CHINGUIRITO CON ARPA Y AMISTAD
Por Armando Alvarado Balarezo (Nalo)
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Me
fue imposible visitar Chiquián en la Navidad de 1981. La
aversión entre peruanos desplegaba sus tentáculos en las agrestes montañas, por eso, dos días después viajé a la tierra de Luis Pardo
para pasar
un par de días en la tranquilidad del hogar paterno, había logrado un
meteórico ascenso estando en Huaraz, y quise celebrar en familia.
Arribé
a medianoche con mucha hambre, y buscando un buen caldo de gallina llegué a Oropuquio,
cuna del Sport Cahuide. A la distancia, pegadito a Chinapila, un
huaynito saleroso dejaba oír sus dulces notas; me acerqué y quedé seducido al
escuchar entre risas y voces aguardentosas la canción: "En las faldas de Cochapata", composición del dilecto maestro chiquiano Juvenal Alejandro Yábar
Alva, que inmortalizaron en los sesentas las alondras chiquianas Amina Rayo y Eva Alvarado.
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Toqué la pequeña puerta verde de madera, me abrieron e ingresé bajando el lomo lo más que pude, siendo
recibido con euforia por mi amigo Perico Rivera Ñato, en ese entonces
residente del boulevard de Quihuillán; hoy, a perpetuidad del cementerio
de Chiquián. Perico me invitó un vaso de aromático chinguirito que tomé
sin respirar... ¡Upiacushun shay!.
En
una esquina de la habitación las cuerdas de un arpa de aliso
con patas de chacua se deshacen en trinos, mientras ocho asistentes,
entre hombres y mujeres, aplanan el piso de tierra, exclamando: ¡En la repetición está el gusto y que dure la zapateada hasta que despunte el alba!.
Junto a la puerta, sobre una repisa incolora, lucen sus siluetas de
vidrio una docena de botellas vacías: de gaseosa, vermouth "Cinzano" y anís "Nájar".
Debajo de un destartalado mostrador: tres manojos de colahuiru,
escorzonera y huamanripa esperan desnudas su baño de sauna. Al
costado una tetera sin tapa destila chinguirito, abrigado por las
azulinas lenguas de fuego de un primus de bronce con canillas de
alambre.
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Todos contentos y felices entre recuerdos de barquitos de maguey, zancos, shoguet, plancha quemada y nunatoros, tomamos varios cuartitos del abrigador chinguirito, néctar trepador que adormece el cerebelo haciéndonos ingresar a una vorágine donde la vida vale un "penco". Elixir con aroma celestial que doma a su antojo a los chupacañas más trejos.
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Todos contentos y felices entre recuerdos de barquitos de maguey, zancos, shoguet, plancha quemada y nunatoros, tomamos varios cuartitos del abrigador chinguirito, néctar trepador que adormece el cerebelo haciéndonos ingresar a una vorágine donde la vida vale un "penco". Elixir con aroma celestial que doma a su antojo a los chupacañas más trejos.
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Entre
trago y trago vienen zapateadas desafiantes, con requiebres que nos
hacen retornar de rato en rato el pantalón a la cintura; en tanto,
las musas pañuelo en mano exprimen el sudor de sus frentes. Espectáculo
aparte brindan las cuerdas del arpa, danzando juguetonas con los
dedos de púcana de Anacleto “Pachapleto”, quien pasando de “LA” menor a
“RE” mayor de un solo golpe, rompe fuegos con su endiablada punteada
animando la batalla, donde los varones bailando como capitanes y las
mujeres como pallas, esconden entre poncho y faldellín un empujoncito
zalamero. “Ven mi amor, acá te espero como el arrullo de una torcaza”, grita emocionado un tinyaco maltón de Shulu a su afrodita de Lirioguencha, otro canta con voz anegada en llanto: “Quiero ser libre, por eso me voy de Chiquián”. Las botellas de chinguirito vienen y van sin parar. ¡El que la seca la llena!,
exclama a todo pulmón un bolsillo roto de Cochapata. Otro le pide a
"Fabián" no retener el expediente, y así van pasando las horas entre risas y
leyes de “Quishula”, de la ballena, del tiburón y del ultu.
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A las 5 en punto de la madrugada un diablito de Umpay Cuta sin espuelas, pero con cuernos invisibles, sale a bailar rozando el cuntu de su ninfa de Agocalle que al sentir el cosquilleo gira media vuelta blanqueando los ojos. A estas horas ya se siente el efluvio a piel y trago apelmazando los bellos nasales, trayendo a mi memoria aquellos años juveniles de tertulias y chinguiritos al paso en la cantina de “Oso”.
