domingo, 21 de junio de 2020

EL DÍA DEL PADRE UN HOMENAJE POSTERGADO - POR AGUSTÍN ZÚÑIGA GAMARRA (ACUCHO)

 
EL DÍA DEL PADRE UN HOMENAJE POSTERGADO

Por Agustín Zúñiga Gamarra

En mis recuerdos de niño los homenajes eran para la madre, no recuerdo con claridad el día del padre, las flores rojas y blancas eran para simbolizar la presencia o ausencia de la madre. El padre fue postergado en cuanto a festejos, homenajes, poemas y canciones. Tenemos la imagen de la madre en el hogar, y del padre en el centro de trabajo. La madre alimentándonos desde su pecho, el padre luchando afuera para traer comida para la casa, en algunos casos, ausentándose días, semanas o hasta meses.

Crecimos en la proximidad de la madre, sintiendo  diariamente su calor, su dedicación, su dolor, o alegría, mientras que a nuestro padre terminábamos identificándolo con la disciplina, el trabajo, la rudeza, la frialdad, la distancia, prohibido de llorar, de expresar dolor, de sufrir delante de todos. Crecimos bajo el mensaje que el padre es macho, y como tal, “los machos nunca lloran”.  

Temo que esta imagen no ha cambiado, pues la sociedad, no permite ver a un hombre llorar, ni expresar su dolor públicamente. Siendo esa la realidad, nos preguntamos, ¿dónde sufre su dolor el padre?, ¿se oculta en alguna habitación para llorar?, ¿tú viste llorar a tu padre?, ¿o es que no tiene sentimientos?. Las respuestas están en nuestros corazones, si eres hombre, y padre, sabes que sufres, sientes y te condueles, de la misma manera que la madre. Pero no lo expresas porque la sociedad encalleció tus rasgos, tus expresiones,  te obligó a que tus lágrimas de dolor y alegría se oculten alrededor de tu corazón, debilitándolo, solo en la soledad estás permitido de desbordar tus sentimientos.

Ahora que la sociedad avanza, y hasta imprime modificación en los roles clásicos  de la mujer y el hombre, aún no se observa las demostraciones de cariño y amor al padre, como se hace con la madre, esta asimetría aún subsiste en la educación, y merece modificarla, en favor del fortalecimiento de la familia, pues cuanto más expresivo sea el hombre, de su amor y dolor en su hogar, él no buscará esos faltantes fuera de ella. Cuánto nos gustaría que las hijas, los hijos, se aproximen al padre, expresándole su amor y preocupación, por su salud, y alegría. Con seguridad que él vendría presuroso para estar junto a su hogar, a compartir sus preocupaciones antes de buscarla en la cantina cercana.

Hoy en el día del padre, aproximémonos al nuestro, abrasémoslo y expresémosle, que lo queremos, que sabemos de su sacrificio, de su dedicación, de sus dolores ocultos, y hasta de la postergación de su salud, por nosotros, por darnos educación, alimentos, cobijo. Y, que aunque sus cabellos se hagan más blancos, o se caigan, y sus movimientos sean más lentos, no olvidamos su agilidad, ternura y fortaleza, cuando joven organizaba nuestro cumpleaños, en medio de la casita humilde que estaba levantando, sol tras sol, con insipientes techos, ventanas cubiertas de plástico y muebles de segundo uso. Ahí están las fotos de aquellos momentos, de los migrantes provincianos que luchaban contra los arenales y policías en las invasiones.

Hoy junto a nuestra familia recordemos algunas anécdotas de nuestro padre, sea que esté vivo o muerto, pongamos la foto más representativa de él, en la sala, en el lugar más importante, junto al de nuestra madre, admiro esa costumbre que tenían nuestras casas de antes, hoy parece pasó al olvido. Porque esas imágenes nos nutren amor y fortalezas, lo primero porque recordamos que nacimos de su amor y dedicación, y lo segundo porque lo que tenemos y somos, se lo debemos a ellos, en gran parte. Y, reconocer su ejemplo permanente, que nos dice que si ellos pudieron, nosotros también.  A la salida de la casa, ellos nos mirarán desde su retrato, y seguramente eso bastará para repensar cualquier posible acción negativa o debilidad que se nos presente.
 

