lunes, 15 de febrero de 2021

GARROCHA - POR ARMANDO ALVARADO BALAREZO (NALO)


 
G A R R O C H A

  Por Armando Alvarado Balarezo (Nalo) 

“Garrocha es digno de una novela,
pero ante la crisis de lectores,
 es suficiente su hoja de vida”
                               Shapra 

GARROCHA, también conocido en Quihuillán como "5 patas", no era bello como “Platero”, el burrito de algodón de Juan Ramón Jiménez, "sino, todo lo contrario", como diría Mario Moreno "Cantinflas"; ni famoso como “Rucio”, viejo borrico del andariego Sancho Panza, en un lugar de La Mancha. Garrocha no tuvo el "IQ" de “Benjamín”, el burro sabio del libro “La Rebelión de la Granja” de George Orwell; menos aún tocaba el laúd como el asno del cuento “Los Músicos de Bremen” de los hermanos Grimm. Garrocha nunca intentó tocar instrumento alguno, como sí el “Burro Flautista” de la fábula de Iriarte, que tocó una melodía por casualidad; Garrocha sólo lanzaba agudos rebuznos durante sus cortejos amatorios. Garrocha no fue un asno electorero como su primo azul, símbolo del Partido Demócrata estadounidense. A diferencia de los burros aludidos, Garrocha fue de carne y hueso, y elevó a niveles olímpicos el crecimiento demográfico de su progenie, en tiempos de mayor demanda de sementales. 

Nace la leyenda 

Garrocha vino al mundo el 14 de febrero, Día de San Valentín, en los últimos estertores del siglo XIX, justo al año de ser concebido, ni un día más ni un día menos, como muchos de su raza: Eqqus africanus asinus, consagrados al dios Príapo.

Como figura emblemática del amor équido, jamás llevó en su lomo un saco de papas, ni siquiera una alforja vacía, y no por holgazán, sino porque desde púber dio muestras de ser un reproductor nato, y a ejemplares de su casta se le mima desde tiempos inmemoriales si se quiere garantizar un buen producto de exportación no tradicional.

Nada de paja, menos rastrojo, solamente alfalfita en flor era su dieta diaria. Asiduamente trotando contento junto al arroyo de agua clara.

Le pusieron como sobrenombre Garrocha, porque una mañana de febrero un hacendado lo ampayó en su feudo haciéndole masticar aire a su engreída yegüita, prometida de un garboso alazán de Umpay. Nadie pudo explicar cómo salió de la chacra de su dueño para acudir a la cita que casi le cuesta la vida si no huye a tiempo, pues la única puerta estaba con triple candado, y la pirca tenía dos varas y media de alto, sólo superable saltando con garrocha. ¡Un misterio por resolver! exclamaron en coro los curiosos presentes, recordando el grito de euforia de los seguidores del mago Harry Houdini, de moda en ese entonces.

Pronto conocieron sus hazañas amorosas los potreros y los caminos de herradura. ¡Garrocha a la vista! ¡Burros, caballos, mulas y arrieros, abran paso! gritaban los chacareros al verlo fiero, blandiendo su amenaza con largo rebuzno, presto a derribar la carga de las burritas en celo.

Usualmente trotaba socarrón, tras una maltoncita paseandera, en Chaquinani. Se le recuerda "como todo un caballero”, siempre pidiendo disculpas por “la pequeñez”. Aunque no faltaron algunos celosos, dueños de alfalfares, que ocultos tras una pirca arrojaban hualancas sobre su grupa y salían huyendo despavoridos para evitar la arremetida del herido.

Garrocha dominó a la perfección el "Arte de Amar", del poeta romano Publio Ovidio Nasón. Tierno y apasionado con las burritas durante el galanteo; ídem con las yegüitas chúcaras a quienes les dejó una mulita o un mulito de regalo por los favores concedidos, como buen garañón andino. 

Fuentes dignas de fiar afirman: "Sólo una vez fue llevado al Coso, penal de animales dañeros". Dicen que de nada sirvieron las explicaciones argumentando que no ingresó a potrero ajeno por hambre de pasto, sino por una inagotable sed de pasión. “Hace  frío, seguro ha querido entrar en calor con un mañanero de amor”,  agregó un caminante en su defensa, mas el dueño del potrero miró de reojo la virginidad perdida de su burrita doncella, y posando los ojos sobre Garrocha sentenció altanero con la frase universal: ¡Con la misma vara que mides, serás medido!, y acercándose con disimulo al acusado quiso hacer justicia con su bastón, pero recibió una coz que por un pelo no lo dejó estéril, cumpliéndose así la tercera ley de Newton: “Para toda acción existe una reacción igual y opuesta". 

