RECUERDOS
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CELIA ALVARADO DE BOLARTE
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Por Leonidas Bolarte Pardavé
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La
madrugada del 25 de noviembre de 1931, el cielo chiquiano vio brillar
una estrellita en el cálido hogar de los esposos Felipe Alvarado Garro y
Victoria Montoro Ramírez, a quien pusieron por nombre: Celia. Su papá
le decía de cariño "waltu waita", hasta su fallecimiento en 1945.
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A
los pocos años Chela, así la llamamos sus familiares y amigos, se
convirtió en una hermosa adolescente, por quien los jóvenes chiquianos
suspirábamos en coro. Ella estudió la primaria en la Escuela Elemental
de Mujeres. Sus maestras fueron las damas Emiliana Valenzuela de
Cerrate, Delia Luna, Libia Olivera de Barrenechea y Carmen Arévalo
Olave. Sus compañeras siempre la recuerdan como una excelente amiga y
alumna estudiosa.
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Culminado
sus estudios primarios, su mamá Victoria la matriculó en el colegio
Unión (Ñaña – Lima), en 1947. Esta institución cristiana moldeó su
personalidad responsable y pujante que le valió para desempeñarse, pese a
sus cortos años, como Monitora en el Internado de Señoritas. Su activa
labor como alumna la convirtió en una de las impulsoras de la revista
“El Eco del Colegio" e integrante del Coro Polifónico. En 1951 culminó
sus estudios secundarios con notas sobresalientes.
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A
los pocos meses de su egreso, celebramos nuestro matrimonio, y con el
tiempo llegó nuestra primogénita Gladys Victoria. Años después vino al
mundo Vilma Celia, quien de muy jovencita acudió al llamado del Señor,
cuando radicábamos en los Estados Unidos. En 1957 nació nuestra tercera
hija: Sonia Elisa.
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Después
de laborar unos años en el colegio Unión (hoy universidad), trabajó
como Directora del Internado de Señoritas del colegio adventista del
Altiplano (Juliaca - Puno). Al cabo de un año fue premiada para ocupar
la plaza de Directora del Internado de Señoritas del colegio de
Cochabamba - Bolivia. En 1961 viajó a Argentina para trabajar en el
colegio adventista del Plata, donde se especializó como Instructora
Bíblica. En 1962 retornó a Bolivia como Directora del Internado, y en1963
regresó a su Alma Mater (Colegio Unión) para desempeñar el cargo de
Directora del Internado de Señoritas, labor que realizó durante tres
años.
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El
11 de enero de 1966 emigré con Chela y mis tres hijas a los Estados
Unidos de América. Al cabo de duros años de aprendizaje, culminó sus
estudios superiores en la Southern Adventist University, graduándose
como Enfermera en 1969. Sin duda, un logro muy importante para una
hispana en esos difíciles años, hecho que nos llenó de orgullo y
esperanza por un futuro mejor para la familia. Desde aquel entonces
laboró por más de 30 años como Jefa de Piso en el Tennessee Christian
Medical Center. Actualmente gozamos nuestra jubilación en compañía de
nuestras dos hijas, seis nietos, doce bisnietos y dos tataranietos.
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Queridos
familiares, hoy mi amada Chela cumple 75 noviembres y llevamos 56 años
viviendo juntos. Ella deleita mis tardes libres tocando el piano como
una concertista de primera, teje abrigadoras prendas para que la
familia soporte el crudo invierno americano, cocina exquisitos platos
peruanos y le gusta pintar todo lo bello que la naturaleza nos da
diariamente, además de brindarle sus cuidados y todo su amor a nuestra
numerosa familia…, qué más puedo pedirle a la vida, sino agradecer a
Cristo por haberme dado la mejor esposa del mundo.
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TN, 25 NOV 2009
Mi
tío Pepe Bolarte, autor de la nota, acudió al llamado de Dios el
domingo 10 de mayo de 2015, a los 89 años de edad, en Nashville, TN USA.
Mi tía Chela, hermana de mi papá, celebra hoy domingo 25 de noviembre de 2019
en Nashville, 88 años de vida.
Nalo
FELIZ CUMPLEAÑOS TÍA CHELITA
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IMÁGENES DEL RECUERDO
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CHIQUIÁN:
Cielo azul
30 de agosto en soledad,
con el ala rota una vez más,
horizonte incierto, cielo azul,
fuegos artificiales, Salva fugaz,
vuelve la noche, con su negro tul.
