sábado, 3 de agosto de 2019

SHAPRA - POR ARMANDO ALVARADO BALAREZO (NALO)




SHAPRA

 "Apuntes chiquianos"


 .  Por Armando Alvarado Balarezo (Nalo) 

Muchos chiquianos hemos sido picados por el aguijón de la curiosidad para escribir sobre SHAPRA, ídolo de las cuncushpadas nocturnas en el barrio periférico de Tranca, y de las pinquichidas con sabor a “bolero” e infarto antes de tiempo, en el risueño Quihuillán de los años primeros; y en Usgor, mágico lugar donde florece el amor a la vera del sendero.
 
Quihuillán
 
Usgor
 
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Hace unas décadas, exactamente la tarde del lunes 15 de octubre de 1984, sentado en la gradería de Montmartre, colina desde donde se observa París, escribí la nota ¡Suerte matador! sobre nuestro pintoresco personaje, nota que compartí a fines del siglo XX con los primeros cibernautas ancashinos. 
 
De ahí en adelante hice algunos garabatos que duermen el sueño de los “injustos” en el viejo cuaderno Minerva de mis recuerdos gratos, cuyas razones explico párrafos abajo. Hoy, esas líneas talladas en pellejo sin poros, se encuentran guardadas en lo más profundo de mi ser: sin sombras ni pircas caídas, donde Shaprita canta y baila contento un huaynito como un travieso angelito de carne y verso. 
 
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Leí por primera vez sobre Shaprita, al recordado amauta Rubén Barrenechea Núñez (Revista Oficial del Club Chiquián Nº 1 - 1975 SILUETAS - CHIQUIANAS - “SHAPRA”), cuya pluma lo describe así: 
 
“Ese que veis ahí gesticulando y alzando los hombros a cada tres palabras ante algún desorientado forastero es Shapra. Apenas más alto que un enano, tiene la barba negra y desordenada, la boca verdosa y la ropa ajada, muy grande, lameando en su cuerpo esmirriado. Ha sido el primer y tal vez el único cicerone o guía turístico de mi pueblo. Con un habla caudalosa y audaz aprisionada por una entonación de sorprendentes matices costeños, conquistaba prontamente la simpatía y la confianza de los foráneos hasta convertirse en el insustituible elemento de los primeros enlaces. Todos lo recordamos dado de modo espontáneo a esta actividad, pero nadie, que yo recuerde, lo alentó ni le agradeció a nombre de la ciudad la utilísima función social que llenó por un tiempo de modo tan pintoresco como eficaz. Y como era -esto dicho sin ironías ni retintín- una persona importante y visible -¡y vaya si lo era!- andaba siempre, sin que nadie lo llamase, entropado con las autoridades y notables del pueblo en toda ceremonia cívica o religiosa. Y sobresalía entre el concurso por sus "quimbas" y la implacable seriedad con que asumía su papel de ciudadano connotado. Yo te admiro, Shapra, porque supiste encarar la vida con la pulcra responsabilidad que a tantos, que no son tronados como se te juzgaba, les falta irremediablemente. Y las noches eran muy, pero muy suyas. Sigiloso e invisible en las antiguas calles chiquianas donde los farolillos apenas despedían guiños de luz, aparecía inesperadamente con el poncho plegado como un pañolón sobre los hombros (jamás lo vi usarlo de otro modo), un carrillo abultado por el bolillo de coca que masticaba y un "¡buenas noches¡" susurrante que helaba la sangre. Ahora a tantos años de su desaparición me pongo a pensar en todo lo que habrían visto los ojos de Shapra. !Qué de citas clandestinas! ¡Qué de conjuras! ¡Qué de incursiones sospechosas! ¿Ya cuántas damas con el honor a punto de marchitarse y a cuantos honorables señores y recatados jovencitos naufragando en el barro común que pisa sin contaminarse la gente humilde!, Con razón, Shapra se paseaba por el pueblo con el desenfado triunfante de quien se siente dueño absoluto de la vida y los secretos de los demás. Pero no fue por miedo ni por agradecimiento que a su entierro concurriera el pueblo en masa. Fue porque Shapra, el menudo hombrecillo oropuquino que se ganaba la vida llevando bestias de los “mistis” a los alfalfares circunvecinos, acarreando basura a los corrales suburbanos, faroleando a los turistas y cobrando “cupos” por secretos guardados, fue un hombre de carne y hueso, con un sello inmenso de autenticidad humana. Fue porque en su vida no hubo mixtificaciones ni olores de trastienda. Fue porque Shapra, el inolvidable “chiflado” chiquiano , iluminó a su pueblo por un tiempo con la alegría traviesa de sus andares afectados, de su habla jugosamente petulante, de sus pícaros huaynos –crónica viviente y escandalosa- entonados a todo pulmón por las desoladas calles del pueblo. Fue porque se sintió parte de una comunidad, y vivió de ella y para ella con la pureza de un corazón simple y tierno." 
 
