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JUAN JOSÉ ALVA VALVERDE (PEPE): EL TEMPLE CHIQUIANO DE SU OBRA LITERARIA
Por Armando Alvarado Balarezo (Nalo)
"Nalo, no me considero escritor, menos poeta, mis escritos son impulsos que mi alma intenta trasmitir a los paisanos. Palabras sencillas que fluyen del puquial espiritual de la Pachamama, cual mensajes de amor por Chiquián y su gente. Es una necesidad interior que brota de mi corazón telúrico...". Me dijo Pepe durante una tertulia nocturna al son de la banda de Mangas, en la Plaza Mayor de Chiquián.
Pepe,
como todos los escritores del Perú profundo, es una pluma vital que
nos permite comprender mejor el cotidiano vivir de nuestros pueblos, en
un mundo cada vez más cambiante y menos fraterno. Un ser humano de
mente clara y espíritu ingenioso, dueño de una obra literaria para
saborearlo línea a línea hasta altas horas de la madrugada. Sus jugosos
recuentos colmados de sentimientos que se multiplican de renglón en
renglón, hacen que las escenas del ayer pasen en tecnicolor por nuestra
mente ávida de recuerdos.
Es
autor de más de una centena de relatos que se nutren y afincan en la
descripción de su adolescencia en Chiquián, como expresión de la vida
diaria, y también como respuesta a las preguntas que el ser humano
se hace de su mundo interno cuando alborea el medio siglo, similar al
trinar hondo de las aves al asomar la mangada; coincidentemente, Pepe
nació la tarde de aguacero y viento sano del 1 de diciembre de 1954, abanicado
por los fraternos eucaliptos de Racrán, en el hogar de sus padres José
Estanislado y Justina.
En
cada relato, ricos en matices y ritmos, examina el pasado para abrir
senda hacia el futuro que se avecina, siempre poniendo el acento bruñido con ese
espíritu telúrico tan arraigado en el chiquiano migrante. Cada vez
enalteciendo más y más el amor a la querencia, el agradecimiento eterno a
nuestros mayores, el cariño por sus compañeros de aula del colegio “Coronel
Bolognesi”, por su amada palomita Esther y sus queridos retoños Juan,
José, Víctor y Ofelia Iraida.
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Siempre
hurgando en el sino de sus amados personajes, sabedor que los destinos
terrenales son fuentes inagotables de imágenes, ideas y argumentos que
claman por salir a la superficie a través de la pluma; así, cada
relato es un nuevo peldaño en el proceso de su talento narrativo, con
una riqueza de contenido tal, como multifacética es la percepción del
ser humano.
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El comunicador social Hernán Vladimiro Reyes Gamarra, se expresa así de su compañero de promoción:
“Su
intelecto y gran laboriosidad le permitían cumplir con todas las tareas
escolares y salir airoso en los pasos orales. Destacaba nítidamente en
el estudio, el deporte y la música chiquiana. Compartía con generosidad
sus conocimientos adquiridos, siempre presto a ayudarnos en los temas
más difíciles del programa académico. Pepito fue el alumno más
brillante del aula, el amigo de todos”.
Parafraseando las palabras que mi papá Armando expresaba feliz cada vez que terminaba de leer los relatos de Pepito, Acucho, "Z", Florencio, Jorge, Filomeno, Hugo, Vlady, Alberto, Rubén, Rosita, Melba, Oli, Anatolia, Pilar, Erasmo, Eduardo, Efrita, Pablo, Norka, Púncupa Surín, Anatolio, Vidal, Mario y otros escritores amigos, que mi hermano Felipe le llevaba los sábados, puedo decir: que este magnífico equipo es poseedor de un talento innato para la narrativa de pueblo, narrativa que atrae, conquista y cautiva a propios y extraños por su sencillez campechana. Un agradable recorrido por los caminos de la infancia y la adolescencia, con ese vigor expresivo del que ha zapateado a su antojo el achichualito y ha refrescado su pellejo con el shulay matinal en Rachán, Tulpajapana y Mishay.
