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CAPULÍ, VALLEJO Y SU TIERRA
Construcción y forja de la utopía andina
AÑO DE JOSÉ MARÍA ARGUEDAS
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VIERNES 30 DE SEPTIEMBRE
SÁBADO 15 DE OCTUBRE
Ingreso libre.
Se agradece su gentil asistencia
oooOooo
1.
Los pueblos andinos, mágicos y misteriosos, constituyen un tesoro inmenso y un arca preciosa lleno de tesoros. Defendamos su fisonomía propia, su personalidad amenazada y su conmovedora identidad.
He aquí su plaza: la altitud perfecta de sus techumbres, el volado exacto de sus aleros.
He aquí la inmensa armonía de sus balcones y sus paredes arrobadas, sumidas y ensimismadas bajo la sombra de los arcos de cal y canto.
He aquí las torres ladeadas de sus iglesias, con el brillo del sol en sus paredes de adobe.
Caminemos por esta calle de portones añejos y ventanas ojerosas y que lucen hacia adentro patios empedrados de ladrillos bermejos entretejidos de exangües cantos rodados.
Son de una hermosura sin par las casas sobre sus cimientos de piedra, con árboles de distintos aromas y colores sombreando a su vera.
Por eso, aquí se posan y vislumbran el sol y la luna con plena certidumbre, evidencia y convencimiento.
2.
Sus tejados han sido levemente removidos por el furor amoroso de las aves que los cimbran y ladean. Y de las lluvias inclementes, ahítas por caer y fecundar la tierra.
Los balcones se prenden a las paredes como nidos que imitan los pechos albos, turgentes, expectantes, cual dos palomas.
Los zaguanes están hechos de laja labrada. ¿Oyes las guitarras desveladas en sus nervaduras?
¿Y, cómo ingresan allí y puntean sus acordes las mandolinas que hacen sumergirse el alma en la más lacerante lejanía?
¿Y, la niña silenciosa? ¿Por dónde camina, juega o se esconde?
Desde estas baldosas, bajo el dintel y sobre el umbral gastado de estas puertas, salieron al alba para no regresar quienes decidieron ir a la guerra.
Fueron a ofrendar sus vidas luchando por defender esta heredad y sus ideales bajo el emblema de una bandera que hizo que el viento y no ella se rasgara hecho jirones.
3.
Tras las ventanas quedan las miradas transparentes de las mujeres que escucharon las serenatas.
Ellas no han muerto, sino que aquí viven para siempre. Todas ellas están palpitantes tras el arrobamiento de estos postigos.
En tanto, entremos y veamos los balaustres de los corredores, del escalón y hasta la mueblería de la sala, el comedor y la cocina.
Desde el interior de las tapias de los muros viejos y torcidos invaden con su olor los huertos llenos y cargados de duraznos, limoneros y manzanas.
En el suelo unas tiernas moras y capulíes, que han madurado en las ramas, yacen caídos porque los pájaros asustados los han dejado caer a medio picotear y a la deriva.
Son estos hierbajos del muro quienes podrán contar mejor la historia.
No, no los arranquemos, afinemos más bien los oídos confiados, reverentes y ungidos a escuchar sus testimonios.
4.
He aquí las piedras de sus calles por donde han pasado tantas procesiones y desfiles, como también lentos ataúdes camino al camposanto.
Las calles retorcidas, junto a las acequias, no son así porque sus fundadores no supieran templar un cordel ni trazar una huella rectilínea.
Han quedado así porque han querido seguir el curso de los gritos de triunfo, como de los lamentos y despedidas.
Y del agua que corre por la orilla. Y para domeñar el viento, no dejando que su furor o frialdad arrase o se cuele por las ventanas.
Un racimo de flores violetas asoma por el muro de piedras frente a los nevados.
Ha hecho que te detengas peregrino y te extasíes contemplando el infinito en esta tarde.
No dejes que la incuria del tiempo desmoronen estos peldaños a lo eterno.