También leí en dicha revista las “PINCELADAS” del anecdotario de nuestro entrañable amauta Antonio Zúñiga Alva, donde bajo el título: SHAPRA” – LECTOR DE PERIODICOS, fluye:

“SHAPRA”, era el sobrenombre de un personaje chiquiano muy original. Su nombre: Manuel. Muy conversador, manejaba el castellano y el quechua “salga como salgara”. Aun cuando era analfabeto, pasó en algunas ocasiones como miembro del Concejo Municipal de Chiquián, como Instructor Militar en el pueblito de Mahuay, donde hizo marchar un domingo a los movilizables, ordenando que en la libreta de los asistentes estampara su sello el Teniente Gobernador. Una mañana se hallaba en una de las bancas de la Plaza de Armas de Chiquián leyendo un periódico. El Sub Prefecto de la Provincia, don Rolando, que acertó a pasar cerca de él, le dijo al notar que sostenía el periódico al revés: ¡Cómo SHAPRA! ¿Puedes leer con el periódico boca abajo?...Si, pues don Rolando: “el que sabe sabe” contestó SHAPRA sin inmutarse... Don Rolando casi sin castellano, prosiguió su camino.” 
 
Siguiendo el venero de las dos plumas chiquianas traté de averiguar sobre la identidad de Shapra, llenándome de nombres y apellidos diversos, tanto en Lima como en Oropuquio; hasta que llegué al manantial principal, ubicado en Jr. Alfonso Ugarte de Chiquián, donde reside su hermana Macshi. Ya en el lugar tuve una larga charla con ella, obteniendo la información requerida; pero al escuchar las palabras de Pamela (sobrina de Shaprita), sentí que una aguja de arriero se incrustó en mi corazón, pues la adolescente, quien ha oído habladurías sobre su tío, pide, que además de su ropaje y fisonomía, se hable acerca de sus cualidades de hombre de bien. 
 
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Macshi, hermana de Shaprita
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Como no hay manera de medir el sufrimiento ajeno, el pedido de Pamela me dejó pensando sobremanera, pues se tiene que estar entre su piel y sus sentimientos para sentirlo y entenderla, como se desprende de lo que antes de despedirse me dijo: “Amigo Nalo, si en vez de mi 'desarrapado' tío, aquel lector de periódicos al revés hubiera sido algún notable del pueblo, ¿habrían comentado lo mismo?

Personalmente recuerdo a SHAPRA sentado en el patio de la casa mirando los periódicos que mi papá traía cada dos días de la Costa para el deleite de los paisanos; mas nunca pude percatarme si sabía leer o no. Lo que sí viene a mi memoria, es que de hojeada en hojeada se reía a carcajadas, y comentaba a viva voz sobre lo que estaba viendo con los “ayudantes” del servicio de transportes de la familia.

Inclusive he conversado con personas de la época sobre la 'lectura al revés” del que hacía gala Shaprita, y mi sorpresa fue mayor al escuchar a más de 50 comentaristas del sagrario, ser testigos del momento preciso en que don Rolando Estremadoyro Vigil lo “ampayó” leyendo al revés. ¿Es que el ampay ocurrió durante una procesión?, me pregunto. Lo cierto es que medio siglo después su mejor discípulo es el líder del país más poderoso del planeta, quien también lee al revés. Obsereven la imagen.
 
