lunes, 20 de junio de 2022

EL MARISCAL RAMÓN CASTILLA EN SAN LUIS - POR ROBERTO ROSARIO VIDAL, PRESIDENTE DE LA ACADEMIA PERUANA DE LITERATURA INFANTIL Y JUVENIL

 


EL MARISCAL RAMÓN CASTILLA 
EN SAN LUIS

Por Roberto Rosario Vidal


El Gran Mariscal don Ramón Castilla, dos veces presidente de la república, hombre rudo, de firmes decisiones; soldado triunfador en varias guerras y rebeliones, no pudo frenar su espíritu enérgico y maduro, ante el enemigo más poderoso y esquivo que tuvo en su vida, el amor de una sanluisina.

Dicen los historiadores regionales que prendado de la belleza de una dama natural de San Luis que trabajaba en el palacio de gobierno, se enamoró perdidamente. Y cuando esa dama ya no residía en la capital del país, fue en su búsqueda hasta el recóndito poblado de San Luis, viajando en barco de vapor a Casma y de allí a caballo recorriendo quinientos kilómetros  por el Callejón de Conchucos y la cuenca del Yanamayo.

¿Quién era la bella dama que robó el corazón del ocupado gobernante que distrayendo su preciado tiempo viajó, no una vez sino varias, a tan lejano lugar? Se menciona dos nombres: Tomasa Barrón y Margarita Mariluz. No se ha podido precisar cuál  fue la elegida, sin embargo, cualquiera de ellas eran como dice el sacerdote Santiago Márquez:”herederas de las prendas propias de esta región”, señoritas de belleza extraordinaria.

Durante ese ir y venir el Mariscal Castilla se interesó de un yacimiento minero, que por la semejanza con una rica mina boliviana, le puso el nombre de Potosí, ubicada a orillas del río Yanacara, a cuatro kilómetros de San Luis, justificado motivo que sirvió para  explicar el abandono prolongado de la capital del Perú. Es del caso que el gobernante enamorado mandó a construir una fastuosa casona en la salida de la carretera a Chacas, cuyos restos hasta ahora existen, lugar donde agasajaba a su bella amante, quien consiguió importantes favores que beneficiaron a su pueblo, como la creación de la provincia de San Luis, por Ley sin número de fecha 2 de enero de 1857.

El carácter terco e indomable del libertador de los negros y autor de la abolición del pago de tributo de los aborígenes, dio muestras de su dura personalidad en cierta demanda que le entabló el juez de paz Báez de San Luis, a causa de los alisos que usaba Castilla en su mina. Dice el historiador que el día de la cita, el ilustre militar se presentó al modesto despacho del juez vestido de gala, luciendo la franja presidencial y lustrosas condecoraciones en el pecho. Y en respuesta a la notificación del sorprendido juez, solo dijo una frase:

-Pastos, agua y bosques son de los peruanos, señor juez –y sin mediar otra palabra, se retiró.

Hay un período entre su primer y segundo gobierno (1845-1860), que el Gran Mariscal Ramón Castilla, gestor de una era de progreso del Perú, permaneció durante un largo año en San Luis. No se sabe si empeñado en la explotación de la mina o pretendiendo el amor de la bella dama sanluisina.

Finalmente los resultados de la estrategia económica y romántica de tan exitoso militar y gobernante, no tuvieron el efecto de los logros, que la historia recuerda de su meritoria vida política.

Fuente:

Un trocito del tercer libro de la saga de EL TROTAMUNDOS. Se denominará EL TROTAMUNDOS EN LA MONTAÑA ENCANTADA (El trotamundos en el Callejón de Conchucos), del escritor ancashino Roberto Rosario Vidal, Presidente de la Academia Peruana de Literatura Infantil y Juvenil