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ROMPIENDO UN PRESAGIO
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Por Armando Alvarado Balarezo (Nalo)
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Por Armando Alvarado Balarezo (Nalo)
"Los usos y costumbres de un pueblo, marcan su identidad;
de ahí la importancia de conservarlos en el tiempo."
Nalo A.B - AGO 1981.
de ahí la importancia de conservarlos en el tiempo."
Nalo A.B - AGO 1981.
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La mañana del miércoles 01 de setiembre de 1965, Lipat, la ñauca más grande de Jircán, despertó preso de pánico de un sueño premonitorio.
Estaba tan sudoroso, que las sábanas de bayeta olían a lirio de funeral. En dicho sueño fue embestido en la última tarde de toros de la fiesta de Santa Rosa, y arrojado como un trapo sobre la palinca donde estaba su amada. Un silencio sepulcral inundó los tendidos, y la banda de Llipa empezó a tocar la Marcha Fúnebre de Morán.
Como creyente de que los malos sueños se cumplen si no se comentan antes del mediodía, corrió a contarle a su mamá, pero doña María había salido a la calle dejando la puerta con candado, y no tuvo más remedio que esperar. Dicho miércoles festivo decretaron asueto por ser día de la Entrada.
Pasada las 12 su mamá retornó y Lipat le contó su sueño premonitorio, se persignaron por lo que podía ocurrir y oraron.
La mañana del miércoles 01 de setiembre de 1965, Lipat, la ñauca más grande de Jircán, despertó preso de pánico de un sueño premonitorio.
Estaba tan sudoroso, que las sábanas de bayeta olían a lirio de funeral. En dicho sueño fue embestido en la última tarde de toros de la fiesta de Santa Rosa, y arrojado como un trapo sobre la palinca donde estaba su amada. Un silencio sepulcral inundó los tendidos, y la banda de Llipa empezó a tocar la Marcha Fúnebre de Morán.
Como creyente de que los malos sueños se cumplen si no se comentan antes del mediodía, corrió a contarle a su mamá, pero doña María había salido a la calle dejando la puerta con candado, y no tuvo más remedio que esperar. Dicho miércoles festivo decretaron asueto por ser día de la Entrada.
Pasada las 12 su mamá retornó y Lipat le contó su sueño premonitorio, se persignaron por lo que podía ocurrir y oraron.
En
horas de la tarde, durante la Entrada, bajo un concierto de disparos de
caramelos entre la comitiva de "Pizarro" y las huestes de "Atahualpa",
una muchacha fue impactada en el ojo izquierdo, y Lipat, sin tener vela
en el entuerto fue llevado al Puesto de la Guardia Civil, quedando
recluido en el “bote”.
Para su mala suerte la chica lesionada era la “costilla” de unos de los guardias.
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A las
siete de la noche llegó al Puesto el policía Alejandro "Fracazeipa”, muy
querido por los niños, quien al ser enterado por nosotros del abuso que
estaban cometiendo con Lipat, increpó a su colega indicándole que estaba
prohibido privar de su libertad a un niño, sobre todo si no había un
solo testigo que lo sindique como el autor del caramelazo.
"Pura calumnia nomás", gritamos en coro una y otra vez los chiuchis, parados sobre la banca, frente del local policial.
"Pura calumnia nomás", gritamos en coro una y otra vez los chiuchis, parados sobre la banca, frente del local policial.
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Doña María, no sé si estará enterada que su hijo está en el Puesto,
tiene que apersonarse para que salga en libertad, ya hablé con el
Alférez.
- Está bien, lo cuidaremos hasta que culmine la última corrida -dijo el policía "Fracazeipa" y se retiró.
Dos días después, cuando las primeras sombras de la noche anunciaban el fin de la última corrida, Lípat abandonó sano y salvo el Puesto de la Guardia Civil, sin presagiar que la sorpresa llegaría al día siguiente, sábado 4. Estábamos tomando el sol mañanero en la vereda de la casa de Lipat, riéndonos a carcajadas de su penitencia en el calabozo, cuando repentinamente apareció nuestra vecina Imicha arreando unos becerros, y no nos quedó más remedio que correr despavoridos con Lipat a la cabeza del grupo.
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- Me he enterado gracias a
mi vecino Cañita, pero por favor no lo saquen Alichito, te lo pide una
madre –y le narró el sueño premonitorio de Lipat.
- Está bien, lo cuidaremos hasta que culmine la última corrida -dijo el policía "Fracazeipa" y se retiró.
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Minutos más tarde los chiuchis de Jircán acompañamos a la mamá de Lipat al Puesto, llevando frazadas, comida, un rosario y una estampita de Santa Rosa.
Dos días después, cuando las primeras sombras de la noche anunciaban el fin de la última corrida, Lípat abandonó sano y salvo el Puesto de la Guardia Civil, sin presagiar que la sorpresa llegaría al día siguiente, sábado 4. Estábamos tomando el sol mañanero en la vereda de la casa de Lipat, riéndonos a carcajadas de su penitencia en el calabozo, cuando repentinamente apareció nuestra vecina Imicha arreando unos becerros, y no nos quedó más remedio que correr despavoridos con Lipat a la cabeza del grupo.
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La experiencia vivida por Lipat nos sirvió a los infantes de Jircán para reforzar nuestras creencias; y desde aquel entonces no dejamos de contar un mal sueño antes del mediodía. Solamente de los "sueños rosas" nos reservamos el derecho de admisión…
Fuente:
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El Juguete y Otros Cuentos (NAB)
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