LA TAREA PROMOTORA DE MARCOS CHAMORRO PORTILLA
Por Armando Alvarado Balarezo (Nalo)
"La gratitud no se cotiza en la Bolsa de Valores,
se cotiza en el corazón humano"
Shapra
Las frases: “El saber es poder” del inglés Francis Bacon (1561 / 1626), y “Quien tiene el saber tiene el poder” del escocés David Hume (1711 / 1776), devinieron en universal el dicho “Quien tiene la información tiene el poder”;
a su turno, este adagio se volvió anticuado desde que la información
está al alcance de todos. Ahora se dice, que en sí la información no es
poder, que todo depende de su administración, coordinación,
producción y utilización virtual. Mañana que vendrá, no lo sé.
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Información
antes inaccesible, ahora se ha democratizado con libertad y apertura.
En este marco, el tiempo libre no es el único ambiente social en el que
transita la cultura, pues ya es parte indisoluble de la vida las 24
horas del día, pasando de una cultura de escasez a una cultura de la
abundancia, donde confluyen, sin muros ni
ataduras: consumidores, creadores, productores, patrocinadores,
promotores, etc., alumbrados por el faro luminoso de la diversidad
cultural. Hoy todo apunta hacia una riqueza creadora más colectiva que
individualista, haciendo del arte, la educación y la cultura, productos
sociales como el pan nuestro de cada día.
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Así
la inteligencia de las masas, dispersa todavía, va ganando terreno en
el mundo moderno, gracias a la enorme cantidad de herramientas,
procesos y contenidos culturales que navegan viento en popa en la
Internet.
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En este escenario, uno de los pioneros del boom cultural en el Tercer Milenio, es el MAESTRO ANCASHINO MARCOS CHAMORRO PORTILLA, con mayúsculas,
quien de manera infatigable desde hace dos décadas, viene
poniendo en valor las costumbres y tradiciones chiquianas, a través de
la producción de imágenes estáticas y de videos cortos, que difunde en
las redes sociales, día a día, segundo a segundo de manera silenciosa,
siempre construyendo escuelas fraternas y solidarias, tan necesarias en
un planeta cada vez menos humano.
Personas
como Marcos Chamorro Portilla, atrapan el tiempo en imágenes y
sonidos, caminando sin tregua más allá de la puerta de la última
esquina del barrio.
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Son
los hacedores natos, aquellos que prefieren construir a pulso y seso,
rompiendo esquemas obsoletos destinados al disfrute de unos cuantos que
se iluminan con sus propios faros hasta quedarse ciegos de bondad.
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Constructores como Marcos Chamorro, son
los que no reciben hurras, diplomas, aplausos ni medallas, siendo los hombres y mujeres de
avanzada, muchas veces solitarios vigías de nuestra cultura a cielo
encapotado.
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Son los que sin pregones, trompetas, ni platillos modelo chimbarabata,
aportan el oxígeno necesario al músculo social con los medios
tecnológicos a su alcance, creando arte audiovisual artesano, desde los
míticos colores diurnos de las pinquichidas, hasta los últimos destellos nocturnos del shogacuy,
espacios costumbristas en los que, año tras año, el invalorable paisaje
humano forja la identidad cultural de nuestro pueblo, siempre pensando
que cada fiesta patronal se vive una sola vez, y punto aparte.
Sus videos no solamente forman parte de un importante bagaje fílmico de la historia que escribe Chiquián
cada día, también son testimonios vivos que tenemos que preservar
intactos para las generaciones venideras, sin sellitos malogrando el
paisaje haciéndole el juego al egocentrismo, porque desde que se difunden en la red ya pertenecen al Universo. Rostros
y voces que verán y escucharán en sus casas, en las calles, en las
plazas y en las escuelas: los nietos de nuestros hijos... y así
sucesivamente a través de los siglos.
Pero
el despertar de un Chiquián fascinante de la mano de Marcos no es tarea
fácil, como no es tan sencillo poner las obras inmateriales peruanas en
el
ojo del mundo. Muchas veces ha sido lastimado gratuitamente, sobre todo
por poner el pecho contra la corrupción a escala regional; mas es tan
vasta su generosidad campechana, que como buen árbol de vida no le
niega su sombra al leñador furtivo de turno.
Marcos
Chamorro no sólo hace girar hacia atrás las pesadas ruedas de la
historia, también despliega todo su arsenal creativo en el presente de
cara al porvenir, siempre ávido de la inmaculada belleza natural que
fulgura en las cimas nevadas ancashinas; allí, entre grietas, serac,
picachos y morrenas realiza documentales fílmicos extremos, perennizando
con su cámara en hielo glaciar, las hazañas de los amantes del deporte
blanco que se dan cita a miles de metros de altura, como todo soñador
que lleva alas en los pies en las cornisas de las nieves perpetuas. Por
esto y mucho más, Marcos es un ser humano imprescindible, un ser humano
ideal para los buscadores de perlas en el Ande eterno.
Marcos
Chamorro Portilla, es un hijo y padre cariñoso, un vecino ejemplar de
Jircán, por quien la familia Alvarado Balarezo tiene los mejores
sentimientos de gratitud y respeto.
Que Dios los bendiga a todos.
Green Hills, 13 de noviembre de 2018
Jircán, barrio querido de Marcos Chamorro
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