jueves, 1 de abril de 2021

APUNTES DE SEMANA SANTA - POR ARMANDO ALVARADO BALAREZO (NALO)


SEMANA SANTA EN CHIQUIÁN
 
 PINCELADAS DEL RECUERDO
 
 2 / 11 ABRIL 2004
 
 Por Armando Alvarado Balarezo (Nalo)

El Jueves Santo la Parroquia SAN FRANCISCO DE ASÍS continuó sus actividades con participación de la población y visitantes. A las 8 de la noche se llevó a cabo la Celebración Eucarística y el Lavado de Pies, y a las 10 la Adoración. 
 
El Viernes Santo Chiquián amaneció gris. En horas de la tarde la lluvia no menguó el fervor religioso del pueblo que acudió a las 3 a la Procesión de Bajada y Vía Crucis; a las 5 el acto de Crucifixión; y a las 6 el Sermón de las Siete Palabras.
 
La liturgia de la Palabra se inició pasada las 8 de la noche con asistencia del pueblo que colmó las dos naves de la Iglesia matriz. Al fondo se podía apreciar a Nuestro Señor Jesucristo Crucificado. Frente a Él: la Virgen María y San Juan. No se instalaron las cruces del Buen ni del Mal Ladrón. La liturgia fue seguida por la concurrencia con cánticos religiosos. A las 9 los Santos Varones desclavaron a Jesús. Actuaron ocho personas, entre ellas dos adultos, cuatro jóvenes y dos adolescentes, todos de blanco. Don Julián Soto y Efraín Vásquez recibieron en sus manos al Nazareno y lo depositaron en el Santo Sepulcro. El párroco Pbro. Dante Moreno Luna dio inicio a la procesión al compás de una banda de músicos y el tradicional verso: “Limosna para el santo entierro de Cristo y la soledad de María”, culminando a la medianoche.
 
Actualmente el andas (anda) reposa en los hombros de ocho personas, y el Santo Sepulcro es de color dorado, a diferencia de antaño que fue celeste. Por su gran peso hace unos años era sostenida al ras del suelo por 24 personas. 
 
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Recuerdo que la noche del Viernes Santo de 1962, en circunstancias que observaba el Santo Sepulcro, un señor de terno gris y corbata conchevino que visitó Chiquián por Semana Santa, relató a dos damas que lo acompañaban, lo siguiente:
 
"Cuando era niño, en momentos que se desarrollaba la Pasión de Jesús en la plaza de armas, un forastero de barba blanca salió de entre la multitud y le dio una paliza con su cayado al paisano vestido de soldado romano que castigaba a latigazos al Nazareno, también a otro disfrazado de "fariseo" que intentó detenerlo. Luego se abrió paso con su cayado y se marchó del pueblo en silencio ante el asombro de los asistentes. Al parecer se trataba del "Judío errante" de la mitología cristiana, a su paso por Chiquián". 
 
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Este año brillaron por su ausencia los dolorosos “coclish” de hilo y cera, tampoco se notó ponchos, pañolones ni cabellos chamuscados durante la Procesión, como ocurría en el siglo pasado donde doce Santos Varones, además de solicitar limosna, mantenían el orden. Entre estos devotos de albo traje que mi memoria recuerda de aquellos sesentas, están los señores: Eusebio (Iuchi) Ramírez, Cástulo Rivera, Pancho Alva, Pablo Vásquez, Alberto Núñez, Aparicio Calderón, Alberto Turco, Belicho Pardo, Gudbi Ibarra, Ebo Alva, Julián Soto, Víctor Campos, Mariano Parra, Manuel Pardo, Papachín Bolarte, Pancho Alvarado, Manuel Barrenechea, Mario Yábar y Leonidas Rivera, entre otros paisanos; asimismo los infantes Efra Vásquez Veramendi de Chicchó, Lucho Alva Aldave de Tulpajapana y Mañuco Alvarado Jara de Jircán.
 
