sábado, 6 de agosto de 2011

AULA CAPULI: CONFERENCIA "LA ECONOMIA PARA EL BUEN VIVIR DE LOS PUEBLOS ORIGINARIOS" POR HUGO SALINAS - SABADO 6 DE AGOSTO A LAS 7PM

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CAPULÍ, VALLEJO Y SU TIERRA


Construcción y forja de la utopía andina


AGOSTO:

MES DE LOS NIÑOS,
LAS COMETAS, EL DEPORTE

Y LOS PUEBLOS INDÍGENAS


SÁBADOS 7 PM.

AULA CAPULÍ:


CONFERENCIAS Y SIMPOSIOS SOBRE CULTURA ANDINA

PRÓXIMA ACTIVIDAD:

“LA ECONOMÍA PARA EL BUEN VIVIR DE LOS PUEBLOS ORIGINARIOS”

Por HUGO SALINAS

Fecha y lugar de realización:

SÁBADO 6 DE AGOSTO 7.00 P.M.

Aula Capulí:

Tacna 118, Miraflores.

Cuadra 3 de la Av. Angamos Este
Entre Av. Arequipa y Paseo de la República

Ingreso libre.

Se agradece su gentil asistencia

Teléfonos Capulí: 420-3343 y 420-3860

planlector@hotmail.com


AGOSTO, MES DE LAS COMETAS


PLAN LECTOR, PLIEGOSDE LECTURA

AQUELLA QUE VUELE MÁS LEJOS

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Por Danilo Sánchez Lihón

"Mariposa que ostentas
tus alas de oro y safir...
cómo te siguen mis ojos
tu vuelo incierto y gentil".
Canción

1. Travieso y candoroso

Agosto en Santiago de Chuco es mes de lluvias repentinas, pero también de brisas transparentes, que solo se ven en el suave mecerse de las espigas, ya sea en los sembríos de las colinas, ya sea en los cultivos de pan llevar extendidos en las llanuras, ya sea en las sementeras que se inclinan por los bajíos.

Se lo vislumbra también en el sujetarse de la gente el ala o la copa de los sombreros, cuando el viento quiere llevárselos consigo. Pero también, como en todos los pueblos, se lo pulsa en el vuelo de las cometas que elevan los niños buscando cualquier altozano o promontorio para lanzarlas al cielo azulado.

A mi padre, que es maestro de escuela, le encanta que las echen a volar. Y propicia todas oportunidades, y prodiga todas las facilidades, para que sus alumnos y otros niños pudieran confeccionarlas.

Y después elevarlas por el aire en cualquier altillo u otero que hubiera. Y, de vez en cuando, él mismo intervenía travieso y candoroso en esos juegos.


2. Hacia lo alto

A partir de entonces siempre considero que un maestro que anima y ayuda a hacer a los niños sus cometas, y que incluso busca ocasiones de llevarlos al campo para que puedan echarlas a volar, es un maestro en serio.

Pienso, sinceramente, que esa persona es un maestro de a verdad, porque quiere decir que le da la mayor importancia a los sueños, a la ilusión y a la libertad de los niños para forjarse su propio destino.

Porque, ¿qué forjamos con nuestras manos y nuestra mente cuando volamos una cometa? Elevamos nuestro ser y creamos nuestro propio destino en un espacio abierto e ilimitado que lo mismo haremos cuando queramos saber qué hacer con nuestra vida y quienes somos.

Porque, hacer volar alguna vez una cometa es lanzarse al prodigio del espacio abierto, a subir a lo alto y proyectarse en lo ilimitado, a buscar nuevos significados en el horizonte y hacia lo alto.


3. Ocres de los tejados

En el caso de mi tierra, que es Santiago de Chuco, las cometas se elevan sobre las hondonadas y sobre los campos sembrados de trigo, de quinua o de cebada; pero igual sobre los abrojos, o los cercos de penca o de tuna, o sobre los pedregales con que se trazan los linderos.

Se elevan sobre los sembríos de habas, de alverja, de maíz, pero igual sobre los cauces violentos de los ríos, las quebradas encajonadas y los barrancos tormentosos aunque cubiertos de hermosas flores silvestres.

Se elevan sobre los estallantes alfalfares, sobre los variados tonos de verdes de las sementeras y sobre los distintos matices de ocres de los tejados de las casas esparcidas por la campiña.

Las cometas bogan sobre las distintas texturas, accidentes y gamas de amarillos de los caminos que suben, bajan, se estiran o serpentean por lomas, declives, subidas o pendientes.


