jueves, 11 de abril de 2019

EN EL DÍA DEL ARQUEOLÓGO PERUANO - RECUERDOS: BLOGSPOT "CHIQUIÁN QUERIDO"


  RECUERDOS
 
 

Lamento comunicar a la familia ancashina el sensible fallecimiento de don Donato Apolín Gamarra autor del libro “YAINO, LA CIUDAD PRE-INKA PERDIDA EN LOS ANDES”, acaecido el día lunes 31 de mayo como consecuencia de una fibrosis pulmonar. Su sepelio se realizó ayer 1 de junio del 2010 a las 4 p.m. en los Jardines de la Paz de La Molina.
 
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Como es de conocimiento, la vida de Tito Apolín estuvo dedicado a revalorar Yayno y gracias a sus gestiones el Dr. Kauffman viajó y la redescubrió, motivando todos los posteriores estudios y su declaración como Patrimonio Cultural de la Nación.
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Anoche en su velorio estuvo el reconocido arqueólogo Dr. Federico Kauffman Doig éntre los más representativos y ayer en su funeral hicieron uso de la palabra Pedro Flores quien leyó una nota necrológica elaborada por el Prof. Armando Roza Jiménez. Don Tito Apolín deja a su esposa Guillermina Meza Vidal y tres hijos.
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Es necesario señalar que Tito Apolín era natural de Huaraz y su esposa Sra. Guillermina es originaria de Huayllán y a su vez hija de Alberto Meza Vidal y Adelaida Vidal Tarazona, antiguos propietarios de Vilcarajra. Doña Guillermina es profesora cesante al igual que don Tito Apolín que fue profesor de Educación Artística, egresado de la escuela de Bellas Artes.
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Don Tito Apolín nos dejó cuando estaba próximo a cumplir sus 70 años de edad y es uno de los tantos no pomabambinos que hizo mucho en vida por la ahora Capital Folklórica de Ancash.
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El se fue y su gran obra dedicada a Yayno queda para la posteridad.
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RECUERDOS
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Por Armando Alvarado Balarezo (Nalo)
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Yayno - Pomabamba
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Y.A.Y.N.O
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(Pasacalle)
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Letra y Música: Tobías López Ponte
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Intérprete: Anita Fajardo
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Allá arriba, entre las montañas;
se observan reliquias,
de un Yayno hermoso.
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Hacia los cielos
se alza un pueblo
con fuertes muros
piedras labradas.
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Yayno es grandeza,
de nuestros padres
quienes plasmaron
sabiduría.
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Y la justicia
se Talla en piedras
con sus valores
por siempre vive.
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Desde la cumbre
ves Pomabamba
con su silencio
que ignora Yayno.
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Unos nacen y otros mueren
y sus obras quedan grabadas
mientras valores, la grandeza
piensa en hacer cosas iguales.
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Yayno, Yayno, Yayno
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"Donato, el arqueólogo nato": 
 Federico Kauffmann Doig.
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LA VIGENCIA DE YAYNO
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Luego de una larga espera aparece el libro: "Yayno, ciudad pre-inka perdida en los Andes" de Donato Apolín Gamarra.
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Es un texto que rastrea los orígenes del gran monumento arqueológico, ubicado en la entraña de los Andes, en Pomabamba, Ancash.
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Los hallazgos de Donato Apolín son reveladores y tienen la virtud de descorrer el velo de misterio que cubría su pasado.
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Es un trabajo que no solamente despierta la curiosidad, sino, que incita a produndizar en la indagación sobre el sentido y la importancia de Yayno.
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En ese sentido, es un acierto que la obra contenga el trabajo de otros investigadores, que desde su visión y su época, aportaron datos, referentes y hallazgos.
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Fuente:
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Tarjeta de Invitación.
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Libro Yayno y su autor: Donato Apolín Gamarra
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PRESENTACIÓN DEL LIBRO

