domingo, 18 de octubre de 2020

SEÑOR DE LOS MILAGROS - POR JUAN RODRÍGUEZ JARA (PISCOBAMBA)

 

 
SEÑOR DE LOS MILAGROS

Por Juan Rodríguez Jara 
 


Octubre morado en primavera teñido,
guardas al santísimo Señor Crucificado
en el madero por Dios Padre destinado,
para salvar a los hombres del pecado.

Cristo de Pachacamilla por nombre llevas,
permaneciendo todo el año en oraciones
para perdonar pecados de los peruanos,
y de la humanidad sumidos en dolores.

En octubre sales a recorrer tus jirones
visitando Lima: iglesias y hospitales,
derramando paz, amor y bendiciones
y para calmar la aflicción de enfermos

Incienso en neblinas imploran perdones,
numerosos conos multicolores en flores,
pies descalzos en largas caminatas,
rodillas en sangre, buscando tus manos.

Pasos cadenciosos de tus cuadrillas
recogen de la tierra grandes pesares;
las alfombras de flores en plegarias
purifican en redención las almas.

¡Cristo de la Cruz, del mes morado!
curaste mis heridas del dolor profundo:
mi oración elevo en agradecimiento,
por tu decisión señor bondadoso.

Vuelvo a pedir tus bendiciones
para calmar las olas de sangres
desatada en calles, ayer calmadas,
no dejes crecer abundancia de dolores.
 
 


CRISTO CRUCIFICADO

Por Juan Rodríguez Jara
 

Hoy que las heridas se abrieron
la sangre fluye en consagración
a la paz, a la confraternidad y la unión
a la eterna y masiva reflexión.

Acuérdate del dolor de tus hijos,
no dejes que la sangre tiña
las cruces de mis apus
clavados en númerosos caminos.

Derrama tu bendición en los hombres
de bien que cuidarán de mis hermanos;
erradicando los males de los demonios
volviendo al camino de fe y oraciones.

Tú, Dios poderoso
ampáranos en este dolor.
para que el río vuelva ser santa
y riegue los terrenos de la paz.

Bendice al coloso Huascarán
y al  hermoso Alpamayo,
para que brillen con amor
en mi tierra ancashina.

Suficiente es señor
tu sangre sagrada derramada
que recorrió por el Universo:
no nos abandones Dios mío.

Devuelve la paz a los hombres
a estas horas que te imploran
Viernes Santo de tu sacrificio
no sea en vano tu muerte.