domingo, 2 de septiembre de 2012

02 DE SETIEMBRE: PRIMERA TARDE TAURINA DE LA FIESTA DE SANTA ROSA EN CHIQUIÁN - POR ARMANDO ALVARADO BALAREZO (NALO)



La Vergne, 02 de setiembre de 2012

HOLA SHAY:

ACTIVIDADES DEL 02 DE SETIEMBRE EN CHIQUIÁN

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Armado de palincas

05:00 a.m. Plaza de toros de Jircan


Pinquichida

09:00 a.m. En la casa del Inka y Rumiñahui.


10:30 a.m. En la casa de la Primera y Tercera Mayorala.


12:00 m. En la casa de la Segunda y Cuarta Mayorala.


Primera tarde taurina

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03:00 p.m. A cargo del Capitán de la fiesta, con presentación de una cuadrilla de toreros.

Quema de un castillo de fuegos artificiales

10:00 p.m. Plaza de Armas.



02 DE SETIEMBRE

(Día del Inca y Rumiñahui)

PRIMERA TARDE TAURINA

Apuntes chiquianos de Nalo A.B


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Desde las primeras horas de la mañana se realiza la Pinquichida en las casas de las mayoralas. También con el alba los comuneros empiezan a construir pintorescas palincas (barandas en forma de tribunas con palos, pellejos de vaca y listones de madera amarrados con sogas de cabuya, cuero o de nylon), con suficiente espacio para albergar sillas y bancas para sus familiares y amigos. 
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Los lugares desiertos por donde pueden escaparse las vacas y los toros bravos son cubiertos con camiones, omnibuses y camionetas, que en la mayoría de los casos, terminan con la capota del motor despostillada por las pisadas de los asustados curiosos que trepan temerosos de una cornada. 

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Gracias al aporte de paisanos benefactores, cada cierto tiempo se construye un coso de madera, con burladeros para el refugio de los toreros en el interior de la plaza, sin alterar la estructura de las tribunas donde reposan las palincas, ni la ubicación de los vehículos motorizados; garantizándose así, que los toros ya no hagan de las suyas con los borrachitos que vuelan como cometas, entre ayes y carcajadas. Sin embargo ha motivado que muchos 'Romeos de poncho y sobresalto' pierdan la oportunidad de demostrar a sus 'Julietas de setiembre' lo macho que son al pasearse sudando frío en el ruedo junto a mil temblorosos enamorados. Ya con el tiempo crearán nuevas fórmulas para flirtear a la distancia sin tanto susto.
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A partir del mediodía la plaza de toros de Jircán comienza a engalanarse con la presencia del pueblo, chiquianos visitantes, turistas, funcionarios de la fiesta, toreros, pallas, vendedores ambulantes, bandas de músicos y orquestas de cuerda y viento. Sombreros adornados con flores de Mangas, vestidos multicolores de Roca, ponchos y mantas, llenan de vida los tendidos. Los toreros visitan la Iglesia para encomendarse a Santa Rosita. 

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La esperada corrida a cargo del Capitán se inicia a las 4 de la tarde. Se lidian seis toros bravos y dos vacas chuscas encargadas de 'limpiar la plaza'. Por cosas del clima es momento de una corta llovizna que cae como una bendición para suavizar el ruedo de lija.
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Durante el intermedio: el Capitán, su comitiva, familiares y curiosos dan un paseo por la plaza bajo las notas de la banda de músicos, una incesante lluvia de caramelos, bizcochuelos, cerveza y aplausos. Si en este intervalo, un voluntario hace notar su decisión de convertirse en el futuro Capitán, se le cede el sombrero, corona, banda y cabalgadura, iniciando junto al nuevo Abanderado y sus acompañantes una vuelta al ruedo para recibir la anuencia del público, que empieza a augurar si la próxima fiesta será buena, regular o mala. El Capitán escoge su comitiva dentro de los miembros de su familia y del entorno más cercano de sus amistades de la infancia. 
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Llama la atención ver el ruedo abarrotado de vendedores de helados, cancha 'poc-corn', alfeñiques y manjares costeños. En algunas ocasiones los toros embisten a estos sufridos vendedores, a quienes no les queda más remedio que despedirse de sus helados, bandejas, bizcochos y camisas que quedan hechas trizas por las filudas astas de los bravos. Ni qué decir de los espontáneos, quienes por tratar de impresionar a la dama de sus sueños, deambulan 'muertos en vida', obstaculizando la faena de los toreros y aficionados del lugar; es decir, estos 'temblorosos diestros' colman el coso, culminando su periplo taurino con el calzoncillo cargado de miedo.