YAINO, CIUDAD PRE-INKA PERDIDA EN LOS ANDES

DE DONATO APOLÍN GAMARRA

Club Ancash

28 OCT 2009

Fotografías del evento: Armando Alvarado Balarezo (Nalo)
 
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Yayno - Pomabamba ANCASH
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Edición y fotografías: Armando Alvarado Balarezo (Nalo)
 
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Pomabamba (en rojo) - Ancash PERÚ
 
 
Petroglifos de las Punas de Chiquián - Bolognesi - Perú
 

ARTE RUPESTRE:
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PUNAS DE CHIQUIÁN
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. Por Arturo Ruiz Estrada
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En un viaje para registrar los atractivos culturales y geográficos del distrito de Chiquián, como parte del Proyecto de Investigación sobre los Quipus de la Comunidad de Cuspón (UNMSM), acompañado de Filomeno Zubieta Nuñez (UNJFSC), el periodista Rafo León, y guiados por Roberto Aldave (Ecoaventura) quien había visitado el sitio anteriormente, tuvimos la oportunidad de identificar una cueva con impresionantes imágenes de arte rupestre. Como sabemos el arte rupestre que nos legaron las primitivas poblaciones humanas constituye, a nivel mundial, una de las primeras manifestaciones artísticas y un medio de comunicación aún indescifrable en muchos casos. En ese sentido el presente artículo intenta dejar constancia de nuestras iniciales apreciaciones sobre uno de los más singulares exponentes culturales de quienes fueron los antiguos habitantes de la zona de Chiquián.

En el Perú, Chiquián es actualmente capital de la provincia de Bolognesi en la región de Ancash y cobija en su territorio diversos pisos ecológicos. Lo marginan majestuosas cordilleras cuyas altísimas montañas cubiertas de nieve permanente sobrepasan los seis mil metros de altura. Es la región denominada Janca, donde acuden los intrépidos andinistas para alcanzar su cumbre. Al pie de tales heleros se extienden laderas de fuerte pendiente y algunos espacios llanos cubiertos de ichu a los cuales se les llama como región Puna cuya altitud fluctúa entre los 4100 a 4800 metros de altitud. La otra franja ecológica es aquella reconocida como Suni que se extiende entre 3500 a 4100. metros sobre el nivel del mar. Luego, a nivel mas bajo, se halla la región Quichua entre los 2500 a 3500 metros, donde se localizan la mayoría de poblaciones actuales. Existe pues una variada distribución climática y productiva cuyos recursos fueron aprovechados por los chiquianos ancestrales desde hace miles de años. Y eso es lo que venimos constatando mediante nuestras exploraciones arqueológicas en tan espectacular espacio geográfico andino.

