sábado, 19 de diciembre de 2020

CORPANQUI: PINCELADAS NAVIDEÑAS - POR NORKA BRÍOS RAMOS (AEPA, BOLOGNESI)

 


LA SONRISA DEL NIÑO

Norka Bríos Ramos

Niñito Divino,
naciste entre cantutas y retamas
rodeado de monojos de ichu
en tu cunita solitaria.

Por estar a tu lado
daría mi vida entera
porque eres hijo de Dios,
nuestro amado creador.

Deja que sea la humilde pajita
que abrigue tu cunita.
Quiero ser también la portera
de tu natal pesebre,
 para recibir con suma alegría
 a los animalitos del campo,
a las torcacitas y ruiseñores
a las vizcachitas y ovejitas
que vienen a saludarte,
a los arrieros que traen
desde las montañas
rosquitas de manteca
 y chichita de jora
 para brindar con San José y
Santa María por tu nacimiento.

Con el permiso de la Virgen,
quiero arroparte en mis brazos
 y arrullarte con la dulce melodía
de las flautas de los pastores.

Al escuchar nuestro canto,
despierta feliz Niñito Divino,
y abriendo tus ojitos tiernos
bríndale al mundo entero
 tu sonrisa de Paz y Amor.
.

MÁGICA  NAVIDAD

Por Norka Bríos Ramos

Mágica Navidad, que despiertas mis sueños de niña, dormidos en el tiempo. Hoy quiero agradecer el equilibrio que los cuatro Elementos de la Naturaleza me brindaron para el deleite de mis sentidos, el gozo de mi alma y la alegría de mi corazón, el calor humano y el amor, el viento, el árbol, el rocío…

Gracias a las bondades de la Naturaleza sigo disfrutando la textura de la vida, del mar y su inmensidad, el aroma y los colores, el perfume de la noche, la tertulia de las aves al despuntar la aurora, la blancura de los nevados, el trotar por la pradera, las gotas de la lluvia, la brisa del mar, la expresión de un poema, el dulce cantar de las notas, la luz sobre el olvido, el capullo de una rosa, el llanto de la niebla, el suave vuelo de una mariposa, la sonrisa de un niño, el espíritu del cielo, el canto de la emoción, el agua fresca de un manantial, la música sobre el atardecer que deleita el alma, en la melodía de Kitaro, en la voz Marco Antonio Solís…

Gracias Mágica Navidad.



 NAVIDAD EN EL ANDE

Por Norka Brios Ramos

Cantemos y bailemos
 hermanos  peruanos
 muy alegres y felices
porque nacerá el niñito
dios en los andes.

La luna y las estrellas
resplandecen con fulgor
niños y niñas cantando
y bailando armemos
la cunita del niño dios.

 Primero en nuestros
corazones con alegría
y con manto de colores
 sobre pajitas de oro fino.

Las botitas de lana blanca
ponchitos con lana de vicuña
cuando nazca el niño dios
las campanas repicaran
en el mundo entero el lucero
alumbrara en nuestro corazón..

11 de diciembre de 2015


TRADUCIDO AL QUECHUA

LLAQTANCHIKPI NAVIDAD

Tusurisun takirisun
llaqta masiikuna
kusirispa kusirispa
Dios Yaya, Ñiño hina
achikyanja llaqtanchikpi
.
Killapas qoillorpas
kanchich kanchich kanku
wuahuana takirisun
Yaya Niñupa, samaininta
ruarispa.

Puntataja sonqonchikpi
ancha kusirispa
chirapu ta hina
llikllachanta churaikusun
qello ichu chaupimpi.

seqochantapas  ruyaq millhuahuan
pintunantapas vikuña millhuahuan
Dios Yaya, Niño hina, pajariptin
tukuy Pachapi pututukuna
anchata uyarikunja
chaskapas llipillii llanja
sonqonninchikpi.


 

PINCELADAS NAVIDEÑAS

Por Norka Bríos Ramos

Al llegar la Navidad mi madre solía hornear panes para obsequiar a los familiares y amistades, y brindar a los huéspedes que no faltaban en casa. Los preparaba como sólo ella sabía hacerlo, al uso de Yagahuara, distrito de Aczo (Provincia de Antonio Raimondi): bizcochos dormidos, horneados de yema de huevo, roscas de mantequilla, semitas rellenas de dulce, bizcochuelos, panecillos de maíz en forma de estrellitas bañadas con grajeas de colores, los ricos alfajores rellenos con manjar blanco. Hacía variadas figuras con las masas: muñecas, palomas, ramos de plátanos, vicuñas, etc. No faltaban las calabazas horneadas y los tamales deliciosos que hasta ahora no he probado tan apetecibles como en aquellos tiempos en Corpanqui.

