sábado, 5 de junio de 2010

Arica no se rinde. Ni jamás se olvida - Plan Lector

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INSTITUTO DEL LIBRO Y LA LECTURA,

INLEC DEL PERÚ, Y CAPULÍ, VALLEJO Y SU TIERRA


7 DE JUNIO

BATALLA DE ARICA Y DÍA DE LA BANDERA


PLAN LECTOR, PLIEGOS DE LECTURA


¡ARICA NO SE RINDE!

¡NI JAMÁS SE OLVIDA!

(Libreta de apuntes de un soldado)



Por Danilo Sánchez Lihón


1. Yo lucho por ti, amor mío

Amor mío, pude haber tomado la ruta del norte y haberme refugiado en Arequipa para después encontrarme contigo en Lima.

Jamás pensé que pudiera haber algo más fuerte que tú como para haber caminado en sentido contrario adonde tú estabas. Y seguir tras de este llamado a la vez simple y misterioso. ¿Cuál es?

Defender la casa, la tierra, el lar de nuestros ancestros, la moral que sostiene la vida. Y ya ves, heme aquí, con mis pies en el desierto sin huellas que me lleva a Arica.

La batalla del Alto de la Alianza fue una hecatombe, un holocausto, un martirio.

Tacna en este momento en que te escribo en esta libreta está siendo atacada; se saquean establecimientos, se fusilan inocentes, se violan mujeres, se incendian casas y establecimientos privados y públicos. Y se destruye todo lo que aparente desarrollo, afán de erigir, progreso.

Han impuesto una ley: que si uno de sus soldados es atacado degüellan a toda una población.


2. Por cariño hacia ti y mis hijos

El ejército aliado de Perú y Bolivia ha sido prácticamente aniquilado. La guarnición de Arica está aislada e indefensa, bloqueada por mar y por tierra. En el alto mando que aún queda del ejército del Perú sólo Cáceres ha insistido en marchar y defender Arica.

En el fragor de la batalla ha sido y es tu regazo, donde la vida nace amor mío, la visión y el temblor que me acompaña siempre en estas horas de prueba.

¡Oh, dulzura!, saber que mi vida existe imborrable en tu vida. Saber eso nos hace ser un buen soldado. Ahora es tu rostro el que va conmigo por todos estos breñales confines.

He cruzado el desierto. El ejército chileno se traslada a Arica por vía férrea y otros batallones avanzan bordeando los contrafuertes andinos para atacar Arica por el este.

Cuando la vida vuelva a su normalidad ¿desaparecerá el fervor en que vivimos estas horas? Yo lucho por ti, amor. Y aunque parezca que los he abandonado, el cariño hacia ti y mis hijos me impone que yo esté aquí.


3. Ya luzco mi uniforme de bayeta blanca

4 de junio. Arica es una ciudad hermosa convertida ahora en cuartel militar, transformada en factoría, en casamata, en furgón. Pero la vida en ella aún aflora bella y exquisita.

Me he presentado al coronel Francisco Bolognesi. En algún momento creí reconocer en él al padre que perdí de niño. Me parece un hombre noble, valeroso y lleno de comprensión acerca de la vida, con raigambre y sentido muy hondo del honor. Da valor y coraje verlo.

Me encanta pensar en él. En mi mente se ha quedado muy fuerte y muy querida su imagen. Me ha asignado al Batallón Artesanos de Tacna comandado por don Marcelino Varela. Y ya luzco mi nuevo uniforme de bayeta blanca, que no alcanza para todos y es un privilegio usarlo.

La cumbre del morro donde acampamos es una explanada natural de 10 mil metros de extensión y 260 de altitud. Aquí se emplazan las piezas de artillería y en la pendiente se han hecho fosas y casamatas. Somos aproximadamente 1600 hombres repartidos en varios batallones.


4. La vida ya te premió por el solo hecho de conocerlos

Bolognesi ha mandado volar la línea férrea y los terraplenes de la estación del Hospicio, así como los puentes de El Molle y Chacalluta, para evitar la movilización de tropas enemigas.