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Pero, ¿por qué es difícil hacer precisiones sobre 'la vida y milagros' de SHAPRA?. Es muy simple: hay vidas singulares como el de Shaprita que no se pueden describir jalando hilachas que flotan en el aire como hebras dispersas, ya que nuestro común amigo no fue una marioneta de trapo, sino un hombre con entrañas que caló profundo en el sentimiento popular, ganándose un sitio en el corazón de todos; por eso lo recordamos como el más bello símbolo de una época que marca, cada vez con más fuerza, el paso redoblado de nuestras vidas que van doblando la esquina de la tarde. 
 
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Chiquián: Valle del Aynín

 
SHAPRA es como el amor furtivo que no acepta explicaciones, es el Aynín que murmura a nuestro oído haciendo vibrar ese “niño viejo” que llevamos dentro los que pintamos canas. Es el rumor incierto y el aliento tibio que acaricia los sentidos. Es la resonancia que va más allá de los sones de la banda que interpreta: “30 de Agosto en el pueblo de Chiquián tú me hiciste un juramento de amor...”; ese sonidito hechicero que se prolonga como el eco y se va metiendo tembloroso en lo más recóndito del alma viajera, cambiando el rumbo del vuelo y fijando el Norte magnético en 'Espejito del cielo' de Hualín y su triángulo.
 

Chiquián

 
Es también como un cuadro que de lejos parece un paisaje inerte, pero cuando nos acercamos el alma se agita bronco, porque bajo el lienzo de bayeta late el corazón del pintor, con un ritmo que sólo puede oírse en silencio sepulcral. Por eso pretender llegar a conocer a SHAPRA y descender tan hondo donde las sombras no existen, es arañar la superficie de su vida, solamente. El sobrenombre de SHAPRA de por sí enternece, razón de más por el que no se le olvida, como sí ha ocurrido con algunos “notables” que intentaron perennizarse fuete en mano, pero que sus huellas no marcaron hitos de historia ni memoria colectiva. 
 
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Plaza de Armas de Chiquián 
 
 
Para unos, Shaprita fue un hombre trabajador, alegre, campechano y bonachón, para otros: un romántico enamorado de las cosas simples de la vida; sin embargo, muy pocos comentan sobre las razones de su dicha de vivir en paz, porque ese secreto se lo llevó a la tumba; esa doble virtud que poseen los que nacen con algo divino en las venas, que es el origen de su grandeza, cualidad que no se mide por el tamaño físico que es altura y nada más.

Escribir sobre él, en su justa dimensión, es trabajo de orfebres de varias generaciones de paisanos, pero sin esa cirugía con formol que diseca los ideales de una época de oro chiquiana, pues hacerlo así sería cavar insondable la cárcava donde yacen sus huesos, que pocos conocen y alguno visita. Sólo sé que SHAPRA no tuvo vocación de erudito y que de la vida sabía por su sensación de ser humano y no por lo que pudo haber leído al revés, como las obras de bien que hallan asilo generoso en los latidos amigos. Ya el tiempo rasgará el poncho que es su voz, para irnos descubriendo el secreto de su existencia terrena, que es su eco... todo depende de nosotros, como herederos de su legado de jaratanta con sabor a chumpac de tinyaco maduro. 
 
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Chiquián: Umpay, Racrán y Cochapata

 
"Shaprita, cuántas veces aguaitabas tras las raídas pircas, husmeando discreto cuerpos que en vaivén gemían; cuántas veces la luna plateada malogró tu faena de espía, cuando tras un aliso asomabas furtivo y el paso acelerabas cautivo, pisando en la penumbra blandos frutos de colon. Tú jamás dormías, Shaprita. Vagabas en el limbo de tus sueños confidentes, sin vigilias ni insomnios en noches frías que suspiran y lloran, aguardando como fiel centinela el fulgor del cielo para que tus ojitos puedan ver rodar el mundo. Dime SHAPRITA lo que sentiste cada noche sin luciérnagas donde reina la oscuridad celestina, cuando una pallita con su traje de Eva sollozaba por el caliz hendido que no barre ni limpia la conciencia. ¿Acaso la impotencia de no poder hacer nada oprimía tu corazón por la tragedia de la virginal criatura, que después viste vagar como alma en pena por las callecitas estrechas, caminando con la barriguita abultada,  mientras apoyabas tu frente en el frío cristal de una ventana invisible?. ¿Cómo habrás sufrido amigo mío, viendo deshojarse la verbenita silvestre por el viento de la desventura, tragedia que viste, oíste, comprendiste y que jamás tildaste con el dedo acusete como noble custodio de las honras ajenas?. Parafraseando al maestro Rubén Barrenechea, cuántos habrán querido ver lo que tus ojos de ninacuru observaron tras las grises cortinas de la noche, lo que tus llanques y rodillas de shulaco trapearon y tu corazón de tinyaco sintieron; sólo el "Indio Peruano", y quizá el "Mudito de Huasta", lo saben”. Tu amigo Nalo Alvarado Balarezo. Tupajapana, martes 17 de octubre de 1967. 
 