Garrocha caminó al encierro con las orejas gachas y el corazón deshecho. Ya en el Coso fue condenado a un día de reclusión por ser su primer arresto, sin presagiar que esta breve pena abonaría en contra 25 años después, para no ser declarado patrimonio vivo, y deje sus huellas en el paseo de la fama, luciendo el preciado báculo dorado como hijo predilecto de Eros, y figurar en el libro de los récord Guinnes. ¡De Ripley! exclamarán los cultos ¡Un abuso! añadirán los defensores de los derechos équidos.

Como pena accesoria juntaron sus patas delanteras con una soga, pues su reputación como saltador de garrocha era de conocimiento comunal, y los muros de la prisión resultaban bajos para sus atributos de acróbata.

Su llegada al presidio inquietó sobremanera a las reclusas que aún no habían sido tocadas por su varita mágica. Ellas, recostadas en las paredes, levantaban sus colas y mirando a Garrocha con glaucos ojos le enviaban sonidos guturales invitándolo a divertirse un rato, mas permaneció imperturbable, pues su naturaleza era como de la mayoría de los cóndores y elefantes que se abstienen del goce carnal en cautiverio para que sus hijos no nazcan esclavos; y además, porque nunca se dejó seducir por burrita o yegüita alguna, ya que como seductor por antonomasia, sabía que aceptar la iniciativa femenil lo privaba de su condición de amo y señor de sus dominios, ubicándolo en la larga fila de los enamoraditos de media asta.

Pero, ¿Garrocha lloró en el coso?, fue la pregunta general en hana barrio. Ura barrio respondió en el acto: ¡Sí, y a mucha honra, porque hasta los burros lloran de impotencia por una vil condena!

Si bien es cierto que por imperio de la Ley, “Garrocha” aceptó que aten sus patas delanteras, varias versiones concuerdan que jamás consintió esta bajeza en libertad. Aquellos que lo intentaron sucumbieron ante la andanada de coces que recibieron. Con seguridad, “Garrocha” hubiera preferido que lo capen antes de quedar sin el movimiento de sus patas delanteras, tan necesarias a la hora del apareamiento. ¿Se imagina Ud., amable lector o lectora, a “Garrocha” caído de espaldas como una cucaracha con las patas delanteras amarradas, al perder el equilibrio en el primer intento de acoplamiento? ¡No!!!! ¿verdad?, hubiese sido el hazmerreir de los fisgones que copan estos acontecimientos callejeros, y su crédito como padrillo habría generado mil sospechas interesadas. Por eso es comprensible la negativa de " Garrocha" a ser atado de patas sin una orden judicial de por medio. Aceptar lo ponía en el cuerpo de un halcón con las garras recortadas frente a una vizcacha o, en el mejor de los casos, en el pellejo de un perro sin caninos, disputándose con sus congéneres bien cebados una perrita en celo.

Con el paso del tiempo "Garrocha" alcanzó celebridad como semental, siendo requerido para mejorar la raza pollina en los contrafuertes andinos y la franja costera. Muchos testimonios indican que todos los hijos que procreó a lo largo y ancho de su periplo carnal heredaron su estampa, ninguno salió parecido al vecino. Lo recuerdan abanicando sus erguidas orejas para apagar la chispa de anhelo que lo perturbaba.

Como premio a su esfuerzo, y no por envarado, fue llevado a un zoológico para ser exhibido, y además contribuir a la inseminación artificial en gran escala, sobre todo en los países con bajo índice de animales de carga con las características somáticas  de “Garrocha”.

Ya en la recta final de su carrera, a los 35 años de edad, cuando por méritos propios iba a ser declarado patrimonio vivo, fue expulsado del zoológico, pasando de héroe a villano, al haber sido hallado culpable de engendrar un hijo “medio rayado”, fruto híbrido del pecado al paso con una cebrita de ocasión, y obrar en autos un telegrama del registro de condenas, indicando que pasó un día como recluso primario en un penal para animales dañeros, según esgrimieron en su informe denegatorio dos asesores judiciales eunucos.
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Fuente: 

“El Juguete y Otros Cuentos” de NAB – Huari, mayo de 2009 


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