En mis años mozos se lidiaban algunos toros de muerte, que despachaba al camal para su venta por arrobas, el torero regional 'Romerito el quisipatino', vestido de seda y oro, con no menos de diez banderillas que terminaban regadas en el piso y media docena de estocadas entre el lomo y la panza del semental, que encendían pasiones encontradas en el público. Prácticamente estos animalitos de Dios quedaban como rayadores de beterraga (betarraga) y su agonía no cesaba si el experimentado Augusto Peña Mendoza a quien llamamos de cariño 'Shatanco', encargado de sacar los toros, los ahorcaba con un torniquete en el cuello, con ayuda del torero y sus ayudantes. Augusto Peña, un chiquiano comedido y soñador, siempre tiene en la mirada la esperanza de una buena tarde de toros para el deleite del pueblo, ya cuando las sombras cubren Jircán, mira el horizonte con esos ojos de quien no quiere que se acabe la labor que ama.

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La tarde taurina agoniza cuando el sol desaparece tras el Huayhuash, circunstancias que aprovecha el torero que realizó una buena faena para darse una vuelta al ruedo, pidiendo un donativo con la roja y amarilla extendida por cuatro subalternos, aunque no falta una piedrita lanzada con disimulo por algún ácido comentarista de palinca. Uno que otro año el coso se tiñe de rojo con la sangre de los 'toros y toreros de muerte lenta'.
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Los novilleros del ayer 

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En mis primeros años muchos fueron los aficionados chiquianos que con capote en mano, castilla, ponchos, chalinas, sacos, camisas, casacas, pañuelos y pañolones, demostraron sus dotes de toreros. Entre los herederos de Manolete, descollaron: Valerio Aldave 'Muchqui', Crisólogo Ramírez 'Quishula', Manuel Vicuña y su hijo Aparico 'El flaco Apacho', Manuel Castillo 'El chino', Pablo Márquez 'El terror de Chivis', Moisés Aldave 'Moichi', Pablo Vásquez 'Macollado' y Víctor Rafael Morán 'El trucha', quienes daban clases de tauromaquia andina bajo los acordes de un pasodoble con sabor a huayno que entonaban las bandas de músicos. La presencia de estos buenos novilleros era siempre esperada por el pueblo, sobre todo de 'El Trucha' porque su muleta lamía una y otra vez los costillares del toro, ahogando de emoción las palincas.
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Algunos años de la década de los sesentas nos visitó el torero 'Cabrera', a quien siempre veíamos acompañado del profesor de Educación Física Arturo Jo. Viene a mi mente la fiesta de Santa Rosa del 62 cuando con mis primos Eduardo 'Fraca' Balarezo, Lucho, Carlos y Chechi Rueda, acariciábamos la idea de ver lidiando en la plaza de toros de Jircán a 'Ushuncu' Oswaldo Rosales Padilla, de quien habíamos escuchado hablar sobre su cualidad de matador en el coso de Acho; hasta que un día se hizo el 'milagro' y arribó a Chiquián al finalizar la Entrada, con el ómnibus de la empresa Landauro.
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Al mediodía del 2 de setiembre (primera corrida), visitamos la casa de mi tío Calixto Vicuña Calderón donde pernoctó 'Ushuncu', y para nuestra sorpresa lo hallamos sacando de una pequeña maleta un traje de luces. Una vez que todas las prendas estaban sobre la silla empezó a vestirse.
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Primero su camisa blanca, luego un corbatín negro y después una taleguilla, un traje color oro y grana (chaquetilla, hombreras y pantalón) que le quedaba chico. Continuó con el fajín y unas medias rosadas.
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Recuerdo que las zapatillas negras con suela antideslizante le quedaron grandes, por lo que tuvo que rellenarlas con lana. Después de ponerse el capote de paseo, la coleta y la montera, nos pidió a los curiosos que lo dejemos solo, pues tenía que pedirle a Santa Rosita que lo proteja durante la faena que se aproximaba inexorable.
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Una hora más tarde ingresó al ruedo con una cuadrilla de matadores y subalternos, sujetando estoques y banderillas bajo los acordes de "Silverio", entonado por la banda de Llipa. Salió el primer toro de la tarde. Un barroso de Palca que limpió la plaza de canto a canto, y como nadie se atrevió a torearlo durante tres cuartos de hora, lo tuvieron que volver al toril ante la rechifla del tendido sur donde estaban las pallas.
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El segundo fue un retinto pocpino que se dio dos vueltas: libre de polvo y paja, pero para asombro de todos salió un borrachito de entre la multitud pegada como hiedra humana a las palincas. Llamó al morlaco con el tufo, éste embistió con fuerza y se lució con tres verónicas al hilo, mas cuando estrenaba una chicuelilla, su poncho se enganchó en el pitón izquierdo y terminó parado de cabeza por una zancadilla que el mismo se puso.
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Viendo que el toro jugaba limpio salieron de su escondite los diestros del Capitán. Lo torearon uno a uno, menos 'Ushunquito' que daba aliento y consejos desde un burladero de palos de aliso.