Sus equipos de ingenieros los han reparado al instante. Es una maquinaria de guerra implacable, intencionalmente preparada, y nefasta.

Hoy ha ocurrido una desgracia: El ingeniero Teodoro Elmore que conoce los planos y ha tendido las minas que rodean al morro, y defienden a Arica, ha sido capturado por una patrulla chilena. Esto es funesto.

La señal de que Elmore no confesó nada será que en las próximas horas será fusilado. Y su cadáver aparecerá a la vera de un camino o arrojado al campo. No cabe otra lógica. Si vive es que el Perú luchó envestido de una grandeza mayor: sabiendo que luchaba incluso en contra de la suerte.

En esta hora crucial ¡qué suerte conocer a algunos hombres sublimes dentro de los sencillo, como Francisco Bolognesi!

Basta mirarlo para sentir que la vida ya te premió por el solo hecho de haberlo visto y conocido.

Y ellos son tantos aquí. En verdad todos los que custodian el morro.


5. Aquí se defiende lo puro, lo moral, lo que es el orden del universo

El ejército enemigo tiene hasta este momento seis mil hombres, al pie y en los contornos del morro.

Nosotros somos 1600 hombres que han tenido que dejar la oficina, o el arado, o la garlopa, la tiza de pizarra, el cepillo, el hilo y la aguja, porque allanaron su hogar y su terruño. ¿Cabe humillarte?

Que dejaron todo porque abofetearon a sus seres queridos. Y en su propia casa. ¿Cabe permanecer pasivos, aunque tenga que dejarlos a ti y a mis hijos a quienes amo tanto?

Nos levantamos porque vinieron a imponer cupos infames y hacer explosionar lo que habíamos construido con esmero. ¿Cabe ser indiferentes?

Amor mío, si no vuelvo, cuando crezcan nuestros hijos háblales que si no estoy con ellos la razón es que su padre quiso que vivieran en un país digno, con honor y moral. Y eso lo conquistaremos hoy día.

Y esa es la razón de esta partida. Ganaremos para siempre aquí el ser dignos. Porque se puede ganar una guerra pero también la infamia y el oprobio.


6. Por amor a ti, ahora no estoy a tu lado

Aquí en Arica defendemos no sólo una patria sino el sentido de ser hombres. Salvaguardamos la condición de la especie humana, del bien, la verdad, la justicia.

Hemos sido invadidos y defendernos es un deber sacrosanto.

Por eso luchamos. Por eso Roque Saénz Peña deja su curul de diputado en Argentina y viene aquí a batirse como un hombre indignado. En Arica se preserva y protege aquello que hace que la vida merezca ser vivida.

Pero ¿los otros? Los demás pueblos ¿Contemplan impasibles lo siniestro?

Por eso Alfonso Ugarte que es rico y podría estarse divirtiendo en cualquier lugar ameno, ha equipado y solventa el Batallón Iquique, y prefiere el fragor de la batalla.

Hace unos días se ha batido como un león en Tarapacá; tiene heridas de bala, una en la frente. Y ahora está aquí prefiriendo el sacrificio y la muerte antes que permitir el abuso y la afrenta.

Por eso, por amor a ti y a mis hijos, ahora no estoy a tu lado.


7. Seremos cadáveres dentro de algunas horas

Bolognesi ha tenido un gesto muy lindo conmigo. Ha preguntado por mí, me ha venido a buscar y me ha invitado a caminar a su lado por los senderos de El Morro, a cuyos flancos están fijas y alertas las baterías.

Me confiesa que tengo un gran parecido con su hijo Enrique. (Enrique y Augusto, hijos de Francisco Bolognesi, también ofrendaron su vida en la defensa de Lima).

Me ha pedido que sea su ayudante de campo. He aceptado, envestido de honra por este hecho y el permanecer a su lado.

Hoy día, 5 de junio, se recibió al emisario chileno Juan de la Cruz Salvo pidiendo la rendición de la plaza, basados en las siguientes razones:

1) Es imposible su defensa, por la inmensa superioridad militar del ejército de Chile en fuerzas de tierra y mar.

2) El aislamiento total en que nos encontramos, que sin auxilio de ningún tipo hace inminente la derrota.

