jueves, 2 de abril de 2015

SEMANA SANTA EN PISCOBAMBA - POR JUAN RODRÍGUEZ JARA (AEPA - MARISCAL LUZURIAGA)

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SEMANA SANTA EN PISCOBAMBA 

Por Juan Rodríguez Jara
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El Domingo de Ramos fiesta de gran regocijo para la ciudad cuando “Tayta Llamu” salía de la Capilla de Ramos a cinco cuadras de la Plaza de Armas cabalgado en uno de sus cinco pollinos preparado de antemano con la montura, adornados y los estribos con incrustaciones de plata, también lucía unas lágrimas o milagros de oro y/o plata obsequiados por sus devotos. Las  palmas traídas del lejano marañón lo vitoreaban a Jesús a su paso por las calles de la ciudad, iba flanqueado por sus mayordomos que aún siguen avivando la tradición católica en los pueblos de la Sierra Oriental de Ancash, en especial la Provincia de Mariscal Luzuriaga su capital la muy generosa ciudad de Piscobamba;  luego llegaría la Semana Santa.

Los católicos herederos de la religión traída por los españoles que sobrepusieron  a la religión quechua;  construyendo en muchos lugares edificaciones dedicadas a la religión sobre las iglesias o palacios de nuestros antepasados incas, dando origen a los grandes conventos e iglesias matrices, capillas y oratorios donde levantaron hermosos y costosos retablos y altares maravillosos para alabar a Dios e impactar a los feligreses;  demostrando el poder  de la Religión Católica y del conquistador.

Por esas cosas maravillosas de la vida, mi tierra Piscobamba, fue premiada con una iglesia matriz, imponente y única tal vez, que estaba al nivel de las catedrales del Cusco y en Ancash como la del distrito de Tauca en Pallasca, también construyeron un convento y varias iglesias o capillas como las Mercedes y Soledad. Más pudo el tiempo y la  indiferencia de los Ministros de Dios, de las autoridades y el pueblo en general la iglesia matriz con su convento a sus alrededores, se cayó por una simple gotera, más pudo la presión de la lluvia para destruir  la obra de los conquistadores sin que hagan algo alguien.

Mis antepasados aborígenes  y criollos que con sus manos encallecidas forjaron sus muros  para la posteridad, ahora para la semana santa no está ni en la memoria de los actuales creyentes, desaparecieron hasta de los recuerdos.  La campana de la antigua iglesia matriz, ya no llamará a la misa con  esos tañidos profundos cuyos ecos se multiplicaban en la zona;  ya quedan en el lejano recuerdo de algunos que por tradición recibieron, las actuales campanas parecen de mi vieja escuelita, así lo quiso Dios y ahora irán a orar al altar cambiado de nuestra herencia desaparecida.

Por eso la creencia de nuestros pueblos andinos se están desvaneciendo por falta de una cultura que no ha sido trasmitida convenientemente por los ascendientes, los valores para la vida no fueron modelados en el hogar; los actuales jóvenes la semana santa toman como vacaciones, para ir de juega en campamentos, de caminatas y de otras cosas más que distraen a la fe católica.

El jueves y viernes Santo en luto eran dedicados en exclusiva a Jesús en sus diferentes estaciones, servía para que el alma y la mente se entregue a Dios, se reflexione, juntaba con los familiares para concurrir a los diferentes ritos religiosos. Recordamos a nuestros padres que en Semana Santa guardaban su religiosidad con respeto, cariño y  confraternidad, disfrutando de grandes dulces servidas en todas  las mesas sin distingos de ninguna clase, concurrían en forma masiva a los actos religiosos, con devoción y verdadero recogimiento meditaban y sentían la bendición del señor.

Recuerdo aún chiquillo cuando vivía en la campiña de Tullubamba, frente al Apu Huancash en cuya cima está una capilla dedicada a la Cruz que tenía sus devotos encargados de ir a rezarle previa concurrencia masiva de los habitantes en la noche portando cada una velas “Alumbrantes” por el camino serpenteante avanzaban y se veía en forma maravillosa esta escenificación de la creencia cristiana, una vez congregados en la cima rezagaban aún el rosario en honor a Cristo.

Para esta actividad tradicional el mayordomo convocaba a los familiares y amigos creyentes con La debida anticipación, previa entrega de una porción de dulce de higo, calabaza, sidra o harina de trigo, el concurrente tenía que adquirir una velita para dure todo el recorrido y de ser factible para el regreso después del rezo nocturno.

Cerro de Huancash, testigo de mil plegarias a Dios.
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La procesión de semana Santa era inolvidable, adelante iba la cruz donde estuvo crucificado el Señor cargado por jóvenes del catecismo, luego la Virgen María que era cargado por las señoras, luego el Santo Sepulcro tallado  cargado por treinta o más personas por su peso, quien cargaba sería personado de sus pecados, los acompañantes llevaban velas encendidas y rezaban siguiendo al sacerdote o a quienes hacían sus veces, no importaba la lluvia pero la fe era primero y se tenía que salir de la iglesia y regresar después de recorrer la ciudad pase lo que pase.
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A estas horas se queman los cirios,
en las iglesías y andas del dolor
derramando lágrimas en su cuerpo.
Los afligidos también lloran
y los viajeros cargan su cruz.
Dios Crucificado con tu poder inmenso,
junta mis palabras en convencimiento;
para llenar de razones y entendimiento
a todos los cristianos de mi mundo.
Y comprendan porque a la cruz fuiste clavado

 
 

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