Pero centrándonos en el objetivo de esta comunicación destacamos justamente el hallazgo de un extraordinario centro de arte rupestre en las punas del distrito de Chiquián. Se trata de una cueva localizada al pie de grandes farallones rocosos en cuyas paredes interiores observamos un peculiar escenario de arte rupestre y un depósito cultural acumulado en el piso de la cavidad natural hace muchos miles de años antes del presente. Esta tiene un ancho de seis metros con una extensión de siete metros con veinte centímetros y una altura de dos metros con veinte centímetros. Llama la atención la forma en que sus primitivos ocupantes plasmaran numerosas figuras a lo largo de toda la pared del abrigo rocoso con excepción del techo, mediante la técnica del grabado en la roca, conocida en los estudios del arte rupestre como petroglifos. Son pues únicamente estos petroglifos los que adornan la pared rocosa y en ningún caso aparecen pinturas. Seguramente el artista -o los artistas- que diseñaron los motivos debieron utilizar una piedra filuda con la cual realizaron los grabados, pues todas las representaciones fueron hechas a base de líneas incisas que cortaron la roca. En efecto las figuras se distribuyen desde la misma boca de la cueva y cubren toda la pared del abrigo, de un extremo a otro. Aparecen motivos de serpientes, aves en picada, un batracio. rostros antropomorfos y cuadrúpedos que no sobrepasan los setenta centímetros.
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Hay pequeñas concavidades rectangulares, pero no abundantes como es el caso de la cueva de Atún Machay, reconocida al entorno de la Laguna de Conococha por Federico Kauffmann, pero evidentemente ambas cuevas, la de Sagsha y la de Atún Machay tienen estrecha relación. Se observan también otras figuras geométricas y una hilera horizontal de más de doscientos hoyos muy pequeños distribuidos de un extremo a otro de la pared del abrigo. Cada hoyito tiene entre seis a cinco centímetros. Esta línea de hoyitos divide la pared rocosa en dos espacios. Un espacio inferior con muchos diseños y otro superior con escasas figuras. Los rostros expresan gestos. Uno tiene el ojo normal y su par es circular. Otra cara muestra los ojos en forma de rombos y la boca como que expresara sonrisa. Mas allá un rostro con expresión de tristeza. Existen rostros de perfil con cabellera flotante. Un cuadrúpedo se halla de perfil. Pero otros, que a golpe vista parecen monos o felinos, si bien están de perfil, miran de frente y poseen una larga y exagerada cola. Por la parte central y sobre la hilera de hoyitos se mira un cuadrúpedo de tratamiento esquemático, es decir, está hecho a base de rayas y tiene posición vertical. También existen otros diseños geométricos bajo la hilera de esos hoyitos. En ningún caso aparecen camélidos ni cérvidos o figuras humanas completas, que son mas bien comunes en otros sitios con arte rupestre antiguo. Se observan figuras de cuadrúpedos en la pared del abrigo rocoso. Están asociados a diseños de serpientes, aves, rostros antropomorfos y dibujos aún no identificados.
 
De modo general, el estilo predominante, no es simple, sino más bien, muestra una mayor complejidad, es decir, se detalla algunos aspectos de esas figuras. Por ejemplo, advertimos un felino con el cuerpo relleno de puntos, las aves tienen el cuerpo con unas rayas que deben representar las plumas. Existen rostros de gesto adusto cuyas comisuras de la boca van hacia abajo u otro que la tiene hacia arriba como pareciendo denotar la alegría. Y unas cabezas han sido diseñadas de perfil con la cabellera flotando. La antigüedad de este centro de arte rupestre todavía es un misterio, toda vez que para saberlo se hace menester un estudio metódico. Precisa analizar la iconografía mural y practicar excavaciones en el piso intacto de la cueva que sella un rico depósito cultural. Sólo después de esas investigaciones y del análisis de los resultados, se podrá afirmar con certeza el tiempo en que se produjo la ocupación humana en este refugio milenario. Sin embargo, podemos aproximarnos para entender su antigüedad, si comprendemos que hace algunos años el arqueólogo Thomnas Lynch señaló que en el Callejón de Huaylas hubo presencia humana que utilizaba cuevas como refugio para sus actividades desde hace unos ocho miil años. Y como la cueva del presente informe yace en el lindero del citado Callejón con los territorios de Chiquián, es posible afirmar que existieron vinculaciones culturales en este tiempo. Pero cabe también la posibilidad que los petroglifos de la cueva sean posteriores, toda vez que entre las figuras representadas aparecen aves en picada, escena que es frecuente observar en el mar. Otro argumento es la carencia de imágenes antropomorfas completas y de camélidos y cérvidos como señales de tiempos de los cazadores recolectores del período Arcaico, lo cual sí ocurre, por ejemplo, en las escenas rupestres de Lauricocha (Huanuco), Toquepala (Tacna), Quilllamachay (Huancavelica). Aunque, por cierto, estos ejemplos corresponden a pinturas mas no a petroglifos como es el caso de Chiquian.