4. Arte de hacer cometas

Pero esta vez el Municipio de Santiago de Chuco ha convocado a un concurso general en la pampa de Chaychugo, en donde pueden participar cualquier persona que fuera, sea niño o adulto, hombre o mujer, pobre o rico, sin restricciones de ninguna clase.

La cometa ganadora simplemente será la que vuele más alto, o más lejos, dejando especificado en la convocatoria que el jurado establecerá criterios más específicos.

Sé que ninguna ha consumido más de dos carretes de hilo marca “Cadena” con que nuestras mamás o papás nos cosen nuestros vestidos. Le pedirle a mi padre que me ayude a construir la mía.

Sé que al hacerlo le estaré incitando a construir la cometa de sus sueños. Por eso, cuando le he dicho, ha dejado de hacer lo que estaba haciendo y sobre el papel que ha tenido a su lado ha trazado la figura de esa cometa suprema, su estructura y su tamaño.

Les relataré aquí, en absoluto secreto, cómo la hicimos, lo cual contraviene en algunos de sus aspectos todos los cánones en el arte de hacer cometas:


5. Los campos fragantes

Primero, su figura o formato es de lo más ordinario: un "rombo", común y corriente. Pero, he aquí un detalle: sus medidas obedecen a fórmulas matemáticas que mi padre se ha puesto a hacer a un costado del papel en donde la ha dibujado.

Responde no solo a eso sino a conte¬nidos crípticos, a proporciones aerodinámicas, a cábalas que sólo a mi él se le ocurren. Y de los cuales no me habla, no porque quisiera ocultarme un secreto, sino por¬que no las voy a entender, porque son fórmulas muy arduas, y porque sabe que los números a mí me aburren.

Pero he aquí que ya estamos debajo de la "curahua" que da a la casa de doña Laura, sacando y midiendo un tipo de rastrojos, especialmente largos y gruesos, que, después de jalar suavemente del techo, probamos su consistencia: cimbrándolos, viendo si resisten y si son flexibles.

Luego procedemos a descascarar la envoltura de paja que todavía las tienen envueltas alrededor de su caña, recordándonos que algún día estuvieron expuestas al sol y a la lluvia en los campos fragantes, y que fueron espiga extasiada ante los cielos azules.


6. Color del oro tierno

Algunos tallos ya están negruzcos por el tiempo y princi¬palmente por las la humedad que se acumula en los meses de invierno y en los techos de paja bajo montículos de tierra en donde crecen malvas y azucenas.

Es seguro por esto que de un momento a otro mi padre los descarta y salimos hacia el campo, con la intención de encontrar alguna chacra de donde pudiéramos recoger algunas cañas de trigo íntegras y recientes. Ahí está.

De trigo ha de ser, porque es la especie más fuerte y firme en su tallo, resistente y flexible, más que el de la cebada o el de la quinua. Excelente si ha crecido en buena tierra, Mejor todavía si es de buena semilla, y más aún si el agua a su vera ha sido corriente y cantarina.

Aquí están: son estos tallos gláciles, de color ámbar, y en partes inclinándose al amarillo dorado. Y que exhalan un aroma que es la conjunción del agua de los manantiales subterráneos con la luna que se oculta en algún lugar del cielo arrebolado.

Aún cubre cada canuto de rastrojo una envoltura de paja delgada, del color del oro tierno, que nacen a partir de cada nudo suave e imperceptible de que se compone cada tallo.


7. Otro bicolor

Mi padre cimbra las cañas y las sacude templándolas y extrayendo de ellas un sonido de viento y de rosa extasiada. Ya en la casa las mide y de un solo tajo las corta, tan parejo como si las hubiera cortado la máquina de una fábrica, pero son apenas cuatro varillas. En todo este proceso ya se ha dado la primera innovación en el arte de hacer cometas, cual es: no utilizar carrizos sino tallos huecos como son los rastrojos, que tienen como los huesos de los pájaros, aire o vacío o viento en medio de sus canales.

Para eso, cruza dos bastones horizontales, atravesados por otros dos verticales, formando un cuadrado en el centro, Y allí ya está hecha la estruc-tura del "rombo".

