lunes, 5 de julio de 2021

BAJO LA LLUVIA - POR NALO ALVARADO BALAREZO

 

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BAJO LA LLUVIA

Por Armando Alvarado Balarezo (Nalo) 
 
De niño, como una manera de relajarme de la tensión escolar, iba al arroyuelo de Shapash para caminar calachaqui por la orilla sintiendo las piedrecillas bajo mis pies. 

La tarde del sábado 8 de diciembre de 1962, cuando estaba haciendo un mini safari entre los abrojos y las sacuaras del escarpado, retumbó el trueno y el cielo se tornó gris. Minutos después empezó a llover con rayos y relámpagos iluminando la albina silueta de la cordillera Huayhuash.
 
 
 
Me puse los zapatos y las medias a la volada e inicié el retorno al pueblo.

No sé cuántas veces caí durante el pedregoso ascenso, lo cierto es que llegué empapado al barrio de Tranca cerca del anochecer. Allí me cobijé bajo un umbral, quedándome dormido. Una samaritana que caminaba por ahí se apiadó de mí e ingresó a mi sueño. Aquí, el episodio onírico: 

Era una mujer de 35 abriles, rostro ovalado, labios carnosos y dientes perfectos. Me invitó a su casa para que mi ropa se seque al calor del fogón. Acepté complacido y caminamos por el sendero que va a la plazoleta de Quihuillán. En su cocina puso mi ropa cerca del fogón y abrigó mi desnudez con su pañolón negro. Luego entramos a su cuarto, se quitó el faldellín y se metió a la cama, diciéndome: 

- Siéntate en ese quncu hasta que tu ropa esté seca y te vas a tu casa. No te olvides de cerrar la puerta del zaguán.

Como a los quince minutos de estar sentado en el qunqu me quedé dormido, perdí el equilibrio y rodé al piso. Al oír el ruido se levantó y me recostó en su cama.

Minutos después los rayos plateados de la luna que entraban por la ventana pusieron al descubierto sus contornos de mujer junto a mi cuerpo impúber. Ni corto ni perezoso aproveché la mágica visión que me brindaba el destino y acaricié su cáliz; por fortuna, sin reproche... De pronto el sonido de herrajes en el empedrado de la calle ahogó su gemido y exclamó nerviosa: 
 
- Es el caballo de mi marido, agarra tus cosas y vete rápido por la chacra del costado.
 
En un santiamén salté del tálamo, trepé la pirca y corrí hacia la plazoleta de Quihuillán con la ropa en la mano, mientras la lluvia seguía cayendo...
 
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VOCES NATIVAS:
 
Calachaqui (Karachaki): 
 
Desacalzo (pies desnudos).
 
Chacra:
 
Pequeña finca rural para el cultivo y la crianza de animales domésticos.
 
Cunqu: 
 
Banquito de madera.
 
Faldellín:
 
Falda de uso campesino. 

Pañolón:

Manto, generalmente negro, de uso cotidiano por las mujeres.
 
Pirca: 
 
Muro construido de piedras para proteger las chacras del lugar.
 
Shapash:
 
Paraje chiquiano en pleno escarpado.
 
Zaguán:
 
Espacio de paso a modo de vestíbulo contiguo a la puerta de la calle.
 
Fuente: 
 
Libro de bolsillo "Relatos del más acá", de Nalo (Pág. 169). Ediciones Cachizada 1981
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