Ya cuando las sombras besaban los tendidos, salió un jirishanquino negro enmorrillado. Romerito el 'Quisipatino' le dio el encuentro con dos arpones que cayeron en la panza del toro que lanzó un largo bramido de dolor; circunstancias que los asesores de 'Ushunquito' le recomendaron que era el momento de ingresar. Tomó valor, se persignó, tiró la montera hacia atrás cayendo boca arriba, apretó fuerte la muleta de franela grana, infló su pecho y entre aplausos avanzó despacio, paso a paso, arrastrando sus zapatillas sin dejar de mirar al empitonado; de pronto calló el corazón del respetable, la muerte acechaba en las filudas astas...
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A unos 30 metros el "matrero" empezó a rascar con furia una y otra vez el cascajo con sus pezuñas delanteras, resopló unos segundos y cargó directamente hacia él, que no tuvo otra salida que ponerse a buen recaudo...

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Entre los novilleros a caballo que destacaron en las décadas de los cincuentas y sesentas figuran: Manuel Pardo de Umpay, Ernesto Vásquez de Bolognesi, Arturo Barrenechea de Agocalle, Armando Alvarado de Jircán, Benjamín Robles de Simón Bolivar, el gaucho William Jara de Capellanía, Pablo Calderón y Segundo Robles de Jupash. También brillaron con luz propia los jinetes huastinos 'Eladio Gamonal' Fernández Gonzáles con su caballo moro que bailaba huaynos de Mahuay y pasodobles con banda, los hermanos Valdez, Garro y Callupe. Pero sin duda, tres fueron los más aclamados por su gracia y agilidad, sobre todo porque ingresaban cuando el toro se emplazaba en el ruedo y no había quién se anime a torearlo:

'Luclish' - Félix Ambrocio Justiniano Claudio

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Él montaba el toro a la volada y se mantenía 1 minuto sobre sus ancas antes de saltar y seguir caminando por el ruedo 'como si nada hubiera pasado'.
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Este valeroso chiquiano de ojos almendrados, cabellos castaños, de pómulos chaposos y charolados, antes de cada faena hacia sus preparativos de rigor al igual que los diestros españoles en la 'Plaza Monumental De las Ventas'. Se ponía uno a uno cada componente de su indumentaria frente a un espejo, bajo la mirada de su esposa Cristina y sus retoños. Primero su cotona verde olivo de soldado de nuestro Ejército, un pantalón de bayeta modelo 'conquistador', medias de lana de su manada de la Pampa de Lampas Alto y sus cada vez más gastadas polainas de cuero, con las que tantas glorias ganó como instructor de movilizadles en la plaza de Jircán, junto al 'Indio Peruano'.

