domingo, 11 de noviembre de 2018

MODESTO MONTOYA: "LOS CIENTÍFICOS SON LOS HIJOS PREFERIDOS DE DIOS" - ESCRIBE MARITZA ESPINOZA

  
 
MODESTO MONTOYA: 
 
"LOS CIENTÍFICOS SON LOS HIJOS PREFERIDOS DE DIOS"

 Escribe Maritza Espinoza

Periodista

 
Tú eres de los pocos científicos capaces de absolver cualquier curiosidad…
 
Claro, es que la curiosidad es la madre de la ciencia. Desde pequeñito era curioso y mi abuelo me entrenó para satisfacer mis curiosidades. Por eso, siempre digo que para enseñar ciencia no se requiere de un laboratorio complejo. Basta con mirar la naturaleza en forma curiosa.
 
Cuéntame de tu abuelo…
 
Mi abuelo y su mujer, o sea mi abuela, eran propietarios del Chan Chan de la sierra de La Libertad. En La Libertad hubo tres civilizaciones: Chan Chan, Marcahuamachuco, Chamana y, mi pueblo, Cuidista...  
 
¡¿Tu abuelo era dueño de un sitio arqueológico?!
 
Claro. También del apu, en la parte más alta. Y decía que él era un descendiente de amautas. Cuando mi papá se llevó a mi mamá, mi abuelo se opuso, pero aceptó finalmente, bajo la condición de que, cuando yo tuviera ocho años, me regresaran, porque, cumpliendo la tradición, tenía que enseñarme lo que le había enseñado su abuelo. 
 
¿Y qué te enseñó…?
 
Todo. Biología, astronomía, minerales... Una vez, me preguntó: ¿a qué hora se pone la luna llena? Yo le dije cualquier cosa y él: no, la ciencia no se adivina, tienes que observar. Cuando por fin la vi salir llena, era seis de la tarde y me pasé la noche en vela, hasta que vi cómo se enterraba en el mar de Trujillo, roja, brillante. Y como era seis de la mañana, giré 180 grados y vi el sol. Estaban compitiendo en quién brillaba más.
 
¿Sin él hubieras sido científico?
 
No. Probablemente técnico, porque mi padre era más práctico y me puso en un colegio técnico. Hice electricidad, transformadores... En la planta siderúrgica donde trabajaba mi padre pude ver los motores, pero quería comprender por qué funcionaban así. Luego fui al politécnico José Pardo, becado, pero seguían enseñándome cosas con las manos y ahí dije: no, yo quiero saber por qué. Y me dijeron: eso es Física…
 
O sea eres de los pocos físicos que sí podrían arreglar un televisor (risas).
 
Yo sí, claro. Me has hecho recordar una anécdota: cuando estuve en Alemania, un físico alemán no sabía cómo cerrar su ventana porque era una cosa medio compleja. Y yo la cerré y me dijo: ¿cómo, si tú eres peruano? Pero soy técnico, le dije (risas).
 
Querer vivir de la ciencia en el Perú es casi como querer vivir de la poesía. ¿Cómo has hecho tú?
 
Cuando estaba en el politécnico José Pardo y quise hacer Física, les dije a mis compañeros que iba a postular a la UNI a Ciencias Físicas y Matemáticas, y me preguntaron de qué iba a vivir. Yo les dije: supongo que no me van a dejar morir de hambre, y con eso me basta, porque voy a hacer lo que me gusta. 
 
¿Y fue así?
 
Con el tiempo noté que si tú haces las cosas que te gustan, tus superiores te observan y se interesan por ti. Terminé el primer año de Física y me ofrecieron pagarme por hacer un curso en vacaciones con gente de los años superiores. A partir de ese momento me empezaron a pagar para estudiar… Nunca he estado en la situación de pedir.  
 
¿Dónde te han tratado mejor?
 
En Alemania. Primero, vivía con diez personas del mundo científico internacional en una especie de palacio. Los fines de semana nos ofrecían una recepción con la gente de la ciudad en los jardines. Nos trataban como a nobles. Luego supe que estos países se pelean por los cerebros, porque han comprendido que allí está la riqueza. No era por amor al chancho… (risas)
 
¿Por qué te regresaste?
 
Yo no me quería ir del Perú, pero me dijeron que tenía que hacer carrera. Ya habían hecho un convenio con Francia y me fui. La tesis de doctorado, que se hacía en tres años, por la obsesión de regresar pronto, la hice en un año. Y allí me dijeron: quédate al menos para hacer una tesis de doctorado de estado. Ahí descubrí que era vanidoso, porque a ningún peruano que había ido becado le habían ofrecido esta oportunidad.  
 
Bueno, dicen que los físicos son los científicos más vanidosos (risas).
 
Puede ser. Es que eso forma parte también de lo que el abuelo me enseñó: el amor al país, el orgullo y hasta la inmodestia por ser lo que eres. 
 
De los grandes tópicos de la ciencia ficción, ¿cuál te fascina más? 
 
Ir a otros planetas no me llama la atención, pero sí el viaje en el tiempo. Es difícil que ocurra, pero sería interesante. El ser humano tiene cien mil años, todos venimos del África. Me gustaría hacer un recorrido rapidito, cada cien años, y ver cómo nuestros ancestros pasaron por el Estrecho de Bering y todo eso. 
 
¿Y qué probabilidades hay de que exista Dios?
 
La existencia de Dios no se puede probar, ni sí ni no. No es un tema científico, es un tema de fe. O tienes fe o no tienes fe. Hay científicos que no tienen fe. Yo tengo fe.
 
¿No que eras un científico comunista? (Risas)
 
No. Es más, como mi abuelo me decía, los científicos son los hijos preferidos de Dios, porque Dios es el Padre, el que ha hecho las cosas, y un Padre, cuando observa entre sus hijos a uno que se interesa en sus obras, ese es su preferido. Y los científicos tratan de ver cómo se han hecho las cosas.

LA FICHA

Nací en Salpo (La Libertad) hace 65 años. Mi abuelo me acercó a la ciencia desde niño. Estudié Ciencias Físicas y Matemáticas en la UNI y luego, becado por el gobierno francés al Instituto de Física Nuclear de Orsay, me especialicé en Física Nuclear. He presidido la Sociedad Peruana de Física y también el Instituto Peruano de Energía Nuclear. He dedicado mi vida a divulgar la ciencia en el Perú y, por ello, tengo varios honoris causa. Esta semana, recibí el premio José Antonio Encinas, que otorga la Derrama Magisterial.

Fuente:


Fina cortesía del poeta mundial Ángel Gavidia (Santiago de Chuco)
 
IMÁGENES DEL RECUERDO

Por Armando Alvarado Romero





CEREMONIA DE DISTINCIÓN "MILICIANO DEL ALBA:

AL DOCTOR MODESTO MONTOYA ZAVALETA

AULA CAPULÍ - 3 JUL 2010

Imágenes: Nalo Alvarado Balarezo


Semblanza del homenajeado:

Raúl Chávez Álvarez



Palabras del homenajeado:

Modesto Montoya Zavaleta
 



Preguntas del auditorio:


Ramón Noriega Torero



Áureo Sotelo Huerta



Carlos Castillo Mendoza
 

Julio Yovera Ballona



Entrega de Diploma de Honor - Miliciano del Alba


A cargo de Danilo Sánchez Lihón


Imposición de la Medalla de Oro:

A cargo de César Vallejo Ynfantes


IMÁGENES PARA EL RECUERDO