Consideramos, por otro lado, que esta cavidad rocosa, destaca por el arte rupestre grabado en sus paredes. Es un verdadero bordado de petroglifos, cuyo autor o autores no han dejado espacio vacío en un alarde barroco de íconos. Admira el despliegue de figuras cuya ejecución pareciera ser la obra de un solo artista, cuya expresión estética guarda un estilo similar en el trazo de las figuras. A nivel de la región de Ancash constituye un primer y principal santuario de petroglifos. Podríamos decir, guardando la distancia del caso, que es una verdadera capilla sextina del arte parietal chiquiano de tiempos prehispánicos. Evoca un lenguaje grabado en la roca, cuyo significado es todavía un misterio para nuestros ojos contemporáneos. Pero sus ocupantes ancestrales sabían interpretar el mensaje graficado en la roca. Leían las escenas y comprendían su significado como cuando ahora ingresamos a un templo y observamos las imágenes pintadas o grabadas que evocan la pasión de Cristo u otras escenas del relato bíblico. Santuario o templo milenario, la cueva que hemos explorado es una cavidad emblemática de la estética prehispánica chiquiana y andina. No sabemos aún que extraños rituales se habrían realizado al interior de la cueva. Pero es un auténtico registro de las primeras expresiones paleoartísticas de esa zona. Su conservación es una tarea ineludible cuya responsabilidad recae en los chiquianos del presente para perennizar en las generaciones del futuro el mensaje dejado por los grupos humanos del pasado.

¿Preguntas, comentarios escriba a:

rupestreweb@yahoogroups.com

Cómo citar este artículo:
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Ruiz Estrada, Arturo. Un impresionante centro de arte rupestre en las Punas de Chiquian, Peru. En Rupestreweb,
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DOCTOR ARTURO RUIZ ESTRADA


Que Dios continúe guiando su intelecto en bien de la Humanidad.

 
FOTOGRAFÍAS DEL RECUERDO
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Un poquito más sobre la Cueva de Luis Pardo. Hacer clic:


Nalo Alvarado Balarezo
 
 
 
GRACIAS AMIGOS:
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..Federico Kauffmann Doig y Filomeno Zubieta Nuñez
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Gracias doña Licuna, gracias diario El Comercio
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Nalo
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GREGORIA "LICUNA" RIVERA, confecciona quipus cada vez que alguien muere en su remoto pueblo, Cuspón, en la región Áncash. Es heredera de una tradición que combina visiones incas y católicas.
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Por: Gabriela Machuca
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Redactora de Regiones
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.La mente de Licuna es caprichosa y sabia. Olvida información elemental, pero recuerda la trascendental, esa que viene de tiempos inmemorables, esa de la que depende el futuro de la tradición. Por eso no le importa saber con exactitud cuántos años tiene, lo que le interesa es retener cómo se mueve la mano, cómo trabajan los dedos. En Cuspón, donde ella vive, esa habilidad tan suya, es vital para la muerte.
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- “Doctor, en mi pueblo existe una mujer que todavía hace quipus”, le dijo hace cuatro años Filomeno Zubieta Núñez a su amigo, don Federico Kauffmann Doig. Al escucharlo, el reconocido etnógrafo abrió los ojos sorprendido.
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- ¿Hace quipus, dices?, ¿los usa?
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- Sí, doctor, pero solo cuando alguno de la aldea se muere.
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- Filomeno, tiene usted que llevarme a su pueblo.
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- Claro, doctor, pero no es tarea fácil. Cuspón está allá lejos, bien arriba, en la puna. Solo se puede llegar a lomo de bestia.
 
