VOY A CHIQUIÁN
Por Juan José Alva Valverde
Chiquián querido, a pocas horas de abrazarnos,
yo ansioso, con la avidez de un niño por su amada madre;
tú, acogedor, comprensivo, tolerante y pausado,
la comunión entre los dos será mejor que antaño.
Tus callecitas de pueblerino gusto, y mejor encanto,
tus campiñas siempre preñadas de verdor y aromas;
tu cielo azulado, con copos de algodón como nubes,
tu majestuoso Yerupajá que nos contempla siempre risueño.
Me abrazo a ti, con ansias de hijo pródigo,
vengo a llenarme de tus aires, de tus caricias, de tu ternura...
vengo a renovarme, a tomar nuevos bríos, a fortalecerme,
vengo a cumplir nuestro pacto, el que está escrito en mi sangre
y mi alma.
Recorrer tus calles buscando pasos idos;
los de mi querido viejito, o de la hermanita que voló al infinito;
contemplar las chacritas de Tranca, imaginando tardes de ensueño,
de las cosechas de maíz, de sus mazorcas que captan el resplandor
del sol de junio Bolognesino y de julio patriótico y festivo.
Mirar a los ojos a la Santita Rosa de Lima,
hablarle con el corazón, arrodillado ante su venerada anda,
agradecerle por todo; por la bendición recibida;
por lo mejor que me ha dado la vida: mis amados hijos.
Buscar en el camposanto, entre el rumor de los eucaliptos;
la estela de espiritualidad de mis pequeñas nenitas;
las que prematuramente durmieron el sueño eterno;
llevándose mis alegrías, o quizá mis juveniles ilusiones.
Chiquián querido. el de jana barrio, con Oro puquio y Racrán;
el de ura barrio, con Quiullán y su plazuela Bolognesi;
con Usgor celestino y el bello paisaje del valle de Aynín;
el de Umpay Cuta, Cochapata y el recordado Tulpajapana.