martes, 21 de enero de 2020

UNA CITA CON EL AYER - POR ARMANDO ALVARADO BALAREZO (NALO)



TORCACITA

En días como hoy me siento como el loco aquel, que en las alas de un verso se hizo viento, mientras su palomita se convirtió en laguna de tanto llanto.
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En días como hoy la nostalgia zarandea a su antojo mi alma. Sólo sé que recordarte como te recuerdo, es sacarle las espinas al Nazareno para que hinquen mi carne por haberme dado el privilegio de amarte.
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En días como hoy mi viejo corazón languidece sintiendo rodar lágrimas de conngoja en los cristales de la ausencia.
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En días como hoy tu imagen se dibuja en el rugoso lienzo de la melancolía.

Dicen que el alma ríe de dolor, y que de dicha duele el corazón; pero ahora: corazón y alma se retuercen de dolor.
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Hoy me hubiera gustado enviarte una postal con brillos nacarados y flores escarlatas, pero a través de estas breves líneas intento decirte lo que siento...

Nalo
 
 
 
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UNA CITA CON EL AYER

Por Armando Alvarado Balarezo (Nalo)
 
"Una  fría noche de enero
partí de mi amado Chiquián
en busca de mi destino"
Aralba 



 
Bendita noche bajo la luna chiquiana que iluminó mi partida. Noche serena, noche callada que puso estrellitas en el rojo grana de mis venas.
 
 
 
 
Añosos ficus, mudos testigos de mi cantar infantil, mientras te morías de risa en el zaguán...
 
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Pileta amada, a la distancia siento tus latidos, estás sola y rodeada de silencio junto al quiosko de techo carmesí; hay tantas huellas, tantos recuerdos apretujados de frío en tu barandal, que hacen vibrar mi pecho de ensoñación...
 
 
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Los balcones parecen dormir sobre las veredas solitarias donde reposan su cansancio las viejas puertas; mas en las noches de luna hablan de amor, también del calvario que trepa el culmen de la ausencia, y de las penas de una partida que no muele el dudo batán de la existencia
 
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Por eso escribo con gotas de shulay sobre aquellos instantes de ensueño que no olvida el corazón, porque fueron grabados por la brisa de los años en el cielo azul...
 
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Porque la vida es un momento y nos pertenece, como el arco iris pertenece a la lluvia y al Sol que derrama sus rayos de oro sobre el faldellín de la cordillera, cuando busca el alma de la alborada. Entonces, ¿cómo no sentirnos felices viendo al Aynín, nuestra venita de plata, latiendo en las entrañas del valle que agradece al Creador con su canto de alabanza por el agua que bebe?.
 
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¿Cómo olvidar los momentos de contemplación telúrica con la aurora en las pupilas?. Ver reverbeando al astro rey en la cima del Yerupajá, sintiendo el ondear inqujieto de los alisos que juegan con el viento, y escuchar el trino matinal del pichuichanca, en tanto un batir de alas nos eleva al Cosmos en vuelo vertical.
 
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Quihuillán: rinconcito seductor que acuna en sus muros el aroma de los besos adolescentes que quedaron prisioneros en las redes del tiempo, besos primaverales que sueñan bajo la sombra de la mágica roca, en la melancolía serena de las noches de plenilunio...
 
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Usgor: cascada de embrujo que guarda en sus aguas cristalinas los susurros de tantos amores tiernos perfumados de Luna; susurros de abril de aquellas cuitas primeras bañadas de recuerdos que florecen en las alas de un suspiro...
 
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Faldas de Cochapata: desde donde el maizal enamora a las estrellas, y el trigo se embriaga con el rocío en cada despertar; allí, cada noche los chuluc tocan sus violines bajo las pircas perpetuas; allí todavía resuena la roncadora de Antonio Padua Toro, junto a las cascada de Putu que engríe con sus agüitas cantarinas a la alfalfita tierna.
 

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Son momentos para evocarlos en silencio, con lápiz y papel, bajo la tenue luz de un lamparín...

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Fotografías de: Jaime Lara, Marcos Chamorro, Dante Aldave, Alex Milla, Jesús Bolarte, Felipe Alvarado, Dimensiones del Perú y ANI, con mi eterno agradecimiento.