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DE LA BOMBONERA DE JIRCÁN, A LA CHICHITA DE MALENCOB
DE LA BOMBONERA DE JIRCÁN, A LA CHICHITA DE MALENCOB
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Por: Juan José Alva Valverde (Pepe)
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Aquella tarde en el aula del 4º “A” del colegio “Coronel Bolognesi” de Chiquián, faltaba la mitad. Después de pasar lista, el auxiliar, más sorprendido que preocupado, fue de inmediato a la dirección del Plantel.
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- Señorita directora, en el 4º “A”, no han asistido 19 alumnos.
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- Señorita directora, en el 4º “A”, no han asistido 19 alumnos.
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- ¿19 alumnos? no se habrá confundido usted.
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- No señorita directora.
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- No señorita directora.
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Entonces la directora Maura Rodríguez Narrea y el auxiliar acudieron prestos al salón de clases.
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- Buenas tardes alumnos, ¿qué asignaturas han tenido en la mañana? -preguntó la directora Rodríguez.
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- Educación Física, señorita -respondió Fabián
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- Educación Física, hum… ¿alguien sabe por qué no han retornado los demás alumnos? -en ese entonces se estudiaba mañana y tarde.
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- Parece que se han agotado con los ejercicios - respondió sonriente Joaquín.
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- Educación Física, hum… ¿alguien sabe por qué no han retornado los demás alumnos? -en ese entonces se estudiaba mañana y tarde.
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- Parece que se han agotado con los ejercicios - respondió sonriente Joaquín.
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- ¿Y ustedes no se han cansado, no?...
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La directora salió enojada del aula, hablándole al auxiliar:
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- Que el profesor Orlando Ñato se acerque a mi despacho.
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- El profesor Ñato está en el campo deportivo de Jircán con el 1º “C”…
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En círculo: directora Maura Rodríguez Narrea
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¿Pero realmente a dónde estábamos los vaqueros?
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Esta es la breve historia:
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El alumno Malencob Coral Atachagua tenía una tiendita, ubicada a la espalda de la iglesia (costado de la casa del Sr. Teobaldo Suárez). Aquí la charla era amena, acompañados por las canciones de Leodán, que un tocadiscos a pilas nos brindaba.
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Mayo Yabar sostenía una botella con la mezcla que el “químico calambrito” Clemente Zubieta, había preparado con el producto de la chanchita (cuota). Vlady Reyes y Rodolfo Minaya trataban de convencer a “Huayano” Diógenes Núñez y a Jesús Valderrama, que la bronca en el campo de juego de Jircán, entre los jugadores de ambos equipos, fue por el deseo natural de ganar el partido.
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Mayo Yabar sostenía una botella con la mezcla que el “químico calambrito” Clemente Zubieta, había preparado con el producto de la chanchita (cuota). Vlady Reyes y Rodolfo Minaya trataban de convencer a “Huayano” Diógenes Núñez y a Jesús Valderrama, que la bronca en el campo de juego de Jircán, entre los jugadores de ambos equipos, fue por el deseo natural de ganar el partido.
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Después de las clases de Educación Física, jugábamos fútbol entre “extranjeros” y “chiquianos”. El equipo de los “extranjeros” estaba integrado por alumnos no nacidos en Chiquián, entre ellos: Jesús Valderrama, “el tallón” Natividad Gamarra Blas, Lucho Santos, Huayano Diógenes Nuñez, “el Chasqui” Zubieta, Joel Retuerto, Malencob Coral y otros. El equipo de los chiquianos lo conformábamos: Nando Aldave, Edgar Alvarado, “Orito” Juan Carrillo, “Pishuquito” Pedro Díaz, Federico Lemús, Rodolfo Minaya, Félix Ñato, Vlady Reyes, Popa Romero, Oshva Pardo, el arquero Zenobio salas, “Huanqui” Leovigildo Valderrama, Hualo Yabar, Mayo Yabar, “Calambrito” Clemente Zubieta, y yo.
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Es el caso, que durante el encuentro se produjeron algunos juegos fuertes. Ya faltando unos minutos para que culmine el partido, un balón disputado con excesiva adrenalina por Rodo Minaya y Huayano Nuñéz, hizo que ambos se agarren a puñetazos. Al tratar de separarlos se encendió la chispa, generándose una pelea campal. Mayo Yabar saltaba como gallito de pelea ante “el tallón” Natividad; Vlady y yo intercambiamos golpes con Jesús Valderrama, quien medía 1.89 y algunos milímetros más; es decir, todos contra todos, hasta quedar extenuados: unos sentados y otros echados sobre el cascajo. Malencob Coral, como siempre, procurando llevar agua para su molino, nos dijo con tono conciliador:
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- Bueno compañeros, ya nos hemos boxeado, nos hemos pulseado. En mi tienda tengo chichita para invitarles, los que quieren pueden venir.
- Bueno compañeros, ya nos hemos boxeado, nos hemos pulseado. En mi tienda tengo chichita para invitarles, los que quieren pueden venir.
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Como hipnotizados corderitos, en silencio y en fila india lo seguimos hasta su aposento, donde la chichita nos cayó como sorbos de agua bendita en el purgatorio, para expiar nuestros rencores y algunas penas que ya nos causaban algunos esquivos amores. Y así, después de unas horas de sano esparcimiento “deportivo”, lejos del estadio de Jircán, terminamos aquella tarde: enchichados y abrazados, cantando a todo pulmón:
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Del Coronel yo soy,
bolognesino soy,
pero para quererte a ti,
yo solito soy…
bolognesino soy,
pero para quererte a ti,
yo solito soy…
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