Luego se persignaba y oraba en silencio frente a una imagen de Santa Rosa que tenía sobre la mesa de su dormitorio; se despedía de su familia y salía de su casa de Umpay, sin probar un bocado para evitar una evacuación inesperada en el centro del ruedo.
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Con los ojos perdidos en cien faenas gloriosas circundaba Chiquián por Oropuquio, Puente Cantucho, Capulipata, Cruz del Olvido y con disimulo se ubicaba sobre una de las paredes con vista al toril para ir familiarizándose con los barrosos, los azabaches y los enjalmados del Jirishanca y las vacas machorras de Jahuacocha, populares por sus cachos doblados hacia abajo.
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De 4 a 6.30 de la tarde su esposa e hijos oraban por su retorno, acompañados por el zumbido de un gengrish (moscón agorero). Entrada la noche su hija Carmen salía a la puerta de su casa y averiguaba si su papá había sido cogido; al encontrar como respuesta una sonrisa, corría a dar la buena nueva a su mamá y reiniciaban su dicha con shinti y mote frío que esperaban ser degustados desde el mediodía.

Que recuerde, Luclish nunca fue cogido, menos cobró un centavo por cada una de sus espectaculares faenas de rodeo al estilo mejicano; sin embargo, tuvo un percance de 'mal gusto' cuando un barroso de Jahuacocha lo bañó de verde boñiga después de haber descendido a la volada de sus ancas y osar levantarle el rabo.
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'El gran Arturo' - Arturo Alvarado Aldave 
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Toreaba blandiendo sus manos al viento de cara al Yerupajá y dándole la espalda al toro, acompañado por el silencio sepulcral de los tendidos, todo ello, gracias a su experiencia lazando toros para subirlos al camión donde les ponía cabezales y los sujetaba uno a uno en los postes de la carrocería.
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Él, junto a los paisanos Manuel Roque, Ernesto Vásquez; Eusebio, Román y Baldomero Ramírez; Melchor Gamarra, Corpus Santos, Teobaldo Suárez, Cucus Pedro, Víctor Tadeo, Arturo Barrenechea, Shatanco Peña, Carlos Núñez, Teobaldo Padilla y Mateo Gálvez, fueron los más diestros lazando bravos en las estepas y cordilleras aquinas.

'El gran Arturo', tampoco fue cogido en las plazas de toros de Jircan, Aquia, Huasta ni Carcas, donde esperaba sereno y confiado al bravo en suerte, luego le hacía una venía protocolar y cuando se aprestaba a cornearlo, con una veloz 'quica' (movimiento rápido), lo esquivaba cuantas veces quería, hasta que el toro de aburrido se iba por las palincas o los camiones buscando un lugar por donde escapar. Arturo Alvarado, es un virtuoso de la trompeta e integró la banda de músicos de su abuelo Florentino Aldave.

'Chemo' - Telmo Alvarado Montoro 

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Desafiaba al toro con un billete verde de media libra en la mano derecha, y la izquierda metida en el bolsillo apretando un guayruro de la buena suerte. En una oportunidad le pregunté sobre su secreto para que el toro lo ignorara o pase volando por encima de su cuerpo sin tocarlo, me ilustró su temerario accionar, así:

- Tres teorías van a aclarar tus dudas. La primera: El toro no me embestía porque no me veía de lo flaco que era. La segunda: Echado en el piso, me hacía el muerto hasta que el toro pase y, la tercera, es la que mejor resultado me daba: Mostraba al toro un billete de media libra solamente, pues si le 'munapaba' de 10 para arriba de seguro me lo quitaba.

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02 SET 2010 EN IMÁGENES

Por Armando Alvarado Balarezo (Nalo)


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CHIQUIÁN