LA PANDERETA AZUL
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Por Armando Alvarado Balarezo (Nalo)
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El domingo
6 diciembre de 1959, los estantes y vitrinas de las tiendas
comerciales de Chiquián empezaron a exhibir juguetes navideños desde temprano.
A mediados de mes una hermosa pandereta azul llamó mi atención, transportándome a un mundo de fantasía sin igual.
A mediados de mes una hermosa pandereta azul llamó mi atención, transportándome a un mundo de fantasía sin igual.
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Cada
tarde, al salir de la escuela, corría hacia la tienda para verla brillar, y
allí estaba la pandereta; hasta que la mañana del domingo 20 de
diciembre no la encontré.
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Salí
de la tienda sintiendo un dolor difuso en el pecho y caminé sin rumbo
por el pueblo. Paso a paso martillaba mi mente el villancico navideño:
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Una pandereta suena,
Una pandereta suena,
una pandereta suena,
yo no sé por dónde irá...
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En
casa traté de mitigar mi aflicción llenando crucigramas tras crucigramas, mas todo fue
en vano, la imagen de la pandereta azul seguía metida en mi pensamiento.
Entonces escribí apresurado una carta a Papá Noel pidiéndole una pandereta, sin señalar color ni tamaño, y la deposité de inmediato en el buzón de correos.
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Días después, durante la Misa de Gallo, oré con fervor para que mi pedido sea atendido por Papá Noel. Una calma inexplicable invadió mi ser.
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Como
todos los 25 de diciembre de cada año, desperté temprano; y ahí estaba la pandereta soñada, junto a la
almohada, luciendo su estructura azul brillante, y
el dorado fulgente de sus arandelas renovaron mi fe, para seguir
creyendo que los sueños se cumplen si se emprenden con devoción..
Cusco, 25 de diciembre de 1974