Los personajes de Pepe respiran hondo en cada párrafo, captando palabra a palabra el ritmo cardíaco de la vida, porque no son detalles decorativos, sino urdimbre y trama del tejido existencial, revelando el espíritu fuerte del chiquiano de pura cepa, repasando los recuerdos con ternura y evocando a sus maestros y compañeros de aula con sensibilidad afectiva, eternamente inspirado en los más sagrados intereses andinos, fiel a su naturaleza, a su sentir, a su permanente palpitar de paisano querendón.
Seres humanos como Pepe, abren surcos imborrables en la memoria colectiva. Son los que asimilan pronto que los meses vuelan como el tinyaco más veloz, y que cada año que pasa se hace más difícil recorrer a paso de shulaco las sementeras y los potreros de Rumichaca, trepar de un solo intento las pircas de Yucyushtana y sortear las hualancas en Uyu sin lastimarse la carne.
La educación recibida en el seno familiar despertaron en Pepe ese alto sentido del deber cívico y espiritual que hace grande a los hombres de bien, tercamente aferrado a sus raíces, participando activamente para mantener intacto nuestros usos, costumbres y tradiciones, simpatizando con las personas sencillas y sus necesidades, lejos de la contemplación pasiva de la vida.
El 30 de agosto del 2010, Pepito recibió un galardón en Chiquián, que lo ubica entre los más preclaros narradores de Bolognesi. Un merecido premio en una justa literaria con excelentes plumas como Erasmo Trinidad Carrillo, Melba Bolarte Cerrate, Jorge Vásquez Veramendi, Mario Vargas de Cajacay, Rosa de Aquia, El Heraldo Cajacaino... Evento realizado gracias a la tarea gestora y promotora de Javier Vásquez Veramendi, quien merece sonoros aplausos bolognesinos.
Parafraseando las palabras que mi papá Armando expresaba feliz cada vez que terminaba de leer los relatos de Pepito, Acucho, "Z", Florencio, Jorge, Filomeno, Hugo, Vlady, Alberto, Rubén, Rosita, Melba, Oli, Anatolia, Pilar, Erasmo, Eduardo, Efrita, Pablo, Norka, Púncupa Surín, Anatolio, Vidal, Mario y otros escritores amigos, que mi hermano Felipe le llevaba los sábados, puedo decir: que este magnífico equipo es poseedor de un talento innato para la narrativa de pueblo, narrativa que atrae, conquista y cautiva a propios y extraños por su sencillez campechana. Un agradable recorrido por los caminos de la infancia y la adolescencia, con ese vigor expresivo del que ha zapateado a su antojo el achichualito y ha refrescado su pellejo con el shulay matinal en Rachán, Tulpajapana y Mishay.
Los personajes de Pepe respiran hondo en cada párrafo, captando palabra a palabra el ritmo cardíaco de la vida, porque no son detalles decorativos, sino urdimbre y trama del tejido existencial, revelando el espíritu fuerte del chiquiano de pura cepa, repasando los recuerdos con ternura y evocando a sus maestros y compañeros de aula con sensibilidad afectiva, eternamente inspirado en los más sagrados intereses andinos, fiel a su naturaleza, a su sentir, a su permanente palpitar de paisano querendón.
Seres humanos como Pepe, abren surcos imborrables en la memoria colectiva. Son los que asimilan pronto que los meses vuelan como el tinyaco más veloz, y que cada año que pasa se hace más difícil recorrer a paso de shulaco las sementeras y los potreros de Rumichaca, trepar de un solo intento las pircas de Yucyushtana y sortear las hualancas en Uyu sin lastimarse la carne.
La educación recibida en el seno familiar despertaron en Pepe ese alto sentido del deber cívico y espiritual que hace grande a los hombres de bien, tercamente aferrado a sus raíces, participando activamente para mantener intacto nuestros usos, costumbres y tradiciones, simpatizando con las personas sencillas y sus necesidades, lejos de la contemplación pasiva de la vida.
