miércoles, 6 de mayo de 2020

EVITO ALVA IBARRA: EN EL OCTAVO ANIVERSARIO DE SU SENSIBLE PARTIDA

 
 
 
 
Jesús dijo: "Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá. Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente" (Juan 11:25-26).
 
 
 
 
Cordillera Huayhuash
 
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CHIQUIÁN EN EL RECUERDO
 
Por Nalo Alvarado Balarezo
 
Nuestra querencia no es solamente el paisaje y la gente que habita su suelo. En mi caso, quizá porque no nací en Jircán, pero sí mis raíces, me fue fácil asimilar de adolescente, que CHIQUIÁN es mucho más que ese binomio mágico: también es su sed, su hambre, su risa, sus sueños, sus luchas por el desarrollo, su canto, su llanto, sus muertos... 
 

No es la laguna Sequiancocha que se secó de repente, y con el tiempo se hizo parcela habitable; es también Pisanamaría y su escoba, Matara y su ccantuhuayta, Cuspón y doña Licuna, el Turumanya del maestro Rubén; es Obraje y el barbudo Andrés, Carcas y su tarde taurina de agosto, Cutacarcas con sus vacas lecheras de pelo y medio.  
 
 
 
 
Chiquián no termina en Caranca ni en Jaracoto, tampoco en Gilta, menos en Cruz del Olvido; Chiquián es el viento de Rumichaca al caer la tarde soñolienta, la mangada que viene de Florida, Ninán y Cucuna, sus caminos que serpean junto a la cascada que cae y al arroyo que pasa riendo; es el rayo, el relámpago y el trueno avisándonos que sobre todas las cosas está DIOS.
 
 
 
 
Chiquián es nuestra generosa laguna de Conococha que calma la sed del Callejón de Huaylas. Son las manos alfareras que aplauden las obras de bien de sus hijos y las que imploran por el hijo pródigo que no retorna; es la chicha en cuntu, el chinguirito caliente, el restallante rococho que mitiga el hambre, la añoranza que espera insomne.
 
 
 
 
Chiquián es la herida que no cierra con aguja de arriero ni con hilo de penca; es el arpa de la noche que trina lamentos y juramentos; es la jaratanta que le gana la batalla a la solitaria en una noche estrellada.
 
 
 
 
Chiquián es la lahuita con garancho que distrae a los estómagos flacos, la llunca que hace más robustos a los chiuchis de Pacra y el pojti solidario después de un velorio; es el chucarito de Cuspón, el tocos de Macpún, el api y la huatia de Fragua, la cachisada con papita arenosa de Huacacorral y su porción de tulpu con su toque de ají de Racrán.
 
 
 
 
Chiquián es el gueli y el rantín; es el amanecer perfumado de shulay; es la alforja, la talega y el apachico de ilusiones; es la campana que dobla por el amigo que surca el éter una tarde de chirapa.
 
 
 
 
Chiquián es el runchus y la rashta en la Pampa de Lampas donde la helada muerde el pellejo a su antojo; también el ichu que silba huaynos chiquianos en Romatambo al compás del bombito de Antonio Padua Toro. 
 
 
 
 
Chiquián es fiesta del alma campechana que une a propios y extraños, con sus callecitas angostas y las raídas puertas de aliso que aguardan al paisano errante, bajo el chueco umbral.
 
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Chiquián es la infancia que no se quiere ir del corazón y la nueva hornada que llega crocante a reemplazarla. Es la joroba que asoma a paso lento con su bastón de otoño; es el raudo volar de la primavera y el andar cansino del ratash invierno. Es el trinar de la guitarra una noche de luna en el zaguán de una esquiva chacuita.
 
 
 
 
Chiquián es la racuana, el caishi y el arado, el poncho y el jacu, el sucu y el tucumán que abriga al cachiputu; es el llanque, los callos y los pies cuarteados por la helada que baja gateando de Tucu.
 