Toca la banda, hasta el amanecer,
por las callecitas del viejo hogar;
horizonte incierto, cielo azul,
ausencia triste, lejana estás,
sueño distante, coplas de ayer.
Tardecita fría, de paisaje gris,
ya mi alma mira desde el dintel;
en nocturno cielo, la quena llora,
y junto a ella, una guitarra implora
porque un corazón, dejó de latir.
Nalo AB - 15651
con el ala rota una vez más,
horizonte incierto, cielo azul,
fuegos artificiales, Salva fugaz,
vuelve la noche, con su negro tul.
Toca la banda, hasta el amanecer,
por las callecitas del viejo hogar;
horizonte incierto, cielo azul,
ausencia triste, lejana estás,
sueño distante, coplas de ayer.
Tardecita fría, de paisaje gris,
ya mi alma mira desde el dintel;
en nocturno cielo, la quena llora,
y junto a ella, una guitarra implora
porque un corazón, dejó de latir.
Nalo AB - 15651
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PASAJERO DEL TIEMPO
Por Armando Alvarado Balarezo (Nalo)
Bajo los párpados para soñar despierto, y sobrevuelo Chiquián con el pensamiento...
Busco por todos lados, mas no encuentro a mis amigos. Unos están en el cielo, otros en el mundo esparcidos. En el jirón Leoncio Prado la oscuridad rasga mi pecho, pues muchos vecinos se han ido, y por más que en los rostros de sus hijos se reflejan, no late ese sentimiento telúrico tan arraigado en los viejos, y me siento forastero en mi propia tierra.
Busco por todos lados, mas no encuentro a mis amigos. Unos están en el cielo, otros en el mundo esparcidos. En el jirón Leoncio Prado la oscuridad rasga mi pecho, pues muchos vecinos se han ido, y por más que en los rostros de sus hijos se reflejan, no late ese sentimiento telúrico tan arraigado en los viejos, y me siento forastero en mi propia tierra.
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En este agonizante mutismo de un barrio otrora alegre,
el llanto se esconde en mis pupilas con un rayo de luz que me invita un
acre trago de nostalgia. Fantasía gris de un tiempo que se va haciendo
ceniza; no sé si fatigado por el paso de los años, o curvado por el peso
de los sueños truncos en un batir de alas agoniza, como los ojos que perdieron
la facultad de llorar, como los labios secos que se olvidaron de besar,
como las manos cuajadas de venas moradas, como una laguna congelada en
mil sollozos, como un cortejo de almas penitentes en un viernes cansado de vivir,
como aquella golondrina de verano que se marchó para no volver, o el
presagio que envuelto en un gemido adivina que muy pronto será la
rígida manecilla de un reloj fenecido.
Ya es medianoche, y veo
pasar por la acera a un viejo vecino con su poncho de neblina. Va
murmurando sobre el paso del tiempo que en la noche esconde sus horas
vacías. Entonces vienen a mi mente los versos
que buscan tierra de sepulcro en un paraíso de torcazas hartas de volar,
y barquitos de maguey anclados a la vera de Maraurán, aguardando a sus
capitanes que descansan en paz.
En el rostro del vecino querido veo incontables surcos que el arado de la vida ha labrado. Tiene la mirada con nubes nacaradas que flotan donde duermen sus recuerdos. Sólo atino a contemplarlo a través de dos lágrimas que ruedan para regar la tierra generosa de mis viejos.
En el rostro del vecino querido veo incontables surcos que el arado de la vida ha labrado. Tiene la mirada con nubes nacaradas que flotan donde duermen sus recuerdos. Sólo atino a contemplarlo a través de dos lágrimas que ruedan para regar la tierra generosa de mis viejos.
Ya está amaciendo, y el anciano
sigue andando empujado por el viento para nunca más volver, como avanza
el tiempo sin retroceder, mientras las sombras aguardan con sus brazos
de hielo.
No sé qué es lo que lo sostiene en pie, mas lo contemplo en silencio y llegan a mi memoria aquellos pilares de carne, pellejo y huesos que sustentaron mi barrio de Jircán colmado de Yerupajá, tardes de toros al son de la banda y trotes de caballos en el empedrado, aquellos cascos, que así como labran caminos, también se detienen para siempre.
