viernes, 5 de diciembre de 2014

TÍO CHANTI - EN EL DÍA INTERNACIONAL DE LOS VOLUNTARIOS - POR ARMANDO ALVARADO BALAREZO (NALO)


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T Í O ..C H A N T I   

(Shanti en spanglish)

Por Armando Alvarado Balarezo (Nalo) 

De niño escuchaba cantar con melancolía a mi tío Chanti (Santiago Alvarado Montoro): 'Avioncito TAM y sus tripulantes...', con letras de su creación, canción que también interpretaron los trovadores Calixto Palacios Carrillo (chiquiano) y Jacinto Palacios Zaragoza (aijino), en recuerdo del accidente aéreo que enlutó al Perú el martes 16 de Noviembre de 1954.

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Aquel fatídico día un avión bimotor DC 403 de Transportes Aéreos Militares (TAM), en vuelo de itinerario Pucallpa / Lima, cayó sobre los glaciares del Huayhuash con sus 29 ocupantes, entre tripulantes y pasajeros. Los picachos no devolvieron los cuerpos.

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También nos deleitaba con canciones en quechua, como: “Ima susericaman calahuirpa pireña wan”, y en castellano, entre ellas, una sobre 13 jóvenes que salieron de Chiquián sobre la baranda de un camión, dichosos de haber sido levados para servir como Soldado en el glorioso Ejército de Francisco Bolognesi.
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 - Son 13, shay, como los "Trece del Gallo" -bajó gritando por el Jr. Comercio mi primo Mañuco, a quien no lo aceptaron como voluntario por ser menor de edad. Tenía nueve años y ya quería servir a la patria como Soldado.

Unos los llamaban enrolados o alistados, otros conscriptos, ídem reclutas o movilizadles, lo cierto es que estaban sonrientes en el canchón de tierra de la cárcel del pueblo, donde los niños jugábamos fulbito con pelota de trapo los fines de semana, a excepción de los días de lluvia interminable.


No hubo sorteo aquel día memorable, tampoco presentaron dispensas, todos querían cumplir con el Servicio Militar Obligatorio, claro, dirá algún despistado: "obligatorio" para los marginados, pero en Chiquián era un honor y un privilegio servir a la patria, como también era un honor y un privilegio ser Maestro de escuela, ahora todos quieren ser políticos.

Mi abuelita Victoria se despidió de los 13 valerosos jóvenes voluntarios chiquianos, entre ellos de mi tío Chanti, entregándoles un costalillo con panes y otro con bizcochos recién horneados. Fue la primera vez que vi lágrimas en los ojos de mi querida abuelita, ella estaba muy emocionada junto a las mamás, papás, abuelitos, hermanos, primos, vecinos, maestros, autoridades y comuneros que se agruparon en la Plaza de Armas, para despedirlos con banda de músicos y fiambres para el largo viaje que los llevaría a un cuartel militar norteño. Los chiuchis corrimos tras el camión que llevaba ondeando en la panagra nuestro amado bicolor nacional, hasta que se perdió en la curva de Caranca con su valiosa carga humana, que daba enérgicas hurras por el PERÚ con los puños en alto.
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Después de unos meses de instrucción retornaron en uso de vacaciones reglamentarias. Llegaron cachiputus al pueblo, luciendo sus flamantes uniformes de paseo, felices de compartir su escuálida propina con la familia.

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 El 'Gordito Chanti', como lo llamamos de cariño, siempre está latente en el corazón de sus amigos y familiares, por su caballerosidad y su espíritu solidario, presto para socorrernos en cualquier circunstancia con la humildad que caracterizó su vida entera, siempre enseñándonos canciones a sus sobrinos, como este himno evangélico:
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Cuando suene la trompeta en el día del Señor,
su esplendor y eterna claridad veré,
cuando lleguen los salvados ante el magno Redentor,
y se pase lista, yo responderé.


 Coro

 Cuando allá se pase lista,
cuando allá se pase lista,
cuando allá se pase lista,
y mi nombre llamen, yo responderé
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Resucitarán gloriosos los que duermen en Jesús,
las delicias celestiales a gozar;
y triunfantes entrarán en las mansiones de la luz;
para mí también habrá un dulce hogar.


Trabajemos, pues, por Cristo, pregonando su amor,
mientras dure nuestra vida terrenal;
y al fin de la jornada, con los santos del Señor
entraremos en la patria celestial. 


 .Muchos conocen su afición por el baile de los negritos en Corpus Christi y Navidad, donde brilló con campanilla, mantilla, máscara y regatón; pero pocos saben de sus innumerables viajes a pie por difíciles senderos para enseñar su arte a los jóvenes del interior de la provincia de Bolognesi.