 
 
 
Chiquián es el aroma y el trino de Parientana, el chuluc y el ninacuru de Tulpajapana, el tinyaco y el shulaco de Shulu, el dulce muchqui de Mishay, la linda verbenita cabalgando a pelo por los caminos de herradura tras las huellas de Luis Pardo; Chiquián es la tarola de Zapallito anunciando el inicio de la fiesta deportiva, tradicional o costumbrista; Chiquián es ACUNOY; Chiquián es el beso bolado de Muñequita, y la sonrisa de choclito recién despancado de las chumajla chinas; Chiquián es el ¡HOLA SHAY! franco y campechano de Shaprita; Chiquián es el verbo señero del Indio Peruano; Chiquián es el libro "30 de agosto en el pueblo de Chiquián", de mi compadre Hugo Tarugo; Chiquián renace en los videos del dilecto cineasta Hualín de Fragua, de Chamorrito y Orito, en los libros de tío Alicho y sus amigos de pluma dulce, y en la voz de doña Anatolia, declamando "Espejito del cielo", en la voz de Cindy, Marife Lorena, Melky... renace en las imágenes de JEPE, de Alex y de Marquito; Chiquián es el violín de tío Eleodoro, la sordina de Arturo, el arpa de Conejo, de Anacleto y de Pilatos; Chiquián es la voz potente de Bellota, de Huayco y Oshvita, el verso nostálgico de Cañita, de Puco, de Carlitos, de don Alejandro, de don Genebroso, de Huayco y Herberto; Chiquián es la sacrosanta tierra de RACH y de los hermanos Churchill; Chiquián es Luis Pardo, Eugenio, Alberto, Alfonso, Vidal, Rubén, Mario... Chiquián es Filomeno y su vasta y rica obra histórica y vivencial; Chiquián es la ventana de la ciencia de Acuchito; Chiquián es el capote de Muchqui, de Marzano, de Lapicho, de Ushuncu, de Quishu, de Moichi, del Trucha; Chiquián es el adoquín de Cholito Nava y los palitos de trigo de don Pascual; Chiquián es el valeroso FEDIP de Tito; Chiquián es la comunidad campesina de  Absalón, Pedro, Juan, Félix, Arcadio, Pascual y Abilio; Chiquián es Santa Rosa, el Chiquiano, Escarchita de la puna, la Liebre, Landauro y la góndola de Keclin; Chiquián es Rupa, Iván, Tocho y Willy, mis hermanos del veneciano  Jupash; Chiquián es el liderazgo institucional de Mapi, Dorita y Lali; Chiquián es el museo de don Arturo; Chiquián es el don de enseñar del maestro bolognesino; Chiquián es don Julián y los santos varones de Viernes Santo; Chiquián es Tía Dolorita y su academia preparatoria para la Primaria; Chiquián es don Mario y los próceres de la Independencia que nacieron en nuestro suelo; Chiquián es don Cástulo y la fe por San Panchito; Chiquián es la casaca de cuero pispado de Cholito Corazón; Chiquián es la polaina de Luclish; Chiquián es Lolito y su devoción por Santa Rosita, es el Cholo Chiquiano y sus solidarios responsos funerarios; Chiquián es mi amigo Hernán y tío Pablito; Chiquián es la quica de Papaseca y el taponazo de Gudbi; Chiquián es el arco invatible de Blakaman, Iuchi, Macollado e Iván; Chiquián es la caballerosidad de don Pablito, de don Ernesto, de don Belicho, de don Manuel y don Fanor; Chiquián es la chispa de don Cali, de Lucho y Loli; Chiquián es el abrazo sincero de Sopo, de Eduardo, de Efrita, de Filucho, de Acucho, de Comuno, de Uli, de Marquito, de Ofito, de Julio, de Capo, de Honocho, de Rococho, de Vlady, de Pacho, de Pipón, de Coco, de Cuco, de Pucla, de Macollado, de Pepel, de Tadeo y Pablito, del Yoga, Papi, Huitu y Nica, de Molécula, de Perico, de Nepta, del Cuye Chuk Norris... 
 
En fin, no habría cuándo acabar, porque el terruño: !LO ES TODO¡
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NAB.
 
Plaza Mayor de Chiquián - JEPE Jesús Bolarte
 
 
  IMÁGENES DEL RECUERDO:
 
ÁLBUM DE LA GRAN FAMILIA CHIQUIANA
 
Por Pacho Díaz, Vlady Reyes y Felipe Alvarado
 





























































































Plaza de Armas de Chiquián - Foto: Marcos Chamorro Portilla