No sé qué es lo que lo sostiene en pie, mas lo contemplo en silencio y llegan a mi memoria aquellos pilares de carne, pellejo y huesos que sustentaron mi barrio de Jircán colmado de Yerupajá, tardes de toros al son de la banda y trotes de caballos en el empedrado, aquellos cascos, que así como labran caminos, también se detienen para siempre.
No escucho risas, golpes de canga ni huaynos en el
vecindario, sólo un pichuichanca invidente que no sabe de sol, de luna
ni de estrellas, trina en el alero un canto de esperanza, hurgando un
poco más de tiempo, como las hilachas de la memoria colectiva que el
tiempo desovilla a falta de una rueca que las hile hasta convertirlas en
poncho, en cuya trama nadie falte ni sobre.
Son las 6 de la
mañana, me persigno e ingreso a casa. En mi pequeña biblioteca reviso
mis viejos cuadernos, y en sus hojas pálidas de años y lejanía, dejo mis
lágrimas otoñales recordando a mis vecinos y amigos. Junto a los
cuadernos, en un candelabro lleno de gotas endurecidas de dos cirios
consumidos, reposan los recuerdos de largas horas de angustia de mi
madre por el esposo viajero.
De pronto asoman como aves temporarias las palabras de mi viejo amigo Panchito Gonzáles, que vienen desde Marián, HUARAZ:
"Nacer o morir, ¿Un mismo significado?.. morir y nacer, interrogante
sin respuesta. ¿La partida será el encuentro? ¡He ahí el misterio de la
vida¡... el palpitar se detiene y las arterias son caminos desiertos...
el soplo ha desaparecido. Y así, una y otra vez la Fábula de Higinio:
“La tierra pide lo que es suyo y el alma al infinito, va en pos de una
nueva creación". Sí, ayer llegó el final; la razón y el sentimiento en
su lucha tenaz no llegaron a ningún acuerdo, pero triunfó el corazón:..
“Hay que llorar por los seres que se alejan de nuestro lado para
siempre, pues son nuestra razón de existir, amor de amores, pena de
penas, se diluye en un segundo y todo se acaba”.
Abro los ojos; y aquí, en el cementerio de Chiquián, yace un viejo poema cubierto de pétalos blancos...
Tulpajapana, 02 NOV 2003
Abro los ojos; y aquí, en el cementerio de Chiquián, yace un viejo poema cubierto de pétalos blancos...
Tulpajapana, 02 NOV 2003
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NO PREGUNTES POR QUIÉN DOBLAN LAS CAMPANAS;
DOBLAN POR TI Y POR MÍ
Armando Alvarado Balarezo (Nalo)
“Curiosa es nuestra situación de hijos de la Tierra. Estamos por una breve visita y no sabemos con qué fin, aunque a veces creemos presentirlo. Ante la vida cotidiana no es necesario reflexionar demasiado: estamos para los demás. Ante todo para aquellos de cuya sonrisa y bienestar depende nuestra felicidad; pero también para tantos desconocidos a cuyo destino nos vincula una simpatía”. Albert Einstein (Mi visión del mundo)
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La
mañana del martes 17 de octubre de 1961, me encontraba cogiendo agua
en el pilón del barrio poco antes de asistir a la escuelita 378 de
Quihuillán, donde cursaba el 4to. de Primaria; de pronto, en
circunstancias que convergían en la esquina los señores Manuel Roque
Dextre y Teófilo Salas Rivera, doblaron las campanas de la iglesia
matriz de Chiquián, anunciando un deceso, motivando que mi cuerpo se escarapele,
pues los camiones de mi padre y el de su compadre Segundo Robles
Valverde, que debieron llegar de madrugada, no asomaban por la ceja de
Caranca. Don Teófilo preguntó:
- ¿Por quién doblarán las campanas, Manuelito?
- Doblan por ti y por mí, hermano del alma. Le contestó compungido.
Don Manuel, persona muy instruida, otrora presidente de la Federación de Estudiantes del Perú, y reconocido poeta, al notar que su respuesta inquietó sobremanera a don Teófilo, le comentó, que los versos “No preguntes por quién doblan las campanas; doblan por ti” corresponden al fragmento “POR QUIÉN DOBLAN LAS CAMPANAS” del poeta inglés John Donne (1572 / 1631), fragmento que tres siglos después inspiró la novela del mismo nombre, del escritor americano Ernest Hemingway (1899/ 1961), fruto de sus experiencias como corresponsal en la guerra civil española.
