sábado, 10 de mayo de 2014

"MI PEQUEÑA COLIBRÍ" y "MUJER DEL ANDE" - POR MARÍA D. RAMOS DE BRÍOS (SAN MIGUEL DE CORPANQUI)

MI PEQUEÑA COLIBRÍ

María D. Ramos de Brios

Mi hija,
la niña de mis ojos,
mi pequeña colibrí;
vestida de rosa,
con alas de colores
sobrevuelas mi regazo
buscando sueños de cristal.

Estrellita fugaz,
sonrisa de arcoíris,
que empiezas a notar
los destellos de la juventud.

Sedienta de aventura vas,
volando nuevos rumbos,
como palomita mensajera.

Son los vientos del tiempo
que te alejan más y más,
con tus primeras ilusiones
por los mares de la vida.

En la miel de tus ojos
se reflejará la luna
y las estrellas serán tus amigas.

Serena, angelical doncella,
te inclinarás ante Dios
en cada despertar
y tendrás paz interior.

Serás mujer valerosa,
amando a los demás con dignidad,
mas tu lucha siempre será contigo
para alcanzar tus sueños.

Llegaste un 14 de septiembre,
mes de la Primavera,
en Huacho hospitalario.

Flor primorosa,
inquieta mariposa.
Sol radiante de Verano
volverás a tu nido en Invierno
para cobijarte en mis brazos.


Dama bolognesina - 30 de agosto de 2010 (Nalo Alvarado) 
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MUJER DEL ANDE

María D. Ramos de Bríos


Orgullosa de tu raza

de blanca cabellera,
trenzas de espiga,
de vivos colores vestida,
blondas de encaje,
cintas de arcoíris.

Mujer de mirar triste,

pero de andar ligero,
cual viento airoso vas
entre los velos de neblina
 que cubren el camino.

Mujer de frente serena

temple de acero,
trepas las altas cumbres
llevando sobre tu espaldita
el tierno fruto de tus entrañas.

Mujer de las punas frías,

tejedora de nostalgias
en las horas amargas,
bendita mensajera
del Divino Hacedor;
eres como el ichu
que solitario silba,
como el ave canta
junto al caminante
apurando su andar.

Eres madre abnegada,

ilustre viajera en el tiempo
traes en tu alma
las notas de un yaraví:
"Quien pudiera retener tu llanto
calmar tu tristeza y sacar
la congoja de tu corazón”.


Mujer, fuente inagotable

de sacrificio y bondad,
que silenciosa forjas
 un mundo nuevo
en la soledad
de la pampa,
hoy quisieras beber
del puquial encantado
para hacer de la 
turbia hiel, cristalina miel,
y que el grito en los cerros
no sea de dolor ni quebranto
sino de gozo y dulce canto.

Así, al despuntar el alba

cantarás una nueva melodía
a Dios y a la vida.

Corpanqui 1965
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 Damas bolognesinas - 30 de agosto de 2010 (Nalo Alvarado)