martes, 27 de marzo de 2012

CONOCIDO DESCONOCIDO (ENTRE DOS FUEGOS: HISTORIAS DE INGENIEROS) - ESCRIBE FRANSILES GALLARDO (MAGDALENA - CAJAMARCA)

.



CONOCIDO DESCONOCIDO

Escribe: Fransiles Gallardo

 
El ómnibus frena en seco. La violencia de su parada, por inercia inclina mi cuerpo contra el asiento delantero, despertándome.

Las luces interiores se prenden intempestivamente y su resplandor, obliga a sobarme los ojos y, a los demás pasajeros, también.

Alrededor del bus se escuchan disparos de fusil “y ahora que está pasando” sobresaltado.

El agudo llanto de un niño, dos hilera atrás, confirma mis temores.

-¡Todos abajo y con las manos sobre la cabeza!- grita una voz  desde un uniforme militar de combate y un fusil en la mano, detrás de la cabina de los conductores.

Otro, enfundado en un pasamontañas ha corrido hasta el fondo, apuntado a los pasajeros, nerviosamente.

Un sordo rumor de voces somnolientas, se escucha.

 ¡Cállense carajo!- ordena.

Un pequeñuelo llora y otro lo secunda, sin hacer caso de sus órdenes.

Movimientos torpes, de sueño interrumpido se generalizan al interior del caluroso bus.

-¡Apúrense!- repite - que no tenemos todo el tiempo del mundo-  señalando con la punta del fusil, la puerta de salida del bus.

Los pasajeros atemorizados y somnolientos; uno a uno, vamos bajando.

-       Son los cumpas- susurra una voz a mi costado.
No entiendo, si para tranquilizarme o ponerme más nervioso, aún.

Adormilado me levanto. Arrastrando los zapatos camino hacia la puerta, con las manos sobre la cabeza.

Delante de mí, una señora carga en brazos a su pequeño hijo “shhhh, hijito, no llores, sshhh”, rebuscando entre sus cosas a un biberón, meciéndolo entre sus brazos para que no despierte y comience a llorar.

      -¡Sólo los hombres- ordena nuevamente la voz.

      - ¡señora siéntese!.

      La miro y su mirada refleja temor “al que va a pasar”.

      Nos colocan con las piernas abiertas y las manos apoyadas sobre las latas de la carrocería del bus.

      -¡Documentos a la mano y sin pendejadas!- ordena, la voz ronca de quien dirige la operación-, ¡no queremos quemar a nadie!- advierte.

Cinco encapuchados más, rodean al bus con sus fusiles prestos a disparar, ante cualquier movimiento, que consideren sospechoso.

Uno a uno, bajo la luz de los reflectores, vamos mostrando nuestras libretas electorales o militares. Leen nuestros nombres, el lugar de procedencia y el nivel de educación.

Nos registran la ropa, los bolsillos y van tomando nuestro dinero y una que otra cosa de valor “un reloj, una sortija de oro, una medalla”, en fin.

Los otros dos encapuchados registran bolsos y maletines de viaje, en las canastillas del bus, requisando lo que consideran valioso “es para el movimiento” justifican.

-¡Ingeniero buenas noches!- saluda una voz a mis espaldas.

Lo miro asombrado “quien puede conocerme por estos rincones de la Patria”,  me digo alarmado.

-El hombre está construyendo el colegio de mi pueblo y lo está haciendo bien- explica.

Yo, respiro aliviado, a pesar del enrarecido aire de los dos mil setecientos metros de altura del túnel de Carpish.

-Con lluvias y todo, ya lo estamos terminando y los niños tendrán aulas nuevas para abril- recuerdo con satisfacción.

-¡Que nadie lo toque!- ordena la misma voz.

El ministerio presupuestó tres aulas a todo costo; pero con las faenas gratuitas de los padres de familia de Chacaloma, hemos hecho dos más.

-De eso estoy contento y ya tienen su escuela completa- me digo complacido.

-Suba nomás ingeniero- me dice con tono amable -y tenga esto para que vaya leyendo en el camino.

Son volantes del MRTA que vivan a la lucha armada.

Trato de identificar su voz a través de ese pasamontañas; pero no es ni amiga ni conocida.

Vuelvo a mirarlo y me hace adiós con la mano “¿quién es este?” y como me quedo parado; pone el cañón de su fusil en mi espalda “como diciendo, que no están para bromas”, obligándome a subir.

-¡Cayó uno, cayó uno!- escucho desde mi asiento, tratando de mirar ha través del nublado vidrio.

- ¡Así que estabas haciéndote el huevón y queriendo pasar piola no?.

Un golpe seco, como de la culata de fusil “lo jodieron” y un quejido ahogado como respuesta, llegan hasta mi asiento.

-Pobre, quien será- murmuro entristecido.

-¡Viva el Movimiento Revolucionario Túpac Amaru!- grita el  encapuchado  que se encuentra dentro del bus.

-¡Viva! – gritamos todos.

-¡No se escucha, carajo!.

-¡Vivaaaa!- gritamos, más fuerte, aún.

El ómnibus se ha quedado lleno de pintas y volantes subversivos.

El asiento de mi costado está vacío. Mi compañero de viaje, no está.

No sabré nunca porque se lo llevaron: si era sinchi, desertor, cachaco, soplón, policía, pasero, militar o narco.

-O solo un infeliz viajero, que tuvo la desdicha, de estar en el momento menos oportuno y en el bus equivocado.

Recostado en el asiento, cierro los ojos, fingiendo dormir.

La noche se ha tornado angustiante.

 Los cuatro mil metros de altura de Carhuamayo, a modo de soroche, me zumban en los oídos “las pampas de Junín son tan largas”, la bajada de Ticlio se torna en esperanza “cerca nomás estoy, ya” ilusionado y desesperado por cobijarme en el abrazo de mi mujer “en la  tibieza de su  ternura” acariciar su abultado vientre “nueve meses tiene ya” por parto natural o cesárea “pero el veintiuno de mayo, mi chiquito, naciendo estará”.

Mañana es veintiuno de mayo “un ingenierito, será”, murmurando estoy.

Ponerle alas al bus “eso quisiera yo”.

 
COMENTARIO:

Fransiles Gallardo escribe, escribe bien y es ingeniero. 

En su libro Entre Dos Fuegos, Historias de Ingenieros se patentiza la presencia, la autoridad y el sacrificio del ingeniero; aún en situaciones de extrema violencia, como los vividos en nuestra patria.

Los escritos del ingeniero Fransiles Gallardo son no solo importantes, sino vitales: Él abre un camino a las futuras generaciones de ingenieros.

Por ello y para él,  mi admiración y reconocimiento.

Ing. Héctor Gallegos Vargas
Decano Nacional
Colegio de Ingenieros del Perú

Ing. Héctor Gallegos Vargas e Ing. Fransiles Gallardo

en la ceremonia de presentación del libro  “Entre Dos Fuegos, Historia de Ingenieros”

 .