- ¿Por quién doblarán las campanas, Manuelito?
- Doblan por ti y por mí, hermano del alma. Le contestó compungido.
Don Manuel, persona muy instruida, otrora presidente de la Federación de Estudiantes del Perú, y reconocido poeta, al notar que su respuesta inquietó sobremanera a don Teófilo, le comentó, que los versos “No preguntes por quién doblan las campanas; doblan por ti” corresponden al fragmento “POR QUIÉN DOBLAN LAS CAMPANAS” del poeta inglés John Donne (1572 / 1631), fragmento que tres siglos después inspiró la novela del mismo nombre, del escritor americano Ernest Hemingway (1899/ 1961), fruto de sus experiencias como corresponsal en la guerra civil española.
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Dicha novela empieza así:
“Si el mar se lleva una porción de tierra, toda Europa queda disminuida, como si se tratara de un legendario monte, o de la casa solariega de uno de tus amigos o la tuya propia. Ninguna persona es una isla; la muerte de cualquiera me afecta porque me encuentro unido a toda la humanidad; por eso, nunca preguntes por quién doblan las campanas; doblan por ti”. John Donne.
“Si el mar se lleva una porción de tierra, toda Europa queda disminuida, como si se tratara de un legendario monte, o de la casa solariega de uno de tus amigos o la tuya propia. Ninguna persona es una isla; la muerte de cualquiera me afecta porque me encuentro unido a toda la humanidad; por eso, nunca preguntes por quién doblan las campanas; doblan por ti”. John Donne.
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Esquina chiquiana, escenario de la experiencia de vida
Doña María Gamarra de Calderón, quien retornaba del mercado de abastos, acercándose a los dos señores, les comunicó muy apenada:
- Mañuquito, Tiuchito, ha muerto nuestro amigo Shaprita.
Oír el sobrenombre, tantas veces escuchado en Chiquián y los pueblos aledaños, hizo llaga en mi alma para siempre, al interpretar en carne viva el mensaje del poeta metafísico John Donne, pues mi querido amigo Manuel Ñato Allauca partió antes de tiempo. Ser humano muy laborioso fue Shaprita, cuyo aporte era de suma importancia para el pueblo, sobre todo su fraterno afán de fecunda generosidad con los turistas, las amas de casa y los niños que lo teníamos como valioso ejemplo de vida. Dos horas después arribaron mi padre y su compadre Segundo, se habían quedado varados cerca del puente Mellizo (Mayorarca), por la rotura del eje delantero de un camión minero, en una angosta pendiente. Al día siguiente, miércoles 18 de octubre de 1961, el pueblo chiquiano decretó tarde no laborable para acompañar al paisano querido hasta su última morada, al compás de la Marcha Fúnebre de Morán, entonada por la banda de músicos de la solidaria familia Aldave Montoro. Ese día, hasta los niños vestimos de luto.
Por
éso y por mucho más, cada vez que muere un ser vivo, sé que algo de mí se
desprende, y así será hasta el final de mis días, porque gracias a dicha
experiencia aprendí que soy parte indisoluble de las obras de Dios,
nuestro Creador: la Naturaleza y el Cosmos. Nadie, como bien lo señala
John Donne, es una isla; por tanto, ningún ser humano merece vivir ni
morir aislado. Al respecto, el poeta español Antonio Machado, nos dice: “A menudo el sepulcro encierra, sin saberlo, dos corazones en un mismo ataúd”,
de ahí que el lugar mas cálido para el reposo sea el corazón humano,
porque en el recuerdo y la esperanza anida el misterio de la eternidad,
tal como reza el proverbio de Facundo Cabral: “No
perdiste a nadie: el que murió, simplemente se nos adelantó, porque
para allá vamos todos. Además lo mejor de él, el amor, sigue en tu
corazón”, sin olvidar en cada momento del día las palabras de Jesús: "Yo soy la resurección, y la vida. Aquel que crea en Mí, aunque muera, vivirá."
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En
estos últimos días han fallecido diez paisanos bolognesinos de gran
valía. Hace un año, el 10 de febrero emprendió el Gran vuelo en Lima el
escritor Luzuriaguino Guido Vidal Rodríguez, y al día siguiente 11 como hoy, también falleció en Lima, uno de mis amigos más amados, Hugo Nicanor Vilca del Castillo,
nacido en Huari. Tengo la certeza de que por dichas pérdidas doblaron
las campanas en Bolognesi, Mariscal Luzuriaga y Huari, como expresión de
luto colectivo que mantienen y mantendrán eternamente nuestros pueblos
fraternos, por más lejos que sus hijos pierdan la vida.