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Chiquián: Jirón Comercio, desde Quihuillán
 

Esta breve nota es un tributo de cariño y gratitud a un ser humano que lo dio todo sin esperar nada a cambio, caminando de aquí para allá por senderos oscuros que hoy transitamos sin temor gracias a su luz, que aunque tenue ya, nos da tierno abrigo.

No veamos en Shapra la espuma que flota en la superficie, menos recojamos esa espuma de río como pompa de jabón y la lancemos al viento del infortunio de donde recogerla sin romperla es imposible; y no olvidemos que hay tres tipos de espejos: cóncavos, convexos y planos... él se refleja en el tercero, en toda su dimensión de “PEREGRINO DEL SENTIMENTO ALTRUISTA CHIQUIANO”.


AMIGO MANUEL ÑATO ALLAUCA:

continúa descansando en paz a la diestra de DIOS.
 



Chiquián, 2 de agosto de 2002 
 
 
 
 
¡SUERTE MATADOR! 
 
Por Armando Alvarado Balarezo (Nalo) 
 
Thory, uno de los personajes populares en mi infancia fue un ser humano de vida muy dichosa en Chiquián. Chupaba caña de día y de noche. Muchas veces dormía la mona en la plaza de toros de Jircán, acompañada de una botella de chinguirito sabrosón.
 
Cierta mañana de vacaciones escolares, al morir julio patriótico, visitó la casa el popular 'Lipat pot pot', también conocido como 'Upa vivo'. Él acababa de llegar de Huaraz.

Cuando salíamos a la calle después de saborear un rico pari y un jugoso jamón serrano, vi a Thory pasando por la acera: sobria, altiva y reluciente, como nunca la hab
ía visto. Ante la magnífica oportunidad que me brindaba el destino quise jugarle una pasada a Lipat, haciéndola pasar por una dama mojigata de la alta sociedad de Pampám, pues durante el desayuno me pidió que le presente una virginal criatura  para llevarla a estudiar al colegio parroquial Santa Rosa de Vitervo de La Soledad. Acá el corto diálogo que entablaron:

¿Cómo se conserva usted? preguntó Lipat

¡Rachísgata shay! -respodió provocadora Thory.

Como Lipat no entendía nadita de quechua, optó por besar la mano de Thory, y sonriente me susurró al oído: "Qué suerte, hasta una bilingüe he hallado, gracias,  que Dios te lo pague". Y se fueron tomados de la mano. 
 
Durante el resto del día y parte de la noche los busqué por todas partes: Capulipata, Quihuillán, Shulu, Parientana, Lirioguencha, Umpay, Cochapata, Oropuquio, Puente Cantucho... en fin, visité todos los rincones y cantinas. A poco de desistir de mis intentos por encontrarlos, pasada la medianoche los hallé en una chacra pegadita al cementerio, totalmente adormecidos, con síntomas de haber tenido una lucha febril con chinguirito, masajes y algo más. Al ver este cuadro de 'cupido cross', exclamé en quechua:  Imatan timpukana asnanki, kusa warmin payqa, kusatan, tinki takin tusun ima. Lipat, al escuchar abrió  los ojos, y sin comprender lo que le decía me contestó en francés, como para no despertar a su amada:

Shay Nalo, j´al froid. Mettez-moi une autre couverture.