3) Dicen saber todos nuestros emplazamientos, pertrechos y recursos. Y el sistema de minas, digo yo, porque Teodoro Elmore no ha sido fusilado y se pasea al lado de ellos.


8. Emblema de coraje

¡Suerte! ¿Aumentará nuestro valor y heroísmo saber que luchamos también en contra de tus naipes y barajas torcidas?

La rendición haría posible, según el ejército, chileno en dejar que todo el destacamento acantonado en este lugar se retire portando sólo armamento ligero. Alejamiento que no sería hostilizado por sus tropas. ¿Creerlos?

Bolognesi ha respondido que su decisión inquebrantable es luchar hasta quemar el último cartucho.

Esta decisión ha sido consultada a la junta de jefes quienes la han ratificado unánimemente. Sin excepción.

Esto es grandioso. Es colosal. Es supremo, amor mío. Y sé que te veré, así sea en el infinito.

Sólo Leónidas de Esparta, en las Termópilas, ha de ser comparable. Solo con la diferencia, a favor del Perú, que aquellos eran soldados y estaban preparados para la guerra. En cambio, nosotros somos maestros, agricultores, artesanos, hombres de paz.

Bolognesi mismo es un anciano, retirado del ejército, pero que ha retornado a él llamado por su conciencia, su honestidad y su valor.


9. Ni un fósforo se puede encender

Pero, eso sí, de algo estoy cierto: Arica será emblema de coraje grandioso en la historia humana.

¡Arica no se rinde! Y esta decisión la hacemos nuestra los 1600 hombres de este pináculo.

¿Luego de este sacrificio podrá haber algún peruano indolente?

¿De aquí para adelante habrá algún maestro o estudiante mediocre?

Muchos de nosotros seremos cadáveres dentro de algunas horas. Entonces, a partir de ahora ¿habrá alguien que sienta que no tiene razones para esforzarse, ser mejor y luchar?

Por eso, tiene sentido luchar aquí hasta morir, sin dudar, ni arredrarse, ni claudicar.

Vamos a morir por todo lo excelso, prístino y acrisolado que puede haber en la vida y en la eternidad de los tiempos.

¡Que eso sea lo que prevalezca en este momento supremo!

En estos momentos todo es oscuridad. ¡No hay ni una chispa de luz! ¡Ni un fósforo se puede encender por precaución en El Morro!


10. Hoy día el resultado para los defensores ha sido victorioso

Día 6 de junio. Cerca de la una de la tarde empezó el bombardeo. Los barcos de guerra Loa, Magallanes, Covadonga y Cochrane disparando desde el mar y la artillería chilena lo hace desde tierra.

El resultado para los defensores del morro ha sido victorioso y cerramos la noche con aplausos.

Se alcanzó a averiar a la Covadonga y se acalló una batería chilena con 4 cañones. Desde aquí diviso el fuego y las humaradas.

He acompañado al coronel Bolognesi a pasar revisión por cada trinchera. Ha saludado y agradecido por la jornada. De cada emplazamiento surgían vivas al Perú.

Insólito. Al anochecer el ing. Teodoro Elmore ha traído un nuevo mensaje del ejército de Chile pidiendo la rendición.

Con esta ya son tres las veces en que Chile pide la rendición. Pero, Elmore, hace ahora de emisario chileno.

Como correspondía, Francisco Bolognesi lo ha tratado con desprecio. Y ni siquiera lo recibió. ¡Viva el Perú!


11. Se inicia el ataque

Día 7 de junio. Velamos al pie de los cañones. ¡Qué honda vibración es este emblema, esta bandera en el alba, el Perú!

No dormimos. La noche es húmeda, fría y lóbrega. La neblina cubre los cerros y cala hasta el fondo de los huesos.

Son las cuatro de la mañana y ha sonado la diana de zafarrancho de combate.

Permanecemos de pie en los parapetos con el arma sujeta en nuestras manos y pegada a nuestro pecho o a nuestras entrañas.

A las cinco y quince del amanecer se pinta en el horizonte una línea negra que avanza.

Chile inicia el ataque.