Desde los albores de la Humanidad todas las puertas del mundo han sido tocadas por el ala de la muerte, para las que se construyan ahora y después, es cuestión de tiempo solamente. Al respecto, cuentan que: “Un monje tenía siempre una taza de té al lado de su cama. Por la noche, antes de acostarse, la ponía boca abajo y, por la mañana, le daba la vuelta. Cuando un novicio le preguntó perplejo acerca de esa costumbre, el monje explicó que cada noche vaciaba simbólicamente la taza de la vida, como signo de aceptación de su propia mortalidad. El ritual le recordaba que aquel día había hecho cuanto debía y que, por tanto, estaba preparado en el caso de que le sorprendiera la muerte. Y cada mañana ponía la taza boca arriba para aceptar el obsequio de un nuevo día. El monje vivía la vida día a día, reconociendo cada amanecer que constituía un regalo maravilloso, pero también estaba preparado para abandonar esté mundo al final de cada jornada”. Estas y otras reflexiones que navegan en la Internet me inspiraron a escribir la hilachita:
Desde los albores de la Humanidad todas las puertas del mundo han sido tocadas por el ala de la muerte, para las que se construyan ahora y después, es cuestión de tiempo solamente. Al respecto, cuentan que: “Un monje tenía siempre una taza de té al lado de su cama. Por la noche, antes de acostarse, la ponía boca abajo y, por la mañana, le daba la vuelta. Cuando un novicio le preguntó perplejo acerca de esa costumbre, el monje explicó que cada noche vaciaba simbólicamente la taza de la vida, como signo de aceptación de su propia mortalidad. El ritual le recordaba que aquel día había hecho cuanto debía y que, por tanto, estaba preparado en el caso de que le sorprendiera la muerte. Y cada mañana ponía la taza boca arriba para aceptar el obsequio de un nuevo día. El monje vivía la vida día a día, reconociendo cada amanecer que constituía un regalo maravilloso, pero también estaba preparado para abandonar esté mundo al final de cada jornada”. Estas y otras reflexiones que navegan en la Internet me inspiraron a escribir la hilachita:
EN CUALQUIER MOMENTO
La puerta de la vida se cierra, la sangre detiene su curso y el alma vuela como hoja quebradiza en el éter. Abajo los cardos siguen floreciendo en la redondez del mundo.
Todo acaba tras el último aliento, sólo lágrimas de congoja y plegarias a Dios corren en pos de la Resurrección.
Después quedan los recuerdos, y poco a poco el viento del olvido va borrando del mapa el único camino que no conduce a Roma, sino a la tumba.
Ignoro quién sobrevivirá y quién será el ausente en aquel momento. ¿Lo sabes tú?.
Mientras tanto, ama, reza y goza la vida segundo a segundo, por ventura
divina.
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Confieso,
no me ha sido fácil aceptar la muerte de mis seres queridos:
abuelitos, mamá, papá, tíos, primos, sobrinos, maestros, compañeros de
estudio, trabajo y de ocio, coterráneos y entrañables amigos. Solamente
el honrar su recuerdo, compartir experiencias similares con fe y
esperanza, entender que empezamos a morir desde que nacemos y dejar
brotar las emociones contenidas, han hecho que no sea el muerto en vida
del poema de Becquer, sino que viva cada día como si fuera el último,
apreciando segundo a segundo lo bella que es la existencia terrena, en
armonía plena con la creación del Altísimo.
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En casos muy dolorosos un abrazo a tiempo es mejor que mil palabras, sin perder de vista el mensaje de San Agustín: "Cuando
tenga que dejarte por un corto tiempo, por favor, no te entristezcas,
ni derrames lágrimas, ni te abraces a tu pena a través de los años. Por
el contrario, empieza de nuevo con valentía y con una sonrisa por mi
memoria y en mi nombre y haz todas las cosas igual que antes, no
alimentes tu soledad con días vacíos sino llena cada hora de manera
útil. Yo estaré cerca de ti y nunca tengas miedo de morir porque yo
estaré esperándote en el cielo".
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Chiquián, una vez más la banca vacía...