Cuando recuerdo a mi padre, el maestro Antonio Zúñiga Alva, en Chiquián,  la memoria me lleva al sonido de los cascos del caballo que se aproximan a la casa. Apresurado corría a abrir la puerta. Era mi padre, que mensualmente volvía desde su centro de trabajo, de Llaclla, cabalgando 7 u 8 horas, rápidamente rebuscaba los regalos en las alforjas, allí estaban los quesos, las paltas, las frutas, en seguida mi madre le hacia los reproches que no me gustaba estudiar, él muy suelto me preguntaba cuánto era 5 por 8, le respondía 40, él sabía que lo recordaría porque me gustaba cantar un huaynito que tenía esas letras, ....entonces me cargaba diciendo “mi hijo sabe, y será un gran ingeniero”.

Hoy cuando paso delante de su cuarto, todavía diviso y lo imagino escribiendo en su maquinita Remington, algún cuento, artículo u oficio para hacer gestiones por su escuelita lejana, distante de los lujos de la Capital de la República, o para solicitar algún apoyo de los residentes en Lima para alguna obra en Chiquián. Con certeza ese ejemplo aún continúa con la Pluma del Viento.
 

Cierro el Zaguán, dedicándoles mis primeros saludos a los padres de mis amigos de infancia, pues ellos también en parte fueron mis padres, porque de alguna manera fueron ejemplos, en tanto los veíamos diariamente, y con seguridad recibimos también sus regaños y consejos.

También, hago extensivo mis saludos a los padres de las organizaciones representativas de los residentes chiquianos en la capital de la república, como la Asociación Chiquián, Club Chiquián y Centro Unión Hijos de la Provincia de Bolognesi, pues a su recargada labor familiar y profesional, extienden su tiempo para mantener vigente la cultura y fraternidad de nuestra tierra natal. Igualmente mis saludos a los padres y a la ves autoridades de los gobiernos local, regional y nacional. Y, por supuesto no me olvido de los saludos a don Víctor Tadeo, director de este programa por las Rutas de Chiquián y la Provincia de Bolognesi.

Finalmente, saludo a mis tíos, hermanos y sobrinos, padres jóvenes que algunos en el extranjero mantienen vivo nuestros recuerdos y cariño de siempre.

A todos los padres este conocido poema de autor anónimo:
 
Gracias papá por estos años,
que al lado de mamá y tus hijos…
nos has dado lo mejor de tu existencia…
tu abnegación, tu amor y tus consejos.

Hoy solo quiero decirte, viejo del alma,
que eres el ser que más respeto y admiro…
por eso te pido con amor y vehemencia,
que más que padre…¡Seas mi amigo!

Me enseñaste a caminar cuando era niño,
y de tus manos agarrado di mi primer paso…
Hoy que camino por el sendero de la vida…
voy por ella aferrado a tus ejemplos y consejos.

Acaso no recuerdas con malicia, viejo mío,
aquellas noches que anduviste casi desnudo
buscando la cuna donde yo dormía…
y me cobijaste y sin perturbar mi sueño,
con amor de macho enternecido…
pusiste un beso en mi nalguita fría.

Soy la oveja descarriada que regresa
al redil de tus brazos, padre mío.
dadme el perdón y con cariño…
el dulce calor de tus consejos.

Si fui rebelde y te causé una herida,
por no escuchar tus consejos viejo mío…
Te pido perdón con el alma vencida
porque quiero regresar arrepentido.
¡Gracias papá!…por ser mi padre
que en unión con mi madre me diste vida.
Gracias por ser y lo que has sido…
más que papá…
¡Un buen amigo!