martes, 13 de enero de 2009

MAURELIO REYES ANZUALDO




Por Armando Alvarado Balarezo (Nalo)


CHIQUIÁN CULTURA
Premio: Artesano




Nació en Chiquián el 6 de julio de 1,914 bajo el cálido techo de los esposos Luis Reyes Barba y Juana Anzualdo Maturana, sus adorados padres. Su infancia transcurrió entre su escuela y las chacras familiares de Chiquián y Pancal, cuidando los trigales y maizales de los papagayos y de los amigos de lo ajeno, a la par, cazaba aves y hacía trabajos agrícolas.

A los 20 años emigró buscando mayores oportunidades de trabajo a la otrora provincia de Chancay, instalándose en el fundo “Lampas”, donde se dedicó a la agricultura. Al cabo de dos años de duro trabajo como jornalero retornó a Chiquián y con todo el fruto de su sudor instaló un taller de carpintería. Seis años después contrajo matrimonio con la dama chiquiana Ela García Ramírez, de cuya unión vinieron al mundo siete hermanos: Hermelinda, Bertha, Luisa, Aníbal, Alberto, Oscar y Oswaldo.

En su taller de carpintería fabricó guitarras, mandolinas y arpas, siendo este último instrumento musical el que más satisfacciones le deparó, pues era muy requerido para amenizar las reuniones costumbristas y familiares, lugares donde hacía gala de su chispa innata por el que se le recuerda con cariño, además de ser un improvisador de exquisita capacidad interpretativa. Su taller era frecuentado por los bardos chiquianos: Calixto Palacios “Cañita”, Bernardo Escobedo “Bellota”, José Montoro “Shacui”, Alberto Núñez y Máximo Calderón “el zurdo de oro”, entre otros paisanos fieles a sus raíces musicales, con quienes “afinaban” y pulsaban las seis cuerdas y ponían a tono sus voces para las serenatas esquineras, entre acordes, risas y chistes en quechua, tan celebrados hasta ahora durante las tertulias nocturnas con aroma a chinguirito ecológico. Mi padre lo recuerda como la guitarra que reía y el arpa que gemía. También fue un excelente relojero y comunero, siempre presente en las jornadas de lucha por el desarrollo de nuestro pueblo: carretera Conococha/Chiquián, Canal de Tucu, 'Romatambo de Chiquián', carretera Chiquián/Racrachaca, Colegio 'Coronel Bolognesi', Escuela Normal, Universidad de Ancash, entre otros grandes esfuerzos colectivos que hoy escasean.

Gracias al dinero ahorrado puso una tienda de abarrotes en el Jr. Comercio y un horno alimentado con leña en el Jr. Tarapacá, en sana competencia durante los siete días de la semana con las demás panaderías, todas ellas de mucho prestigio en Chiquián, que se incrementaban en las fiestas patronales, apoyando a los funcionarios. En la década de 50 y 60 era habitual ver saliendo a diario de Chiquián, costalillos tras costalillos blancos repletos de panes, biscochos y cemitas con destino a Conococha, Carcas, Aquia, Huasta, Quisipata, Pocpa, Mahuay, Llamac y Pacllón. Las roscas bañadas, los budines con miel, los cachitos, las cariocas, las empanadas de carne y queso, los alfajores y las jaratantas, horneadas por la familia Reyes García, fueron los productos de amasijo más apreciados. También preparaban colados y manjar blanco que eran el deleite de grandes y chicos.

Don Maurelio fue poseedor de un corazón noble y generoso, sobre todo con los niños y ancianitos que veían en él, al amigo dispuesto a brindarles su afecto y socorro en cualquier lugar y circunstancia. Falleció el 19 de octubre de 1972. Hoy su tumba en el cementerio de Chiquián es una de las más visitadas por los paisanos de los poblados cercanos.

DESCANSE EN PAZ DON MAURELIO