- Yo llego, Filomeno. Me tiene usted que llevar.
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Así fue como el también arqueólogo se enteró de la existencia de Licuna, la última quipucamayoc ("la que crea quipus”, en quechua) de una pequeña comunidad ancashina de la provincia de Bolognesi, que está allá lejos, bien arriba, en la puna, sobre los 4.100 m.s.n.m.; una de las pocas con vida de las que se tenga registro en la actualidad.
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Kauffmann luego conocería que un colega suyo, Arturo Ruiz Estrada, había arribado al lugar a finales de los noventa, guiado a su vez por el buen Zubieta. Pero no era lo mismo escucharlo o leerlo. Que a un investigador de las costumbres ancestrales le cuenten que una de ellas, casi desaparecida, sigue en vigencia, es una invitación directa a coger el mapa, agarrar la mochila y partir para ver con los propios ojos.
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Sin embargo, cuenta el investigador, el viaje se dilató debido a que tuvo que partir a Alemania para ser embajador, un cargo que ejerció por tres años en los que añoró como nunca sus expediciones científicas a los Andes y la selva del Perú. Una vez de vuelta, la primera aventura no podía ser otra que la de ir a buscar a esa mujer que confeccionaba y usaba quipus, exactamente iguales, a los que se hacían en el Tahuantinsuyo.
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“Licuna es como le dicen, pero se llama Gregoria Rivera. Debe tener unos 85 años y está muy lúcida, aunque olvide su edad. Cuando la conocí me dijo bien orgullosa que el conocimiento provenía de su madre, que a esta se lo heredó su abuela, y así, para atrás”, narra el historiador.
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- “Tengo un quipu que no llegué a usar, se lo voy a enseñar”, le dijo Licuna a Kauffmann a fines de agosto.
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ATADURA DE PENSAMIENTOS
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Lo que Licuna mostró al estudioso fue un cordel trenzado de varios metros de largo en el que se podían observar muchos nudos. Los atados le parecieron muy familiares. Pronto, ella confirmaría lo que Zubieta le había dicho años antes, que los confeccionaba cada que vez que alguien en Cuspón perdía la vida. El que sacó era azul y blanco.

“A este artefacto se le puede llamar quipu porque los nudos son exactamente iguales a los que yo he encontrado y que datan de la época del incanato. A ello se suma el hecho de que lo envuelven muchos conceptos relacionados al imaginario inca, e incluso preínca, aunque mezclados con principios propios de la doctrina católica. De esto último se deriva que su función ya no sea la misma”, subraya el etnógrafo al contar su experiencia.

Lo que tenía Kauffmann en sus manos era un elemento producto del paso de la historia. Ya no servía para contabilizar productos agrícolas, el ganado o estadísticas demográficas, como solía utilizarse en el siglo XV, XVI o XVII, y aún antes. Los quipus de Licuna tienen un fin mágico: proteger a los difuntos durante su viaje al cielo. Los nudos de Licuna son rezos, avemarías.

“El motivo por el que el quipu sobrevivió al proceso evangelizador fue porque se adaptó al cambio de pensamiento para privilegiar la religión española. Los indios comenzaron a usar los quipus, el sistema de cuentas de sus ancestros para orar. Lo que se preservó, sin embargo fue la forma física y la creencia inca de que hay que proteger el camino de los muertos, el tránsito al más allá”.

Cuando alguien fallece, empieza el trabajo para Licuna, quien al tener listo el quipu lo coloca como un cinturón alrededor de la cintura del difunto. Con aquel permanece durante el velatorio, con aquel se va hasta la tumba.

- “Y cuando usted parta, ¿quién le va a hacer su quipu?”, le preguntó Kauffmann a doña Licuna la última vez que la vio.

- Ya le he enseñado a mi hija. Lo que me enseñaron, yo se lo he pasado a ella.
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LA FRASE
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“En pueblos pequeños y remotos es posible encontrar que se siguen costumbres y tradiciones ancestrales, como ha ocurrido en el caso de Cuspón”. FEDERICO KAUFFMANN DOIG. ARQUEÓLOGO Y ETNOGRÁFO
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FOTOGRAFÍAS: FEDERICO KAUFFMANN DOIG
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Editado para la presente Entrada por Armando Alvarado Balarezo (Nalo), por especial encargo de Filomeno Zubieta Núñez y Marco Calderón Ríos. 
 
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