MODESTO MONTOYA:
Tú eres de los pocos científicos capaces de absolver cualquier curiosidad…
Claro, es que la curiosidad es la madre de la ciencia. Desde pequeñito
era curioso y mi abuelo me entrenó para satisfacer mis curiosidades. Por
eso, siempre digo que para enseñar ciencia no se requiere de un
laboratorio complejo. Basta con mirar la naturaleza en forma curiosa.
Cuéntame de tu abuelo…
Mi abuelo y su mujer, o sea mi abuela, eran propietarios del Chan Chan
de la sierra de La Libertad. En La Libertad hubo tres civilizaciones:
Chan Chan, Marcahuamachuco, Chamana y, mi pueblo, Cuidista...
¡¿Tu abuelo era dueño de un sitio arqueológico?!
Claro. También del apu, en la parte más alta. Y decía que él era un
descendiente de amautas. Cuando mi papá se llevó a mi mamá, mi abuelo se
opuso, pero aceptó finalmente, bajo la condición de que, cuando yo
tuviera ocho años, me regresaran, porque, cumpliendo la tradición, tenía
que enseñarme lo que le había enseñado su abuelo.
¿Y qué te enseñó…?
Todo. Biología, astronomía, minerales... Una vez, me preguntó: ¿a qué
hora se pone la luna llena? Yo le dije cualquier cosa y él: no, la
ciencia no se adivina, tienes que observar. Cuando por fin la vi salir
llena, era seis de la tarde y me pasé la noche en vela, hasta que vi
cómo se enterraba en el mar de Trujillo, roja, brillante. Y como era
seis de la mañana, giré 180 grados y vi el sol. Estaban compitiendo en
quién brillaba más.
¿Sin él hubieras sido científico?
No. Probablemente técnico, porque mi padre era más práctico y me puso
en un colegio técnico. Hice electricidad, transformadores... En la
planta siderúrgica donde trabajaba mi padre pude ver los motores, pero
quería comprender por qué funcionaban así. Luego fui al politécnico José
Pardo, becado, pero seguían enseñándome cosas con las manos y ahí dije:
no, yo quiero saber por qué. Y me dijeron: eso es Física…
O sea eres de los pocos físicos que sí podrían arreglar un televisor (risas).
Yo sí, claro. Me has hecho recordar una anécdota: cuando estuve en
Alemania, un físico alemán no sabía cómo cerrar su ventana porque era
una cosa medio compleja. Y yo la cerré y me dijo: ¿cómo, si tú eres
peruano? Pero soy técnico, le dije (risas).
Querer vivir de la ciencia en el Perú es casi como querer vivir de la poesía. ¿Cómo has hecho tú?
Cuando estaba en el politécnico José Pardo y quise hacer Física, les
dije a mis compañeros que iba a postular a la UNI a Ciencias Físicas y
Matemáticas, y me preguntaron de qué iba a vivir. Yo les dije: supongo
que no me van a dejar morir de hambre, y con eso me basta, porque voy a
hacer lo que me gusta.
¿Y fue así?
Con el tiempo noté que si tú haces las cosas que te gustan, tus
superiores te observan y se interesan por ti. Terminé el primer año de
Física y me ofrecieron pagarme por hacer un curso en vacaciones con
gente de los años superiores. A partir de ese momento me empezaron a
pagar para estudiar… Nunca he estado en la situación de pedir.
¿Dónde te han tratado mejor?
En Alemania. Primero, vivía con diez personas del mundo científico
internacional en una especie de palacio. Los fines de semana nos
ofrecían una recepción con la gente de la ciudad en los jardines. Nos
trataban como a nobles. Luego supe que estos países se pelean por los
cerebros, porque han comprendido que allí está la riqueza. No era por
amor al chancho… (risas)
¿Por qué te regresaste?
Yo no me quería ir del Perú, pero me dijeron que tenía que hacer
carrera. Ya habían hecho un convenio con Francia y me fui. La tesis de
doctorado, que se hacía en tres años, por la obsesión de regresar
pronto, la hice en un año. Y allí me dijeron: quédate al menos para
hacer una tesis de doctorado de estado. Ahí descubrí que era vanidoso,
porque a ningún peruano que había ido becado le habían ofrecido esta
oportunidad.
Bueno, dicen que los físicos son los científicos más vanidosos (risas).
Puede ser. Es que eso forma parte también de lo que el abuelo me
enseñó: el amor al país, el orgullo y hasta la inmodestia por ser lo que
eres.
De los grandes tópicos de la ciencia ficción, ¿cuál te fascina más?
Ir a otros planetas no me llama la atención, pero sí el viaje en el
tiempo. Es difícil que ocurra, pero sería interesante. El ser humano
tiene cien mil años, todos venimos del África. Me gustaría hacer un
recorrido rapidito, cada cien años, y ver cómo nuestros ancestros
pasaron por el Estrecho de Bering y todo eso.
¿Y qué probabilidades hay de que exista Dios?
La existencia de Dios no se puede probar, ni sí ni no. No es un tema
científico, es un tema de fe. O tienes fe o no tienes fe. Hay
científicos que no tienen fe. Yo tengo fe.
¿No que eras un científico comunista? (Risas)
No. Es más, como mi abuelo me decía, los científicos son los hijos
preferidos de Dios, porque Dios es el Padre, el que ha hecho las cosas, y
un Padre, cuando observa entre sus hijos a uno que se interesa en sus
obras, ese es su preferido. Y los científicos tratan de ver cómo se han
hecho las cosas.
LA FICHA
Nací en Salpo (La Libertad) hace 65 años. Mi abuelo me acercó a la
ciencia desde niño. Estudié Ciencias Físicas y Matemáticas en la UNI y
luego, becado por el gobierno francés al Instituto de Física Nuclear de
Orsay, me especialicé en Física Nuclear. He presidido la Sociedad
Peruana de Física y también el Instituto Peruano de Energía Nuclear. He
dedicado mi vida a divulgar la ciencia en el Perú y, por ello, tengo
varios honoris causa. Esta semana, recibí el premio José Antonio
Encinas, que otorga la Derrama Magisterial.
Fuente:
Fina cortesía del poeta mundial Ángel Gavidia (Santiago de Chuco)
IMÁGENES DEL RECUERDO
Por Armando Alvarado Romero
Por Armando Alvarado Romero
CEREMONIA DE DISTINCIÓN "MILICIANO DEL ALBA:
AL DOCTOR MODESTO MONTOYA ZAVALETA
AULA CAPULÍ - 3 JUL 2010
Imágenes: Nalo Alvarado Balarezo
AL DOCTOR MODESTO MONTOYA ZAVALETA
AULA CAPULÍ - 3 JUL 2010
Imágenes: Nalo Alvarado Balarezo
Semblanza del homenajeado:
Raúl Chávez Álvarez
Raúl Chávez Álvarez
Palabras del homenajeado:
Modesto Montoya Zavaleta
Preguntas del auditorio:
Ramón Noriega Torero
Áureo Sotelo Huerta
Carlos Castillo Mendoza
Julio Yovera Ballona
Entrega de Diploma de Honor - Miliciano del Alba
A cargo de Danilo Sánchez Lihón
Imposición de la Medalla de Oro:
A cargo de César Vallejo Ynfantes
A cargo de César Vallejo Ynfantes
IMÁGENES PARA EL RECUERDO