miércoles, 25 de marzo de 2009

EL HUAYCO Y EL ARROYUELO - POR ARMANDO ALVARADO BALAREZO (NALO)

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EL HUAYCO
Y EL ARROYUELO

Por Armando Alvarado Balarezo (Nalo)
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La mañana está espléndida, el Sol acaricia los mechones blancos de las montañas engendrando arroyuelos que bajan por las cañadas. Unos reparten verdor, otros se abrazan con las bellas lagunas.



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Con la llegada del ocaso el cielo se torna gris y empieza a llover con truenos y relámpagos: no hay arco iris. El intenso aguacero aborta un huayco que ruge furioso en la quebrada y se desparrama violento arrasándolo todo. A la distancia ve que un arroyuelo baja fecundando vida, y le grita:

- ¡Hazte a un lado esmirriado arroyuelo!

Frente a esta amenaza el arroyuelo le cede su angosto cauce y cae sobre las flores silvestres que crecen a la orilla del desfiladero. A una hora de haber cesado la lluvia, del huayco quedan: desolacion, piedras, y lodo.

A la mañana siguiente los rayos solares convierten el campo en un yermo lugar. Al contemplar este cuadro devastado, las flores lloran gotas de rocío para calmar la sed en la quebrada.

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"Seamos arroyuelo que hace germinar la simiente, nunca huayco que arrasa lo sembrado" Nalo AB - Chiquián, Perú agosto de 1983
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