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Con el paso de los años, fue uno de los primeros empresarios chiquianos que emigró a Lima en época de los tranvías, de la fiebre por la voz cautivadora de Pastorita Huaracina en el Coliseo Cerrado del Puente del Ejército y del acrobático cachascán en la 'Carpa' de La Victoria'. En ese entonces su casa de Ingeniería, y después en el barrio de Zarumilla (Jr. Aquia), se convirtieron en acogedoras posadas para los paisanos peregrinos, al igual que la vivienda de la familia Díaz Pardo, de la Av. Tarapacá en el bajopontino Rímac, el domicilio de nuestra Declamadora Nacional, Anatolia Aldave Reyes, en la calle San Martín (Miraflores) y la casa de la familia Rayo García en la primera cuadra del Jr. Jorge Chávez, cerca del viejo estadio de la 'U' (Breña).
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Al poco tiempo de venir a Lima fundó con nuestro paisano Carlos Ocrospoma Sánchez, la línea 70 de transporte urbano de Lima Metropolitana, que continúa dando trabajo a muchos coterráneos. También fue pionero con Lucho Alva Aldave, de la primera empresa de microbuses Lima - Ancón - Lima. Posteriormente impulsó ETIBSA que unía Lima - Chiquián - Aquia - Huallanca.
 

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Como panadero se convirtió en un verdadero baluarte en el arte del amasijo, tanto en el Perú como en el extranjero, especialmente en la preparación de empanadas, que de niño vendí en las calles chiquianas con mi hermano Felipe y mis primos Patuco, Juvi y Paco (Manya). Curiosamente, sólo una vez rompí el record de ventas, los demás días quedaba a la zaga por dedicarme a observar los partidos de fútbol en Jircán. Recuerdo que ese día me tocó vender desde Leoncio Prado hasta Quihuillán. Cuando iniciaba la venta gritando ¡empanaaaadas, empanaaadas!, me encontré en la esquina de Comercio y Figueredo, con don Teobaldo Núñez Pardo, quien acababa de llegar al pueblo montado en su caballo bayo. Le ofrecí las empanadas y me compró todas. Al despedirse me dio el dinero, más mi propina y una talega con limas de regalo. Grato recuerdo del padrino espiritual de mis padres.
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Viene a mi mente el año en  que el “gordito” fue Capitán de la Fiesta de Santa Rosa (1972). Verlo bailar el 30 de agosto simulando un duelo, rozando su banda blanca con las remangas amarillas del Inca (Francisco Allauca Rivera) y luego con cada una de las pallas con ágiles movimientos de cintura, fue un espectáculo incomparable para los presentes.

Durante su huilacuy del segundo domingo de mayo, sus amigos Arturo Barrenechea Núñez y Manuel Pardo Carrillo, le prometieron contactar con el criador de los famosos toros bravos jirishanquinos.

El 7 de junio sus dos amigos y el criador lo aguardaban en un bar de la periferia chiquiana ultimando detalles del alquiler, pero cuando el futuro capitán llegó, el criador reconoció en él, al cirineo que le brindó su hombro durante un viaje a la costa. Había llegado de madrugada en el camión de Santiago y éste le invitó a pernoctar en su casa, y con el alba lo llevó hasta su hospedaje. Durante la reunión recordaron el gesto; el criador dejó a un lado el contrato de alquiler que estaba elaborando con los dos amigos de Santiago y le ofreció obsequiar tres toros para la corrida y dos para carne, ofrecimiento que cumplió con creces, pues además le donó una de las 'madrineras' (vacas que acompañan a los toros durante el arreo), con la condición de que alimente a la banda 'como Dios manda'.

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Después vino la tarde de toros y empezó el tormento para sus amigos y sobrinos ante su insistencia de torear con su castilla tarapaqueña al primero de la tarde, que con su torbellino embiste puso en vilo a los tendidos de coloridas palincas. De nada valieron los ruegos y el llanto en coro. Felizmente el empitonado no hizo caso a su llamado y nos salvamos de quedar como anticucho, los que lo jalábamos del saco para ponerlo a buen recaudo..

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Un pasodoble con sabor a polka, lleno de saltos y requiebres de cintura con una dama más alta que él, bajo los acordes del conjunto musical Ritmo Andino de Huasta, siempre fue para acalambrarse de risa, donde los que sufrían de incontinencia terminaban con los zapatos empapados de urea.

Mi tío Chanti nació un día como hoy en el barrio chiquiano de Alqococha.
 


Madison,  1 de noviembre de 2002

Fuente: 


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