A las cinco y media la aurora se pone de pie al llamado de la mañana, que el carioco del "Chino Benito" anuncia con un agudo kikiriquí, aflorando en mi mente los años idos y declamo con la boca cerrada y la mente abierta: “Huayno chiquiano, canto de poesía y melodía como no hay dos. Qué mortal no ha sido atraído por los imanes de tu pentagrama de embrujo; versos sensitivos de chumpac y capulí, que los bardos interpretan añorando viejas aventuras en las cantinas, techas de casa, cumpleaños, relimpios de canales, quitañaques y en cuanto lugar late fogoso un corazón por las musas de trigo...”.
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A las 6 de la mañana el viento ondea el primer chubasco de diciembre, y se oyen pasos zigzagueantes de tres los lechuceros en el charco, que en cortejo van al Baratillo a cortar el caldero con un reparador caldo de mondongo. En la cantina los herederos de "don Chinguirito" tienen los párpados violáceos, y los globos oculares ya no arrojan candela, sólo hilachas de legaña aflora en las pestañas.
A las 5 en punto de la madrugada un diablito de Umpay Cuta sin espuelas, pero con cuernos invisibles, sale a bailar rozando el cuntu de su ninfa de Agocalle que al sentir el cosquilleo gira media vuelta blanqueando los ojos. A estas horas ya se siente el efluvio a piel y trago apelmazando los bellos nasales, trayendo a mi memoria aquellos años juveniles de tertulias y chinguiritos al paso en la cantina de “Oso”.
A las cinco y media la aurora se pone de pie al llamado de la mañana, que el carioco del "Chino Benito" anuncia con un agudo kikiriquí, aflorando en mi mente los años idos y declamo con la boca cerrada y la mente abierta: “Huayno chiquiano, canto de poesía y melodía como no hay dos. Qué mortal no ha sido atraído por los imanes de tu pentagrama de embrujo; versos sensitivos de chumpac y capulí, que los bardos interpretan añorando viejas aventuras en las cantinas, techas de casa, cumpleaños, relimpios de canales, quitañaques y en cuanto lugar late fogoso un corazón por las musas de trigo...”.
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A las 6 de la mañana el viento ondea el primer chubasco de diciembre, y se oyen pasos zigzagueantes de tres los lechuceros en el charco, que en cortejo van al Baratillo a cortar el caldero con un reparador caldo de mondongo. En la cantina los herederos de "don Chinguirito" tienen los párpados violáceos, y los globos oculares ya no arrojan candela, sólo hilachas de legaña aflora en las pestañas.
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A las 6.30 el arpa sigue desgranando melodías intentado despertar a dos beodos que yacen tiesos en las frías bancas de aliso, tiritando cual mendigos que anhelan una limosna en pleno aguacero. Al fondo del cuarto un viejo candil de sebo languidece, parpadea unos segundos y apaga su último destello. Tras la ventana que da al patio, las gotas de lluvia resbalan como lágrimas negras por los cristales opacos.
A las 6.30 el arpa sigue desgranando melodías intentado despertar a dos beodos que yacen tiesos en las frías bancas de aliso, tiritando cual mendigos que anhelan una limosna en pleno aguacero. Al fondo del cuarto un viejo candil de sebo languidece, parpadea unos segundos y apaga su último destello. Tras la ventana que da al patio, las gotas de lluvia resbalan como lágrimas negras por los cristales opacos.
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No más arremetidas, fintas ni quimbas, tampoco maniobras ni embestidas, menos punteos volcánicos que en el zapateo intentan saborear mollejitas al paso. Sólo se escucha el aguacero limpiando el musgo de los añosos tejados, y el gemido de un flagelado por el céfiro matinal que aun se mantiene en pie, pidiendo a la cascada de Putu un poco de agua para enfriar la garganta. De una casa con techo de paja sale humo plomizo de fogón, elevándose como vuelo de zorzal.
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No más arremetidas, fintas ni quimbas, tampoco maniobras ni embestidas, menos punteos volcánicos que en el zapateo intentan saborear mollejitas al paso. Sólo se escucha el aguacero limpiando el musgo de los añosos tejados, y el gemido de un flagelado por el céfiro matinal que aun se mantiene en pie, pidiendo a la cascada de Putu un poco de agua para enfriar la garganta. De una casa con techo de paja sale humo plomizo de fogón, elevándose como vuelo de zorzal.