Pero mi padre, así como es músico es matemático, y la cosa más complicada es que coincidida el sueño que tiene la estructura de una cometa, con las medidas en números y las ecuaciones en fórmulas geométricas que tiene trazadas, para lo cual se ayuda de un plano que ha trazado en un papel que ahora tiene extendido sobre la mesa, con rasgos de su lápiz de carboncillo, de otro bicolor y con códigos puestos con su hermosa letra y sus escalas trazadas con un lápiz añil que pinta si es que primero va mojándose en agua.


8. Arte consumado

En el plano ha ubicado tres zonas de donde parten círculos concéntricos denominados uno como “centro de presiones”, otro como “centro de gravedad” y otro como “centro de estabilidad”, de donde se desprende la cola.

Y entre esos tres puntos hay resueltas varias ecuaciones que dan medidas precisas a fin de colocar los amarres de la brida y la dimensión en donde tienen que juntarse y anudarse los hilos.

Luego traza tres ejes que denomina: del “cabe¬ceo”, del “balanceo” y, un tercero, que según él no es visi¬ble, sino que se siente en los dedos o en las manos de quien vuela la come¬ta, cual es el eje de “la guiñada”.

Amarrar los rastrojos es un arte consumado, porque hay que hacerles unas muescas casi microscópicas en los tallos, a fin de que el hilo no resbale y cuidando de no debilitar los tubos, pero felizmente él sabe hacer las cosas per-fectas, sopesando los nudos y haciendo los cortes simétricos en cada punta de hilo.


9. Fabricada en secreto

La segunda innovación en el arte de hacer cometas que él hace en aquella que le he pedido, es utilizar no el papel convencional sino "papel crepé" de una sola pieza, no cortado en retazos ni tampoco pegado con goma en los travesaños.

Ahora, no sé por qué razón ha descartado utilizar un material que yo estoy pensando que es más seguro de que no se rasgue como es la tela.

Podría forrarla en seda, con lo cual sería más radical el cam¬bio, aunque lo he visto poner el esqueleto del "rombo" sobre un retazo de este tipo de textura.

Pero pronto ha desechado la idea. ¿No será únicamente que lo ha descartado por el color? Porque el retazo que tiene es azul, que no conviene que sea de ese color, por¬que no va a contrastar con el fondo del cielo siempre añil. ¡O, quizá, ha sido por el peso!

Pero la tercera innovación tecnológica –o científica– de esta nave de guerra, fabricada en secreto y en cuya confección yo participo maravillado, es coserlo en los contornos, templados con hilo, en la máquina de pedal que usan sastres o modistas.


10. Hasta un sacrilegio

Lo hace utilizando un hilván largo y parejo. Y después lo cose con hilo del mismo color violeta que tiene el papel crepé, costura hecha a fin de que el forro de la cometa quede sujeto y no se despegue ni tampoco se rompa.

Para esto, levantaba la aguja y alza el pie de coser en la máquina, que sujeta y va pasando con su engranaje el material que zurce, que va dejando atrás, en este caso la superficie del "papel crepé".

En el sitio que ocupa la tela, esta vez entra mi cometa, que así va siendo forrada y acabada, quedando al interior del doblez o de la basta que se bordea, el rastrojo que hemos descrito, detalle que lo hace más violenta y más flexible.

¡Es raro ver a una cometa entrar con las alas plegadas, salir y sortear los fierros de la má¬quina de coser, hecha para otros menesteres, como son la confección de prendas caseras y terrestres!

Y no, como en este caso se trata, de fabricar un ser etéreo, un arco y una flecha que apuntan al infinito, tanto que el pedal que lo cose ¡siente como si estuviera cometiendo un acto irreverente y hasta un sacrilegio!


11. Una nave de guerra

La cuarta innovación es el acompasamiento, para lo cual utilizamos hilo encerado, del más resistente y fino pabilo.

El rito es tan arduo y minucioso como cuando mi padre se pone a pulir y afinar el diapasón de su violín, y a templar las clavijas de su cabezal, que después al probarlo produce un sonido alucinado.

El hecho es que, el día del concurso, llevo mi cometa a la pampa de Chaychugo, sujeta y segura bajo mi antebrazo que tiembla y que vibra, pues es como tener debajo una bala, un “aura” pura o un "canto neto".

Siento tener una nave de guerra, un “mirage”, un bombardero supersónico y un misil secreto si pensamos en aspectos de carácter bélico, que no es el caso sino más bien la antípoda de lo que es el festival al cual asisto.

Hay otras cometas ostentosas por el camino, que vienen incluso cabeceando en el aire. La mía es otra cosa: es dinamita concentrada, por lo que he de ser si¬lencioso y cauto, eso sí saludando y siendo gentil con quienes encuentre.