El 30 de agosto del 2010, Pepito recibió un galardón en Chiquián, que lo ubica entre los más preclaros narradores de Bolognesi. Un merecido premio en una justa literaria con excelentes plumas como Erasmo Trinidad Carrillo, Melba Bolarte Cerrate, Jorge Vásquez Veramendi, Mario Vargas de Cajacay, Rosa de Aquia, El Heraldo Cajacaino... Evento realizado gracias a la tarea gestora y promotora de Javier Vásquez Veramendi, quien merece sonoros aplausos bolognesinos.
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“Les
estoy narrando sobre los paisanos de mi generación, con quienes
compartí sueños y realidades en Chiquián. No
nos olviden..." parece decirles Pepe a las futuras generaciones de paisanos en cada línea de su obra escrita.
Hermano Pepe:
Continúa refrescando tu andar otoñal en el oasis del recuerdo. Ve cuando puedas a Chiquián y calma tu sed de añoranza desde Chasquitambo hasta Matarrajra, y cuando llegues a Caranca, abre tus brazos en Cruz como el madero fraterno de nuestra Iglesia Matriz, pues no hay nada más saludable para el corazón que los abrazos.
Y cuando vayas a Tulpajapana con tu palomita Esther, llévales trigo a los viejos yocyocos, y que coman de tu mano solidaria. No olvides llenar tus bolsillos con rococho y canchita, así el camino será más ligero y el calambre no intentará rozar tus callos.
Canta y toca tu guitarra con una moña rojiblanca en las clavijas, y deja que el lajtash juegue con el viento en las faldas de Cochapata, donde la buena vibra del apu Capillapunta descarga su energía sobre el kikuyo tierno, manto esmeralda que cobija el recuerdo de aquellos tórtolos que se juraron amor eterno bajo la cristalina cascada de Putu.
Deja que tu pluma vuele libre como los huinchus y los pichuichancas, para que la vida no pierda sus colores mágicos, y sigue paladeando esperanzas, saboreando suspiros y respondiendo al llamado de la Pachamama; solamente así, nunca se apagará el ninacuru que ilumina tu corazón de poeta bucólico.
.Hermano Pepe:
Continúa refrescando tu andar otoñal en el oasis del recuerdo. Ve cuando puedas a Chiquián y calma tu sed de añoranza desde Chasquitambo hasta Matarrajra, y cuando llegues a Caranca, abre tus brazos en Cruz como el madero fraterno de nuestra Iglesia Matriz, pues no hay nada más saludable para el corazón que los abrazos.
Y cuando vayas a Tulpajapana con tu palomita Esther, llévales trigo a los viejos yocyocos, y que coman de tu mano solidaria. No olvides llenar tus bolsillos con rococho y canchita, así el camino será más ligero y el calambre no intentará rozar tus callos.
Canta y toca tu guitarra con una moña rojiblanca en las clavijas, y deja que el lajtash juegue con el viento en las faldas de Cochapata, donde la buena vibra del apu Capillapunta descarga su energía sobre el kikuyo tierno, manto esmeralda que cobija el recuerdo de aquellos tórtolos que se juraron amor eterno bajo la cristalina cascada de Putu.
Deja que tu pluma vuele libre como los huinchus y los pichuichancas, para que la vida no pierda sus colores mágicos, y sigue paladeando esperanzas, saboreando suspiros y respondiendo al llamado de la Pachamama; solamente así, nunca se apagará el ninacuru que ilumina tu corazón de poeta bucólico.
AMIGO PEPE ALVA VALVERDE
A
nombre de la familia chiquiana Alvarado Balarezo, muchas gracias por
abrigarnos con el poncho del pasado hermoso que flamea
como llama votiva en nuestros corazones. Que Dios te bendiga hoy y
siempre.
Nalo Alvarado Balarezo
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PARTE DE LA OBRA DE PEPE ALVA VALVERDE
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TRISTAN - POR JUAN JOSÉ ALVA VALVERDE (PEPE)
http://nalochiquian.blogspot.com/2009/10/la-nina-del-abrigo-rojo-por-juan-jose.html
http://naloalvaradochiquian.blogspot.com/2010/08/confesiones-de-un-ex-ruminahui-por-juan.html
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