POR HUARAZ QUERIDO
Walter A. Vidal.
Gracias al vocero virtual de nuestro amigo y libertano Olimpio Cotillo Caballero acabo de enterarme que las autoridades recientemente elegidas han emprendido la “Faena Comunal de Limpieza del Río Quillcay”.¡Esto sí que es una noticia buena! ¡Bravo! Felicitaciones.
A propósito del singular hecho, el 16 de Agosto del 2010, los ex alumnos del Colegio de La Libertad, Promoción “16 de Agosto” 1956, residentes en Lima y otros lugares, en coordinación con nuestros compañeros libertanos residentes en Huaraz, viajamos a esta ciudad para festejar el aniversario de nuestra huelga (de alumnos), que estalló el 16 de agosto del año señalado. Llegamos a Huaraz. Después de reencontrarnos con nuestros compañeros y saludar juntos a nuestra Alma Máter, nos concentramos en la plaza de armas de la ciudad para marchar al puente del Quillcay, donde cada uno de nosotros recogimos los deshechos que el río los mantenía en sus orillas; luego, como para cerrar con broche de oro nuestra actividad ecologista, el compañero, Crnl. E.P (r ) Federico Zímic Ames, se bañó en sus aguas “limpias” (Ver imágenes en “Alma Libertana” No. 6, p.26). Es digna de nuestro recuerdo la participación de las alumnas de primaria de nuestro Colegio en este acto de sensibilización de la población, actitud de sus profesoras que realzó nuestra actividad y nos hizo honor a nuestro gesto de desagravio al siempre recordado río Quillcay.
También, con relación a la limpieza de la bella ciudad de Huaraz, quiero referirles otro hecho reciente, ocurrido cuando me encontraba dentro de una de esas combis que bajan de Shancayán. Tomé en la puerta de la Facultad de Derecho de la UNASAM. Cuando el carro bajaba por la ancha avenida que pasa por la puerta de la Emergencia del Hospital de Belén, entró al ligero vehículo una pasajera, comiendo el rico y emblemático chocho con seviche en un envase de plástico desechable. Antes de la curva para tomar la avenida Luzuriaga, la cobradora abrió la puerta de la combi para que baje un pasajero, hecho que aprovechó la del chocho, para tirar su platillo y el tenedor a la pista. Pedí con vehemencia que pare el carro y el conductor frenó. Baje mi pie derecho y alcancé a recoger el plato y tenedor que la susodicha había botado. Nuevamente tomé mi asiento, cuando mi di con la sorpresa que todos me estaban mirando asombrados como si esperaban verme lamer el plato. “Hay alguien que tiene una bolsa, por favor”, les dije en voz alta. Silencio absoluto, con las miradas desorbitadas a mi persona; hasta el conductor bajo la velocidad. Esperé alguna respuesta, y nada. Me dirigí al conductor: “Señor chofer, usted debe tener bolsas de plástico para que no le ensucien su carro y no estén botando desechables, envenenando el ambiente y ensuciando las calles de esta hermosa ciudad”. El chofer, por respuesta, aceleró su carro. Le pedí a la cobradora que me deje en una esquina donde haya un tacho o recolector de basura. El chofer paró en el parque de Belén. Cuando bajé de la combi sentía que seguían mirándome como un bicho de otro planeta.
Quiero terminar con otra , muy cortita; también experiencia de mi último viaje a Huaraz querido. Está referida a la contaminación acústica. Más específicamente al claxon innecesario principalmente de los taxis que recorren por la avenida Luzuriaga. Pero ¿Qué creerán esos taxistas? Que somos ciegos y ¿quieren hacernos sordos también?
Ojalá aquella primera faena emprendida por las autoridades y comuna huaracina sea el primer paso para conservar limpio y ambientalmente saludable el emblemático río que alimenta al otrora caudaloso y cristalino río Santa. Pero necesitamos más faenas así, también para las calles. Con trabajos y campañas educativas. Esto es lo que no gusta hacer a muchas autoridades locales: el trabajo invisible; porque políticamente no es rentable, para la reelección -a la gente, por su parte, les gusta también ver obras grandes y visibles- ni para otros actos de corrupción. Nuevamente, mi saludo a los alcaldes y comunidad huaracina.