martes, 2 de febrero de 2021

FEBRERO DE MAMA KANCHI - POR ELMER NEYRA VALVERDE (PISCOBAMBA)

 



 
 
FEBRERO DE MAMA KANCHI
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Elmer Neyra Valverde
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Un mes fiestero

El mes de febrero tiene características especiales. Dos modalidades de presentación, una con 28 días los años comunes y la otra, con 29 días, en los años bisiestos. En este mes en algunos años se celebran los carnavales, una fiesta arraigada en Occidente. En el Perú tiene matices especiales. Juntándose con las fiestas que festejan el ichikpoqoy, en los Andes, es una fiesta variopinta y alegre, bullanguera, desbordante, a veces colinda con el exceso.

Los carnavales, sobre todo en Lima es una demasía, donde las pandillas atentan contra los derechos mínimos de los viandantes, por propinar baldazos de agua lo acorralan y cometen faltas o delitos contra la libertad personal, contra el cuerpo y la salud. Atacan a mansalva a cualquier caminante y hacen elemento propiciatorio de sus desmanes ‘lúdicos’. Sobre esto debe precaverse, con ordenanzas y bandos prohibiendo ciertas actitudes nocivas ya señaladas. Nadie prohíbe que entre conocidos, en su barrio elemental de las cuatro manzanas, se explayen hasta el hartazgo, sin daños físicos ni forzar al “juego” ni al conocido. La libre, plena y voluntaria participación de cada quien, ha de ser un señal de convivencia.


El remojón de agua en todos los lados
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Virgen de la Candelaria

Se celebra la fiesta de la Candelaria, cuya capital internacional en América es Puno, con celebraciones que incluyen 18 jornadas de concursos, desfiles, pasacalles y procesiones. Batallones absortos de turistas que huyen del marasmo civilizatorio y consiguen una transfusión vivificante y espiritual de una alegría franca y expansiva. El garbo de la “Diablada”, en honor a los manes del socavón y residuo lejano de Ahrimán, el espíritu del mal forjado en la vieja Persia, preside esta larga y metafórica celebración de luces y melodía de metales.


La Virgen de la Candelaria arraigada en Puno
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¿Para qué disputarse la “nacionalidad” de esta danza? Solamente tener presente que esta inecuación la resuelve la cultura popular. Pues, las fiestas altoandinas y populares no reconocen los límites impuestos por demarcaciones políticas. La “Morenada” es el eco suave de los huellas de los negros, desarraigadosde los bosques africanos e incrustados como pálidas cruces en los meandros de las altas montañas de metal y veneno. Sea Potosí la desventurada y bullente ciudad del coloniaje o, Puno: hito peruanísimo mirando las mágicas aguas del Tsitisi-qaqa, que no es sino el roquedal de la nutria, son el reino efímero de diablos y diablesas, lujuria de lentejuelas y baluarte de energía y pujanza…

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Las diabladas: danzas del altiplano
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Los instrumentos aerófonos, forjados en marcha de milenios, hurtando el murmullo de las pacchas y el lenguaje de los vientos, hacen su presencia a través de lossikus, de pincullos. La gallarda caja o tinya cuyos ecos se tiñen de azul y sol,y retumban como quejas de ánimas en procesión. El paso arrobador de la Virgen de la Candelaria enciende una llamarada de fe que arrincona el frío de la altura y nos recuerda la fuga del Niño y su sencilla familia por Egipto, ante el edicto herodiano de mutilar la vida de un milagro.


La épica e incansable morenada
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Vilcabamba luzuriaguina

También en Vilcabamba, comunidad enhiesta y viril de la Sierra Oriental de Ancash, en la provincia de Mariscal Luzuriaga, se festeja a esta Virgen, llegada en galeones hambrientos y varada entre los zarzales de una población trasandina. “Los negritos”con su matraca que desafía el trueno o el rumor de los temblores, con su caporal, celador de los esclavos que trabajaban en las encomiendas y repartimientos de los siglos XVI y XVII. Según opinión de entendidos agradecen los intentos de liberación ensayados por Túpac Amaru, San Martín y Bolívar; finalmente, culminados por Castilla y Marquesado, a cambio de las rentas del guano. El negrero nunca pierde, ni ayer ni hoy.

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Chimaychi: los soneros del Ande (Vilcabamba)
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Camiones, llenos de avíos y buses repletos de fiesteros rugen por el desfiladero de Llanganuco, anunciando la fiesta andina de Mama Kanchi, van a bañares en los clamores del chimaychi, moldeado por las quenas andinas de Vilcabamba. Comida adobada de carne, rocoto, papa, platillos de tauri y cancha con su retacillos de chalona invitan al paladar a una fruición esperada. La amplia degustación sigue con el riego fluvial de la chicha o de la cerveza; esta se guarece en quioscos logreros y aturde los matices de la identidad.
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Delicioso manjar de los Andes: Tawri