 
Ricardo Palacios y don Julián Soto, de Santos Varones
 
Durante la mañana del Sábado de Vigilia Pascual se llevó a cabo una Misa de Honras, luego se izó el Pabellón Nacional e inauguró el Sistema de Floculación y Decantación de Agua Potable de la Planta de Bellavista y la Biblioteca Municipal “Ramos Alva”. Asimismo se condecoraron a personajes ilustres de Chiquián, entre ellos al pionero de las bandas de músicos de Bolognesi don Florentino Aldave Calderón.
 
A las 3.30 de la tarde se realizó el sorteo para el triangular de fútbol en el estadio “Carlos Bracale Ramos”. Abrieron el campeonato el Sport Cahuide y el Atlético Tarapacá, perdiendo el equipo guairuro bajo una persistente llovizna que hizo patinar a los jugadores en la cancha. A escasos minutos de culminado el primer partido, el Tarapacá inició el segundo, esta vez frente al Alianza, resultado empatados. Finalizado el torneo fue proclamado campeón el Alianza por diferencia de penales. Los trofeos fueron donados por Armando Alvarado Montoro (Equipo Campeón), Asociación Chiquián (Equipo Sub Campeón) y Municipalidad Chiquián (Tercer puesto).
 
La barra del Alianza estuvo conformada por nuestros paisanos: Alejandro Aldave, Pablo, Jorge y Efraín Vásquez; Leoncio Alvarado, Romeo Reyes, Miguel Ramírez (el cuye), Eduardo Martín, Hualín Palacios y 100 hinchas más. 
 
Por el Sport Cahuide lanzaron hurras: Víctor Tadeo, Amancio Aldave, Lauro Rosales, Ricardo Ramírez, José Yábar y 200 guairuros entre damas y varones.
 
La barra del Tarapacá estuvo integrada por Comuno y Juancho Núñez, Felipe Alvarado, Ernesto “Capo” Vásquez, Nica Rivera, Peli Balarezo, Vladimiro Reyes y media tribuna teñida de verde que hacía juego con el gramado del estadio y los cerros chiquianos en abril. 
 
Es de destacar que la presentación de los tres equipos fue excelente, pues todos lucieron vistosos uniformes, banderines, banderolas, binchas, madrinas y ramos de flores.
 
A las 10 de la noche el cielo chiquiano se iluminó con un castillo de fuegos artificiales donado por la Presidenta de las Damas de Nashville - USA, María Aldave Vda. de Alva. A las 11 p.m., se inició el tradicional “Huerto de Judas” en el estadio de Jircán que continuó alegrando el espíritu del pueblo hasta cuando mis ojos se despidieron de Chiquián en Caranca (10:30 a.m. del domingo).
 
El Huerto de Judas se reedita en Jircán después de 26 años. En los últimos años se efectuó en el local comunal de Yucyushtana. Ayer sábado, a las 6 de la mañana, cuando surcaba Jircán con destino a Chivis, pude observar en plena construcción del Huerto a don Julián Soto Valverde y a los comuneros: Pascual Chávez, Eli Castillo (Cashivo chico), Llucu Peña (hijo del pupular Bonifacio Peña Claudio), Arnulfo Rosales, Gerardo Alvarez (hijo de Uchcu Pedro Álvarez), Urbano Zubieta, Avelino García, Antonio Gamarra y al joven huanuqueño Fidencio Huamán (estudiante del Coronel Bolognesi).
 
Lo más notable durante mi visita al estadio fue ver el liderazgo de don Julián Soto, quien machete en mano dirigía el trabajo de los entusiastas comuneros, para hacer del Huerto de Judas un lugar tan agradable como antaño. Para las personas que no recuerdan a don Julián, les diré, que en sus hombros reposa la actividad religiosa en Chiquián desde el silgo pasado, y a sus casi ocho décadas de vida sigue ofreciendo su experiencia a los demás pueblos de la provincia.
 