12. El reino de otro mundo

Al sacarla a volar no sé todavía a cuanto alcanza el rayo o el re¬lámpago que hemos hecho. Cabecea unos instantes con ímpetu vehemente, como pidiendo o exigiendo algo.

Ya están bogando en el cielo y muy altas otras cometas, de todas las formas y colores: pa¬vas cantoras, el barril con flecos (o zumbadores), el barril sencillo.

Allí está el cancel, la cola de pato y el gallinazo, que abun¬dan. Aquella otra de ese lado es un buque, esa es estrella, a esa otra se la llama cometas mellizas porque en una hay dos cometas juntas.

Como en años anteriores, proliferan por aquí y por allá pandorgas, cometas nocturnas, cometas “pobres”, la “señorita”, la cometa china.

La que más atrae es un vistoso “as de copas” que boga¬ sereno ya en lo alto. Hay una linda “cuna” que se mece compla¬ciente, cercana a las nubes.

El mío es un "rombo" simple, no muy grande, de un solo color, como un soldado envestido en su uniforme es el violeta. Pero ese "rombo simple” que mi padre ha compartido conmi¬go, en aquel ritual secreto, sé en realidad no es del reino de este mundo.


13. Ya no se ve

Y antes de que se mate entre las piedras, afanoso por volar, y más por presentir a las otras cometas, convencido de sus actos, aún lo sujeto con cuidado y nerviosismo.

Es cuando aprovecho para ajustarle algunos nudos de último minuto, templar otros y dejar libre a esa fiera alada, para ver qué hace.

Primero, se posa como un tábano en el aire, hace algu¬nas genuflexiones, no sé si de identificación o de amenaza. Y luego con un zumbido, como si saliera en estampida, da un salto hacia atrás o hacia adelante y con un chirrido de motor, o de azagaya salvaje, se lanza en estampida y ya está parejo con las nubes.

Aquí es cuando el carrete empieza a zapatear dando saltos a la altura de mi pe¬cho. Y a quemar el trapo con el cual todavía puedo sujetarlo. Entre carrete y carrete de hilo la tela que he traído se hace negra, primero, y luego arde a tal punto que humea.

Y ya no puedo verla más, ¡es im¬posible! Ha volado demasiado. Al jurado solo puedo mostrarle el hilo, pero el objeto alado ya no se ve en el cielo. Ni yo mismo la distingo. Ya está demasiado lejos.


14. Hecha para irse

Pide más y más hilo, impulso que hace saltar como un trompo al carrete en el suelo, hilo que corre con tal velocidad y fuerza que puede cortarme la mano y separar de un tajo la parte donde se ubican los dedos estremecidos.

Aún corro por el barranco tratando de sostenerla. Pero es imposible. Y no hay trapo que se le resista.

No gané el concurso o festival porque, sencillamente, nos pasamos de la raya y nos pusimos del lado de lo invisible. Mi cometa desapareció a los ojos mortales.

Se hizo humo después de consumir más de seis carretes de hilo, cuando con dos bastaba para ponerlo en el lugar más alto y adjudicarse el primer puesto del certamen.

Aún corriendo detrás de ella sé que a un ser así ya jamás se le puede hacer regresar, su vida está hecha para irse, para trascender.

No le ha importado el concurso, es demasiado de otra vida. Y ya suelta veo que el hilo latiguea en el aire.


15. Algunas esencias

Es el último reflejo que tengo de ella. La solté, porque comprendí que no había fuerza hu¬mana capaz de retenerla.

Yo mismo ya no pude verla, subió tan alto que seguramente está detrás de las nubes, en el empíreo, en la región de las ideas puras, de los arquetipos y paradigma.

Me he sentado en la pendiente por donde he corrido. Al frente está el cerro Ichal, en donde los antiguos chucos adoraron al Dios Catequil.

Hacia allá se ha ido, mientras las otras cometas bogan ostentosas, demasiado bellas y yo mismo me quedo extasiado contemplándolas.

La mía ha huido, se ha ocultado en la trama de la vida, porque esta realidad aparente está amparada en otras más de fondo. Y en donde habitan otras cometas permanentes.

Voló, se fue, allí donde yo busco algunas esencias. Lejos del bullicio de estos días pasajeros, gracias a Dios inmersa en una realidad esplendente.

Texto que puede ser reproducido citando autor y fuente

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