NUESTRA CÁRCEL PANDÉMICA Y PAPA FRANCISCO
Por Walter A. Vidal
“[...] puede que el presente, y desde luego el pasado reciente, sea
de quienes pretenden que nada cambie [...] Pero el futuro,
p. Francisco, es de quienes se ponen del lado de los pobres,
de los que sufren, de los que padecen todas las injusticias.
El futuro es de quienes alimentan y cuidan la esperanza.
Carlo María Martini. Arz. de Milán.
“De una crisis [como la pandémica] no se sale igual, salimos mejores o peores. Este es el desafío, y si no salimos mejores vamos por un camino de autodestrucción”, dijo el papa Francisco. El Papa se pregunta también (en referencia siempre a la pandemia que vivimos en el mundo encarcelados para no contagiarnos) “[…] qué ocurre cuando el mundo se para, hace una pausa, aunque sea de unos pocos meses”, y “también nos enseña -continúa el Papa- más sobre lo que necesitamos hacer para crear un planeta justo, equitativo, ambientalmente seguro […y] compartir”, dijo con oportunidad del día del planeta Tierra (abril pasado). “Y ambas catástrofes globales - continúa - Covid y el clima, demuestran que no tenemos tiempo para esperar […] “el tiempo nos apremia y que, como lo ha demostrado la Covid-19, sí tenemos los medios para enfrentar el desafío. Tenemos los medios. Es el momento de actuar, estamos en el límite”. Es decir, tocó temas cruciales para la supervivencia humana en este planeta.
Realmente este singular personaje es fuera de serie como se dice. Es un verdadero líder de la comunidad cristiana, especialmente de la católica. No estamos refiriéndonos porque está en la cabeza de la Iglesia (concepto tradicional de líder) sino porque está al medio o centro; está con los pobres, que es la población mayoritaria del mundo. Cuando fue ungido como papa, publicamos un breve artículo sobre él, en este mismo medio (Chiquián querido, de nuestro también querido Nalo Alvarado).
Aquella vez, hicimos, primero una referencia al valor de desprendimiento del papa a quien Francisco relevó. En efecto, Benedicto XVI renuncia porque “para gobernar la barca de san Pedro y anunciar el Evangelio, es necesario también el vigor tanto del cuerpo como del espíritu”; y el argentino Jorge Mario Bergoglio fue ungido como su sucesor. Es difícil, en este tiempo, en este mundo, encontrar un hombre que, con tanta facilidad, se desprende del poder que está en sus manos.
Y como si lo hubiera estado esperando –decía el referido artículo - con el propósito definido de revolucionar la Iglesia, el nuevo papa, toma el nombre papal de Francisco, es decir de Giovanni di Pietro Bernardone, San Francisco de Asís, (Asís 1182 – Asís 1226), fraile emblemático de la renovación centrada en el amor y la pobreza, pensamiento y actitud que repercute no solo en la Edad Media, sino también en nuestros días, principalmente en el seno de la iglesia católica.
Luego de cambiar su nombre por el de San Francisco de Asís, el nuevo papa Francisco, en un gesto que lo distingue, y en abierto desprecio a la riqueza material, sale al balcón a dar su primer mensaje como papa, sin la estola bordada y con una cruz de palo.
Así empezó su papado, el primer papa de América Latina.
Uno de los primeros cardenales en acercarse será Carlo María Martini S.J., arzobispo de Milán para aconsejarle, al oído, que tenga cuidado con los que no quieren el cambio. Pero Francisco al parecer no tuvo miedo, como respuesta suponemos que le contestó: “Reza por mí, lo necesito bastante”.
En la Jornada Mundial de la Juventud (Brasil) se dirige a los jóvenes exhortándoles: “La juventud es el ventanal por el que entra el futuro en el mundo y, por tanto, os impone grandes retos. […como] tutelar las condiciones materiales y espirituales para su pleno desarrollo; darle una base sólida sobre la que pueda construir su vida; garantizarle seguridad y educación para que llegue a ser lo que puede ser; transmitirle valores duraderos por los que valga la pena vivir; asegurarle un horizonte trascendente que responda a su sed de auténtica felicidad, suscitando en él la creatividad del bien; entregarle en herencia un mundo que corresponda a la medida de la vida humana; despertar en él las mejores potencialidades para que sea protagonista de su propio porvenir, y corresponsable del destino de todos”.
La Iglesia ha encontrado un líder, un argentino seguidor de Cristo. Creo que el eje del mundo está cambiando; ya no es Europa, sino que se ha trasladado a los países emergentes, como nos haría pensar esta vez a un país de América del Sur.
Por su resuelta actitud revolucionaria, Francisco ya trascendió su época, por su delicada sensibilidad y tierna espiritualidad cristiana, es valorada, incluso por los que no son católicos. “Recen por mí, lo necesito bastante” ha repetido y lo repite a cada momento. Ciertamente a muchos, incluyendo a muchos de los que lo acompañan en el Vaticano, no creo que les haya agradado escuchar eso de “¡Cómo me gustaría una Iglesia pobre y para los pobres!". No creo que les guste a los políticos corruptos, como los hay en nuestro país, escuchar con claridad al Papa cuando dice: “No traje bajo el brazo ningún proyecto personal” o cuando dice “Es un deber escuchar la voz de los pobres" (Colombia, 10/9/2017). No creo que agrade a los propietarios de los medios sociales de información, cuando el Papa dice que, casi siempre, es "sometida a la propaganda, a las ideologías, a los fines políticos o de control de la economía y la técnica".
No creo que puedan controlar su cólera ciertos periodistas entrevistadores o ciertos entrevistados tradicionales cuando el papa reconoce que “los comunistas han robado a los cristianos la bandera de los pobres", porque la pobreza está "en el centro del Evangelio" y que "la bandera de los pobres es cristiana". No creo que les guste a los negociantes, religiosos o no, de la enseñanza-aprendizaje privada, que anteponen el dinero al servicio, decir a Francisco: “Cuando vemos que el primer interés de una institución parroquial o educativa es el dinero, esto es una gran incoherencia".
Desde un comienzo, el papa Francisco de América Latina, tomó distancia de los ricos que adoran el dinero, como si el dinero fuese un dios. No sé si en estos tiempos alguien haya emprendido con decisión los grandes desafíos que tiene la fe cristiana, aparte del papa Francisco. El papa Francisco sabe que continuará con su lucha de imponer el bien, allí donde impera el mal. Chocará con poderosos, recemos por él, lo necesita bastante.