órgano de publicidad, será el genuino intérprete, el fiel portavoz, del pensamiento y la voluntad de estas pródigas y ubérrimas regiones. Su rol en la ardua brega del periodismo abarcará, empero, grandes proyecciones, toda vez que nuestra labor de bien no será reducida a este distrito (Llamellín) sino que se extenderá a todas las actividades de la provincia entera (Huari) y aun de la vecina provincia de Marañón, cuya anexión al departamento de Ancash es una necesidad impostergable”. 

“El Ande” fue un periódico plural, en sus páginas cupo la reflexión política de apristas y sanchecerristas, abierto a inquietudes culturales de los distritos de la provincia de Huari, Marañón, y su influencia llega hasta Huaraz. Llegó, teniendo como centro de edición a la tierra colorada, al número 40 en las postrimerías de los años treinta, después de lo cual entró en un largo receso, por la muerte de su principal fundador y promotor don Walabonso L. Vidal. Sin embargo, no llegó a extinguirse por completo, pues “bajo la sombra tutelar del espíritu de sus fundadores y la savia nueva de los que como herencia sagrada deben seguir el impulso de esa magna misión”, renace en Lima, a mediados de la década de los 50, bajo la dirección de Roger W. Vidal R. Sin duda las circunstancias que generaron las aspiraciones del distrito de Llamellín de escalar la categoría política de provincia obligo a los hijos de Walabonso. Así es cómo renace “El Ande”, y en competencia con otros periódicos que también salieron a la palestra para luchar por la noble causa de ver coronada aquel antaño sueño, se mantuvo hasta el año 1963. 

Entre los más importantes voceros de los hijos de la ya hoy provincia de Antonio Raimondi, que salieron, en sana competencia, a luchar a brazo flameante por la categoría de provincia del distrito de Llamellín, citaremos a “Llamellín”, Auspiciado por el Centro Cultural Llamellín, con su director don Germán L. Silva A. Posteriormente, ya logrado el sueño aludido (supra), nos encontramos con revistas como La Gaceta Cotina, bajo de dirección de Samuel Vega Silva, Puka Allpa, Revista del Comité Femenino de la Provincia Antonio Raimondi, (18 pp. incluida la carátula.), editada en 1974, con la dirección de la señora Aída Veramendi de Olivera, finalizando los ochenta nace Yarcán, “revista de Provincia Antonio Raimondi-Región Chavín, teniendo como director a Walter A. Vidal, Sub-Directora: Bertha Silva de Ferrando, Jefe de Redacción: César Rodríguez Gamboa; Administración: David Hidalgo Vidal, Coordinación: Alfonso Jara Castillo y editor Walter Noceda Martorollet; hay otros más como Mussyarishun; en los 90 el Sembrador, con don Lucio Zenaldo Espinoza Agurto. Todos ellos, incluyendo a “El Ande” en sus últimos número, editados en Lima. 

En Huaraz, y entrando ya al presente siglo tenemos “Añoranza Raimondina” que salió un solo número (Diciembre del 2000, 28 pp. incluída carátula), y mejor logrado por el mismo grupo de estudiantes en la UNASAM, tenemos las entregas de dos números de “Ucrania Ancashina”. 

Resumiendo, nuestra apreciación es sin duda que hubo un periodismo los años 30 del siglo XX en Llamellín, no superado en la zona por otra publicación en tiempo de permanencia en el mercado ni en calidad de ella. Entre las publicaciones que migrantes raimondinos trabajaron en Lima, resalta Yarcán por sus años de vida y la cultura de los escritores (Javier Pulgar Vidal, Manuel Reina Loli, Gmo. Santillana, Walabonso Rodríguez, César Rodríguez Gamboa, entre muchos otros, entre los ausentes). Terminamos con una apreciación del también ya ausente escritor ancashino, Cristóbal Bustos Chávez (ANCASH ACTUAL, N° 51. Lima, II y III trimestres 1988, p.5) que comentando la revista la transcribe: ‘Yarcán se ha gestado con la misma motivación con que aparece nuestra presencia de provincianos en Lima’. Buena presentación, tamaño cuaderno, 34 páginas, trasluce el aporte de los hijos de A. Raimondi, ansiosos de su progreso integral”. 

1 Rodríguez V., Santo Toribio de Mogrovejo, organizador y apóstol del Sur-América.

Escritores ancashinos: Carlos Eduardo Zavaleta y Walter Vidal Tarazona

 

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