Porque en pueblos así dormiremos tranquilos por miles de años, porque aquí se posan y vislumbran el sol y la luna.
5.
Es este cariño a todo entonces lo que nos anima: cariño al pozo, al patio, a la grada, a la escalera.
Al borde de la fuente donde caen y flotan toda la tarde pétalos de flores de todos los matices.
Y en cuyo brocal suspiran las voces de nuestros antepasados ya difuntos que vienen aquí a sosegar callados su nostalgia.
Amor a las cercas donde han brotado los cactus y dentro quedan los corrales alucinados.
A los caminos curvos y altozanos, desde donde se miran los horizontes de bordes transparentes cargadas de nubes.
Cuando rompe en sus aristas el crepúsculo, después de visitar el cementerio, con los nardos y azucenas que sobresalen de entre las tumbas.
¡Que las cruces, los túmulos y espadañas vigilen esta santa morada!
6.
A pueblos como este hemos de amarlos eternamente.
Por su geografía cósmica, por su vastedad dentro de lo minúsculo, como por el dolor de su gente que es un imperativo moral cambiar y redimir.
Por sus dramas seculares, por su belleza oculta y profunda.
Ante un pueblo así está impedida la pequeñez, la mezquindad y el desamor.
Devoción entonces por sus macetas colmadas de geranios insomnes, que no duermen en la espera de que los hermanos y los hijos y los padres vuelvan.
Devoción por las paredes de las habitaciones que guardan el registro en su penumbra de las voces y de las promesas de volver que aquí se dijeron.
Devoción por el anochecer, cuando el cielo se tachona de luceros y de matices lilas en el poniente, que es cuando yo te evoco y más te quiero.
En la alegría y el desconsuelo, de cuando éramos niños.
7.
¡Oh tierra mía!
No puedo apartar de mis ojos el perfil de las malvas en el muro de adobe y en tus tejas de arcilla.
Por eso, traiciona a la vida quien reemplaza un techo de teja por otro de calamina.
Esta sentencia rima, lo cual indica que los dioses están contentos de que así se escriba, se consigne y se diga de este modo.
A un pueblo así hemos de regresar de donde fuera, estemos donde estemos.
Volveremos, nos sorprenda la muerte o la vida donde nos sorprenda, porque es altura, cumbre y símbolo.
Volveremos, porque aquí se posan y vislumbran el sol y la luna con plena certidumbre, evidencia y convencimiento.
Y porque siento cómo el mundo se arrodilla a tus pies, para adorarte de ser como eres, ¡oh tierra mía!
1. La fuerza de nuestras utopías
Somos herederos de una gran cultura.
Entonces que nuestros pueblos sean ejemplo y paradigma de identidad.
Que propicien el encuentro del ser humano consigo mismo.
El encuentro del hombre con los demás de manera solidaria.
El encuentro del hombre con la naturaleza y con su trascendencia.
¡Seamos sensatos!, haciendo que todo nazca y se inspire desde el interior de nosotros mismos, desde el fondo y desde la entraña de lo que somos. ¡Solo así seremos grandes!
Porque somos diamante, oro puro, perlas preciosas hacia el fondo.
Y lo que marca la calidad y el significado es la autenticidad y la fuerza de nuestras utopías.
2. Vivir una cultura diferente
Porque, ¿qué atrae a las personas para que visiten un lugar?
Y, ¿qué es lo que hace que se queden a vivir más días en un poblado?
Como, ¿qué las hace regresar y recomendar a vecinos y contertulios que también lo visiten? El bienestar de que se goce y el conocer una cultura diferente.
Porque ahora la ciudades son productos para ser adquiridos anímicamente.
Y se compite en esa dirección y en este terreno con otros pueblos.
Hay una pugna entre villas y aldeas para hacer que se las visiten. Y la competencia es entre todas las ciudades del mundo.
Tenemos entonces que ofrecer nuestros mejores atractivos y recursos: en caminos, en atenciones, en actitudes, en espectáculos.
Y la fórmula es que ganaremos más asumiendo nuestra imagen auténtica.