En el “Huerto de Judas” se vendieron a precios simbólicos: rocoto, ají, lechuga, zanahoria, maíz, papas, olluco, ocas, caldo de mondongo y locro de cuy. Duante un paréntesis recordamos con don Julián, cómo en los años de apogeo de la Comunidad Campesina de Chiquián, la plaza de Jircán se vestía de gala con numerosos gañanes, arados y yuntas, decenas de loritos de Cucuna y uno que otro monito de Agocalle que alegraban el Huerto, protegido chicote en mano por el pintoresco “Chico Cantucho” con uniforme de nuestro glorioso Ejército. También recordamos a quienes hacían del “Huerto de Judas” un lugar concurrido por todo el pueblo. Entre estos ejemplares paisanos tenemos a los señores: Juan Palacios, Filomeno Jara, Teófilo Rivera (papá de Papi, Huitu, Nica y Yoga Rivera), Alberto Celis (papá de los hermanos “churchil” Beto y Goyo Celis Salazar), Eusebio Ramírez, Leonidas y Angel Gamarra, Rómulo Toro, entre otros entrañables pioneros. Casi al finalizar mi visita con los acordes de una orquesta, don Julián me dio su secreto, así:

- ¿Sabe amigo Nalo cómo mantuve dicha costumbre?, fue simple, durante el año sembraba productos de pan llevar en mi chacra de Uyu para donarlo al “Huerto de Judas”. Gracias a Dios he sido compensado con creces, pues siempre tuve el privilegio de tener en brazos al Nazareno. Esa es mi mayor felicidad. 

Subrayó con fe, observando Capillapunta con los mismos ojos capulí con los que vio la luz primera en Jircán, y que hoy estuvieron brillantes de dicha por haber compartido una vez más su Huerto con los paisanos y visitantes.

Antes de despedirme recorrí con la mirada los mágicos parajes que circundan el bello pueblo de Chiquián, y le dije:

- Cómo no recordar don Julián, si siempre lo vi pasar por la vereda de mi casa canchana al hombro a su retorno de Uyu –él musitó con añoranza:

 - El “Huerto de Judas” se despidió de Jircán en 1978 cuando monté sobre mi burrito socarrón un muñeco con el letrero de "JUDAS" y le prendimos fuego, ya te podrás imaginar cómo terminó todo. 

-Claro -asentí- fue un espectáculo con siputeos y rebuznos al por mayor. Estuve presente en aquel "memorable" día. Gracias don Julián por contagiarnos su entusiasmo y su fe. Usted tiene un lugar especial en el corazón del pueblo y en el de Dios -él sonrió mostrando al viento su cabello albino como el Yerupajá...

Fin de la crónica 
 
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Viene a la memoria el primer Huerto de Judas que vi en plena construcción a mediados de la década del cincuenta, en nuestro amado Chiquián: 

"Está amaneciendo, la madrugada se despide sonámbula del estadio de Jircán, a mi costado dos arados trenzan surcos imaginarios en el suelo de arenilla. Cerca de la puerta principal, un pequeño polanchín blanco de enroscada colita, camina dando saltos entre las calabazas recostadas en el piso. Al fondo del estadio, cubriendo las tribunas de tierra, champa y piedra, dos calaminas dobladas de las pocas que quedan intentan zafarse de los clavos oxidados para convertirse en cometas de hojalata. Poco a poco van llegando los curiosos, también los productos de pan llevar para la venta, y olorosas ramas de eucaliptos que serán colocadas como  pircas alrededor del huerto, pero no veo a la collera del barrio, seguro se les han pegado las sábanas de bayeta. Voy a pasarles la voz". 

Ayhualá shay...
 
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PD. 

Don Julián Soto Valverde falleció en Chiquián, a mediados de octubre de 2019 a los 93 años edad, ser humano por quien guardo el mayor de los afectos, admiración y respeto. Oremos por su alma buena. 
 
IMÁGENES DEL RECUERDO
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 Don Julián Soto Valverde, en su casa de Jircán
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