Cuando me disponía a traerles frazadas observé a nuestro recordado amigo Shaprita, plantado como estatua tras una pirca. Había estado observando la escena, bañado en lágrimas. Me acerqué y sentí su corazoncito a punto de romperse, por lo que le pregunté con acento medio inglés:

¿Qué pasa dear Shapra?.

Nalito, este huaracinito ha seducido con mentiras a mi Thory. Yo siempre la he respetado, ni siquiera un pétalo de su rosita he tocado.

Te creo Shaprita. De repente se aman y ha sido una prueba de amor. Tú sabes, la vida es así le dije intentando tranquilizarlo.

¡Nooooo! la vida no debe de ser así, pero júrame que cuando seas gobernador lo vas a meter preso para que lo violen retrucó.

Está bien Shaprita, algún día cumpliré tu pedido. Ahora acompáñame a casa para traerles un par de frazadas antes de que les de la helada, la noche está muy fría.

A nuestro retorno no encontramos a nadie en el lugar; y anduvimos el pueblo casí dos horas buscándolos.
Ya cerca del amanecer fuimos a la casa de Lipat.



Chiquián: Barrio de Jircán
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Toqué una y otra vez el portón con una monedita de la suerte. Nadie contestó. Entonces Shaprita agarró desesperado una piedra de la calle y golpeó fuerte.
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¿Quién es? preguntó doña María desde el segundo piso.

Soy Nalito, señora ¿se encuentra Lipat?

No hijito, hace un ratito se ha ido con su papá en un camión minero hasta Conococha, y de allí viajarán a Huaraz en autobús. Tienen que vender lámparas Petromax en la feria de Nicrupampa.

¿Y se ha ido con alguien más? preguntó trémulo, casi gimiendo Shaprita.

Solamente los dos.
 
Shaprita se despidió de la señora con un ¡graaacias! emocionado. Luego insistió en seguir buscándola. 
 
Después de visitar varios lugares llegamos al bar "Penco". La puerta estaba cerrada, pero sin candado.
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Puerta del bar "Penco"
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Durante unos segundos Shaprita pegó su oreja derecha a la puerta. Al escuchar la voz de Thory volvió a la vida, me abrazó riéndose como un loco, y feliz hasta el llanto, dijo: "Ahora sí me voy a dormir tranquilo, que Dios te lo pague Nalito".

Pasaron los años. Shaprita siguió viviendo en Chiquián, respirando el mismo aire bucólico que su amada, contentándose con verla de lejos, y escuchando su voz tras la puerta de las cantinas.
 
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Chiquián: Barrio de Quihuillán
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Después de varios inviernos en Quihuillán, con los años llegó el verano limeño de 1982 y visité a Lipat en su cebichería La Chinichalhua del barrio de Zarumilla, y le jugué otra pasada:

¿Lipat, qué sabes de tu hijo con Thory?

¿Hiiijoooo?, de que hablas shay, si en aquella inolvidable faena hubo sangre en la arena y se rieron a carcajadas con su carnal Genaro "Lapicho" de Jupash.

Entonces me puse a reflexionar: "'Lipat se alegra porque hubo sangre en la arena, otros respetan esa circunstancia y optan por una chicuelina o una manoletilla o lo que la corrida les ofrece en suerte". Sonreí, lo abracé fuerte y grité ¡SUERTE MATADOR!, y sentí su corazoncito romperse en pedacitos, igualito al de Shaprita en aquella tarde de corneada en Tulpajapana.
 


Epílogo:
 
Hoy Shaprita descansa en paz, al costado de su amor platónico, en el cementerio de Chiquián... nadie les lleva flores, menos oran por ellos, ni siquiera en Viernes Santo, aunque todos nos acordamos de ambos en las tertulias vespertinas de agosto fiestero; pero Dios, que todo lo ve, hace crecer yerbabuena y cardón cimarrón sobre sus tumbas frías, junto al mausoleo de Lucho Pardo.

París, 15 de octubre de 1984
 
Montmartre, 15 OCT 1984
 
Fuente:
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HOLA SHAY - Bodas de Oro del Colegio Coronel Bolognesi - 2007 - NAB
 
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Montmartre (París), 34 años después. Viernes 8 de junio 2018