3. aquí por siempre
¡Seamos sensatos!
Nuestra identidad es el mejor producto que hará que, además, seamos dignos.
Que podamos prosperar y, sobre todo, alcanzar a tener razón de ser en el universo.
Porque si somos imitadores más valdría ser borrados de la faz del planeta.
¡Defendamos la identidad de nuestros pueblos, sin dejar descanso a nuestro brazo ni reposo a nuestra alma desvelada!
Ante una causa tan digna y hermosa como esta es preciso si es necesario no morir nunca.
Y esto, a fin de que la vida cierta y verdadera resurja y permanezca aquí por siempre.
CAPULÍ, VALLEJO Y SU TIERRA
Construcción y forja de la utopía andina
AÑO DE JOSÉ MARÍA ARGUEDAS
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José María Arguedas - Imagen: Nalo A.B
SEPTIEMBRE:
MES DE LA PRIMAVERA, DE LOS DERECHOS CÍVICOS
DE LA MUJER, EL NIÑO Y LA FAMILIA
SEPTIEMBRE:
MES DE LA PRIMAVERA, DE LOS DERECHOS CÍVICOS
DE LA MUJER, EL NIÑO Y LA FAMILIA
SÁBADOS 7 PM. AULA CAPULÍ:
Tacna 118, Miraflores.
Cuadra 3 de la Av. Angamos Este
Entre Av. Arequipa y Paseo de la República
CONFERENCIAS Y SIMPOSIOS SOBRE CULTURA ANDINA
PRÓXIMAS ACTIVIDADES:
Tacna 118, Miraflores.
Cuadra 3 de la Av. Angamos Este
Entre Av. Arequipa y Paseo de la República
CONFERENCIAS Y SIMPOSIOS SOBRE CULTURA ANDINA
PRÓXIMAS ACTIVIDADES:
VIERNES 30 DE SEPTIEMBRE
VIERNES LITERARIOS DISTINGUE CON LAUREL CULTURAL A: DANILO SÁNCHEZ LIHÓN. Recital de poesía del autor. Casa José Carlos Mariátegui. Jr. Washington 1946. Lima. 7 pm.
SÁBADO 15 DE OCTUBRE
CONFERENCIA “ETNOCIENCIA CAMPESINA”: Por ROMÁN ROBLES MENDOZA
LUNES 31 DE OCTUBRE
PARTICIPACIÓN EN LA MARCHA POR EL PATRIMONIO: CALLES DE LIMA
Ingreso libre.
Se agradece su gentil asistencia
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CALENDARIO DE EFEMÉRIDES
27 DE SEPTIEMBRE
DÍA MUNDIAL DEL TURISMO
PLAN LECTOR, PLIEGOS DE LECTURA
EL ALMA DE NUESTROS PUEBLOS RECÓNDITOS
Por Danilo Sánchez Lihón
27 DE SEPTIEMBRE
DÍA MUNDIAL DEL TURISMO
PLAN LECTOR, PLIEGOS DE LECTURA
EL ALMA DE NUESTROS PUEBLOS RECÓNDITOS
Por Danilo Sánchez Lihón
1.
Los pueblos andinos, mágicos y misteriosos, constituyen un tesoro inmenso y un arca preciosa lleno de tesoros. Defendamos su fisonomía propia, su personalidad amenazada y su conmovedora identidad.
He aquí su plaza: la altitud perfecta de sus techumbres, el volado exacto de sus aleros.
He aquí la inmensa armonía de sus balcones y sus paredes arrobadas, sumidas y ensimismadas bajo la sombra de los arcos de cal y canto.
He aquí las torres ladeadas de sus iglesias, con el brillo del sol en sus paredes de adobe.
Caminemos por esta calle de portones añejos y ventanas ojerosas y que lucen hacia adentro patios empedrados de ladrillos bermejos entretejidos de exangües cantos rodados.
Son de una hermosura sin par las casas sobre sus cimientos de piedra, con árboles de distintos aromas y colores sombreando a su vera.