Pronto hay fuego nutrido de fusilería.


12. Todos los que defendemos somos hermanos

La artillería chilena de los cañones Krupp desata un bombardeo infernal e implacable.

Son lanzadas oleadas de soldados chilenos. Los batallones Iquique y Tarapacá del Perú, a paso de trote, tratan de ganar la altura y son diezmados.

Palmo a palmo son defendidas nuestras posiciones. Emerge como un titán Ramón Zavala, y cae.

Aquí ya no hay jefes ni subordinados, clases ni jerarquías, rangos ni grados.

Todos somos hermanos que defienden, sin distingos ni diferencias de razas, ni de procedencias.

Todo es síntesis gloriosa.

Se escuchan explosiones que hacen retumbar la tierra. Estallan los polvorines peruanos.

Me veo envuelto en una confrontación cuerpo a cuerpo, a balazo artero y bayoneta.


13. Lo tuyo, lo ajeno, lo contrario

La lucha es increíble.

Son las ocho y quince de la mañana y todo sucumbe en contra nuestra.

Estoy cerca de Bolognesi que sigue disparando revolver en mano.

Una bala le atraviesa el cráneo y cae salpicando con su sangre la tierra y cubriéndola con su cuerpo.

Todo El Morro cubierto por su cuerpo.

Estoy herido. Me he arrastrado hasta la pendiente donde podré arrojarme al abismo.

¡Hijos míos! ¡Ojalá que siempre se sepa cómo se luchó por el Perú en Arica!

¡Que por Arica siempre sean grandes los peruanos de toda condición!

Les dejamos una patria alta y sublime.

Nunca fue tan hondo y vibrante ser peruano. Sentir lo propio y extraño; lo que es tuyo, lo ajeno y lo contrario.

– ¡Ríndase! ¡Ríndase!


14. La vida herida, ofendida, traicionada

Eso gritan a Alfonso Ugarte que ha recogido la bandera de los soldados que la sostenían de a pie.

Pica su caballo y se arroja por el acantilado hacia el mar, casi por encima mío que yazgo tendido.

¿Dónde está Dios? ¿Estamos solos en el universo?

Difícil ser bravo y valiente sabiendo que todo es adverso, que todo escasea y es incierto. ¡Y aún así hemos sido bravos y valientes!

Veo y escucho el repaso de heridos con la bayoneta y el corvo. He rodado ladera abajo.

Inunda el olor y el sabor a sangre, a pólvora y a catástrofe.

Inunda de aliento, de respiración humana mezclada a polvo, a aceite y dinamita.

De despojos ensangrentados, de pólvora quemada junto a la humedad salada del mar.


15. ¡Perú!, qué hondura y qué inmensidad

He caído desde un farallón hasta una saliente de roca. Me cuesta moverme.

Me estoy muriendo.

He podido deslizarme, cayendo por el morro. Apenas me sostengo en una rendija de la roca con cara al mar.

Tengo perforado el abdomen y una desgarradura honda de bayoneta a la altura del omóplato.

¡Arica!, que nunca el Perú te olvide.

¡Amor mío! Dile a nuestros hijos que su padre se inmoló en Arica. Que estuvo en Arica y lo asume como un alto honor y un privilegio que la vida le ha dado.

Desde aquí veo que el monitor Manco Cápac se hunde. Su tripulación flota en el agua y es ametrallada.

Hay incendios por uno y otro lugar.

¡Perú, qué hondura y qué inmensidad tiene tu nombre!


16. Las calles de Arica están rojas de sangre

Desde aquí veo el fusilamiento de compatriotas en las graderías del atrio de la iglesia.

Ha sido con descarga de fusilería cuando se encontraban totalmente inermes. Entre sesenta u ochenta personas.

La caballería enemiga por todo lado persigue heridos que atraviesan el campo y les dan muerte.

Las calles de Arica están rojas de sangre, sangre explosionada, sangre quemada, sangre que florecerá algún día.

No sé cuántas horas han pasado y sigo aquí convulsionando de frío y humedad y muerte.

