SOBRE SHACSHAS Y ATAHUALPAS
Por José Antonio Salazar Mejía
Hoy,
10 de mayo se celebra el Día Central de la Octava de la fiesta del
Señor de La Soledad y "su paso" el Señor de Mayo. Los danzantes lucen
sus mejores prendas y danzan sin cesar sabiendo que ellos son portadores
de los deseos y anhelos de los huaracinos. En estos cinco días de la
Octava, los danzantes se transforman, se convierten en seres míticos, y
su danza ritual es la expresión de una profunda religiosidad atávica.
Shacshas "Flor de Huaraz"
bailando en el atrio del templo de La Soledad en Huaraz
Quienes
tienen mayor éxito entre los danzantes son los Shacshas, danza
emblemática de Huaraz, reconocida por el Ministerio de Cultura como
Patrimonio Cultural de la Nación desde el año 2008. También están los
Flecheros o Atahualpas, que sin vergüenza utilizan vestimentas de Pieles
Rojas norteamericanos.
Estas
dos danzas huaracinas, en la actualidad tienen gran suceso por haber
sido adoptadas por los habitantes de los barrios periféricos,
contradiciendo la tradición de que los danzantes son campesinos y venían
de los caseríos, como aún lo hacen los Huanquillas y Antihuanquillas.
Asistimos
a una etapa en la que tanto Shacshas como Atahualpas gozan de un gran
predicamento, especialmente entre el elemento juvenil, lo que a mi modo
de ver, garantiza la supervivencia de estas dos danzas por muchos años.
Jóvenes y niños
integran los nuevos grupos de Shacshas
Ya
lo explicaba el antropólogo brasileño Aristóteles Barcelos: "en Huaraz
hay costumbres que de acuerdo a su posicionamiento y a la necesidad de
reconocimiento de determinados grupos sociales, van adquiriendo mayor
fuerza y legitimidad". Este es el caso de las dos danzas que comentamos.
Haciendo
un poco de historia, es luego del sismo del 70 que la danza de los
Shacshas, danza de origen agrícola que se baila también en Carhuaz,
Yungay y Huaylas, toma un nuevo aliento en Huaraz cuando José Torres
Ocaña que toca muy bien "la chiska", pasa a residir en El Pedregal y
anima a un grupo de jóvenes a interesarse por la danza. Convocó a la
ahora famosa "Lola" Sánchez como "mayorala" y el resto es ya conocido.
Ese grupo, "Corona del Señor de Mayo" se dividió y empezaron a surgir
una serie de nuevos grupos que pusieron su carga citadina: se olvidaron
de las reglas sobre música y vestimenta, adoptando melodías modernas y
cubriéndose de colorines. El resultado es lo que tenemos, de un lado
grupos que conservan la tradición como "Flor de Huaraz", "Corona...",
"San Miguel" y el de Romerito; mientras que los nuevos grupos han
innovado cambiando el chicote por los pañuelos, luciendo enormes
penachos en la montera y "monillos" estravagantes.
El Señor de Mayo,
llamado "el Paso" del Señor de la Soledad
Los
Atahualpas tienen su origen en los años 50, cuando llegaron de
Paramonga jóvenes migrantes influenciados por el cine y las películas de
vaqueros, queriendo rendir homenaje al Señor de la Soledad con una
danza nueva. Y su éxito fue colosal, a tal punto que pronto en Vichay,
barrio periférico, les surgió un grupo que les hacía la competencia.
Ahora, ya no vienen de Paramonga, tenemos acá en Huaraz diversos grupos
de Atahualpas, Aguarunas, Flecheros, Pieles Rojas que han pasado a ser
parte de los danzantes del Señor de Mayo.
Un grupo de Atahualpas
ingresando al templo para saludar al Señor
Como
conclusión, las expresiones culturales no son estáticas, tienen su
propia dinámica. Así como han desaparecido la danza llamada "Yurigua" de
Paria y las Pallas de Huamarín, así como ya no se ven muchos
Huanquillas y Antihuanquillas, tenemos profusión de grupos de Shacshas y
Atahualpas. Y algo más, ahora se ha incorporado el elemento femenino a
las danzas que eran exclusivamente varoniles.
En
Ancash no tenemos danzas de pareja. O bien son de varones: Negritos,
Shacshas, Atahualpas, Huanquillas, Antihuanquillas, Turcos, Capitanes,
Huancas, etc, o bien son de damas, como la inmensa variedad de Pallas
que existen en todo Ancash. Pero ahora es común ver en Huaraz a
jovencitas danzando Shacshas o Atahualpas. Otro signo de innovación.
Lo
rescatable de todo esto es que se conservan los lineamientos básicos
del por qué de la danza. No ha perdido su carácter ritual, se baila para
el Señor de La Soledad en mayo no en en otra fecha, además, se conserva
la promesa de bailar durante siete años y se respeta la tradición de
bailar durante los cinco días de la Octava. Desde el 8 de mayo que es el
"rompe", el día 9 "la Víspera", el gran día 10 "Día Central de la
Octava", el 11 que se conoce como "Finado" y el último día, el 12
llamado "Colocación". El pueblo baila para el Señor de La Soledad en el
entendido que las danzas le agradan en sumo grado, y en reciprocidad,
Él, benévolo devuelve salud, trabajo, estudios, familia, y mucho amor a
su querido pueblo huaracino.
El Señor de la Soledad
bendice al pueblo huaracino
Fuente:
Revista Internacional "UN DÍA COMO HOY EN HUARAZ"