Por eso, aquí se posan y vislumbran el sol y la luna con plena certidumbre, evidencia y convencimiento.
2.
Sus tejados han sido levemente removidos por el furor amoroso de las aves que los cimbran y ladean. Y de las lluvias inclementes, ahítas por caer y fecundar la tierra.
Los balcones se prenden a las paredes como nidos que imitan los pechos albos, turgentes, expectantes, cual dos palomas.
Los zaguanes están hechos de laja labrada. ¿Oyes las guitarras desveladas en sus nervaduras?
¿Y, cómo ingresan allí y puntean sus acordes las mandolinas que hacen sumergirse el alma en la más lacerante lejanía?
¿Y, la niña silenciosa? ¿Por dónde camina, juega o se esconde?
Desde estas baldosas, bajo el dintel y sobre el umbral gastado de estas puertas, salieron al alba para no regresar quienes decidieron ir a la guerra.
Fueron a ofrendar sus vidas luchando por defender esta heredad y sus ideales bajo el emblema de una bandera que hizo que el viento y no ella se rasgara hecho jirones.
3.
Tras las ventanas quedan las miradas transparentes de las mujeres que escucharon las serenatas.
Ellas no han muerto, sino que aquí viven para siempre. Todas ellas están palpitantes tras el arrobamiento de estos postigos.
En tanto, entremos y veamos los balaustres de los corredores, del escalón y hasta la mueblería de la sala, el comedor y la cocina.
Desde el interior de las tapias de los muros viejos y torcidos invaden con su olor los huertos llenos y cargados de duraznos, limoneros y manzanas.
En el suelo unas tiernas moras y capulíes, que han madurado en las ramas, yacen caídos porque los pájaros asustados los han dejado caer a medio picotear y a la deriva.
Son estos hierbajos del muro quienes podrán contar mejor la historia.
No, no los arranquemos, afinemos más bien los oídos confiados, reverentes y ungidos a escuchar sus testimonios.
4.
He aquí las piedras de sus calles por donde han pasado tantas procesiones y desfiles, como también lentos ataúdes camino al camposanto.
Las calles retorcidas, junto a las acequias, no son así porque sus fundadores no supieran templar un cordel ni trazar una huella rectilínea.
Han quedado así porque han querido seguir el curso de los gritos de triunfo, como de los lamentos y despedidas.
Y del agua que corre por la orilla. Y para domeñar el viento, no dejando que su furor o frialdad arrase o se cuele por las ventanas.
Un racimo de flores violetas asoma por el muro de piedras frente a los nevados.
Ha hecho que te detengas peregrino y te extasíes contemplando el infinito en esta tarde.
No dejes que la incuria del tiempo desmoronen estos peldaños a lo eterno.
Porque en pueblos así dormiremos tranquilos por miles de años, porque aquí se posan y vislumbran el sol y la luna.
5.
Es este cariño a todo entonces lo que nos anima: cariño al pozo, al patio, a la grada, a la escalera.
Al borde de la fuente donde caen y flotan toda la tarde pétalos de flores de todos los matices.
Y en cuyo brocal suspiran las voces de nuestros antepasados ya difuntos que vienen aquí a sosegar callados su nostalgia.
Amor a las cercas donde han brotado los cactus y dentro quedan los corrales alucinados.
A los caminos curvos y altozanos, desde donde se miran los horizontes de bordes transparentes cargadas de nubes.
Cuando rompe en sus aristas el crepúsculo, después de visitar el cementerio, con los nardos y azucenas que sobresalen de entre las tumbas.
¡Que las cruces, los túmulos y espadañas vigilen esta santa morada!
6.
A pueblos como este hemos de amarlos eternamente.
Por su geografía cósmica, por su vastedad dentro de lo minúsculo, como por el dolor de su gente que es un imperativo moral cambiar y redimir.
Por sus dramas seculares, por su belleza oculta y profunda.
Ante un pueblo así está impedida la pequeñez, la mezquindad y el desamor.