En aquel entonces, sobre todo en el mes navideño, visitaba a mis tías mellizas Edna y Ena, muy avanzaditas de edad. Eran las parteras del pueblo, claro habían otras. Cultivaban en su huerto: hierbas para sanar las heridas y enfermedades. También cultivaban lechuga, cebolla, cebada y rabanitos.  Criaban gallinas cariocas y las vestían con chompas y capas de lana de colores, tejidas a crochet y adornadas con blondas. Mis tías reiteraban constantemente que debieron ponerme de nombre “Santa Cruz”, por haber nacido el 14 de setiembre, día de la Exaltación de la Santísima Cruz. Mi padre se disculpaba diciendo: “Ese nombre es del calendario religioso, tenemos que ser más respetuosos con los símbolos de la fe”. Ellas no estaban de acuerdo. Recuerdo que preparaban mazamorra blanca con sal muy cremosa que era riquísima, y ocas soleadas muy dulces, las humitas, el picante de cuy con  pelado de trigo y papas doradas. Daban recetas caseras al vecindario, también pasaban el cuy y el huevo para el susto. 

Una mañana de Navidad, recuerdo bien, yo lucía un vestidito nuevo de color amarillo con pequeñas florecillas. Muy temprano visité a mis tías. Ellas me invitaron frijol colado, que saboree con gusto, pero eché unas cucharaditas a mi bolsillo en forma de embudo, para saborearlo camino a casa, lástima que mi mamá me tuvo de cuclillas fregando con agua fría la mancha del vestido un tiempo que parecía interminable.  Cerca del mediodía fui muy contenta llevando a mis tías una canastilla con panes y tamales. Cuando ponía la canastilla sobre la mesita de la cocina escuché un “bee”. Era un lindo corderito blanco. Corrí a cargarlo y le di el biberón que mi tía acababa de prepararlo. Luego mi tía Edna me dijo: “Este corderito es tu regalo de Navidad, lo ha traído don “Chapita”. Él estaba paradito en un rincón del patio. Fue así como conocí a don Chapita. 

Don “Chapita” era un señor pequeño de estatura, parecía un personaje sacado de los cuentos encantados. Tenía la cara chaposa y la nariz roja, de ojitos claros muy vivaces. Vestía una camisa a cuadros de color marrón con un chaleco negro como su pantalón tipo pescador, llanques y un sombrero oscuro en forma de hongo que orlaba con campanillas en la navidad. Mis tías lo querían mucho y pasaban en su grata compañía la Noche Buena y el Año Nuevo.

Don Chapita traía hierbas y raíces aromáticas de las alturas, también algas para canjearlas con granos de maíz, trigo y cebada, charqui, fideos, azúcar y sal. Cargaba un atado grande en la espalda. Realizaba el trueque en la plaza del pueblo.

Don Chapita confeccionaba flautas de carrizo y de listones de huarango durante todo el año. También hacía juguetes en forma de sillas, mesas, banquitos, catres, panderetas y camioncitos, con las maderitas y las chapas que recolectó con ayuda de los niños en la Navidad y el Año Nuevo anterior. El 25 de diciembre nos regalaba juguetes bien pintaditos. Los niños saltábamos de alegría. Se le veía contento a don Chapita observando el baile de Los Negritos de Navidad. Comentaban en Corpanqui que don Chapita se comunicaba con los Apus y los zorros de las alturas. Nunca supe sus apellidos, solamente su nombre: Eusebio. A don Chapita le agradaba conversar y cantar con los niños del pueblo, en quechua y castellano, como esta composición:

SHILLPI SHILLPI

Shillpi shillpi huayta
flor de campanilla
coloradita manzanita.

Shillpi,shillpi mi ponchito.
shillpi,shillpi mi sombrerito.

Es por eso que no me quieres
mi linda cajilla de trenza larga,
con huamanrripita y escorzonera
robaré tu ingrato corazón.
para llevarte a Tucu,Tucu.