Veo caer delante mío los cadáveres de los soldados peruanos muertos y que los chilenos arrojan al mar con su uniforme de bayeta blanca ensangrentada. ¡Es la bandera del Perú en el campo del honor! Son centenas que siguen cayendo delante de mis ojos. ¡Que jamás se olvide!


17. Los ataúdes son llevados en hombros por una escolta

Estos apuntes, amor mío, los escribo ya desde una posada en la ciudad.

No sé qué día es. Ni cuántos días han pasado desde la batalla.

Han sido 1,300 peruanos muertos en batalla, de un contingente de 1,600.

Casi todos los jefes y oficiales han caído: Inclán, O’Donovan, Arias, Blondel, Zavala, Nacarino, Moore.

Me cuentan que el cadáver de Alfonso Ugarte fue rescatado de entre las olas donde bajaron a buscarlo los propios chilenos por la recompensa de mil pesos de oro que ofreció su madre.

Hoy día salgo para Lima.

Por mediación del gobierno de Brasil se esperaba para principios del mes de julio el ingreso a Arica del vapor “Limeña”, a fin de recoger a heridos peruanos.


18. Todos aquí fueron héroes

Hoy, por fin ha llegado. Soy uno de los más graves. También en ese buque serán transportados los féretros que contienen los restos de Francisco Bolognesi y Juan Guillermo Moore.

Sus cuerpos han sido exhumados de sus tumbas en la iglesia de San Marcos. El ejército chileno antes de entregarlos realiza una ceremonia que incluye una misa, celebrada por el párroco José Diego Chávez.

Mientras se cumple la ceremonia la camilla en que me trasladan ha quedado detenida a un lado.

A su paso hay una formación de honor de tropas chilenas con uniforme de parada. Los ataúdes son llevados en hombros por una escolta de ese país y luego entregada a una escolta peruana.

Hasta a ellos, no les cabe duda, ¡de que son héroes insignes! Pero, ¡todos aquí fueron héroes!


19. ¡Viva el Perú!

¡Oh padre! ¡Oh don Francisco Bolognesi!

Padre mío que volví a encontrar en esta vida. ¡Sé que no se debe llorar! ¡Sé que no debo llorar por ti, padre mío!

No lloré cuando vi de niño que se enterraba a mi abuelo querido. No lloré al ver caer al ejército en el Alto de la Alianza.

Y luego saqueada y ardiendo a Tacna.

¡No se debe llorar! Pero al divisar su ataúd y avanzar por el muelle cargado ya por una guardia de honor de soldados peruanos y al ver a la multitud agolpada, primero silenciosa y después rugir:

– ¡Viva Bolognesi! ¡Viva el Perú!

Desafiando a la prohibición, a la bestialidad y a la muerte... ¡Padre!

Y al escuchar al poeta Federico Barreto enhiesto como un mástil en la tempestad, alzar su voz jugándose la vida, porque pese a la prohibición alza su verbo de fuego.

¡Oh padre! lágrimas hirvientes, sin yo quererlo, surcan mi rostro...


20. Arica es un altar y un baluarte moral

Día habrá, muy pronto, en que mis hijos pregunten quién fue su progenitor.

Día habrá en que ellos y todos sientan un orgullo inextinguible en el alma.

Ojalá que estas notas alcancen a llegar hasta sus manos.

Pero más, ojalá que lleven a Arica siempre en el alma, porque eso los hará grandes. ¡Que sirva para ser mejores peruanos, siempre!

Porque cada palmo de tierra la hemos defendimos con nuestra sangre, nuestros pálpitos, el aliento de nuestras bocas y nuestros sueños. Con nuestra rabia y nuestra ternura, con ínclito e imperecedero amor.

Aquí se ha regado sangre amorosa, sangre que defiende, sangre ferviente.

Porque nunca se probó tanto una fe adorable en un altar tan hondo y empinado como en Arica.

Por eso Arica será siempre nuestra.

Aquí ser Perú supera todo cálculo, toda lógica, toda racionalidad y toda medida. Solo le cabe lo eterno.

Arica es una adoración, un ara, un baluarte moral. Un tabernáculo.

¡Arica no se rinde! ¡Ni jamás se olvida!


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