Devoción entonces por sus macetas colmadas de geranios insomnes, que no duermen en la espera de que los hermanos y los hijos y los padres vuelvan.
Devoción por las paredes de las habitaciones que guardan el registro en su penumbra de las voces y de las promesas de volver que aquí se dijeron.
Devoción por el anochecer, cuando el cielo se tachona de luceros y de matices lilas en el poniente, que es cuando yo te evoco y más te quiero.
En la alegría y el desconsuelo, de cuando éramos niños.
7.
¡Oh tierra mía!
No puedo apartar de mis ojos el perfil de las malvas en el muro de adobe y en tus tejas de arcilla.
Por eso, traiciona a la vida quien reemplaza un techo de teja por otro de calamina.
Esta sentencia rima, lo cual indica que los dioses están contentos de que así se escriba, se consigne y se diga de este modo.
A un pueblo así hemos de regresar de donde fuera, estemos donde estemos.
Volveremos, nos sorprenda la muerte o la vida donde nos sorprenda, porque es altura, cumbre y símbolo.
Volveremos, porque aquí se posan y vislumbran el sol y la luna con plena certidumbre, evidencia y convencimiento.
Y porque siento cómo el mundo se arrodilla a tus pies, para adorarte de ser como eres, ¡oh tierra mía!
EXORTO
TURISMO BASADO EN NUESTRA IDENTIDAD
TURISMO BASADO EN NUESTRA IDENTIDAD
1. La fuerza de nuestras utopías
Somos herederos de una gran cultura.
Entonces que nuestros pueblos sean ejemplo y paradigma de identidad.
Que propicien el encuentro del ser humano consigo mismo.
El encuentro del hombre con los demás de manera solidaria.
El encuentro del hombre con la naturaleza y con su trascendencia.
¡Seamos sensatos!, haciendo que todo nazca y se inspire desde el interior de nosotros mismos, desde el fondo y desde la entraña de lo que somos. ¡Solo así seremos grandes!
Porque somos diamante, oro puro, perlas preciosas hacia el fondo.
Y lo que marca la calidad y el significado es la autenticidad y la fuerza de nuestras utopías.
2. Vivir una cultura diferente
Porque, ¿qué atrae a las personas para que visiten un lugar?
Y, ¿qué es lo que hace que se queden a vivir más días en un poblado?
Como, ¿qué las hace regresar y recomendar a vecinos y contertulios que también lo visiten? El bienestar de que se goce y el conocer una cultura diferente.
Porque ahora la ciudades son productos para ser adquiridos anímicamente.
Y se compite en esa dirección y en este terreno con otros pueblos.
Hay una pugna entre villas y aldeas para hacer que se las visiten. Y la competencia es entre todas las ciudades del mundo.
Tenemos entonces que ofrecer nuestros mejores atractivos y recursos: en caminos, en atenciones, en actitudes, en espectáculos.
Y la fórmula es que ganaremos más asumiendo nuestra imagen auténtica.
3. aquí por siempre
¡Seamos sensatos!
Nuestra identidad es el mejor producto que hará que, además, seamos dignos.
Que podamos prosperar y, sobre todo, alcanzar a tener razón de ser en el universo.
Porque si somos imitadores más valdría ser borrados de la faz del planeta.
¡Defendamos la identidad de nuestros pueblos, sin dejar descanso a nuestro brazo ni reposo a nuestra alma desvelada!
Ante una causa tan digna y hermosa como esta es preciso si es necesario no morir nunca.
Y esto, a fin de que la vida cierta y verdadera resurja y permanezca aquí por siempre.
Texto que puede ser reproducido citando autor y fuente
Teléfonos:
420-3343 y 420-3860
Obras de Danilo Sánchez Lihón las puede solicitar a:
Editorial San Marcos:
ventas@editorialsanmarcos.com
Editorial Bruño, Perú:
ventas@brunoeditorial.com.pe
Instituto del Libro y la Lectura:
inlecperu@hotmail.com
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