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Culminada
la jarana, Anacleto envuelve su arpa con hule de mercachifle y chiligua en la cantina, y lo saca
cargado como becerrito empanzado con las costillas al aire. En
la calle desierta pone a su fiel amigo sobre su cabeza y se va a Yucyushtana bamboleándose como aguash en el
lodazal, con sus llanques Goodyear. Desde la cumbre, el señero Capillapunta vigila Chiquián, que
despierta con las primeras lluvias de diciembre para estrenar su poncho
que reverdece después de 7 meses de sequía.
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Y va pasando el tiempo en nuestra hermosa tierra, imborrable recuerdo de
aquellas jaranas de nuestros padres que muchos se empeñaron en
conservar hasta los ochentas, y que desde hace unos años el Club Chiquián
reedita en Lima, de vez en cuando, y a puerta cerrada. Sin embargo,
subrayo, que aquel espíritu jaranero de nuestros años mozos con "guetu
pelota" y cigarrillos "Inka"o "Nacional" llenando de vaho "Espejito del cielo", ya
está casi olvidado, pues ahora solamente existen pocilgas con hipos de
cantina donde nadie se divierte sino se alcoholiza hasta ponerse morado.
Ya ni siquiera a la actual taberna de "Penco", puede llamársele “bar-fénix” intentado resurgirla de sus cenizas.
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Por
eso, así como hay seres humanos en desgracia, también existen barrios
con mortaja franciscana, como el que los modernos paisanos han bautizado
como “Paramonga”, donde el “racumín” consume día y noche: trillones de
neuronas de muchos jóvenes que se pierden tras los tragos baratos, desde
Quihuillán hasta Umpay.
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Tal vez, dentro de 3 o 4 décadas, algunos sobrevivan al raudo caminar del tiempo, lejos de nuestra amada tierra, y recuerden por última vez, aquellos años venturosos de la jarana chiquiana; pero para ese entonces quizá ya no estén los que narren a los paisanos por venir, cómo eran esas telúricas reuniones de amistad, pues más tarde que nunca faltarán ojos para llorar y aliento para suspirar, y la voz enmudecerá para siempre, como ha ocurrido con generaciones enteras.
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Tal vez, dentro de 3 o 4 décadas, algunos sobrevivan al raudo caminar del tiempo, lejos de nuestra amada tierra, y recuerden por última vez, aquellos años venturosos de la jarana chiquiana; pero para ese entonces quizá ya no estén los que narren a los paisanos por venir, cómo eran esas telúricas reuniones de amistad, pues más tarde que nunca faltarán ojos para llorar y aliento para suspirar, y la voz enmudecerá para siempre, como ha ocurrido con generaciones enteras.
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De
ahí el interés que subyace entre líneas de este breve relato, que busca
conservarse en el corazón generoso de los chiquianos de cebada y jora,
como un recuerdo grato de la época de oro del "Chinguirito con arpa y amistad", con la esperanza de que recobre su verdadero sentido en un futuro no muy lejano...
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Voces nativas:
Aguash: Ave de laguna
Carioco: Gallo sin plumas en el cuello
Colahuiru, escorzonera y huamanripa: Hierbas aromáticas
Cuntu: Recipiente de arcilla
Carioco: Gallo sin plumas en el cuello
Colahuiru, escorzonera y huamanripa: Hierbas aromáticas
Cuntu: Recipiente de arcilla
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Chacua: Perdiz
Chinguirito: Trago calientito, con hierbas aromáticas
Chumpac: Miel de tinyaco (familia de las abejas)
Chinguirito: Trago calientito, con hierbas aromáticas
Chumpac: Miel de tinyaco (familia de las abejas)
Chupacaña: Bebedor consuetudinario
Fabián: Personaje popular que habla y habla y no brinda
Fabián: Personaje popular que habla y habla y no brinda
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Guetu pelota: Trago chiquiano
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Maltón: Joven
Nunatoro: Hombre disfrazado de toro
Pallas: Vírgenes del Sol, en el Incanato
Penco: Moneda de un sol
Nunatoro: Hombre disfrazado de toro
Pallas: Vírgenes del Sol, en el Incanato
Penco: Moneda de un sol
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Púcana: Atizador de fogón
Quishula: Personaje popular que bebe sin gastar
Quitañaque: Ceremonia del corte de pelo en la infancia
Racumín: Bebida alcohólica
Shoguet: Juguete que arroja agua
Tinyaco: Familia de la abeja
Ultu: Anfibio de rana
Quishula: Personaje popular que bebe sin gastar
Quitañaque: Ceremonia del corte de pelo en la infancia
Racumín: Bebida alcohólica
Shoguet: Juguete que arroja agua
Tinyaco: Familia de la abeja
Ultu: Anfibio de rana
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Huaraz, 23 de diciembre de 1994
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